Apuntes sobre la realidad en Argentina 2024 – Las tareas de los Comunistas

“Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado. La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. Y cuando éstos aparentan dedicarse precisamente a transformarse y a transformar las cosas, a crear algo nunca visto, en estas épocas de crisis revolucionaria es precisamente cuando conjuran temerosos en su auxilio los espíritus del pasado, toman prestados sus nombres, sus consignas de guerra, su ropaje, para, con este disfraz de vejez venerable y este lenguaje prestado, representar la nueva escena de la historia universal. Así, Lutero se disfrazó de apóstol Pablo, la revolución de 1789-1814 se vistió alternativamente con el ropaje de la República romana y del Imperio romano, y la revolución de 1848 no supo hacer nada mejor que parodiar aquí al 1789 y allá la tradición revolucionaria de 1793 a 1795. Es como el principiante que ha aprendido un idioma nuevo: lo traduce siempre a su idioma nativo, pero sólo se asimila el espíritu del nuevo idioma y sólo es capaz de expresarse libremente en él cuando se mueve dentro de él sin reminiscencias y olvida en él su lenguaje natal.” (Karl Marx, El 18 Brumario de Luis Bonaparte.)

La democracia burguesa

Desde que Javier Milei y su gabinete tomaron el timón del Estado el 10 de diciembre, han asumido una serie de medidas que representan un retroceso sin precedentes en todos los planos de la vida social, laboral, económica y, en el sentido más estricto, en la concepción de un Estado “moderno”, desde la mirada de la burguesía en general.

En particular, en boca de Milei este grupo de hombres de negocios y su destacamento de mujeres y hombres armados, nos retrotrae a 1860, cuando luego de las batallas de Caseros (1852) y Pavón (1861) se consolida el poder de Buenos Aires sobre el resto del país, terminando una etapa con la presidencia de Mitre en 1862, e imponiéndose la ideología liberal y la economía librecambista.

El discurso de Javier Milei hace una reivindicación de la “gente de bien”. Habla de un país que sólo existe para un pequeño y reducido número de personas: los que pueden y los que tienen, en realidad, la posibilidad de poder vivir bien, utilizando el eufemismo de que si la libertad avanza sin mediaciones todo es posible. Lógicamente, la crítica está dada al Estado regulador, o en palabras del peronismo del Frente de Todos o Unión por la Patria (UxP), al Estado presente.

Por supuesto, no estamos alabando este discurso del peronismo ni la teoría de un Estado de todos. Nada más falso que esto, incluso la idea de un Estado que te cuida. Durante años y años vimos una infinidad de veces el fracaso del Estado intervencionista en manos de una dirección con una concepción pequeño burguesa, que sostiene una actitud paternalista hacia las masas, y plantea que es posible controlar al capitalismo. La realidad se empecinó en demostrar lo contrario. Estas concepciones se mostraron inviables, ya que nunca pudieron controlar verdaderamente a los sectores capitalistas. En el mejor de los casos, aún con las calles calientes por la rebelión de 2001, el kirchnerismo intentó mantener a “raya” los aspectos más retrógrados del capitalismo más rancio, alimentando a la bestia burguesa con enormes sumas de dinero mientras intentaba recomponer la credibilidad en la democracia y sus instituciones. Literalmente, una utopía retrógrada que apenas duró 7 años y sólo funcionó con el monedero abultado. Esta situación se dio producto del boom de las materias primas en la región entre 2003 y 2011. En esto también jugó un rol fundamental la ola expansiva del argentinazo que, tras la acción directa de las masas en la calle, permitió el advenimiento de una política diferente, que derivó en un relativo alivio para la clase trabajadora. Como explico Rosa Luxemburgo: “La reforma no posee una fuerza propia, independiente de la revolución. En cada periodo histórico la obra reformista se realiza únicamente en la dirección que le imprime el ímpetu de la última revolución, y prosigue mientras el impulso de la última revolución se haga sentir. Más concretamente, la obra reformista de cada periodo histórico se realiza únicamente en el marco de la forma social creada por la revolución” (“Reforma o revolución”).

El peronismo ha pasado por muchos momentos, de crisis y de alivios desde el 2003 a estos días. En general, podemos afirmar que su concepción fue y es la conciliación de clases. El kirchnerismo no pudo siquiera plantear la Comunidad Organizada de Juan Perón porque en los años de sus dos gobiernos -1945/1955- la realidad de Argentina era una muy diferente, pero incluso en aquellos años no pudo aplicarse de manera permanente. En los últimos años de su gobierno, Juan Perón se enfrentó a una serie de luchas obreras por mejoras en los salarios y otras reivindicaciones. Esto ocurrió fundamentalmente a partir de 1952, cuando caen los ingresos de la renta agraria y se abre un período de crisis económica que vuelve a dejar al desnudo los límites de la conciliación de clases, mostrando en los hechos la inviabilidad para la clase trabajadora, de la comunidad organizada que el peronismo planteó a partir de 1949.

Es una concepción que sólo se ha reciclado y se mantiene viva sobre la base de la enorme crisis de dirección de la clase obrera, y la imposibilidad de la izquierda de poner en pie un partido revolucionario con autoridad de masas. No podemos dejar de mencionar, que durante años el movimiento kirchnerista se empecinó en la idea de que podía surgir una “burguesía patriótica, buena”, que llevase adelante las tareas nacionales pendientes. Para la dirigencia kirchnerista resultó una frustración, pues llegaron a la conclusión de estar en presencia de una “burguesía fallida”. Entonces, la Felicidad del Pueblo y la Grandeza de la Nación no se encuentra en las manos de la clase dominante que no cumplió ni va a cumplir los deseos de un proyecto de país con Justicia Social, Independencia Económica y Soberanía Política.

Sólo la clase obrera en el poder, sobre la base de la planificación democrática de la economía, podrá llevar adelante un genuino desarrollo de las fuerzas productivas y, sólo de esta forma, la mayoría de los trabajadores podrán tener una vida digna y sin explotación.

