Salario mínimo: mucho ruido y poquísimas nueces

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Luego de varios meses de duras luchas por parte de todos los sectores y ramas de la clase obrera, el gobierno, los empresarios y la cúpula de la CGT se vieron obligados a elevar el salario mínimo. Sin embargo, después de enredadas negociaciones, el acuerdo aprobado, y que entró en vigencia esta semana, no significa nada para la gran mayoría, y muy poco para un reducidísimo sector de los trabajadores en blanco Luego de varios meses de duras luchas por parte de todos los sectores y ramas de la clase obrera, el gobierno, los empresarios y la cúpula de la CGT se vieron obligados a elevar el salario mínimo. Sin embargo, después de enredadas negociaciones, el acuerdo aprobado, y que entró en vigencia esta semana, no significa nada para la gran mayoría, y muy poco para un reducidísimo sector de los trabajadores en blanco.

El compromiso firmado consiste sólo en el paso al básico (y encima de manera gradual, en tres meses) de las sumas no remunerativas que ya se venían cobrando. El mínimo pasa a $510 retroactivo a mayo, $570 en junio y $630 en julio. Claro que casi la mitad de los trabajadores, los que están en negro, seguirán con sus salarios de hambre o miseria, sin ningún aumento y librados a la “buena voluntad” de sus patrones negreros. No se decidió ninguna medida contra ese trabajo en negro.

Y para los que están en blanco el incremento significa unos pocos pesos por redondeo y $50 más de aguinaldo en junio que llegan a $75 de aumento en el de diciembre. Sí se incrementan, al aumentar las retenciones y aportes con el blanqueo de los $150, los fondos que se destinan a los sindicatos y a las obras sociales, que casualmente administran los burócratas.

Como ya lo sabíamos los trabajadores, no debemos confiar en los burócratas sindicales, sean gordos o no tan gordos. La forma de conseguir los incrementos reales que necesitamos para tener una vida digna (que cubra la alimentación, vestimenta, vivienda, salud, educación y esparcimiento) es la lucha. Como lo vienen demostrando los compañeros del subte, aceiteros, y demás sectores que consiguieron recomposiciones importantes y mejores condiciones de trabajo.

Tan cuestionable es el acuerdo firmado que los llamados “gordos” de la CGT (Rueda, West Ocampo, Cavallieri) aprovecharon para utilizarlo en su puja interna contra Moyano, para correrlo por “izquierda”.

Durante las negociaciones el sector del gobierno representado por el ministro Lavagna consiguió neutralizar las presiones de los trabajadores y redujo a este insignificante acuerdo los pedidos de la CGT de un mínimo igual a la línea de pobreza ($ 780), ni hablar de la canasta familiar (calculada en más de $ 1.700). El modelo de dólar alto y salarios bajísimos al servicio de los empresarios, la oligarquía agroexportadora y de las multinacionales, es intocable para esta administración, pese a todo el viento a favor del crecimiento económico y de los precios internacionales propicios a la exportaciones nacionales. ¡Qué nos queda para cuando la situación no sea tan próspera!

Para lograr salarios dignos y el blanqueo bajo convenio de los trabajadores en negro y precarios es necesario organizarse para luchar contra la patronal, el estado y contra los burócratas, que son sus socios dentro de nuestras filas. Con el objetivo de recuperar los sindicatos para sus verdaderos dueños que somos los trabajadores, desde El Militante venimos proponiendo hace meses la construcción de una Corriente Sindical antiburocrática.

Esta herramienta debe responder a otro modelo sindical, democrático y abierto, que ayude a coordinar las distintas luchas que se están llevando adelante, como la de estatales, salud, docentes, Smata y las que se vienen, de metalúrgicos y trabajadores de comercio. Y puede servir de base para el paso a la acción política de la clase obrera, evitando el sectarismo y las aparateadas de los que se autoproclaman ya “El Partido” y sólo llaman a sumarse a ellos.