Documento de Perspectivas para Argentina 2023

Del 25 al 27 de mayo tuvo lugar en la Ciudad de Rosario el Congreso Nacional de la Corriente Socialista Militante (CSM), sección Argentina de la Corriente Marxista Internacional (CMI). Compañeros y compañeras de Buenos Aires, Córdoba, Santiago del Estero y Rosario nos dimos cita para discutir las perspectivas internacionales y nacionales de la lucha de clases y las tareas que tenemos por delante los revolucionarios y revolucionarias. Durante tres días de debate aprobamos por unanimidad el Documento de Documento de Perspectivas para Argentina 2023 que compartimos a continuación. Solicitamos su más amplia difusión en las fábricas, sindicatos, empresas, lugares de trabajo, escuelas, universidades y barrios.


Se acentúan las contradicciones en el capitalismo mundial ¿Cuáles son nuestras tareas?

La humanidad atraviesa momentos dramáticos.

Toda una capa de economistas burgueses, que no entienden cómo resolver lo que ellos llaman la década perdida –ni comprenden tampoco las causas reales de la misma-, señalan perspectivas económicas nada alentadoras. De cara al futuro, el fatalismo los envuelve en un manto sombrío y de profunda incertidumbre.

En el informe del banco mundial publicado este año, titulado Falling Long-Term Growth Prospects: Trends, Expectations, and Policies (Caída de las perspectivas de crecimiento a largo plazo: Tendencias, expectativas y políticas), se ofrece una perspectiva a largo plazo de las tasas de crecimiento económico posibles a lo largo de la década presente, luego de la pandemia de COVID-19 y la invasión rusa a Ucrania. Los economistas del banco mundial consideran las tasas propuestas como el límite de velocidad de la economía mundial. Por límite de velocidad, estos economistas se refieren a las tasas máximas de crecimiento económico sin que ello provoque inflación.

A propósito de la publicación del informe este año, Indermit Gill, vicepresidente senior de economía del desarrollo, ha señalado: Dentro de poco podríamos estar ante una década perdida para la economía mundial.” Asimismo, Gill plantea que la caída actual sostenida del crecimiento potencial de la economía mundial tendría enormes consecuencias en la capacidad de los Estados burgueses para afrontar el complejo conjunto de desafíos que se plantean hoy a la especie humana: la pobreza persistente, el aumento de la brecha entre ricos y pobres y el cambio climático.

En términos concretos, el informe apunta a una reducción del 30% en la tasa de crecimiento del PIB mundial para el resto de la década actual en relación a la primera década de este siglo, ubicándose en torno al 2,2% de crecimiento anual, el crecimiento más bajo en los últimos treinta años. El informe da cuenta de cómo lo que consideran como las fuerzas centrales que estimularon el crecimiento económico durante la década del noventa, ahora se han debilitado.

Sin embargo, a decir del informe esta disminución es reversible. En el mismo se plantean una serie de recomendaciones a los gobiernos y Estados burgueses a fin de recuperar las tasas de crecimiento. Ahora bien, para la desgracia de los capitalistas uno de los factores señalados como clave para revertir la situación actual es la cooperación internacional, pero, es una verdad meridiana que la globalización se encuentra en un proceso de franco retroceso. Y no se vislumbra un cambio radical de esta tendencia nacionalista y proteccionista en el horizonte, sino todo lo contrario.

Por otra parte, la certeza de la pérdida de la década presente no supondrá una modificación de las políticas económicas de los grandes capitalistas, que permita una mejora sustentable en las condiciones de vida y de trabajo de las masas. Más bien las tendencias depredadoras del capitalismo mundial revelan una realidad rapaz, y son confirmadas no sólo por el incremento creciente de la pobreza, sino también por la pérdida sostenida de puestos de trabajo debido al proceso de robotización y automatización digital. A este último respecto, se calcula una pérdida de 85 millones de puestos de trabajo en el mundo hasta el 2025.

En las últimas semanas no sólo las bolsas del mundo han temblado. Una serie de bancos en EE. UU. y Europa han sido rescatados por gobiernos o han sido absorbidos por otras entidades financieras. Este movimiento en el plano económico es el resultado de varios factores. Ante la crisis de las hipotecas subprime, abierta en 2007-2009, los Estados capitalistas se vieron obligados a inyectar millones de dólares para que no se produjera un efecto dominó a escala global, crisis de la que, por cierto, los capitalistas no han podido recuperarse aún. Utilizaron herramientas como la expansión cuantitativa para conjurar la crisis, logrando aminorar los efectos de ésta temporalmente, pero profundizando a la vez las contradicciones bajo la superficie. Contradicciones que tarde o temprano saldrán nuevamente a flote. Para darnos una idea de la gravedad del asunto, entre el 2009 y el 2019, los bancos centrales crearon una cantidad de dinero inorgánico equivalente a alrededor de 18 billones de dólares, o lo que es lo mismo, un 22% del PIB mundial correspondiente a 2019.

La crisis en marzo de 2019, que se expresó en la caída de las bolsas del mundo, luego la pandemia de Covid-19 y la guerra de Rusia Ucrania, obligaron a los gobiernos a seguir aumentando la expansión monetaria, dinero que no cuenta con respaldo alguno en la producción.

A lo anterior se suma el retroceso de la globalización, que ya hemos mencionado. Los gobiernos bregan por el nacionalismo económico, en el intento de defender sus economías. EEUU aumenta las tasas de interés, empujando a los bancos centrales de los diferentes países aumentar sus tasas de interés y encareciendo el costo del dólar.

Como respuesta a esta hecatombe, los trabajadores en Alemania, Francia y Gran Bretaña vienen en un proceso de lucha desde hace unas semanas, no sólo por el encarecimiento de la vida y el aumento de la energía, sino también por el incremento de aportes y de la edad jubilatorias.

El capitalismo argentino

El carácter raquítico, parasitario y rentista del capitalismo argentino -producto de una serie de factores históricos que no vienen al caso discutir ahora-, demuestra a todas luces no sólo su incapacidad para un desarrollo independiente o para desplegar un mercado interno vigoroso. Demuestra también su postración ante el imperialismo, siguiendo las pautas de los más fuertes, sin mostrar voluntad ni capacidad de pelear un segmento del mercado mundial.

Se ha hablado mucho en los últimos 20 años de la burguesía nacional. Idealmente, ésta debería asumir una actitud patriótica y sus objetivos deberían ser aquellos que marcó José Ber Gelbard, en 1973. Un modelo de empresarios que halló expresión social y política en la creación de la Confederación General Económica (CGE), organización que nucleó a pequeños industriales y comerciantes y bregaba por refundar la alianza entre estos sectores y el movimiento obrero. En definitiva, Gelbard y el peronismo pretendían hacer jugar a los grandes capitalistas, es decir, a la gran burguesía, el rol determinante en la defensa de los intereses nacionales. Esta tarea debía quedar en sus manos y en las de la masa de pequeños y medianos empresarios. Los obreros por su parte tendrían que poner su cuota de presión, lógicamente como sujeto auxiliar, y no como sujeto fundamental del proceso de cambio, obligados a ir como furgón de cola tras los intereses de los capitalistas, a fin de lograr desarrollar el mercado interno. Tales ideas estaban apuntaladas en la base teórica que sustenta al peronismo, que no es otra que la conciliación de clases. En la clausura del Primer Congreso Nacional de Filosofía de 1949, Juan Domingo Perón presenta por primera vez el concepto de “Comunidad organizada”, que posteriormente será publicado en versión libro.

En la actualidad todo es peor, ya que gran parte de la gran burguesía se ha desprendido de sus empresas. Aducen condiciones desfavorables y rehúyen al proceso doloroso de poner en pie nuevas industrias. En su conducta económica prima la búsqueda del camino más rápido y rentable de hacer dinero del dinero. En realidad, esto también forma parte de la decadencia histórica inevitable de la burguesía, como clase que dirige el proceso de producción.

Argentina -al igual que todas las burguesías de los países ex coloniales y/o de capitalismo débil-, padece un mal de nacimiento. La génesis del capitalismo argentino contiene su debilidad. Su raquitismo es inmanente a su ADN económico y social. El mismo, tiene un componente enraizado en su pasado histórico, de subordinación ante el imperialismo inglés, primero, y ante el norteamericano, después. Éstos, fundamentalmente a través del mecanismo del comercio mundial, ubicaron a la economía argentina como una economía primarizada (exportadora de materias primas) dentro de la división internacional del trabajo.

