VENEZUELA: Ante la creciente intervención del imperialismo yanki y una posible nueva ofensiva contrarrevolucionaria

DERROTÉMOSLOS PROFUNDIZANDO LA REVOLUCIÓN

Durante los últimos días las provocaciones e injerencias del imperialismo estadounidense en Venezuela se han intensificado de forma alarmante. El propio Presidente Chávez ha denunciado el creciente intervencionismo yanqui en nuestro país. Los rumores sobre un posible magnicidio, los intentos de provocar desestabilización –como la marcha de la oposición del pasado 14 de febrero- , las calumnias y tergiversaciones constantes de los medios de (des)información nacionales e internacionales; todo forma parte de una misma estrategia del imperialismo y la oposición contrarrevolucionria para intentar abortar el creciente proceso de participación polìtica y cuestionamiento del sistema que se da en nuestro país.

No basta ser más fuertes, debemos estar claros y organizados

En un contexto de radicalización como el que se vive en toda América Latina el imperialismo no puede tolerar la existencia ni de una figura como Chávez, que no controlan y critica abiertamente muchas de sus polìticas; ni ,sobre todo, del movimiento de masas que está detrás de Chávez, un movimiento que ya ha demostrado su fuerza en varias ocasiones, que quiere un cambio real en el país y que nunca aceptará sin lucha una vuelta al pasado, al control del país por un puñado de parásitos y su venta al imperialismo. El proceso revolucionario venezolano, como la revolución boliviana, se están convirtiendo cada vez más en un referente para las masas en todo el continente. El imperialismo yanqui y los sectores decisivos de la burguesía venezolana han declarado hace tiempo la guerra a este proceso e intentarán aplastarlo una y otra vez.

Esto significa que no podemos confiarnos y hay que mantenerse vigilantes en todo momento. La experiencia de Chile demuestra que, aunque el movimiento popular sea más fuerte, si esta fuerza no está organizada, movilizada e incluso armada, puede ser derrotada. La otra lección del proceso chileno es que además la dirección debe aplicar una polìtica que resuelva los problemas de la nación, que dé empleo, vivienda, tierra, participación y un futuro digno a todos los ciudadanos, demostrando de ese modo a los sectores más atrasados y desesperados que vale la pena defender el proceso revolucionario.

Ninguna contrarrevolución nunca ha conseguido movilizar más pueblo y tener más fuerza que la revolución, siempre que la contrarrevolución ha triunfado ha sido porque la revolución ha desaprovechado demasiadas oportunidades, por falta de una dirección y un programa que solucionasen los problemas del pueblo, que impulsasen la participación de la clase obrera y los sectores populares en el control y gestión de todas las instancias de poder y culminasen el proceso revolucionario en una transformación radical de la economía y la sociedad que rompiese con el capitalismo y erradicase la explotación,, la miseria, el desempleo y todos los demás males que sufrimos la mayoria de la población

En nuestra opinión estas medidas deberían pasar por la Nacionalización de la banca bajo control obrero y social para acabar con el control de la economía por parte de estos mafiosos y poder suministrar no uno sino varios millardos de dólares a los campesinos, pequeños propietarios, microempresarios y cooperativas; Elaboración de una Ley que permita la expropiación de los capitalistas saboteadores (hoy no existe ninguna ley que lo permita) y estatización de todas las empresas en crisis y de los grandes monopolios bajo control de los trabajadores y los sectores populares para evitar el saboteo de la economía y crear un plan nacional en el que se integre también a las cooperativas; No al pago de la deuda externa y dedicación de esos fondos a planes como el “Vuelvan Cara” , PROAL, Avispa, Barrio Adentro y las Misiones. Participación de los trabajadores y desempleados a través de asambleas democráticas como antes proponíamos y representantes elegidos y revocables en la elaboración del Plan “Vuelvan cara” y que este sirva para que la democracia participativa llegue a la economía. Instauración de la participación y control de los trabajadores en la gestión de las empresas. Elevación del salario mínimo de modo que permite hacer frente a las necesidades básicas.