Pero en la concepción de un grupo de dirigentes pequeños burgueses (el kirchnerismo), el parlamento y a la democracia burguesa se ven como un fin en sí mismo para el desarrollo de la humanidad, y de esta forma llegar a su última estación del desarrollo. Por lógica, esta premisa esta reglada con un Estado presente y de todos. La experiencia de las últimas décadas nos lleva a un balance negativo de esta teoría, la realidad ya lo ha dicho todo.

Hubo una época extensa en la que Cristina Fernández (CFK) sostuvo una ofensiva discursiva que no tuvo un impacto alguno en la realidad material de las masas. En cadena nacional o en foros internacionales CFK señalaba que el verdadero problema es la falta de regulación de los mercados financieros en el mundo”, “si no hay consumo, no hay capitalismo ni posibilidad del crecimiento de la economía” y añadía “volver a un capitalismo en serio”, basado en los estímulos al consumo y la generación de empleo, en lugar del actual “anarcocapitalismo financiero total donde nadie controla a nadie”. Sus palabras sólo quedaron en eso, en un buen discurso, mostrando impotencia política ante los grandes capitalistas. Solo basta recordar la experiencia del último gobierno de Alberto Fernández y Cristina Fernández que ante el caso Vicentin mostraron una cobardía supina.

Realmente, Cristina Fernández no denunció –ni denuncia–, y no accionó –ni acciona–, en oposición al proceso de concentración monopólica del capitalismo, siendo esa la base material del capitalismo financiero, del dominio de la oligarquía financiera sobre el conjunto de la economía capitalista. De esa forma, cualquier señalamiento al respecto del capitalismo financiero son palabras vacías. No puede destruirse el dominio de la burguesía financiera sobre la sociedad sin destruir el dominio de los monopolios industriales, que hoy por hoy dominan la producción en el mundo entero. No puede destruirse el capitalismo financiero sin ir hasta el final en la lucha por tirar abajo todo el capitalismo. Así las cosas, CFK intenta ir en contra de la fuerza del tiempo y el propio desarrollo de la historia y las leyes que reglan el desarrollo de la sociedad y de la economía capitalista, queriendo volver la rueda de la historia, al pasado no monopólico del capitalismo en su fase no imperialista.

Con esta lógica discursiva, CFK se encuentra lejos de Juan Perón. En el plano comercial, el IAPI (Instituto Argentino de Promoción para el Intercambio) de Perón –que en la práctica aplicaba una suerte de monopolio estatal del comercio exterior–, compraba a los productores los cereales para luego exportar mayormente trigo a fin de abastecer el mercado interno primero, y oleaginosas para fomentar la generación de valor agregado exportable con la producción de aceite. Durante los primeros años, con precios internacionales altos, esto produjo ganancias para financiar la compra de bienes de capital como por ejemplo ferrocarriles, teléfonos, buques para la marina mercante, etc. Sin embargo, también se utilizó para garantizar subsidios al sector privado, financiando particularmente a la industria frigorífica, metalúrgica y jabonera, lo que llevó a un quebranto a partir de 1949. La lógica fue la subvención de los privados, sobre todo los grandes frigoríficos, pero, de todas formas, en sus primeros años jugó un papel que resultó entre una suerte de monopolio sui generis del comercio exterior y garantizar enormes sumas de subsidios a los empresarios con los dólares captados de la renta agraria, sin cambiar la estructura capitalista del país. Se limitó a fomentar una burguesía mercadointernista que permitió un aumento relativo y temporal del desarrollo industrial, en un contexto histórico en el que la segunda guerra mundial daba lugar a condiciones excepcionales a nivel internacional.

Lenin decía “Que el imperialismo es el capitalismo parasitario o en descomposición se manifiesta, ante todo, en la tendencia a la descomposición que distingue a todo monopolio en el régimen de la propiedad privada sobre los medios de producción. La diferencia entre la burguesía imperialista democrático-republicana y la monárquico-reaccionaria se borra, precisamente, porque una y otra se pudren vivas (lo que no elimina, en modo alguno, el desarrollo asombrosamente rápido del capitalismo en ciertas ramas industriales, en ciertos países, en ciertos períodos). En segundo lugar, la descomposición del capitalismo se manifiesta en la formación de un enorme sector de rentistas, de capitalistas que viven de “cortar cupones”. En los cuatro países imperialistas avanzados — Inglaterra, América del Norte, Francia y Alemania –, el capital en valores asciende, en cada país, de cien a ciento cincuenta mil millones de francos, lo cual significa, por lo menos, una renta anual de cinco mil a ocho mil millones de francos. En tercer lugar, la exportación de capital es el parasitismo elevado al cuadrado. En cuarto lugar, “el capital financiero tiende a la dominación, y no a la libertad”. La reacción política en toda la línea es rasgo característico del imperialismo. Venalidad, soborno en proporciones gigantescas, un verdadero Panamá[1]. En quinto lugar, la explotación de las naciones oprimidas, ligada indisolublemente a las anexiones, y, sobre todo, la explotación de las colonias por un puñado de “grandes” potencias, convierte cada vez más el mundo “civilizado” en un parásito que vive sobre el cuerpo de centenares de millones de hombres de los pueblos no civilizados. El proletario romano vivía a expensas de la sociedad. La sociedad actual vive a expensas del proletario moderno. Marx subrayaba especialmente esta profunda observación de Sismondi[2]. El imperialismo modifica algo la situación. Una capa privilegiada del proletariado de las potencias imperialistas vive, en parte, a expensas de los centenares de millones de hombres de los pueblos no civilizados.

Queda claro por qué el imperialismo es un capitalismo agonizante, en transición hacia el socialismo: el monopolio, que nace del capitalismo, es ya capitalismo agonizante, el comienzo de su tránsito al socialismo. La misma significación tiene la gigantesca socialización del trabajo realizada por el imperialismo (lo que sus apologistas, los economistas burgueses, llaman “entrelazamiento”).” (El imperialismo y la escisión del socialismo 1916)

Pasaron más de 100 años desde que Lenin realizó este extraordinario trabajo y muchas cosas cambiaron desde entonces.