Estamos hablando de una clase dominante, como la argentina, que llegó tarde a la formación del mercado mundial. Es decir, no estamos en el caso de un país semicolonial que vio trabado históricamente su desarrollo.

En las semi colonias, el imperialismo mantuvo relaciones precapitalistas en conjunto con el modo de producción capitalista dominante, y la extracción del excedente se producía mediante la coerción política y militar.

Lo que debemos tener en claro, lo determinante, es que la dominación imperialista de países formalmente independientes, como Argentina, se da a través del mecanismo del mercado mundial donde mercancías que contienen más trabajo (+ valor agregado) se intercambian por mercaderías que representan menos trabajo (- valor agregado). Sin negar, claro está, el papel político del imperialismo, sustentado en la agresión, la rapiña, el cinismo, la impudicia y el engaño, que por supuesto, juega un papel fundamental.

Sabemos que luego el kirchnerismo, algo más “radicalizado” que el propio peronismo en tanto tendencia política, comenzó a nombrar a la burguesía como una clase social fallida, señalando al Estado nacional como el sujeto político que debe llevar adelante determinadas tareas que deberían haber llevado a cabo los capitalistas. Sin embargo, la realidad es obstinada, y Argentina ocupa un lugar en la división internacional del trabajo que la ubica, como mencionamos antes, como una economía precarizada y primarizada.

Por lo tanto, el desarrollo de la gran industria, que implica poner en pie un polo de fábricas de fábricas, y de granjas estatales como parte del programa revolucionario para el campo -la combinación de reforma agraria con revolución agraria-, queda en manos de la única clase moderna que, por el papel que ocupa en la producción, puede desarrollar las fuerzas productivas del país: la clase obrera y los trabajadores.

El viejo ideario del peronismo de la comunidad organizada, que propone colocar al Estado a la cabeza de ciertas ramas industriales, no encuentra asidero en la dirigencia del peronismo actual. A lo sumo expropian el mayor paquete accionario de una empresa. En el ejemplo de YPF el Estado comparte con privados y provincias petroleras la totalidad del paquete, siendo similar el Ferrocarril Roca y San Martín, ambos en la figura de empresas mixtas. Es decir, “nacionalizaciones” dentro del modo de producción capitalista, y a su servicio.

Diferencias y similitudes con el 2001

Ahora bien, los integrantes del Frente de Todos, como movimiento nacional y popular, sostuvieron en épocas de bonanza -2003/2010- un engorde notable hacia los capitalistas. Néstor Kirchner y el kirchnerismo son un subproducto surgido de la Rebelión Popular o el Argentinazo de 2001. La política bonapartista operada en aquellos años, determinada por el estado de ánimo de las masas -ondas largas del 2001-, obligaron a otorgar enormes concesiones a la clase obrera y sectores populares. Es sobre esta base que se recompuso la credibilidad del régimen, y se alcanzó una relativa paz social.

En aquellos años, esta operación se efectuó con el propósito de rehuir al grito “que se vayan todos”. El conjunto del régimen político no podía permitirse que la situación social fuese a mayores, y el kichnerismo actuó en consecuencia. A pesar de ello, esta consigna se marcó a fuego en la conciencia de las masas y ha vuelto a surgir entre algunos sectores en la actualidad, aunque con enormes diferencias de una época a la otra.

Si en 2001/2003 las masas en la calle impusieron una agenda de reclamos, que Néstor Kirchner supo interpretar para poder restituir la credibilidad de las instituciones del régimen, hoy, en un contexto de crisis mundial, no encuentran más salida que aplicar el programa del ajuste. Ajuste que implica un plan de guerra dictado por del Fondo Monetario: hacer que la enorme carga de la crisis la soporten la clase obrera, la juventud y los sectores populares.

A su vez, se suma la crisis de deuda que vive Argentina, y que debe entenderse como la crisis del capitalismo argentino, enmarcada dentro de la crisis orgánica del capitalismo a nivel mundial.

Actualmente, el FMI pronostica para la Argentina un crecimiento del 0,2%, por el impacto de la sequía y la desaceleración mundial de la economía. Las previsiones pasaron, debido a estos factores, de un crecimiento del 2% a un 0,2% -una caída catastrófica-

En 2001, se rompió la convertibilidad para barajar y dar de nuevo, ya que un sector de la burguesía, y sobre todo, de las empresas extranjeras que sostenían un flujo de dinero hacia las arcas del gobierno, dijeron basta y fugaron u$s178.000 millones. Es en este escenario que se produce una fisura por arriba, por donde las masas entran a imponer su agenda, abriendo un período revolucionario en el país. Este elemento no aparece tan visible en la actualidad. Hay un cuidado expreso de la burguesía y sus expresiones políticas parlamentarias, junto al imperialismo, que mantienen grabada a fuego en su memoria la experiencia del 2001.

En efecto, hoy de la mano del gobierno existe una política sostenida de contención social que contempla hasta 15 planes sociales.

Ahora bien, ¿Supone esto que no pueda repetirse un proceso con características similares al Argentinazo?

Entendemos que puede abrirse nuevamente un proceso revolucionario, porque las condiciones internacionales de crisis económica, política y social son excepcionalmente críticas, y determinan la economía argentina en muchos aspectos. Además, tenemos que agregar otros elementos a analizar. En una relación comparativa con países de la región, Argentina vive un proceso de inflación imparable desde hace más de 45 años. El impacto económico formidable que representó el Rodrigazo[1], fue lisa y llanamente una trasferencia de recursos desde los bolsillos de los trabajadores a las arcas de los capitalistas. Se rompieron todo tipo de controles estatales, dejando a la realidad económica nacional sometida a la buena de las leyes depredadoras del mercado, y con un contexto mundial de la crisis del petróleo. Por otra parte, no podemos olvidar que efectivamente en aquellos años sí existía el fifty fifty, producto de las luchas de la clase obrera y los trabajadores. El Rodrigazo vino a imponer la lógica de disputa abierta entre la burguesía y la clase obrera. Periodo que se canceló con la dictadura del ’76, endeudando a la Argentina y golpeando severamente a la vanguardia obrera y juvenil, con la desaparición de más de 30 mil compañeros y compañeras.

Venimos sosteniendo que la orientación de las masas va a estar determinada, en primer lugar, por las condiciones objetivas del capitalismo argentino en crisis, inserto a su vez en la crisis mundial, y en segundo lugar, por la política de contención de los reformistas. Pero entre estos factores el decisivo es el primero, ya que los diques de contención no pueden durar por siempre. Debemos tener claro que los trabajadores se moverán cuando estén preparados. Ni un minuto antes, ni un minuto después. Insistimos en que debemos tener claro cómo opera el «proceso molecular de la revolución», que explica que la conciencia de la clase trabajadora puede, de manera dialéctica, transformarse completamente en el espacio de 24 horas, rompiendo la fuerza de la inercia y la rutina, que expresa el salto de cantidad a calidad.

La demanda de ajuste del FMI y las previsionales

La deuda pública y externa es un peso asfixiante para cualquier país, y puntualmente, para nuestra economía débil y firmemente soldada al mercado mundial. La espada de Damocles que pende sobre nuestro país no deja crecer ni transformar las infraestructuras que se necesitan, las obras públicas y empresas estatales que resultan necesarias para el desarrollo de las FFPP y de un bienestar sostenido de las masas.

Ciencia, investigación, desarrollo y técnica se encuentran encorsetadas no solo por el peso de la deuda pública y externa, sino fundamentalmente por la propiedad privada de los medios de producción.

La dirigencia kirchnerista que emergió de las elecciones de abril de 2003 se hizo cargo de la deuda. Por su parte, Juntos por el Cambio, hiper endeudó nuevamente al Estado nacional en 2015/2019, dejando un peso formidable para la economía del país por u$s45.000 millones, para que luego sea nuevamente honrada por la dirigencia del Frente de Todos, que son los que hoy imponen el pago a costa del sufrimiento de los y las trabajadoras, a costa del hambre y la degradación de los de abajo.