Al mismo tiempo es necesario acabar con la impunidad. No sólo no puede haber referendo sino que los dirigentes de la oposición que promueven este tienen sus manos manchadas de sangre. Ellos, y todos los culpables de crímenes contra el movimiento popular –desde los represores del 27 de febrero de 1989 hasta otros asesinos de la IV República y ,por supuesto, los responsables hoy mismo del asesinato de líderes campesinos, obreros y populares- deben pagar ya sus crímenes. El Presidente les ha denunciado públicamente y tiene razón, ahora hay que encarcelarles de una vez.

Tras el fracaso en su recogida de firmas,la oposición y el imperialismo tienen que hacer algo: no pueden calarse ese fracaso y reconocer que su apoyo es minoritario. Intentarán combinar todas las formas de lucha con un único fin, aplastar este proceso lo antes posible.
Todas las opciones están abiertas: desde el magnicidio hasta el intento de presionar o sobornar al CNE para que falle a su favor; desde utilizar a supuestos observadores imparciales como el Centro Carter y la OEA para desprestigiar todo el proceso de recuento (si no consiguen que el CNE falle lo que quieren) hasta atentados terroristas o desestabilización en la calle manipulando al sector más enloquecido de su base social; desde mantener e intensificar el saboteo económico hasta –si en un determinado momento lo consideran factible- decretar un posible embargo económico o provocar una intervención con cualquier excusa .

En estos momentos no podemos saber cuando ni por donde vendrá exactamente el nuevo ataque pero una cosa sí está clara: toda la estrategia de acoso del imperialismo y la histeria que muestran los líderes de la oposición apuntan a que se están preparando para una nueva ofensiva y debemos estar preparados para responder lo mejor posible y derrotarlos una vez más.

¿Cómo organizarnos para profundizar la revolución y derrotar a la contrarrevolución?

Si algo demuestra la experiencia de abril de 2002 o del paro golpista es que no podemos confiar en nada más que en nuestras propias fuerzas organizadas y movilizadas y , por supuesto, en la solidaridad activa de la clase obrera y los sectores populares del resto de América latina y del mundo. Es un error confiar en la OEA o el Centro Carter, pero también en los gobiernos de Kirchner o Lula. Sólo podemos confiar en los pueblos, en nuestros hermanos del resto de América Latina y del mundo, en su movilización y en la nuestra para derrotar la nueva ofensiva contrarrevolucionaria que se prepara.

Es necesario acudir masivamente a las concentraciones y marchas que ya hay anunciadas y lanzar una campaña internacional de solidaridad con el proceso revolucionario venezolano. Pero esto es sólo un primer paso y, de paso, insuficiente. Es imprescindible que la
organización, movilización y participación de las masas se extienda, que nos mantengamos movilizados y organizados de forma permanente en los barrios, en las fábricas, en todas partes.

Las ganas de participar y de defender el proceso son enormes pero están dispersas en un sinfín e grupos y colectivos. ¿Cómo unificar las respuestas y crear un frente en la práctica? ¿Cómo conquistar una unidad de acción real de todos los que apoyamos el proceso? En nuestra opinión sólo hay un modo, esto no puede hacerse mediante acuerdos entre cogollos por arriba sino por la base, desde abajo a arriba, constituyendo Asambleas populares, participativas y protagónicas, en todos los barrios, parroquias y comunidades; en los centros de trabajo y de estudio, en las que debatir tanto cómo responder a la intervención yanqui y a cualquier nueva intentona golpista como debatiendo cualquier cuestión que interese al movimiento popular u organizando toda una serie de cuestiones necesarias para la comunidad.

Estas asambleas deberían estar integradas por todos las personas y colectivos que apoyamos el proceso revolucionario, con plena libertad para que cada uno formule sus propuestas y estas se debatan democráticamente , decidiéndose por mayoría cuales se aplican y cuales no. Esta es la única forma de unificar realmente desde la propia base a todos los que apoyamos el proceso revolucionario.

Impulsemos Asambleas Populares y Comités en Defensa de la Revolución

En nuestra opinión en estas asambleas deberían elegirse Comités en defensa de la Revolución formados por los delegados que la asamblea decida cuya tarea podría ser la de organizar planes de contingencia en estrecha relación con el gobierno pero con
autonomía de este, así como la de velar porque todas las decisiones de la asamblea se ejecuten, luchar contra cualquier forma de saboteo de la economía (desde acaparamiento hasta cierre de empresas, especulación, etc).Estos Comités deben responder regularmente ante la asamblea y sus miembros deben ser revocables por esta en todo momento.