De todas formas, “Cien años después de que Lenin escribiera su libro, la dominación de los bancos y del capital financiero es cien veces mayor que cuando escribió esas líneas. El estrangulamiento de los grandes bancos y su naturaleza parasitaria y explotadora quedaron expuestos ante todo el mundo con la crisis de 2008 y los escandalosos rescates, con los billones de dólares de dinero de los contribuyentes entregados a los bancos por los gobiernos. Estos monopolios han acumulado cantidades masivas de capital y, en realidad, poseen un excedente de capital. Esto se ve gráficamente en la actualidad, con grandes empresas como Apple, la cual posee cientos de miles de millones en reservas de efectivo inactivas. Las grandes corporaciones estadounidenses están sentadas sobre miles de millones de reservas de efectivo improductivas.” El Imperialismo – una contribución al debate CMI 2016

Entonces, todas y cada una de las teorías del Frente de Todos o Unión por la Patria para desarrollar un país con un poderoso mercado interno fracasaron. Fracasaron en tanto sólo cuentan con un margen de maniobra cada vez más reducido, sustentado por una “buena recaudación” del Estado que les permita seguir sosteniendo el asistencialismo, con un claro proceso restrictivo del mercado interno a la baja producto de la crisis del capitalismo a escala mundial. La “década ganada” fue todo un ejemplo de lo que hablamos, con un contexto mundial favorable que tuvo un claro contexto político y económico puntual.

El empirismo del kirchnerismo fue tan brutal que no pudieron ver los límites del escenario mundial. Cegados por cierto triunfalismo y chovinismo, y con la viva voz de “vamos por una década más”, chocaron con una realidad que los empujó sin pena ni gloria a cajonear esa consigna sin explicación alguna a su base militante, por lo menos del cambio de la situación política.

El Kirchnerismo, el Frente de Todos y Unión por la Patria, en definitiva, el peronismo, no fueron capaces siquiera de llevar adelante un proceso de nacionalizaciones como lo hizo Juan Perón, que dejó en el ámbito estatal a empresas como los ferrocarriles, el comercio exterior, la marina mercante, el servicio telefónico y creó la Sociedad Mixta Siderúrgica Argentina (Somisa).

El contexto previo y posterior a la segunda guerra mundial, favoreció tanto a la Argentina como a otros países con la sustitución de importaciones. Señalamos que no fue falta de voluntad por parte de las masas, lo que causó que el peronismo no fuera más allá de los límites del capitalismo, sino que su dirección aceptó gobernar, antes y en el presente, dentro de los marcos de la propiedad privada de los medios de producción, aceptando en última instancia, las leyes del mercado. En definitiva, el marco teórico que presenta el peronismo, en todas sus variantes, razona en la lógica de que la burguesía y la oligarquía –empresarios, banqueros y terratenientes– son los rectores naturales de la sociedad.

Hace una década y media, con la caída de las hipotecas subprime el capitalismo entró en una crisis terminal. Terminal ya que no puede seguir con la relativa estabilidad del pasado y la relativa paz de gobernar a los de bajo como lo hacía antes. De todas formas, somos conscientes que la crisis de dirección es muy grande y la tarea que tenemos los revolucionarios es formar al estado mayor del proletariado internacional, sabemos que los capitalistas no van a dar un paso al costado para dar paso a la clase moderna: la clase obrera.

La democracia en manos de sus verdaderos dueños

Por el lado de los libertarios, con una mezcla de macrismo/Caputo/Sturzenegger, junto a sus aliados de la UCR y el peronismo de derecha, han puesto el país patas arriba. Mediante el DNU y el intento de hacer pasar la Ley Ómnibus, y el protocolo Bullrich, quisieron imponer el paquetazo a través de la sacrosanta democracia parlamentaria, y que florezca el dios mercado para que éste sea quien rija la vida de millones de hombres y mujeres. Protocolo que fue quebrado en los hechos en el 22 aniversario del Argentinazo con la movilización de las organizaciones políticas, sociales y sindicales de izquierda primero, y los cacerolazos por la noche después.

Señalamos en varios escritos el papel pernicioso del Poder Judicial como una de las instituciones profundamente cuestionada por las masas por favorecer los negocios de la burguesía. La célebre justicia capitalista, representada por una mujer con sus ojos vendados, la espada en mano, y la balanza, supuesta imagen de equilibrio y equidad, no es tal. La experiencia enseña que más de las veces la venda se encuentra levantada y la balanza inclinada para el lado capitalista. Es la justicia de los poderosos la que rige. Siendo cierto que, en determinados períodos, las masas avanzaron con sus luchas conquistando demandas, imponiendo leyes favorables a los trabajadores. Pero la cuestión fundamental es que, en esencia, la justicia no es otra que una justicia de clase. Sus jueces están vinculados por múltiples vasos comunicantes con los capitalistas que operan a favor de sus intereses.

Cumplimos 40 años de democracia formal en el país, y en líneas generales, sectores de la burguesía hablan de la mala calidad institucional o de la insatisfacción democrática como advierte CFK, y en esta insatisfacción se encuentra la disputa por la distribución de la riqueza, que resulta una puja constante, donde la clase obrera en general mantuvo y mantiene una actitud de lucha y combate, nunca ha cesado en la pelea. Aún en periodos de derrota ha mantenido una actitud defensiva. Y las herramientas de lucha no son otras que sus métodos tradicionales de combate: la ocupación de fábricas, la huelga general, incluso la toma y el control obrero de la producción. Por su lado, los sectores desocupados utilizan el único recurso con que cuentan, que es el piquete, método que en gran medida se debe a la conducta de la dirección de la CGT, que considera a los desocupados como no trabajadores.

En general, los partidos del régimen mantuvieron un acuerdo tácito en dar gobernabilidad. Sin embargo, en general el peronismo fue el que en un cien por ciento dio soporte al régimen, sacando innumerables veces, las papas de las brasas. Constantemente, le han dado cobertura o han mantenido a “raya” a las masas, para que la situación no se descarrile.