La deuda tiene un carácter perpetuo en relación al interés de los acreedores extranjeros privados o de organismos como el Banco Mundial o el FMI, e impone un régimen de austeridad y de sujeción a la nación. De esta forma se establece un régimen de pago y vigilancia en manos del imperialismo, austeridad no para los grandes capitales sino para la vida degradada de las masas.

El paso al costado sin más de CFK para que Sergio Massa realizara el trabajo sucio fue notable. La negociación que sostuvo y sostiene el super ministro de economía con el FMI, arrastró aún más a la nación a una crisis económica, social y política sin precedentes. En la actualidad tenemos a más del 40% de la población por debajo de la línea de pobreza, con un 55% de economía informal.

Las antiguas y desteñidas banderas antiimperialistas del peronismo, y en particular del kirchnerismo, se expresaron en Vicentín de manera flagrante. La segunda oportunidad que se vivió fue ante la crisis energética que dejó a miles de hogares sin luz en Buenos Aires con Edesur. Flotó la idea de expropiación pero tan solo fue un simple amague verborrágico.

La hidrovía Paraná Paraguay es otro ejemplo de subordinación al imperialismo y al complejo sojero. El contrabando de ideas que muestran sin pena ni gloria con la botadura de la Lancha de Instrucción para Cadetes de la Armada “Ciudad de Ensenada”, en el Astillero Río Santiago, muestra la impotencia y la nostalgia discursiva de lo que fue el peronismo en los ’40. En aquel período se producía la 2da guerra mundial y se apuntaló el desarrollo de las FFPP a través del plan que pasó a la historia como la “sustitución de importaciones”. Más aún, se ha planteado al peronismo como el único actor político responsable del desarrollo industrial de la Argentina, pero esto no es totalmente cierto. El impulso de las empresas estatales como AFNE o ELMA comenzaron en las décadas del ’20 y el ’30 y representaron pilares de desarrollo para la economía de aquellos años. Tampoco fue el peronismo el responsable todos los derechos históricamente conquistados por la clase obrera argentina.

En la década del ’90 el gobierno menemista privatizó el régimen jubilatorio pasándolo a las -AFJP- Administradora de Fondos de Jubilaciones y Pensiones, lo que representó un enorme negocio para las privadas. Su restitución fue una de las demandas en agenda del Argentinazo, y su recuperación al régimen solidario estatal, fue un triunfo parcial para la clase obrera. Lamentablemente, en el presente las previsionales no salen de las normas de racionalización/eliminación gradual que vive el mundo capitalista impuesto por el FMI y los gobiernos de los países avanzados. Fue bajo esa línea que se aceptó la observación hecha por el Fondo Monetario a los Fernández, que de las 800 mil nuevas jubilaciones sean tan sólo aceptadas el 50% y postergadas para su aplicación sin tiempo. Ello constituye un nuevo golpe del gobierno nacional contra las masas, más el pasaje eliminación de las cajas jubilatorias con regímenes especiales al Anses.

Por último, no debemos olvidar la deuda interna pública, ya que ésta representa, entre otros factores, un enorme peso para la economía. ¿Cuánto es la emisión monetaria hasta enero de 2023? La misma ascendió a $1,4 billones.

La emisión aumentó durante la pandemia del Covid-19 con la utilización de la expansión monetaria, que representa dinero en el aire. Se ha emitido casi dos PBI en pesos. Pero hay un elemento que no debe despreciarse a la hora de evaluar hacia dónde va el capitalismo argentino, porque el Estado no puede parar de emitir. Por un lado, para detener el desarme de los paquetes de las Leliq con los bancos, y garantizar que no se produzca una fuga masiva de capital o corrida bancaria, empujada por la suba de tasas de la FED, se impone al gobierno subir la tasa de referencia, por otro lado, esta emisión genera una inflación galopante que acelera la pérdida del poder adquisitivo del salario. La apertura de un proceso hiperinflacionario amenaza con acelerar la situación de miseria y pobreza y romper el delicado equilibrio inestable que recorre al régimen político argentino. La insolvencia del Estado argentino pone en un callejón sin salida a la dominación política de la burguesía, a través de sus partidos.

La aguda crisis del capitalismo argentino, que también se expresa en la ausencia de controles en el comercio internacional, sumado a la falta de controles de las empresas alimentarias y de comercialización de los productos de la canasta familiar, más la suba en el coste de la energía, conjugan los demonios de posibles puebladas, rebeliones o alzamientos.

Poco a poco quedará en claro quiénes son los únicos interesados en resolver los enormes problemas que aquejan a un país con una economía débil y dependiente como es la argentina: la clase obrera y la juventud.

El Frente de Todos

El grado de ninguneo que actualmente propicia el Kirchnerismo al presidente Alberto Fernández no tiene límites. Cabe recordar que Cristina Fernández fue la que eligió a Alberto como moneda de acuerdo o unidad entre los diferentes sectores del peronismo agrupados en el Frente. En tanto no existía una mayoría que impusiera al resto el rol de meros acompañantes, todos se necesitaban.

El gobierno pasó la pandemia del Covid-19 con niveles altos de aceptación pública, pero la caída de la economía a nivel mundial, las dificultades en la cadena de suministros y de comercialización, hizo que la economía argentina acelerara su espiral descendente. Lógicamente, hubo una cierta recuperación a niveles pre pandémicos saliendo de 2021, más o menos llegando a las dificultades económicas que se vivían en 2019, momento en que cae en las elecciones el gobierno de Mauricio Macri.

Ante el temor de derrumbe en 2019, el Kirchnerismo, a través de sus voceros sindicales y políticos, planteó a las masas la consigna: “no queremos un 2001, tenemos un 2019”. Pero para los reformistas con monedero abultado del 2003, no todo fue color de rosas. La agudización de la crisis previo a la pandemia, los dos años de Covid-19 y luego la guerra de Rusia Ucrania, con las consecuencias que ello significó para el mundo, llevaron a contradicciones gigantescas que hoy se viven adentro del Frente de Todos. Si estas contradicciones no han estallado aún, en parte se debe al papel de las mediaciones sindicales y al papel de respeto que aún preserva CFK ante un sector de la vanguardia y las masas, además de la ausencia del factor subjetivo, y ligado a esto la falta de independencia política de la clase obrera.

Contradictoriamente, el Frente de Todos contiene una enorme dispersión. Está el “operativo clamor” junto al “luche y vuelve”, homologando la situación actual de CFK al regreso de Juan Perón en 1973 al país. Pero la idea instalada en un sector de la población, de “proscripción” de Cristina por parte de la justicia corrupta y afín a la burguesía rancia agrupada en JpC, resulta una mentira a medias. El dictamen del tribunal dio 6 años de prisión por administración fraudulenta en perjuicio de la administración pública, e inhabilitación especial para ejercer cargos públicos de por vida. Esto es una realidad.

No obstante, a fin de desmitificar la idea de proscripción, debemos recordar que a Cristina le quedan dos instancias judiciales para apelar antes de que se efectivice la sentencia: casación y la CSJ -Corte Suprema de Justicia-, además de que cuenta con fueros de la Cámara Alta y con una fuerza política que no quiere utilizar. ¿Por qué? En primer lugar, debemos decir que Cristina no tiene interés de presentarse a las presidenciales a sabiendas de la crisis en el país y del contexto mundial. De todas formas, juega y deja una puerta abierta a la posibilidad de presentarse en las presidenciales, y parte del kirchnerismo presiona para que así sea.

En segundo lugar, por lo dicho arriba queda en evidencia que el juego de contención, a través de discursos encendidos hacia su base, es simplemente una herramienta para ganar tiempo.

El Kirchnerismo, como expresión o representación de una facción de la burguesía o pequeña burguesía, no tiene un plan político económico ante la crisis, o, mejor dicho, sólo tiene un plan en clave de primarización de la economía. Sin embargo, asumen la contradicción que anida en la crisis mundial, crisis económica, social y política, y entienden que cualquier paso en falso significaría una posible fisura por arriba, y las masas podrían filtrarse por la misma. Este es el riesgo que corre la dirección Kirchnerista al sumarse a la coalición que gestiona la crisis capitalista, y que en términos concretos implica una confiscación abierta a los ingresos de los trabajadores, ocupados o desocupados, en beneficio del gran capital.