Las asambleas populares y los comités elegidos y revocables por ellas también nos parecen el mejor modo de organizar y ampliar la participación de los trabajadores y las comunidades en la gestión de los asuntos de cada comunidad, barrio, etc. desde organizar cocinas comunitarias o afrontar los problemas de inseguridad ciudadana, falta de vivienda, etc hasta la aplicación de las misiones que impulsa el gobierno o la extensión de los reservistas y su organización por barrios , fábricas, etc controlando su adiestramiento y organizando cuerpos de autodefensa bajo el control el movimiento de masas que estén preparados para poder responder rapidamente a cualquier ofensiva contrarrevolucionaria en cuanto se presente.

Este mismo método de organización debe trasladarse al ejército. El único modo de garantizar que este responde realmente al pueblo es garantizando la participación desde abajo de los soldados. Aunque hay oficiales comprometidos con este proceso, incluso entre altos oficiales, también sabemos que el ejército es un cuerpo que ha sido adiestrado durante décadas para reprimir la participación popular y la experiencia nos demuestra que a la hora de la verdad , si las cosas dependen de la voluntad de este o aquel oficial de alto rango, nada impide que puedan voltearse. Ocurrió con Rosendo, Vásquez Velasco y otros. Sólo la creación de asambleas dentro del ejército y la elección de comités de soldados y oficiales en estrecho contacto con los barrios y las fábricas garantiza el control efectivo del ejército.

Si se creasen asambleas populares en todos los ámbitos y estos Comités en defensa de la Revolución elegidos por ellas se coordinasen en asambleas locales, estadales y nacionales podríamos evitar la presencia de nuevos Miquilenas rodeando al Presidente (algo que hoy, cuando la carta del magnicidio es una de las que le queda al imperialismo, es más peligrosos si cabe) y tener un órgano controlado permanentemente desde abajo por el pueblo que respondiese en todo momento únicamente a la voluntad del soberano y le diese a todo el proceso la dirección que el pueblo decida en cada momento, haciendo realidad la democracia participativa y protagónica.

La organización en asambleas y mediante comités de representantes elegidos y revocables evitaría la toma de decisiones burocráticas, la corrupción, el quintacolumnismo y otros males que sufrimos día a día y que representan una amenaza contra este proceso revolucionario. Esto evitaría algo tan peligroso para la revolución como que luchas protagonizadas por sectores resteados con Chávez y con el proceso como las del INN o las “empresas tomadas” acaben siendo desoídas y derrotadas con el riesgo de desmoralizar y desanimar a sectores de la propia base social del chavismo.

Si el gobierno no llama a crear estas asambleas para discutir cómo defender y profundizar el proceso revolucionario, los organizaciones y colectivos revolucionarios allí donde podamos debemos impulsarlas para demostrar en la práctica que este es el mejor modo de unificar a todos los que apoyamos el proceso y fortalecer la base social de este.

¿Capitalismo nacional o socialismo?

Una asamblea nacional popular elegida de esta manera sería realmente representativa de la voluntad del pueblo y contaría con el apoyo masivo de este para aplicar las polìticas que necesitamos para profundizar la revolución y resolver los problemas más acuciantes de la población. El único modo de defender la revolución es profundizándola. En nuestra opinión también es necesario abrir el debate dentro de la revolución sobre el objetivo final de esta. Acabar con el desempleo y la miseria bajo el capitalismo es imposible, en todo el mundo capitalista el desempleo está creciendo. Un capitalismo humano e independiente de las multinacionales también es imposible, en todos los países en los que se intentó ha fracasado y el capitalismo muestra hoy su verdadera cara: la explotación más brutal, el dominio sin límites de las multinacionales.

Tomar estas medidas que proponemos, que son lógicas, democráticas y racionales, significarían avanzar hacia un modelo de sociedad distinto, un modelo –digamoslo sin miedo-socialista. Un modelo que no es ese monstruo burocrático que la oposición y los imperialistas intentan presentar para engañar a la clase media y confundir a quien les escuche sino que es que la democracia llevada a su máxima expresión y a todos los terrenos, que lo que todos producimos con nuestro trabajo no esté bajo el control dictatorial de los bancos y las grandes multinacionales sino bajo el control democrático, participativo y protagónico de toda la sociedad.