Entonces, se baja hacia las bases el discurso de que la correlación de fuerzas “no da”, que hay que esperar “los tiempos de la gente”. Esta política por arriba se transforma en un chaleco de fuerza por abajo que intenta paralizar a la militancia de base. En nombre de la gobernabilidad se da cobertura política para que el ajuste siga avanzando.

Por su parte, de manera descarada y con total impunidad, los sectores más rancios de la burguesía, jugaron invariablemente en la defensa de sus intereses. Así, durante el Gobierno de Macri endeudaron al país con una actitud de someter a los trabajadores a las peores condiciones de vida y trabajo.

Su desprecio hacia la clase es notable. No soportan que los sectores populares puedan, en la lucha por la plusvalía, avanzar socialmente y mejorar sus condiciones de vida.

El carácter reaccionario del gobierno de Milei, ungido de las urnas, resulta algo inédito, atemorizando a las mujeres y hombres de pie. El paquete de medidas que ingresó al Congreso para su tratamiento, la Ley Ómnibus, amenazando con el cierre del Congreso y contando con el apoyo de la oposición “blanda” para otorgar al gobierno facultades delegadas por un año, define en esencia una política retrógrada.

La prepotencia reaccionaria de los personajes que componen a este grupo de mujeres y hombres armados que intentan imponerse a fuego y garrote, intimidando a las masas, se agotará tarde o temprano. La experiencia de los de abajo, ante un gobierno que día a día muestra su cara de terror, con un discurso que poco a poco va agotándose, prepara sin lugar a dudas una serie de estallidos sociales.

Con un gobierno que apenas tiene algo más de 60 días, comienza reiteradamente la rueda del salvataje. No debemos olvidar el discurso de diciembre de 2015 de Cristina Fernández, cuando señaló a la burguesía que tomaron un país incendiado -2003- y tuvieron que apagar el incendio para que la situación no pasara a una agudización de la lucha de clases con los asesinatos de Kosteki y Santillán, situación que atemorizaba a los de arriba, así se repite una y otra vez la historia.

Entonces las masas solo viven algunos períodos de cierta mejoría en sus condiciones de vida, siendo la regla lo contario. La Argentina no cuenta con una fortaleza en su industria, ni está aislada del resto del mundo, y menos aún blindada ante las reiteradas crisis del mercado mundial capitalista. Por el contrario, Argentina se encuentra sometida a las fuerzas centrífugas del mercado mundial y sujeta a los vaivenes de flujos y reflujos de los capitales que solo buscan mercados más jugosos, jugando un papel que la propia CFK señala como anarco capitalismo.

En los 40 años de democracia lo que se vive gradualmente y en aumento, es que las masas entran sin retorno a la economía informal, siendo esto, en última instancia, una expresión brutal de la crisis del sistema capitalista mundial. Una crisis orgánica y secular que abrió a nivel planetario una etapa de revoluciones, contrarrevoluciones y guerras.

En tales circunstancias, resulta cada vez menos probable que las masas puedan lograr salir del cuadro de crisis de miseria en que viven, y la tendencia es que el movimiento de desocupados más bien aumente día a día.

Milei y el conjunto de reaccionarios que lo acompañan, como expresión acabada del empresariado, imponen una agenda: el DNU y la Ley Ómnibus con más de 600 propuestas de leyes que intentaron imponer sin más, la voracidad de los capitalistas nacionales, extranjeros y los dictados del Fondo Monetario Internacional. Las negociaciones previas sobre la Ley Ómnibus, a que entre para su votación en Diputados y en Senadores, imponen a la “oposición” una lógica de tire y afloje, cediendo en esto o aquello, lo que implica un impacto y retroceso en la vida de las masas.

La iniciativa política de Unión por la Patria no va dirigida a doblegar al gobierno de Milei/Macri/Caputto/Bullrich en las calles. Su táctica y estrategia es la de jugar un papel sólo en el ámbito pernicioso del Parlamento. Sería un buen momento en la lógica de la dirigencia kirchnerista, para demostrar que lo que dicen de manera reiterada de que son los abanderados de los humildes se materialice. Entonces que las masas “se empoderen”, sucede lo de siempre que, al hacerlo, cuando los trabajadores toman esta iniciativa realmente, son frenados por las mediaciones sindicales y políticas. Mediaciones que ya no cuentan con la autoridad de antes. Es cuando “La historia se repite dos veces: la primera como tragedia, la segunda como farsa”.

La política de contención que puedan jugar desde la dirigencia del movimiento peronista encontrará un límite en tanto la lucha de clases continúe agudizándose. Debemos recordar que el peronismo perdió casi 6,5 millones de votos entre 2019 y 2023. Pero siempre es importante remarcar que, ante la ausencia de una alternativa de izquierda, capaz de mostrar una salida que conecte con las masas, el nacionalismo de carácter burgués tiende a reciclarse.

Sin embargo, “en los cuatro días la rosca de las diferentes facciones de la burguesía en la Cámara de Diputados se contrapone de manera irreconciliable y antagónica con los miles y miles en las puertas del Congreso que resistieron la Ley Ómnibus y el DNU ocupando la plaza, rechazando la totalidad del proyecto de Ley y enfrentando la brutal represión de Bullrich-Milei. En un sentido, que haya caído la Ley Ómnibus fortalece la lucha de masas. De todas formas, no debe interpretarse que fue la lucha parlamentaria la que hizo caer la Ley. La intervención última de Miguel Ángel Pichetto que les echa en cara la falta de cintura de parte de los diputados de LLA, subidos en la soberbia y actitud de amedrentamiento, de terror a las masas, demuestra su miopía política.