Enuncian que tenemos lo que el mundo necesita -gas, litio y cereales-, sin poder ver la magnitud de la crisis internacional y cómo abordar la misma desde una economía sumida en el atraso capitalista, como lo es la nuestra. Además, también existe en su seno una suerte de desmoralización, sentimiento compartido por gran parte de la burguesía argentina y mundial.

Es verdad que la clase dominante, habituada a décadas de crisis, se encuentra con más experiencia para enfrentar los embates de las masas. Adicionalmente, cuenta con el peronismo como herramienta forjada a lo largo de años de lucha política, para llevar adelante una política de conciliación de clases y contención.

La independencia de la clase obrera, respecto del Estado y los partidos burgueses, resulta una tarea impostergable ligada a la construcción del partido revolucionario, como medio imprescindible para resolver definitivamente un obstáculo que lleva más de 60 años, y que la clase trabajadora no ha podido superar debido a los límites de su dirigencia.

De todas formas, en estos días asistimos a la confirmación de Cristina Fernández de Kirchner, de bajar su candidatura a través de una carta intitulada “A los compañeros y compañeras”, dando una serie de argumentos vinculados a lo que hace tiempo llamó “la insatisfacción democrática”. En la carta plantea de manera más amplia tres aspectos: “Acabada la democracia económica se degrada la democracia social y el paradigma peronista de la movilidad social ascendente.” La democracia económica la señala en relación al endeudamiento del país a partir del gobierno de Juntos por el Cambio con el Fondo Monetario Internacional. Asimismo, hace referencia a la degradación de las masas, que se expresa en el 40% de los trabajadores que se encuentran por debajo de la línea de pobreza. Esto último expresa una radiografía del reformismo sin monedero, que recorre el camino de desmontar una a una las viejas conquistas del pasado que las y los trabajadores arrancamos con la lucha a los grandes patronos.

Como dijimos más arriba, las elecciones aún quedan lejos. Una nueva disparada del dólar blue a mediados de mayo, que llegó a los $490- y $510-, ha vuelto a sacudir al gobierno.

Lejos de calmar las aguas con la confirmación de su renuncia a ser candidata a las presidenciales, Cristina Fernández ha puesto en carrera y al rojo las internas con cinco candidatos posibles: Rossi, Grabois, De Pedro, Massa y Scioli. Kicillof se perfila para la relección a gobernador de la Provincia de Buenos Aires. No hay aún candidato “bendecido”, y lo que se muestra como una “fortaleza”, “que el pueblo peronista decida”, en realidad tapa lo poco de seductor que tienen para las masas estos candidatos. La insistencia de CFK de debatir y definir un programa que vuelva a seducir a los y las argentinas, y que sea el vector que rija a cualquier candidato electo en las PASO y en las generales, mantiene un anclaje en esta realidad adversa.

El acuerdo al que Sergio Massa intenta arribar con el Fondo Monetario, de un desembolso de entre u$s7.000 millones y u$s12.000 millones antes de junio, se encuentra aún sin confirmación. El objetivo del préstamo es dar tranquilidad al gobierno para llegar sin “sobresaltaos” a las PASO y a las generales. El Fondo Monetario, junto al gobierno de EEUU, tienen una actitud de dejar hacer al ministro Massa en los ámbitos político y económico.

La forma “blanda” de negociación de los acreedores internacionales, tiene el sentido de destrabar lo que consideran “un escenario electoral muy difícil de dilucidar”. El haber permitido el uso de las reservas del BCRA sin permiso, para frenar la corrida cambiaria, se inscribe en el mismo sentido. Lo que queda en claro es que para que se abra el grifo de dólares, se debe avanzar en el ajuste en materia de salarios, previsionales, gasto público, reforma laboral, etc.

Lo que resulta una certeza en el corto y mediano plazo, es que, si se avanza aún más en el ajuste, hay posibilidades de que las mediaciones sean superadas, mismo camino si avanza y gana las elecciones Juntos por el Cambio con su plan de gobierno de tierra arrasada. Esta última opción llevaría al mismo resultado. Cualquier medida que se asuma, contiene un alto contenido de explosividad. Incluso con el nuevo ajuste acordado con el FMI, que conlleva dentro de sí enormes contradicciones al incrementarse el endeudamiento. Tan sólo ganar tiempo, es lo que buscan todas las facciones burguesas y sus representantes en las dos Cámaras.

Democracia o mafia judicial

El operativo clamor juega de taparrabos sobre la situación de desesperación y rabia que atraviesan las masas, y fundamentalmente, ante la presión que reciben de éstas las filas kirchneristas. Las masas son “abandonadas” por los dirigentes en pos de la defensa de la democracia y en “su lucha” contra la mafia judicial. Para el FdT pareciera que la justicia burguesa, justicia del Estado capitalista, jugase como un estamento paralelo al Estado nacional. Una fuerza “independiente” de los demás estamentos que conforman al Estado burgués.

Pero la realidad se empecina, y los dirigentes K responden con discursos encendidos sobre las pautas del FMI, olvidando la responsabilidad que les cabe como parte del gobierno y como una fuerza política fundamental dentro del FdT.

Lo que es cierto con relación a la justicia, es la puja entre diferentes facciones que se posicionan y apropian de lugares de poder. Que la justicia en Argentina es un espacio con fuerte presencia de las clases ligadas a los viejos oligarcas, terratenientes dueños de enormes extensiones de tierras, es una realidad histórica. Pero, aunque esto sea cierto, los vínculos que existen a través de innumerables vasos comunicantes que posee el Estado, los ubica en relación directa con el resto de los estamentos del Estado capitalista, fundamentalmente, con los propietarios de los medios de producción modernos, de la banca y la industria.

El FdT intenta, a través de la denuncia, subordinar a sus pautas políticas a uno de los enclaves políticos más rancios de la gran burguesía argentina: la Suprema Corte de Justicia.

Se da un fenómeno similar al control de precios o el control de empresas capitalistas. Nuevamente se expresan los límites de clase o programáticos de una de las variantes que otrora se radicalizaba con las armas. Si en los ’70 quisieron sustituir con la lucha armada a la clase obrera y la juventud en la trasformación radical de la Argentina, ahora es con la democracia parlamentaria, con la defensa de las instituciones, que quieren subordinar al gran capital. Muestran a la sacrosanta democracia representativa como estación terminal del desarrollo humano. Aunque denuncien la insatisfacción democrática, siempre van a poner por delante la defensa de la propiedad privada de los medios de producción y la democracia burguesa.

Los partidos del régimen se separan de las masas

El eufemismo con que caracterizan a la realidad en el país a tan solo unos meses de las primarias y las generales, no encuentra precedentes en la historia reciente. Aparece así “el enojo de las masas”. Pareciera que el mismo no encuentra antecedentes en las políticas que llevan adelante los partidos del régimen. En general, podemos decir que las y los trabajadores, las mujeres y hombres de a pie, la juventud, llevan sobre sus espaldas una crisis que no provocaron, pero esta crisis viene de tiempo. No es atribuible a Alberto Fernández o a Mauricio Macri. La crisis de 2008 impactó en las pampas argentinas en 2010 – 2011.

No está de más recordar que ya en 2014 y 2015, las últimas dos discusiones paritarias en el gobierno de Cristina Fernández fueron hacia abajo. El gobierno nacional no homologó los acuerdos logrados por algunos gremios, imponiendo su techo paritario.

Sin dudas Cristina es la militante y política más lúcida del amplio abanico capitalista. Su instinto y experiencia en los ’70 determinó, en la mayoría de las veces, una salida elegante ante situaciones difíciles. Es por esto que en 2015 mandó a un candidato como Daniel Scioli a disputar la presidencia con Macri, con la plena conciencia de que este candidato expresaba el sector de derechas dentro del peronismo.

Es común escuchar o leer en los comunicadores de los medios escritos, radiales y televisivos, que los políticos se encuentran en un circo disociado de lo que las masas sienten y padecen, como si se hablaran dos idiomas diferentes.

