No al chantaje patronal contra el empleo y los salarios

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Editorial El Militante Nº 44 

La caída de la actividad económica empuja al capitalismo argentino a atar a los dirigentes sindicales a un pacto social prolongado en el tiempo. La dirección de la CGT ya se mostró dispuesta a eludir sus responsabilidades con los trabajadores. Anunció que aplazará la discusión de paritarias hasta junio y que no fijará piso para ningún sector.

Editorial El Militante Nº 44  

La caída de la actividad económica empuja al capitalismo argentino a atar a los dirigentes sindicales a un pacto social prolongado en el tiempo. La dirección de la CGT ya se mostró dispuesta a eludir sus responsabilidades con los trabajadores. Anunció que aplazará la discusión de paritarias hasta junio y que no fijará piso para ningún sector.

Es probable que la incertidumbre provocada por la crisis tenga un efecto con la reducción de los conflictos obreros durante un primer momento y que muchos trabajadores acepten ajustarse el cinturón por miedo a perder el empleo, como fue el caso en Siderar o Paraná Metal. Pero la prolongación de la crisis y la percepción de que los sacrificios de hoy no garantizan el empleo de mañana, ni condiciones de vida dignas para las familias obreras, prepararán un conflicto social de enormes proporciones.

No obstante, hay que resaltar notar que los primeros casos de anuncio de grandes despidos (como en el sector automotriz y en los metalúrgicos) han encontrado una gran resistencia y  combatividad que aunque no pudieron evitar todas las cesantías, sí frenaron algunas u obligaron a cambiarlas por suspensiones temporales de empleo.

Consecuencias del Pacto Social

En cualquier caso, más que la cantidad de huelgas, lo importante serán los efectos en la conciencia de las masas trabajadoras de los intentos de empresarios, gobierno y burócratas sindicales de hacerles pagar las consecuencias de la crisis.

A pesar del crecimiento económico, las condiciones de vida de la mayoría de los trabajadores se estancaron o empeoraron en los últimos 3 años, debido a la suba de precios. El propio Banco Central reconoce una pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores registrados del 2,7% en el 2008.

Largas jornadas de trabajo, precariedad del empleo juvenil, arrogancia patronal, etc. son la norma. La pobreza sigue afectando a cerca de 12 millones de personas, el 30% de la población.

Todo esto explica el malestar subyacente que vive la sociedad y el poco entusiasmo que suscita el gobierno.

La burocracia de la CGT tendrá que dejarse la piel frenando conflictos y mermará aún más su autoridad. En un momento determinado, una capa de delegados de base de la CGT entrará en conflicto con los dirigentes que actúan como policías patronales en las empresas, y surgirá una oposición contestataria en gremios importantes de la CGT.

Por un frente CGT-CTA en defensa del salario y el empleo

Es positivo que, frente a la inacción de la CGT, los dirigentes de la CTA hayan levantado el reclamo de una suba salarial del 25%. Pero para que ese reclamo no sea una frase vacía deben llevarlo a efecto, en primer lugar, en sus gremios (Ctera, ATE, neumáticos, etc.) y luego deberían emplazar a la dirección de la CGT a un frente único para luchar por este reclamo y la defensa intransigente de los empleos. Una plataforma mínima de demandas podría ser:

– Ningún despido

– Aumento salarial mínimo del 25% en una sola vez

– No al empleo precario: todos a planta

– Reparto del trabajo en cada lugar de trabajo sin afectar el salario

Si la burocracia de la CGT rechazara el ofrecimiento esto incrementaría la autoridad de la CTA en la base de la CGT y podría estimular el surgimiento de tendencias opositoras dentro de esta central.

Por su parte, el activismo clasista tiene que avanzar seriamente hacia su reagrupamiento tras el fracaso lamentable del Movimiento Intersindical Clasista. Como primera tarea debería exigir a los dirigentes de la CTA que den pasos adelante en la lucha, y agitar por la consigna de un frente único CTA-CGT por el salario y el empleo, que sería recibida con gran entusiasmo por la clase obrera. Esto le permitiría salir de su aislamiento  y fortalecería sus puntos de apoyo en el movimiento obrero.

Nueva etapa

La clase obrera argentina ingresa a esta nueva etapa de una manera muy diferente a como lo hizo en el período de crisis de 1998-2002, cuando arrastraba 20 años de durísimas derrotas, en el plano económico y político, sin solución de continuidad. Lo positivo del período de "boom" económico de 2003-2008 fue el fortalecimiento numérico y psicológico de la clase obrera, y la obtención de victorias por primera vez en años. Una nueva camada de obreros jóvenes se incorporó a la vida social sin el peso de las derrotas del pasado. Y es una ley social que cuando los trabajadores encuentran bloqueado su camino hacia la lucha económica se vuelcan hacia la lucha política, particularmente si encuentran un cauce y una referencia. Esto está vinculado al surgimiento y desarrollo en un plazo relativamente breve del movimiento político y social de la CTA y la Constituyente Social.

Esta nueva generación de trabajadores, se encontrarán en la primera fila de las luchas, como ya está sucediendo, y estarán abiertos a las ideas más radicales. Ellos serán la punta de lanza para una recomposición genuina del movimiento obrero de nuestro país contra la burocracia sindical y por el socialismo.