De todas formas, no podemos dejar pasar la brutalidad de los parlamentarios de LLA que, creyeron que, al pasar la Ley a Comisiones, la mismo no volvía a cero, sino que primaba la votación positiva en general. Las intervenciones de Guillermo Francos Ministro de Interior y el Presidente del bloque de Diputados de LLA, Oscar Zago en el canal de La Nación +, demostraron su falta de conocimiento del reglamento y funcionamiento de la democracia burguesa.” (Comunicado Corriente Socialista Militante (CMI-Argentina) 7 de febrero 2024)

¿Hubo un “golpe” – autocracia?

El intento de que todo el poder público concentrado pase a manos de Milei, ha puesto en guardia y en una actitud de lucha parlamentaria acompañada con cierta movilización callejera a Unión por la Patria, una posición diferente hubiera sido un suicidio político.

Sin embargo, el Peronismo Federal, sumado a otros diputados de UxP que rompieron con el bloque, se sumaron al ajuste necesario para la clase dominante, y en particular a la modificación de varias de las medidas que contemplaba la Ley Ómnibus.

Existe una contradicción en esta facción pequeño-burguesa de UxP que mantiene la ilusión de controlar al capitalismo. Por un lado, el intento de conservar el liderazgo sobre su base militante, por el otro, el exiguo margen de maniobra con el que cuenta, determinado por la crisis que asedia a la economía argentina, sumado a que son respetuosos seriales de las instituciones burguesas, aceptando en su nombre los retrocesos históricos para la clase obrera.

La denuncia de un “golpe” autocrático en manos de Milei y su equipo, no resiste análisis, ya que los DNU son comunes en todos los gobiernos capitalistas. Lógicamente, este gobierno aplica no sólo una política de shock, sino que el paquete de medidas es de tal brutalidad que la reacción inmediata de la clase trabajadora ha sido ponerse de pie para no sucumbir a un proceso de barbarie, de todas formar aún tiene mucho que decir, y el paro del 24 de enero fue apenas una demostración de fuerzas, pero es verdad también que lo hizo diluida en la dirección cegetista. Todas las medidas que está tomando el flamante gobierno, en primer lugar, con el intento de hacer pasar el DNU, Ley Ómnibus, o el posible llamado a un plebiscito, etc., son mecanismos que están contemplados en la democracia parlamentaria. Al final de cuentas, no dejan de ser medidas que revelan crisis y más crisis y un aspecto más de la insatisfacción democrática.

Pero, con todo, aún la clase como tal no ha mostrado su potencial de lucha, ni desplegado sus métodos históricos de combate. Aún no ha dicho su palabra. Recién, ahora con el paro del 24 de enero, ha comenzado a estirar los músculos.

El paro del 24 de enero fue una demostración de fuerzas en las calles por parte de las masas. En todas las grandes ciudades del país marcharon de a miles, repudiando el plan de ajuste y reclamando sus derechos. Fueron marchas comparables a las movilizaciones del 24 de marzo, que han demostrado que no existe derrota cultural. La referida derrota cultural, en boca de la oposición kirchnerista, se encuentra en las direcciones que intentan, como salida, una supuesta democracia que no satisface a nadie. Sólo se hace cada vez más clara la democracia de los patrones. Una democracia cada vez más limitada que no resuelve los grandes problemas acuciantes de millones de mujeres y hombres de nuestra clase. 40 años después, los trabajadores y trabajadoras comprueban en sus nervios, carne y músculos, que con la democracia formal no se come, ni se cura, ni se educa.

Lenin decía:

“1. El desarrollo del movimiento revolucionario del proletariado en todos los países ha hecho que la burguesía y sus agentes en las organizaciones obreras forcejeen convulsivamente con el fin de hallar argumentos ideológico-políticos para defender la dominación de los explotadores. Entre esos argumentos se esgrime particularmente la condenación de la dictadura y la defensa de la democracia. La falsedad y la hipocresía de este argumento, repetido en mil variantes por la prensa capitalista y en la Conferencia de la Internacional amarilla de Bernal, celebrada en febrero de 1919, son evidentes para todos los que no quieren hacer traición a los principios elementales del socialismo.

2. Ante todo, ese argumento se basa en los conceptos “democracia en general” y “dictadura en general”, sin plantear la cuestión de qué clase se tiene presente. Ese planteamiento de la cuestión al margen de las clases o por encima de ellas, ese planteamiento de la cuestión desde el punto de vista –como dicen falsamente– de todo el pueblo, es una descarada mofa de la teoría principal del socialismo, a saber, de la teoría de la lucha de clases, que los socialistas que se han pasado al lado de la burguesía reconocen de palabra y olvidan en la práctica. Porque en ningún país capitalista civilizado existe la “democracia en general”, pues lo que existe en ellos es únicamente la democracia burguesa, y de lo que se trata no es de la “democracia en general”, sino de la dictadura de la clase, es decir, del proletariado, sobre los opresores y los explotadores, es decir, sobre la burguesía, con el fin de vencer la resistencia que los explotadores oponen en la lucha por su dominación.” (Tesis e informe sobre la democracia burguesa y la dictadura del proletariado, Presentado al I Congreso de la III Internacional. 4 de marzo de 1919)

El dejar hacer de Unión por la Patria

Es probable que los dirigentes de UxP se encuentren un tanto exasperados, sobre todo los gobernadores, por las amenazas de Milei de no coparticipar el impuesto País y en última instancia el impuesto al salario. De esta forma dejan en evidencia una supina impotencia para resolver los problemas de nuestra clase. Poco a poco, la política clientelar que sostuvieron durante décadas los partidos del régimen, comienza a resquebrajarse por las medidas que intenta imponer Milei.

Los resultados electorales que lo auparon a la Casa Rosada han sido toda una lección para la fuerza política que intenta mostrarse como los abanderados de los humildes. De seguir este camino, es más que probable que entremos en una sucesión de crisis en el peronismo en toda su extensión. Son los “paladines” de que “la Patria no se vende” y de la “defensa de la democracia”. Paradójicamente, Cristina Fernández, en su discurso al recibir el Doctorado Honoris Causa de la UNCAUS, titulado: «Estado, Poder y Sociedad: la insatisfacción democrática», señaló que desde hace más de 10 años sufren los de abajo.