Lo más cómico es cuando los propios políticos del amplio abanico parlamentario denuncian esta realidad, poniéndose por fuera de este fenómeno político que los atraviesa a todos. Es evidente que nadie puede correr ni siquiera un metro la soga, o sea no hay condiciones económicas para dar concesión alguna. Esta es la base real de la separación que se produce con las masas. Escuchamos los discursos de CFK ante la cúpula de la UOM, casi en paralelo con el conflicto del neumático, en los que sólo pudo dar cuenta de las bondades del pasado durante la década ganada. O el abanico del macrismo, cuyos voceros se la pasan diciendo que oyen las denuncias de las masas, que hay que escucharlas -pero agregamos-, con el sumo cuidado de no mostrar su verdadero rostro ajustador y represivo.

Entonces, vemos al conjunto de partidos patronales cómo, en vez de hablar de las necesidades más acuciantes de los de abajo, sólo hacen referencia a los problemas de corrupción, seguridad o proscripción, sin poner siquiera sobre la mesa los grandes problemas nacionales.

Es la imposibilidad de otorgar salud de calidad y a bajo costo, trabajo pleno, educación de calidad, lo que moldea el discurso de los dirigentes políticos.

¿Existe en argentina un desarrollo del fascismo?  El surgimiento del fenómeno Milei

Argentina no es un caso aislado de lo que sucede en otros países del continente y en Europa.

Sin hacer tabla rasa, el crecimiento de otros fenómenos de extrema derecha ha ocurrido desde el 2018 con Marine Le Pen, en Francia; La Liga, en Italia; y Alternativa para Alemania.

En enero de 2017, veíamos por vez primera que un presidente de EE. UU., Donald Trump, “rompía” con la lógica del bipartidismo, pero sin romper nada, manteniendo el statu quo. Su discurso político, que rayaba en posiciones antisistema, planteando demandas sentidas por los trabajadores, hizo que calara en sectores de las masas trabajadoras por un período. Trump defendió medidas proteccionistas y la generación de empleos en el territorio nacional. El contexto político favorable a su discurso duró hasta mayo de 2020, cuando se produce un punto de inflexión con el asesinato de George Floyd, que desató la furia popular ante la brutalidad policial. Este asesinato jugó el papel de detonante ante una situación acumulada de años de marginación y pobreza, que afecta a amplios sectores de la población.

Este fenómeno es compartido también por el surgimiento, en enero de 2019, de Jair Bolsonaro en Brasil, luego de la destitución de Dilma Rousseff y la asunción de Michel Temer. Pero, a diferencia de Trump, Bolsonaro defiende una política económica liberal, de sumisión al mercado internacional, privatizando todo lo que es Estatal, el fin de los derechos laborales, como el salario 13º, vacaciones, previsión, etc. 

Lo que hay de similar entre los casos internacionales y Bolsonaro es que todos ellos cabalgan sobre un sentimiento antisistema que recorre la base de la sociedad. Todas estas expresiones políticas tienen un origen común: la profunda crisis del capitalismo, raíz de toda la inestabilidad política internacional, y la ausencia de una genuina alternativa de izquierda.

Milei es parte de este proceso de surgimiento de sectores de derechas. Sus intervenciones desbordadas y a gritos sustituyen al debate real de las ideas. Habla de la casta política, de los manejos de corrupción y de la quema del BCRA. Evidentemente se apoya en la bronca acumulada y en experiencias del pasado, como el papel confiscatorio de los bancos. En el proceso de alianzas, Milei no muestra una alternativa diferente a Juntos por el Cambio. Ya son varios distritos que cerraron acuerdos entre Milei y Juntos. Con todo, es cierto que hay una relativa captura del descontento juvenil.

La pregunta es, ¿ha surgido en Argentina un fascismo? Creemos que el fascismo, en tanto lo conocemos como fenómeno político y social de la década del ’30 en Italia y Alemania, no tiene cabida ni posibilidad que surja. Existen una serie de factores, como un cierto proceso de “proletarización” de profesiones liberales que en el pasado jugaron como sustento del fascismo. Como ejemplo del presente, los médicos se encuentran en grandes concentraciones hospitalarias y su lucha por las condiciones laborales y de salarios los acerca más a la clase obrera que a la pequeña burguesía, sumida en la incertidumbre y desmoralizada por la situación.

La intencionalidad de los medios de comunicación afines al Frente de Todos, de ubicar a Milei en el mismo plano que Hitler, tiene un claro sentido de generar la idea que, si Milei ganara las elecciones caeríamos en la misma situación que Alemania. Al no contextualizar ambos procesos se corre un peligro de distorsionar la historia, ya que, al mostrarla de manera sesgada, se deja al público de a pie con una idea errónea de lo que puede pasar en el país.

Comparar su ascenso en las elecciones del ’32 en Alemania, con la presentación de Milei en las elecciones de 2023 en Argentina, sin siquiera mencionar el fascismo en su formación y desarrollo, es simplemente de cretinos.

No es nuestra intención en este documento establecer un estudio minucioso del surgimiento en los ‘30 del fascismo, pero sí nos interesa señalar que el surgimiento de Hitler se dio con el apoyo de la pequeña burguesía y el campesinado desmoralizado, con la derrota de la clase obrera y la disolución de sus organizaciones sindicales. La bandera de Hitler fue exportar o morir, expresión de la crisis de sobreproducción de mercancías. El capitalismo resolvió esta crisis con la 2da guerra mundial, para luego volver a un nuevo ciclo del capital, extendido en el tiempo.

Lo que existe es un debate con un arco de académicos, intelectuales y militantes de izquierda que señalan un surgimiento del fascismo social.

Para los marxistas, el proceso de crisis capitalista prolongada en el tiempo, crisis orgánica como la que vivimos, genera bolsones de pobreza y descomposición, afectados por elementos de barbarie capitalista, a lo que se suma un deterioro alarmante de la educación en todos sus niveles.

Este fenómeno social se encuentra atravesado por el surgimiento del narcotráfico en los últimos años, que juega un papel de medio de sustento económico en sectores de la juventud y promueve la descomposición de la clase, en tanto estimula la no identificación de estos sectores con la clase obrera, con su clase.

Los sectores que señalan el surgimiento del fascismo social se apoyan en esta realidad descrita más arriba.

Reconocemos que la clase dominante puede intentar moverse, si la correlación de fuerzas se lo permite, hacia formas de gobierno que acentúen el control policíaco, instalando un discurso represivo, homofóbico y racista para intentar avanzar con el ajuste en defensa de la propiedad privada. Pero esto no implica un fascismo estatal en cuanto a su forma política, ya que para que esto suceda debería producirse una derrota total de la clase trabajadora y demás sectores explotados. 

En todo caso, el surgimiento de partidos racistas de derecha se debe al desmoronamiento del viejo orden político, a su vez producto de los efectos de la crisis capitalista qué ha ido hundiendo al centro político, produciendo desplazamientos hacia la derecha, pero también hacia la izquierda.

Hay algo indiscutible. No hay un proceso de derechización de la sociedad, además que no nos encontramos ante una derrota de la clase obrera. La clase se encuentra intacta. Lo que se está preparando es una época de revolución global. Y esto se va a dirimir en las calles, en las fábricas, las escuelas, las universidades, los barrios y los lugares de trabajo, a través de una lucha y un proceso vivo. 

En relación a Juntos por el Cambio, Milei juega como elemento de presión por derecha, habiendo identificado a Patricia Bullrich y M. Macri como aliados, descalificando a radicales y seguidores de Elisa Carrió. En ese sentido, juega a sacar de Juntos a los sectores más afines a sus políticas.

En definitiva, la confusión de caracterización sobre el surgimiento del fascismo se debe a la ausencia de una alternativa de clase. El surgimiento de un genuino Partido Revolucionario, que lleve la bandera del Socialismo a los sectores obreros, a la juventud y sectores populares, resulta una tarea impostergable.

Juntos por el Cambio

Juntos por el Cambio no acompaña en general las medidas o proyectos parlamentarios que ingresa el Frente de Todos. La actitud política de obstaculizar deja en evidencia varias cosas. Por un lado, el juego de presiones hacia Alberto Fernández y los Diputados del FdT tiene como objetivo que se vayan derechizando paulatinamente, a sabiendas que no hay posibilidad para las concesiones, o simplemente les embarran la cancha.

