¡Por la autoorganización de los barrios villeros contra la miseria capitalista!

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La gravedad de la situación generada por la crisis económica y profundizada por la pandemia va adquiriendo ribetes cada vez más trágicos para los trabajadores ocupados y desocupados, formales e informales. Los barrios villeros se encuentran en condiciones cada vez más insostenibles de vida.

Hambre y hacinamiento son un cóctel explosivo día a día en Villa 20 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en Villa Azul del conurbano bonaerense, en Villa Alta Tensión de Salta, Villa El Chaparral de Córdoba, Villa Banana de Rosario o en cualquiera de los más de 4.000 barrios villeros de Argentina donde viven más de 3.000.000 personas.

El aumento de casos de Covid19 en los barrios populares se combina íntimamente con la situación económica a la que nos ha arrastrado el capitalismo argentino, cuya crisis actual se dispara en 2008, y que, tras una recuperación efímera en 2009, comenzara su declive inexorable en 2010 hasta llegar a su profundización en 2015 y la actual catástrofe en 2020. La crisis criolla es la expresión local de la crisis mundial más grave del capitalismo global que se transforma en miseria para las mesas de los trabajadores.

La situación general en Argentina es crítica para los trabajadores. Según el Observatorio de la Deuda Social del 27 de mayo “uno de cada 10 trabajadores perdió el empleo; 4 de cada 10 trabajadores enfrentaron suspensión por licencia o aislamiento de la actividad; el 60% de los hogares redujeron los ingresos, 35% lo mantuvieron y 5% pudieron ahorrar”

El Centro De Economía Regional Y Experimental (CERX) señalo en su informe que el 87,7% de las familias quedó endeudada este mes. Y entre abril y mayo, 955.000 hogares más pasaron a tener deudas.

UNICEF alertó en su informe “La pobreza y la desigualdad de niñas, niños y adolescentes. Efectos del Covid-19” que el 58,6% de los niños de Argentina serán pobres al final del año. La pobreza alcanzó el 39,3% en el semestre noviembre-abril. (Nueva Rioja 26/5)

Si bien las medidas sanitarias adoptadas por el gobierno han ralentizado la curva de contagios, las medidas económicas y políticas para contener la crisis generalizada son insuficientes y juegan como parches para evitar que la situación se desborde. A pesar de intentar fijar límites a los precios estos siguen subiendo (alimentos y Bebidas -productos más consumidos por los sectores populares- tuvo una suba del 3,2% en abril según el INDEC). A pesar de la ley antidespidos estos siguen sucediendo (139.364 trabajadores fueron despedidos y más de 3,5 millones sufren suspensiones o recortes salariales según el Observatorio de Despidos durante la Pandemia). El Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) de $10.000 si bien representa una ayuda es absolutamente insuficiente para afrontar una crisis de tal magnitud y llega tarde (“Vamos por la mitad del primer pago”, dijo la directora ejecutiva de la Anses, María Fernanda Raverta. (Ámbito Financiero 20/05)

Esta es la lógica que impone el capitalismo en nuestro país, ya que no se puede controlar lo que no se posee. Así la clase dominante, es decir los empresarios, banqueros y terratenientes van imponiendo su propia lógica lo que en última instancia se traduce en trasladar la crisis económica sobre nuestras espaldas. Los fríos y duros números hablan por sí solos: América Latina enfrentará la peor contracción económica desde 1900 estimando una caída del 5,3% del PBI y dejará casi 30 millones más de pobres desde México hasta Argentina y 15,9 millones de personas pasaran a estar en la pobreza extrema, para registrar un total de 83,4 millones de personas en toda la región (Cepal 4/20)

El debate sobre Estado “presente” keynesiano y Estado “ausente” neoliberal, se retroalimenta y presenta una falsa dicótoma que asume a la burguesía como clase rectora o dominante de la sociedad al aceptar al capitalismo como el único sistema posible. Es una verdad de perogrullo que es necesario, urgente y preferible que el Estado vuelque recursos para atender nuestras demandas urgentes y justas, y que no es lo mismo Alberto Fernández que Jair Bolsonaro. Pero también es verdad que el Estado en el capitalismo juega el papel de sostener los intereses del sistema en su conjunto. Lo cual, en el contexto actual, de crisis estructural, la falsa dicotomía representa un debate que, amparándose en un supuesto realismo, plantea la elección entre dos tipos de ajuste. Ya que el Estado capitalista, sea este “presente” o “no presente” solo puede seguir, como explicamos más arriba, la lógica del propio capitalismo en crisis. Es el carácter de clase del Estado el que determina esto y no su “ausencia” o “presencia”.

Neoliberalismo y keynesianismo son teorías que parecen opuestas pero que tienen algo en común: sostener al sistema de conjunto.

Tanto el ajuste descarnado que buscan imponer los sectores más rancios de la burguesía, así como la administración de la pobreza como política de Estado que plantea el Frente de Todos no plantean una salida para los barrios villeros, ni para la clase trabajadora que es la que genera la riqueza que unos pocos se apropian y utilizan para su enriquecimiento personal, especulando y fugando dólares.