Es menester aclarar que el actual revés del peronismo al perder las elecciones no implica que sea una fuerza política que esté pereciendo. Por el contrario, el peronismo, determinado por la presión de su base y su instinto forjado tras décadas de gobernar, sigue vivo, y continúa con la prédica de que se puede construir “un Estado de todos”. El gran problema que tienen por delante es la sucesión de crisis que azotan al país y que determinan gestionar la miseria.

Su impotencia ante los grandes monopolios y aceptando los dictados de FMI los arrastra hacia el dejar hacer, no obstante, una política consciente de sus dirigentes. Determinados por los escasos fondos del Tesoro y el BCRA, recurren como solución a la emisión monetaria.

Como demostración de lo escrito más arriba en la Cámara de Diputados, Unión por la Patria no votó el DNU ni la Ley Ómnibus, sin embargo, lo que se vio también es que el oficialismo consiguió la mayoría parlamentaria para aprobar en general la Ley con una serie de medidas más fundamentales. Ya dijimos de la miopía de los abanderados de la libertad que no siquiera saben de las reglas del Parlamento, haciendo volver la Ley a Comisiones.

Davos

El discurso de Javier Milei ante una audiencia de CEOS y dirigentes políticos, facilita el debate con el anarco capitalismo y su inviabilidad. Nos ofrece la posibilidad de presentar las ideas del marxismo revolucionario, la superioridad de la economía planificada, y el desarrollo sin precedentes de las fuerzas productivas, como instrumentos para la satisfacción definitiva de las demandas de millones de mujeres y hombres de nuestra clase. En fin, nos posibilita el desarrollo de las ideas del Comunismo.

Milei mostró en su discurso su plan de llevar adelante una ofensiva colosal contra las masas. Promete que en 35 años el país saldría adelante, al señalar que el mercado resolverá los problemas históricos que padece Argentina desde la conformación del Estado a nuestros días.

Vale recordar que las clases dominantes en el país, nacieron ligadas al imperialismo inglés, en el momento en que Gran Bretaña dominaba los mares. Desde sus orígenes, los grandes latifundistas de la pampa húmeda, se constituyeron como clase, a manera de socia menor del imperialismo, renunciando al doloroso proceso no sólo de la independencia económica con relación a las naciones más fuertes, sino al doloroso proceso de poner en pie una nación pujante, que desarrollase un poderoso mercado interno y pusiera en funcionamiento la gran industria de industrias. El desarrollo tardío del capitalismo argentino moldeó la mentalidad de la clase dominante.

En ello radica su carácter atrasado y parasitario, y, en las últimas tres décadas, acentuadamente rentista, lo que se ha hecho evidente al desprenderse de muchas de sus empresas. Milei sólo menciona sobre la realidad histórica el período de 1860, dejando entonces al país a la suerte de los grandes monopolios nacionales y extranjeros. Él dice que deben ceder el paso al mercado, y señala que la felicidad se da sobre la eliminación del Estado.

El asombro de los presentes en Davos no tuvo parangón, ya que la utilización del Estado por los capitalistas es un hecho histórico, sumado a la actitud de que las clases poseedoras se diluyan en la idea de que es un Estado de todas y todos.

Con su histeria y violencia características, arrancó aplausos en el tema de construir una sociedad en libertad, sin organizaciones obreras que defiendan a la inmensa mayoría de la clase trabajadora, para dar paso a un Estado mínimo que sirva para la adaptación a las “nuevas modalidades de la producción”, dicho en forma más simple, que la clase obrera, los trabajadores acepten las nuevas relaciones contractuales de mayor sometimiento y en condiciones más desfavorables, sin negociación colectiva, sin derechos, sin sindicatos, sin, sin, etc.

La economía planificada

La economía capitalista se basa en el lucro, se basa en la ambición de los capitalistas que acuden al mercado capitalista a realizar sus mercancías. En última instancia, no venden tal o cual mercancía, sino que producen dinero. Y en esto la fase superior del capitalismo: el imperialismo, que no es otra cosa que la dominación del sistema financiero sobre la producción a través del monopolio, los cárteles y los trust.

El derroche fenomenal de fuerzas de producción sustentada por la anarquía del mercado capitalista no tiene comparación.

El discurso grotesco del presidente Milei en Davos, demuestra no sólo un claro interés por mantener al país dentro del cuadrante de las relaciones sociales capitalistas como el único sistema factible, sino además el analfabetismo y oscurantismo de sus ideas.

La realidad capitalista del mundo demuestra la necesidad imperiosa de las masas, de dirigirse a una sociedad superior, una que sea definida sobre la discusión colectiva y democrática de las masas sobre los métodos y las mejores maneras de producción en cuanto a la calidad de lo producido como así también la presentación de lo que se produce. En definitiva, hablamos de la capacidad creadora del colectivo, superior a la iniciativa privada. Por lo tanto, a tal necesidad le debe corresponder asimismo una planificación de la economía, que sea racional y acorde a las necesidades sociales.

Pero esta economía no puede quedarse dentro de los marcos del Estado nación capitalista. Es el Estado Obrero que surja de un proceso revolucionario el que puede llevar adelante las tareas señaladas arriba, y, para que se desarrolle sustentablemente y en el tiempo, debe invariablemente extenderse en el escenario internacional.

Si en Argentina se aplicara de manera racional la planificación de la economía, el salto en cantidad y calidad de las fuerzas de producción sería de un brinco formidable para el conjunto del país. Se desarrollaría la industria pesada, saliendo del plano perpetuo de la primarización y del lugar que nos tocó históricamente en la división internacional del trabajo, y se podría establecer una relación armoniosa con la naturaleza, satisfaciendo en última instancia, las necesidades de salud, educación, trabajo y vivienda.

Entonces, si el excedente surgido de la producción social, que la propiedad privada de los medios de producción queda en las manos de los capitalistas, si tal excedente volviera a la sociedad a partir de la producción social democráticamente planificada, veríamos un crecimiento sin precedentes, que en los más de 200 años de surgimiento de la Nación, el régimen capitalista simplemente no ha logrado gestar.