Por el otro, muestra la impotencia o los límites de clase de los Diputados y Senadores del FdT que, al no conseguir la mayoría necesaria, no apelan a otras medidas de convocatoria callejera ante la “preocupación” por las condiciones de trabajo y de vida de las masas, que ellos mismos enuncian verbalmente. Si esto fuera una posibilidad real para el FdT, el miedo ante el desborde y la movilización de las masas hace que todo quede en los marcos institucionales y parlamentarios.

Otra de las cosas que queda en claro, además de no acordar, JpC tensa la cuerda en exceso, peligrando la gobernabilidad y la estabilidad en general, creyendo que de esta forma se favorecen, aumentando la desgastada imagen del FdT, perdiendo de vista el malestar, la ira y bronca que se incrementa día a día, y lo que en realidad provoca: un desgaste general del régimen político ante los ojos de las masas.

En el afán de presentarse como los abanderados del orden, mostrando el programa que aplicarían de llegar al gobierno, queda en claro que, ante el desborde, el caos y la pauperización de las condiciones de vida de las masas, su respuesta es más palos, la reforma laboral y el retroceso en las condiciones de trabajo, y la genuflexión ante el gran capital y el FMI.

El programa de dolarización de la economía que levantan tanto los sectores de centro derecha o de derecha resulta simplemente inviable. El default que provocaría es inevitable. Ya comentamos que los títulos en pesos que juegan en bolsa caerían a centavos, junto a los paquetes de las Leliq que rápidamente fugarían al dólar.

Si pensamos en una situación hipotética por un momento, en que Argentina sea una estrella más de la bandera de los EE. UU. como sucede con Puerto Rico, no resolveríamos nada. Por el contrario, estaríamos en una situación económica mucho peor. En primer lugar, ¿cómo hace la nación y su banco central para fondearse de la masa de dólares necesaria para dolarizar la economía del país? Esto tendría un costo sideral para el país.

En segundo lugar, esto no supone una paridad entre el dólar estadounidense y el dólar argentino, como tampoco sucede con el portorriqueño.

Las desigualdades en la producción de mercancías, y más aún en economías precarizadas y primarizadas como la nuestra, no arreglaría nada o estaríamos incluso peor. El fondeo de dólares tendría un costo para el país en recursos naturales, porque de otra manera no se podría pagar el fondeo. En definitiva, es una medida política que se presenta al público para presionar, y que así se ceda más ante la presión del dólar internacional como expresión monetaria de la desigualdad en el mercado mundial, entre países como los EE. UU. y la Argentina.

Esta melange política incrementa la certeza de desorden y caos social que sienten los millones de mujeres y hombres de a pie, es lo que en definitiva pierde de vista la burguesía de conjunto.

El Frente de Todos ¿Se prepara para la lucha?

El Frente de Todos y particularmente el kirchnerismo posan de luchadores, pero no luchan. Enuncian discursos encendidos a través de figuras como CFK o Máximo Kirchner que no encuentran anclaje en medidas concretas. Hay un abismo de lo dicho al hecho.

Ya señalamos más arriba que el peronismo ha construido a lo largo de su existencia un relato o liturgia de epopeya, mezclando a sectores populares y a la juventud junto a la clase obrera. Además de esa inteligencia pequeño burguesa que rememora y refiere la lucha contra la anti patria, la oligarquía y los sectores monopólicos.

Evidentemente sí hubo y aún quedan ciertos resabios de lo que fue el peronismo del ’45, en tanto ciertas circunstancias y factores históricos permitieron a Juan Perón otorgar enormes concesiones a la clase obrera y al pueblo trabajador en aquel momento.

Concesiones que venían de años atrás debido a una combinación de elementos como las inmigraciones europeas, y con ellas la importación de ideología, enormes luchas y organización sindical y de clase, más un Estado que derivó desde los años ‘20 en adelante parte de la renta agraria para poner en pie empresas navieras, obras sanitarias, Hospitales Escuelas, Altos Hornos Zapla, acerías, etc. Todo esto conllevó a un fuerte proceso de concentración obrera y conquistas de alto calibre.

No es motivación de estudio y desarrollo la historia de la clase obrera y el peronismo en este trabajo. Lo que nos interesa destacar son los diferentes momentos de la historia de la clase obrera y la juventud con relación a una dirección que caló profundamente a lo largo de los años.

Luego de la Fusiladora, el desarrollo del movimiento obrero se dio en la resistencia peronista.  La resistencia peronista fue un período de dieciocho años de la historia del peronismo y un movimiento de resistencia contra las dictaduras y gobiernos civiles liberales instalados a partir del golpe de Estado de septiembre de 1955 -que derrocó al gobierno de Juan Domingo Perón-. Por lógica, las políticas de los liberales, socialistas y demócratas, etc., jugaron objetivamente a que la clase obrera siguiera identificándose con el peronismo, desde el proceso de desperonización que llevó incluso a la proscripción no sólo electoral de Frondizi, sino que incluso puso en marcha el Plan Conintes (Conmoción Interna del Estado), evitando así la declaración de la ley marcial. 

Luego de la salida de la dictadura del ’76, el peronismo salió desgastado y los políticos que jugaron en la palestra electoral del ’83 estaban muy vinculados a la dictadura. La multipartidaria y el radicalismo jugaron entonces el papel de canalizar y desviar hacia una salida institucional y electoral el proceso revolucionario abierto en el ’81 / ’82.

Las secuencias de crisis y boom como expresión de las dificultades del capitalismo impusieron períodos cortos de relativa estabilidad. El traspaso adelantado del gobierno alfonsinista al peronismo menemista, fue el camino sin retorno de la mayoría del radicalismo a los cantos de sirena de los liberales.

Por su lado la experiencia con Luder, Herminio Iglesias, etc., junto al período menemista, produjo enormes fisuras entre el peronismo y la clase obrera y la juventud.

La ausencia de una alternativa revolucionaria de masas en el país jugó como un obstáculo enorme. La historia y liturgia del peronismo y el papel de sus dirigentes, que estuvieron en el momento justo y el lugar correcto, le permitió lograr cerrar –relativamente- el proceso de agotamiento histórico de sí mismo, en tanto expresión argentina del nacionalismo burgués.

Hay mucho por escribir y estudiar sobre el peronismo y el kirchnerismo, ya que Néstor Kirchner logró salvar al régimen político de un nuevo 2001 en 2003. Las perspectivas que se abrían se apoyaban en el repudio de los asesinatos y represión de la mano del peronismo de Duhalde, de Kosteki y Santillán, reavivando las llamas del Argentinazo. La esta recuperación de las banderas peronistas se dio sobre la base de determinadas circunstancias a nivel internacional, principalmente los precios elevados de las commodities.

Hoy nos encontramos nuevamente en un período histórico de crisis estructural del capitalismo a nivel mundial. Por lo tanto, de nuevas oportunidades para la izquierda revolucionaria que hay que construir.

Debemos estar atentos de cara a puebladas o nuevas ediciones de Argentinazos. Aunque sepamos de las diferencias enormes que separan a la rebelión de 2001 con la situación que en el presente nos toca atravesar, la burguesía, y fundamentalmente sus sectores más inteligentes, pueden intentar dar concesiones a las masas aunque no haya margen para ello, ante situaciones en las que se vea acorralada.

Recordemos cuando Lenin explicó que los capitalistas siempre encontrarán una salida, incluso ante la crisis más profunda. Ahora bien, ¿a qué precio para la clase obrera?

De lo anterior se deduce que la clase dominante se enfrentará a serias dificultades cuando intente hacer retroceder las condiciones de vida y eliminar las conquistas del pasado. A su vez, la profundidad de la crisis implica que más temprano que tarde, tendrán que intentar recortar y cortar hasta el hueso.

En este caso todos los caminos conducen a Roma con relación al factor subjetivo, a la construcción de un poderoso partido revolucionario con autoridad de masas en Argentina. Podemos aseverar que todos los análisis políticos, de situaciones revolucionarias abiertas y su disolución, conducen a lo mismo: su construcción.

Elecciones

Las elecciones son un bien preciado para el arco político burgués. El tremendismo en boca de la oposición es moneda corriente, incluso están pronosticando una nueva versión del Pacto de Olivos, con un posible adelanto de las elecciones.