Las viviendas precarias, el hacinamiento, la ausencia de cloacas, gas natural, la desocupación, la falta de comida son producto de un esquema económico y social bien definido en el que el 20% más rico de los argentinos obtiene el 51,2% de la riqueza, mientras que el 10% más pobre registra tan solo el 1,6% según un informe del Banco Mundial.

La pobreza estructural no es un problema técnico o un producto de malas gestiones políticas, sino que es un acto criminal y una consecuencia directa del mismo sistema, por eso no puede ser erradicada en los marcos del mismo capitalismo. Pero esta posibilidad no está planteada para quienes se deben aceptar las condiciones dadas y las reglas de juego que la propia clase dominante impone como naturales.

Para los marxistas no se trata de cambiar de variables dentro del capitalismo sino se trata de cambiar al propio capitalismo. Ya que mientras exista este sistema va a existir la pobreza, la miseria y la desigualdad. La acumulación de riqueza en un solo polo genera al mismo tiempo en el polo opuesto la acumulación de miseria.

Estamos en una crisis enorme que se expresa en lo sanitario, lo económico y lo social, que se va profundizando día a día. Es utópico pretender conciliar los intereses de los grandes capitalistas con los intereses de los trabajadores y los sectores populares.

La resolución a los problemas inmediatos de los barrios villeros está en la autoorganización vecinal. Es decir, formación de comités electos de vecinas y vecinos del barrio que, de manera democrática, e independiente de los partidos y el Estado, organicen la lucha común de todo el barrio, exigiendo al Gobierno recursos para atender las urgencias sanitarias y alimentarias, planteando a su vez la necesidad de una coordinación de las villas de la zona que atraviesan los mismos problemas.

Los vecinos de Villa Azul en Quilmes denunciaron que la bolsa de alimentos del municipio es “súper insuficiente”, además de tener faltantes de elementos de limpieza y desinfección. Ante esta situación los vecinos organizados en asamblea impulsaron un cacerolazo exigiendo que les permitan hacer ollas populares porque las entregas de comida en los dos polideportivos y las dos salitas resultan también insuficientes (El Destape web 30/05/20). Este es el camino.

A su vez se hace indispensable, desde las organizaciones políticas, barriales o sindicales de base plantear un programa, que trascienda los límites del capitalismo ya que como vemos el mismo sistema es incapaz de dar respuesta ante nuestras necesidades y postraciones históricas, y en el marco de esta profundización violenta de la crisis esto solo puede implicar más ajustes y retrocesos en nuestras condiciones de vida. ¡Las villas no pueden retroceder más! ¡Están al borde del abismo!

La resolución definitiva al problema de los barrios villeros y a la desigualdad estructural solo puede ser revertida con un programa político que plantee el fin de la propiedad privada de los medios de producción. Aquellas organizaciones que orientan su trabajo militante a poner el cuerpo en los barrios populares deben dar un paso más en el sentido de plantear una lucha política, ya que ayudar a paliar las consecuencias más urgentes de la desigualdad capitalista, sin plantear un programa político que la supere termina apuntalando, sin pretenderlo, el sistema que genera la propia desigualdad.

El problema de la pobreza y la miseria no está determinado por la mala distribución de la riqueza, sino que está determinado por una sociedad cuyas clases sociales se dividen, a grandes rasgos, entre quienes son propietarios de los medios de producción y los que no disponen de otros medios para sobrevivir que no sea la venta de su fuerza de trabajo. A su vez la ganancia de los propietarios se extrae del robo del trabajo no pago del no propietario, por lo cual el modo de producción capitalista está fundado en el robo “legal” del trabajo ajeno. Para que existan ricos deben existir pobres.

Solo si se reconoce como punto de partida que la pobreza es inherente al sistema capitalista y que esta se desarrolla gracias a las leyes que gobiernan el funcionamiento del capital, será posible conocer las causas de la misma y también los límites que existen para su resolución en el interior del sistema capitalista.

En lugar de esta dictadura de banqueros y capitalistas, necesitamos el control democrático de las familias trabajadoras. Una sociedad dirigida por y para las familias trabajadoras.

Para que esto se posible es necesario que la clase trabajadora tome el poder, terminando con el poder económico y político de la clase dominante. La alternativa es la barbarie como estamos viendo.

La planificación socialista y democrática de nuestros recursos es el camino hacia adelante. Construyamos el partido revolucionario que pueda llevar adelante estas ideas.

¡Poner en pie las asambleas barriales!

¡Pan, salud y trabajo!

¡Por la incorporación de los desocupados a los sindicatos para organizar conjuntamente la lucha y la resistencia!

¡Agua potable, cloacas, casas para todos!

¡Por un plan de obras públicas que dé trabajo a los cientos de miles de mujeres y hombres desempleados!