Los Comunistas de la CMI llevamos estas ideas a la juventud para que se forjen en el método de la dialéctica, aplicado además a la historia como materialismo histórico

Perú

Mucho se viene escribiendo sobre cierto paralelo entre la situación argentina, con la realidad de Perú del’92. Nada más lejos. Fujimori utilizó métodos dictatoriales para imponer de facto un gobierno antidemocrático, en un contexto en el que la clase obrera peruana había sido atomizada por una sucesión de derrotas. Fujimori aprovechó la figura de Sendero Luminoso y del guerrillero Guzmán y su desquiciada deriva política, que incluso fue incentivada por el Estado peruano.

De todas formas, si hay en la situación actual ciertos elementos parecidos con el Perú, es con el actual gobierno de Boluarte. Pero debemos ser precisos. Una posible semejanza en el presente es que en Argentina estamos en presencia de una hipótesis de estallido social, tal y como explotó la situación peruana ante la destitución de Castillo. El golpe contra Castillo fue el accidente necesario para que las masas peruanas salieran durante más de 50 días a las calles, enfrentándose a las fuerzas de seguridad.

En el presente argentino, el accidente aún tiene que presentarse, y este puede ser cualquier cosa. Lo otro es la actitud represiva del gobierno de Milei y Bullrich. Pero como se demuestra en la realidad, la represión se encuentra sujeta a un marco estrecho en el que el gobierno no enfrente a movilizaciones multitudinarias, como las del 24 de enero. Si existiera una movilización aún mayor y el gobierno –hipotéticamente– cometiera el error garrafal de reprimir, esto daría rienda suelta a las fuerzas terrenales, que pondrían contra las cuerdas a las fuerzas del cielo. No se debe perder de vista que contamos una clase obrera intacta, sin derrota fundamental alguna sobre sus hombros.

La CGT y las estructuras de primer y segundo grado

La CGT es la organización obrera más grande del país, con una capacidad de fuego muy alta. Sus dirigentes fueron comprados hace décadas por la dictadura de Onganía, que les facilitó el manejo de las Obras Sociales (OOSS). Han mantenido en sus feudos una formidable caja que se utilizó, entre otras cosas, para mantenerse durante los 40 años de democracia en sus cómodas oficinas atornillados en sus sillones, lejos de las presiones laborales, sin respirar por años, el aire proletario. Incluso, se han transformado en “respetables” y millonarios empresarios, pero claro, siempre manteniendo un pie en nuestros sindicatos.

El gobierno de Milei los puso en cierta forma contra las cuerdas, al sacarlos de la triangulación en el manejo de los fondos de las OOSS.

Esto no supone mecánicamente que saldrán a batir al gobierno reaccionario de Milei/Caputto/Bullrich. No podemos perder de vista que son parte de la ecuación dentro de la gobernabilidad, esto es lo prioritario en el análisis. Sin embargo, no se van a suicidar. Debemos ver cómo evoluciona su política ante la presión de las bases y sus delegados.

En todo caso, sigue siendo una de las tareas fundamentales para los Comunistas y la vanguardia combativa, remover a esta lacra que se encuentra enquistada desde hace más de 40 años en nuestras organizaciones de masas. Hoy continúa siendo una tarea prioritaria en nuestra agenda.

El movimiento piquetero, su relación con la clase obrera.

El movimiento piquetero, es decir, aquellos sectores que se encuentran en la informalidad, son cada vez más grandes, pero esto no les quita importancia en la lucha.

Resultan una fuerza formidable que está determinada por su enorme peso en la sociedad. No obstante, se hace más que evidente –y así se demostró en 2022– que el sector más dinámico de la sociedad y que más daño hizo a la clase capitalista fue el sector proletario del neumático, que llevó adelante una lucha de casi 25 días. Esta lucha no sólo llamó la atención del conjunto de la clase obrera, sino que doblegó a una de las grandes patronales más negreras del país. En el proceso, pusieron en evidencia lo imprescindible del sector obrero de la sociedad, que tiene un lugar de privilegio en el proceso de producción.

Creemos que esta formidable fuerza, este formidable ejército, debe ser parte de la lucha de las masas, de la lucha de la clase obrera. Los sectores que tienen esta enorme capacidad de fuego, por su lugar en la producción debe ser aupado por el enorme ejército de desocupados y de la economía informal. Esta formulación no es más que el reconocimiento de la fuerza de la economía informal, que también se compone de trabajadores. Sólo que, en las actuales circunstancias históricas, del capitalismo en descomposición, han sido puestos en una situación de desocupación, pero también -producto de las luchas- pueden ser ubicados nuevamente como parte de la clase ocupada.

El poco margen de maniobra

El régimen político se encuentra en un delicado borde por dónde camina, el equipo gobernante se encuentra cegado y envalentonado por un sentimiento y actitud política de impunidad determinado por el 57% de los votos que logró en su resultado electoral. Sabe que su política de shock debe ser rápida y eficaz.

La demostración de fuerzas en los tres días de sesión en el Congreso es parte de esta manifestación. No solo para disciplinar al movimiento de masas que se encontraba en las Plaza de los dos Congresos que asistieron para protestar contra la Ley Ómnibus, sino en forma de venganza por el paro y movilización de la clase obrera y los trabajadores del 24 de enero. En aquella medida no se animaron siquiera a arrimarse a la enorme movilización, solo alguna escaramuza perdida. Esto demuestra el enorme potencial de nuestra clase cuando estira sus músculos y comienza a ponerse en movimiento.

La traición de la dirección de la CGT y la ausencia de las dos CTAs basada en que no convocaron a medidas de lucha que hubieran jugado políticamente en las calles, para presionar a los parlamentarios que dieron quórum a la Ley Ómnibus, fue determinante para soltar el odio de las fuerzas de seguridad que se encuentran “contenidas” en la ideología de Milei, demuestra además la ausencia del factor subjetivo del Partido Revolucionario que permitiría con un adecuado trabajo romper la capacidad de fuego y represión de las fuerzas de seguridad.