Nadie niega el escenario de caos y desorden social que está anclado en la inflación y desocupación, con las consecuencias ello que genera en la vida de los explotados. Pero el grado de fatalismo que se escucha en los medios opositores o de políticos de JpC deja la sensación de encontrarnos al borde del precipicio. Algo que se repite en sectores del FdT Kirchnerismo hacia el Albertismo.

Existe, como señalamos arriba, un tiempo de descuento, y este tiempo previo a las primarias no es un camino de rosas, por el contrario, es un camino escarpado y con cientos de dificultades para el régimen.

No podemos predecir cuándo las masas van a decir basta y retomar sus tradiciones de lucha. Las condiciones se encuentran más que maduras, pero aun prevalecen una serie de factores que evitan que la situación se precipite.

Nos encontramos ante el proceso molecular de la revolución: la inflación, ira, bronca y desilusión se encuentran presentes. Lo que vemos en realidad en la región y Argentina, como ya señalamos, es una creciente polarización política, hacia la derecha, pero también hacia la izquierda. El centro político se va degradando paulatinamente y el Fondo Monetario exige y condiciona todos los ámbitos de la vida de las masas.

Aunque se pueda llegar a las Primarias y a las Presidenciables, tan solo ganarían tiempo, tiempo acompañado con mayores contradicciones. En definitiva, las elecciones no van a resolver ninguno de los urgentes problemas que están atravesando los trabajadores y trabajadoras.

De ganar Juntos por el Cambio en sus diferentes variantes -radicales y moderados-, al timón del Estado, mostrarán sus verdaderas caras y el programa real: dinamitar o demoler todo, porque los dirigentes deben bancarse los muertos en las calles y han manifestado estar dispuestos a hacerlo.

De ganar el Frente de Todos, reconociendo las diferencias que hay entre una facción y la otra, va ser el mercado, es decir, la economía mundial en crisis, la que va imponer los límites a la idea de desarrollo, sumado a la incapacidad de la burguesía de romper lazos con el imperialismo y de la pequeña burguesía de timonear un frente antimperialista.

Debemos utilizar los comicios para la propaganda del programa socialista con fines de agitación revolucionaria, denunciando las maniobras de la democracia formal y sus partidos patronales.

Solo la clase obrera, conduciendo a los sectores populares organizados en un partido obrero revolucionario de masas, podrán transformar de raíz la realidad de expoliación y barbarie.

Los sindicatos, ¿pueden jugar un papel? 

La lucha de clases no puede ser considerada hoy en ese aspecto que ensombrece toda esperanza de fraternidad humana. En el mundo, sin llegar a soluciones de violencia, gana terreno la persuasión de que la colaboración social y la dignificación de la humanidad constituyen hechos, no tanto deseables cuanto inexorables.”

La cita de arriba sobre “La Comunidad Organizada” de Juan Perón demuestra la inviabilidad de la colaboración de clases. Por cierto, hubo momentos de relativa paz, ya lo mencionamos en relación al desarrollo de las FFPP, posterior a la finalización de la 2da guerra mundial. Construir sobre la destrucción es la lógica del gran capital. En el documento de PPMM advertimos de la mala utilización de los puntos de inflexión, “De hecho, hay muchas situaciones que pueden caracterizarse como puntos de inflexión, y podemos correr el peligro de convertir esta frase en algo sin sentido por la repetición irreflexiva”, y sigue diciendo, “Cada punto de inflexión tiene características comunes con el pasado, pero también tiene sus propias peculiaridades. Lo que es necesario es resaltar las particularidades de la situación y explicar los cambios concretos que surgen de ella.”

Los sindicatos han vivido períodos de relativa paz; se podría decir que en los últimos 15 años fueron resolviendo con cierta “tranquilidad” las crisis abiertas por despidos, salarios y paritarias.

Ante la crisis actual, la clase obrera vive en carne propia su falta de independencia política con relación al Estado y los partidos del régimen.

Existe una desconfianza cada vez mayor de la clase obrera hacia los jefes sindicales, por la pasividad ante los embates de los capitalistas. Los números de desocupación, hambruna y el incremento de la economía informal, no los mueve de los cómodos sillones que desde décadas ocupan. Su horizonte viene moldeado al ideario de la conciliación o colaboración con los empresarios.

Son décadas desde que los sindicatos fueron asimilados al Estado capitalista por múltiples caminos. Con el peronismo este proceso selló la idea de sindicatos colaboradores, pero nos encontramos ante una situación nueva. Si el 2008 fue un punto de inflexión en donde la crisis tomó por sorpresa a los inútiles economistas burgueses, la sucesión de crisis posteriores al 2008 agudizó las contradicciones, poniendo dinamita en los cimientos de la economía y exacerbando la lucha de clases.

El comportamiento de la burocracia sindical ante el conflicto del SUTNA –neumático- fue de hostigamiento y enorme preocupación para que no se produjera un efecto contagio. Algo de ello se extendió, expresándose en el conflicto nacional de médicos residentes y en un intento de movilización de días por parte de los trabajadores de Luz y Fuerza, para presionar a la burocracia por demandas salariales.

La realidad viene condicionando la conciencia de la clase. Hay un impacto en la conciencia, no sólo debido a las condiciones de trabajo y salario, sino además por el contexto mundial de crisis que no puede ocultarse como en décadas pasadas, en las que la lógica nacional chovinista fortaleció a la burguesía.

Nuestra clase tiene una fuerte tradición de lucha y organización. Nadie puede señalar que no lucha. Lo podemos ver en el pasado reciente del 2018. Si hubiera habido una dirección decidida, se podría haber avanzado notablemente, mostrando las contradicciones de las direcciones sindicales y políticas tradicionales del movimiento obrero.

Hoy, las mediaciones se encuentran mucho más expuestas ante los ojos de los de abajo. No sólo expuestas. Existe además un creciente sentimiento de desconfianza ante ellas.

Es muy probable que comience un fuerte cuestionamiento hacia los delegados de base de la burocracia, que son la primera fila con quienes deben lidiar los trabajadores. Inevitablemente, esta presión va a tener un impacto en las direcciones burocráticas conciliadoras. ¿Hasta cuándo debemos esperar? No podemos tener una respuesta a priori, pero sí debemos tratar de conectar con las masas, entendiendo el movimiento –flujos y reflujos- de la situación política y hacia dónde se orientan los explotados.

Si tuviéramos un partido revolucionario de masas, tal vez podríamos medir más el pulso y el ritmo de los trabajadores, pero aún nos encontramos lejos de esta realidad. Las consignas deben expresar las tareas de la vanguardia. Es cierto que no tenemos contacto directo con las masas, sin embargo, podemos operar en un segmento de vanguardia -aunque reducido-. No sólo se trata de tener una buena orientación, sino de utilizar dicha orientación para conectar con la clase obrera y la juventud que busca una salida a la crisis, y organizarlas en la CSM.

El FIT-Unidad

No llama la atención que la izquierda siga embriagada por el parlamentarismo. Expresan así un programa reformista radical parlamentario. Reconocimos siempre su militancia abnegada junto a su presencia en los conflictos fabriles y en la lucha de clases.

Pero si sólo esto fuera necesario para lograr una transformación radical de la sociedad, la tarea de la construcción de la dirección sería innecesaria.

Sin decirlo, los diputados de la izquierda giran alrededor de las tareas parlamentarias: presentación de proyectos que de antemano saben no van a poder llegar al recinto, ya que deben tener la mitad más uno de las firmas de los miembros de la comisión. Si lo lograran, después vendría la rosca con los partidos del régimen.

En vez de esforzarse para que lleguen los proyectos a comisión, si su política fuera la de desnudar el carácter de clase del parlamento, llamar a desconfiar tanto de las instituciones como del régimen político, y llamar a movilizarse y a organizarse en cada fábrica, sería un aporte invalorable.

Evidentemente, cuando hay una relativa paz la participación en el parlamento por parte de los revolucionarios tiene un sentido preparatorio, explicando a la vanguardia obrera a dónde se dirige el capitalismo mundial. Pero en crisis económicas, sociales y políticas, como las que atravesamos hoy, su función debe ser otra, no la adaptación al posibilismo y al electoralismo en el afán de ganar más diputados.

La lucha encarnizada que sus diputados lleva adelante en los medios de comunicación contra la derecha macrista y con Milei, tiene una finalidad efectista y oportunista: aparecer como los abanderados de la lucha democrática contra este sector que viene colectando el descontento en sectores amplios entre la juventud. Al mismo tiempo, dejan de lado las perspectivas del capitalismo mundial. Nombran en sus intervenciones la lucha contra las pensiones en Francia, pero lejos de ser el centro del debate, quedan enredados en la lógica nacional sin dar una explicación de las fuerzas centrifugas que sacuden la economía del país. Esta política los aleja de articular la lucha de la clase obrera contra el Estado, quedándose en la lógica de la adaptación al parlamentarismo.

Por su parte Política Obrera, que fue corriéndose de viejos vicios electoreros de la izquierda agrupada en el FIT-U, y se posicionó correctamente en varios episodios de la lucha de clases, ha vuelto a levantar la consigna de una Asamblea Democrática, libre y soberana.

Correctamente, Política Obrera denuncia la adaptación de la izquierda y el trabajo parlamentario, que ha convertido en un fin en sí mismo.

En el programa que han levantado para las elecciones, podemos ver nuevamente como recaen en los vicios de consignas que no corresponden a la fase actual. “En estas condiciones de crisis excepcional, POLÍTICA OBRERA reclama el voto de los trabajadores para reunir la mayoría necesaria para convocar a una Asamblea Constituyente Soberana que proceda a aplicar las reivindicaciones del presente programa. En oposición a las asambleas constituyentes declamativas que pululan por América Latina, es necesaria una Asamblea Constituyente deliberativa y ejecutiva, o sea que asuma el poder político, ponga en práctica sus resoluciones y desplace al régimen actual en descomposición.”

Nuevamente señalamos que, si existieran las fuerzas para la convocatoria a una Asamblea, de las características que levantan los compañeros de Política Obrera, evidentemente esas fuerzas podrían también convocar a la huelga general y a la conformación del Poder Obrero, recogiendo las tradiciones históricas de nuestra clase, convocando a la formación de coordinadoras fabriles que pongan sobre la mesa el debate de quién tiene el poder.

Desde la Corriente Socialista Militante consideramos que las consignas deben servir para que el movimiento avance paso a paso hacia el objetivo del poder, que debe estar planteado sin ambigüedades. Debemos explicar claramente a los trabajadores que, para resolver sus postraciones históricas, es necesario que tomen el poder en sus manos y destruyan el Estado capitalista.     

Una consigna que no conecta con el contexto histórico y no juega el papel de empujar al movimiento hacia adelante, no sirve de nada. Es por eso que consideramos un error político que la agitación pase por la consigna de AC. Nuestras consignas deben llamar a organizar una legalidad nueva, derrocando a las viejas instituciones, para poner en pie un Estado Obrero.

Debemos sostener en los hechos, junto a nuestra clase, la necesidad del desarrollo de una huelga general junto a la construcción real en los barrios, fábricas y escuelas del doble poder.

Política Obrera Tendencia no propone llamar a un nuevo parlamento democrático burgués que reforme la Constitución. De todas formas, su política va dirigida enteramente en un sentido democratizante al hacer la propuesta -de forma autoproclamatoria-, de someter la convocatoria de un tipo de soviet -legislativo más ejecutivo, a una mayoría de diputados de POT. Esta mayoría convocaría entonces la supuesta Asamblea Constituyente Soberana Soviética a través del parlamento burgués, esparciendo todo tipo de ilusión en las instituciones podridas de la burguesía.

Por supuesto, en las próximas elecciones, teniendo en cuenta lo planteado en el apartado “elecciones” de este mismo documento, llamaremos a votar críticamente a la izquierda autodenominada trotskista en general. Nuestro cambio de actitud con relación a la última elección, en la que llamamos a votar: “a la izquierda del FIT-U y en los lugares que Política Obrera presente candidatos llamaremos a votar por esta agrupación política”, se debe a dos motivos.

En primer lugar, al “cambio” de política por parte de Política Obrera con relación a su manejo no revolucionario de levantar nuevamente la consigna: “por una Asamblea Constituyente Libre y Soberana”. Además, han pasado -sin balance político de por medio-, de llamar a la “huelga general” y a la conformación de “un Congreso Obrero”, a volcarse al proceso electoral sin más. Creemos que esto los corre nuevamente ante lo que fue un proceso de crítica al FIT-U, que en su momento consideramos correcto.

Por otro lado, y con relación a las elecciones de Jujuy, Política Obrera recorre el balance de los resultados en una lógica de enredo electoralista, sin mostrar ante los buenos resultados en las ejecutivas, cómo éstos se deben traducir en organización y lucha de los explotados para la construcción de su propio gobierno. Priorizan su magra elección en vez de llamar a votar a Vilca FIT-U, teniendo el antecedente de las anteriores elecciones, cuando lo llevaron a la Cámara de Diputados.

Las fuerzas del marxismo – Construir el Partido de la Revolución Socialista Mundial 

Debemos tener plena conciencia del lugar que ocupamos en Argentina y el mundo. 

La lucha por forjar una vanguardia revolucionaria que ponga en pie al Partido Mundial de la Revolución Socialista es una tarea en la que la Corriente Marxista Internacional lleva años trabajando arduamente.

Su fortaleza ha sido y es la lucha por la reivindicación del marxismo genuino, que vaya forjando a la juventud en el brasero del método marxista y la teoría revolucionaria. 

No nos cansamos en señalar que sin teoría revolucionaria no hay movimiento revolucionario y nos asiste la experiencia de revoluciones que no triunfaron ante la ausencia del partido revolucionario. No alcanza con ser sólo una corriente que lucha.

Es cierto que nos encontramos ante una debilidad del factor subjetivo, pero esto nos da tiempo. Tiempo para prepararnos de cara al futuro que viene. Nos encontramos en un momento que nos favorece, ya que vamos con la corriente de la agudización de la lucha de clases.  

La disgregación del régimen político se expresa en la disolución del centro con la polarización a izquierda y a derecha, un proceso que, como señalamos antes, se encuentra en marcha en Argentina. Ya planteamos los límites de la derecha en tanto que no nos encontramos en un proceso de derechización de la sociedad, pero sí hay confusión en sectores de trabajadores que ven en Milei como un político antisistema.

Debemos participar activamente en la lucha de clases. El trabajo de los marxistas es acompañar este proceso junto a la clase obrera, pelear hombro con hombro con los trabajadores y ganarse así su respeto. 

Debemos tener confianza en la clase obrera y en la juventud. Nuestra orientación hacia ellos es fundamental para ganar a la flor y nata de la vanguardia. Levantar las banderas del marxismo, a fin de que sean tomadas por los miles de jóvenes sin futuro, resulta fundamental, porque sin juventud no hay futuro. 

Nos encontramos en un periodo tumultuoso, no solo en el país sino en la región. Nuestra pequeña organización se verá sometida a las grandes presiones políticas que ejerce la lucha de clases. 

Hemos comenzado un proceso lento de recuperación y crecimiento en el número de camaradas, llegando a crecer en el último año. Estamos construyendo los cimientos de nuestra corriente, pero para cumplir nuestro propósito y convertirnos en una fuerza real en la lucha de clases, debemos superar esta etapa, lo cual requiere de un trabajo paciente, decidido y perseverante de cada camarada, enfocado en la construcción. Hay que dejar atrás cualquier rasgo de rutina, solo así podremos materializar nuestras ideas.

Tenemos las ideas, tenemos el método y tenemos a la Internacional presente en los 5 continentes. Por esto levantemos las ideas del marxismo revolucionario con audacia, audacia y más audacia. 

Construyamos las fuerzas del marxismo en nuestro país, construyamos la Corriente Socialista Militante, sección argentina de la Corriente Marxista Internacional.

Larga vida a la CMI.

Rosario, abril de 2023


[1] Rodrigazo: fue un «plan de ajuste» anunciado el 4 de junio de 1975 por el ministro de Economía de Argentina, Celestino Rodrigo, durante la presidencia de María Estela Martínez de Perón y la gestión del gobierno peronista, con José López Rega a la cabeza. Las medidas dispararon la inflación, que pasó del 24% en 1974 al 182% en 1975, dando inicio a una década y media de tasas de inflación superiores al 100% anual. Se produjo el desabastecimiento de gran cantidad de productos esenciales, entre ellos alimentos, combustibles y otros insumos para transporte.