Ya mencionamos en más de un escrito que la gran burguesía se encuentra jugando con fuego al darle un apoyo irrestricto a un demente como Milei, sin olvidar lo que representó Milei para enormes sectores de las masas, de sacarse de encima al gobierno de los Fernández, que fue votado para revertir el ajuste de Macri, pero demostró una enorme incapacidad para dar respuesta a las enormes dificultades de trabajo, salarios dignos, salud, educación, etc.

Milei, evidentemente lo que busca es quebrar la capacidad de fuego y resistencia de nuestra clase, que se expresa en su capacidad organizativa desde las bases. Sus cuerpos de delegados, juntas internas tienen una importancia fundamental para darle contenido, siendo la esencia a esta capacidad de fuego.

La importancia enorme que tiene para la burguesía, que el gobierno reaccionario de Milei avance en la contrarreforma laboral y así hacer lo que les venga en ganas en la relación contractual con las masas, es como el oxígeno a la vida.

El delicado equilibrio en el que sistema se encuentra y que crece ante cada decisión de la nueva gestión, basado fundamentalmente en el descreimiento acentuado de las instituciones del régimen, justicia, parlamento, etc. no encuentra precedentes en los 40 años de democracia. Incluso la crisis es más profunda que en el 2001. Solo que en esta ocasión la burguesía, sus representantes políticos y el propio imperialismo pasó por esta formidable experiencia de lucha de masas, y que no pierde el paso de la situación política para garantizar una continuidad en sus planes de ataque.

Al mismo tiempo, no cabe dudas que Unión por la Patria y sus esbirros sindicales siguen dando gobernabilidad. ¿Pero hasta cuándo podrán sostenerla, hasta cuándo se puede mantener y contener una masa cada vez más sufriente, con escasos recursos, sin trabajo y sin una relativa seguridad en la vida, hasta cuándo?

Esto dependerá incluso de una nueva capa generacional que no se encuentra contaminada y con el peso de las frustraciones del pasado. Debemos conectar con ella y ganarla para las ideas de la revolución.

Una situación excepcional – La calle

Existe una situación excepcional. El mundo se encuentra en llamas. Todos y todas las trabajadoras, la gente común, tienen una percepción cada vez más clara de que todo está mal, que todo se encuentra patas para arriba. A la guerra de Ucrania y Rusia le siguió la matanza de Israel contra el pueblo palestino, guerra que puso al Medio Oriente en una situación de extrema inestabilidad. La invasión y la venganza, que lleva más de 30.000 asesinatos de palestinos, llena de indignación a la juventud y a los trabajadores que rechazan la política asesina del Estado sionista de Israel. Existe un estado de ánimo creciente de rechazo al sistema capitalista, que solo ofrece destrucción y desocupación.

Somos parte de las fuerzas del Comunismo. Aunque sabemos que aún somos un grupo embrionario en la Argentina, no nos acobarda esta situación. Muy al contrario, estamos en presencia de una capa que puede ser ganada al programa marxista, que busca las ideas y una organización conforme a sus necesidades de lucha. Debemos ser audaces, ya que las ideas del Comunismo comienzan a tener mayor recepción en el mundo ante las derrotas del reformismo tradicional y ante el papel del reformismo de izquierda.

Evidentemente, la calle es algo que es parte de la historia de la clase obrera argentina. La lucha y la movilización son formidables herramientas en cierta fase de la lucha de clases, pero, así como el abecedario comienza en la A, B y C, y el mismo contiene muchas más letras, existen otras herramientas y métodos de combate que debemos aplicar en la lucha de masas, a fin de echar abajo este sistema.

No cabe dudas que dentro de los marcos capitalistas solo encontraremos sufrimientos y más sufrimientos. Entonces, en las luchas en esta fase de descomposición, degradación y deshumanización, debemos dar una proyección de poder. Una proyección o perspectivas de una nueva sociedad. Una nueva legalidad que muestre un futuro de prosperidad.

Sabemos que las masas y su vanguardia no nos seguirán por las bondades del Socialismo. Pero para la vanguardia puntualmente, debemos mostrar las banderas de un Poder Obrero, mostrando y facilitando las banderas adecuadas en esta fase de desarrollo de la lucha de clases. Sin Poder Obrero no hay futuro, sin Democracia Obrera no hay satisfacción de las banderas que levantamos, entrelazar dialécticamente las políticas de un sistema de ideas que nos permita vincular el programa mínimo con el programa máximo: el programa de poder para que gobiernen los trabajadores. Entonces la calle contará con otra dimensión de la que tiene hoy, una dimensión que de otra realidad es posible. La misma se encuentra en nuestras manos, debemos avanzar.

Nuestra construcción en esta etapa

No somos un pequeño grupo perdido a miles de kilómetros en el cono sur, por el contrario, somos parte indisoluble, en términos programáticos y organizativos de la Corriente Marxista Internacional. Nos reivindicamos Marxistas Revolucionarios, reivindicamos la herencia Leninista y la lucha de Trotsky contra la burocracia termidoriana del estalinismo.

A 100 años de la muerte de Lenin, recogemos su legado en la lucha por el Comunismo.

El gobierno de Milei, al expresar un odio feroz al comunismo, seguramente nos facilitará conectar con amplios espacios de la juventud, que busca nuevas ideas y que se encuentran frustrados por el reformismo sin reformas y la izquierda parlamentaria.

Si tu idea es la transformación revolucionaria de la realidad, te ofrecemos levantar en alto las banderas de la Revolución Socialista.

Entonces si Sos Comunista… organízate con nosotros.


[1]Panamá (francesa): gran fraude en una empresa capitalista surgido en 1892-1893 en Francia, ligado a abusos y al soborno de activistas esta tales, funcionarios y periódicos. Esta palabra adquirió tal significación por ser una compañía francesa la que inició las obras de apertura del canal de Panamá y de los enormes abusos por ella cometidos

[2] Véase C. Marx, El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte.