Sin ti… todavía no, Fidel

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Ya lo sé compañeros, ya lo sé: La vida clava sus límites en el tiempo, el cual no perdona su ritmo con fría constancia. Hasta el Sol se apagará sin remedio y toda esta aventura maravillosa se podrá perder en cenizas de luz.

Canto íntimo (XII)

Ya lo sé compañeros, ya lo sé: La vida clava sus límites en el tiempo, el cual no perdona su ritmo con fría constancia. Hasta el Sol se apagará sin remedio y toda esta aventura maravillosa se podrá perder en cenizas de luz.

Mas siempre quise pensar que Albert Einstein nos había dado una ligera esperanza con la Teoría de la Relatividad Especial: que Fidel viajaba tan rápido que el tiempo se incrementaría en relación al sistema de referencia de los revolucionarios.

La mayoría de nosotros los cubanos nos hicimos ayer mil conjeturas en relación al anuncio ofrecido en la tarde sobre la proclama de Nuestro Comandante en Jefe: Habían apuestas expectantes, las más optimistas eran que liberarían a nuestros cinco hermanos presos de manera arbitraria en cárceles norteamericanas. Otros, los más pesimistas, que Israel y su ejercito asesino habrían hecho una maniobra más horrenda, por ejemplo que habrían amenazado alguna de nuestras misiones diplomáticas en Beirut.

Nos llamábamos por teléfono antes de “la telenovela”, tratando de descifrar la proclama, tal cual hacemos siempre. Mientras tanto, esperábamos ver las peripecias que ya sabemos que van a ocurrir en la novela brasileña: los buenos se aman y se besan y los malos se arruinan y mueren. De igual forma nos congregamos siempre frente a la pantallita con el objeto de platicar después por la mañana con los vecinos…pero los buenos esta vez lloraron y los malos llenaban sus codiciosas bolsas y lanzaban globos al viento.

Los revolucionarios cubanos no pudimos entender la novela este lunes.

Y es que la verdad supera con creces cualquier guión bien tramado: Esperábamos ver a Fidel con su cara delgada, sus manos parlantes y sus ojitos salpicantes de esperanza y combate. Así había estado en el 26 de Julio; así había estado en Córdoba, dándole pertinencia a esa reunión que sin su presencia habría sido una más en el concierto interminable de reuniones; así había estado en la casita del Che… Volveríamos a verlo con la gorra verde encajada y desdoblando con el timbre de su voz las estúpidas amenazas del enemigo….

Pero se presentó tan sólo el compañero Carlos Velenciaga, jefe de su despacho, con un papelito en la mano.

Desde las primeras líneas ya, yo presentía que algo de aire faltaba en mis pulmones ¡Pobre compañero Carlitos!, como lo nombra innumerablemente Fidel en esas reuniones interminables frente a la pantalla de la tele. No pudo ser portador de peor noticia.

Los avatares de la lucha permanente de Fidel sin dormir, tratando de usar este tiempo enorme que Dios le ha regalado como revolucionario, hizo estallar su salud. Se dañó su sistema intestinal, y hubo de ser sometido a una delicada operación que le consumirá semanas de reposo. Era insoportable. Aunque ya Fidel se había desvanecido en una Tribuna abierta en el Cotorro hace varios años; y luego aquel 20 de Octubre del 2004 tropezó y se fracturó la pierna y el brazo, no hay comparación: Esas dos veces, de manera inmediata el propio Fidel se dirigió en persona a nosotros. Ahora era tan sólo un papel.

Recuerdo, en el tropezón de Santa Clara el Comandante pronunció estas palabras: Les pido perdón por haberme caído… Me da pena únicamente el mal rato, el posible sufrimiento que les ocasioné con esto.

Ayer no pudimos escuchar su voz. Sólo sabíamos que su sangre no se detenía, tal cual una bala (de esas que tanto se han malgastado en tratar de asesinarlo) hubiese entrado a sus intestinos. No podía creerlo. En ese instante odié al buen Carlitos más que a nadie, hubiera querido que las ondas electromagnéticas se tragaran su imagen que me ofrecía uno de los dos últimos lunes de julio más espantosos de toda mi vida… el otro fue un 28 de Julio de 1980.

Luego contemplé el rostro del mensajero: Estaba pálido y con la voz algo quebrada. No era él el culpable… Pobre Carlitos, él sin dudas sufría más que yo ¿Sería Dios? Ya no la tenía yo todas con el tal Señor por los asesinatos públicos y desenfrenados en el Medio Oriente y el silencio cómplice de tanta organización internacional inservible e incapaz. La ONU, el Papa y todos esos símbolos de la convivencia humana van cayendo en el estercolero de la desconfianza.

¡Pero Fidel padeció una herida de combate! Dios nada podía hacer. Fidel se extrema en sus últimos años para dejarnos una casa más limpia, y fatiga a extremos su inquebrantable salud. Pero es una herida no más. Tan sólo una herida de combate.

Es verdad que dicen que el cuerpo humano está compuesto en su mayoría por agua. Pero no sabía que era tanta como la que yo vertía este primer día de agosto…mes en que todos esperábamos un cumple llenos de buenas ideas y de optimismo. Porque Fidel ha simbolizado lo más radical de la revolución por más de medio siglo. A su lado logramos reponernos de la pérdida de Camilo, de la muerte del Che, de la traición de la dirección del Partido Comunista Soviético y de tantas y tantas amenazas.

Ahora debemos respirar profundo, y prepararnos para en algún instante continuar sin él. Sé que el enemigo está esperando como ladrón detrás de la puerta que él se vaya y que el llanto de esta isla sea tan grande que nos ahoguemos; sé que no tienen piedad de la raza humana y que el imperialismo y el capitalismo sólo crean autómatas cuya única misión es tener dinero a toda costa para comprar más dinero, para que sus hijos a su vez puedan ganar más dinero y así una cadena interminable de estupidez, que la naturaleza no va a tolerarnos. Puede ser que este gusto de aventurarse a trascender no lo reconozcan muchos y que no entiendan que desde que Jesús impartió el Sermón de la Montaña estamos hechos para algo más que robar, mentir y matar.

Pero mi generación, lo que se salvó de ella, ha estado junto a Fidel para hacer verdad el Sermón de la Montaña. Carlos Marx, le dio fundamentos científicos a ese discurso cristiano. Fidel es la síntesis de todos ellos juntos. Por eso lo necesitamos un ratico más.

Es probada la pericia de los compañeros que por primera vez, temporalmente, ejercerán sus funciones políticas y administrativas. Están comprobadas su honestidad y esfuerzo, pero todavía eres tú, Fidel, quien único nos puede hacernos sentir a cabalidad el Sermón de la Montaña con el que Jesús trató de hacer feliz a la Humanidad.

Algo sí es cierto: la llamada “disidencia” es tan banal que sólo puede mentir e infestarnos con desaciertos dignos del peor folletín. Raúl Rivero, uno que dicen poeta, acaba de hacer una parodia de Fidel. Mientras ellos, los gusanos (con respeto absoluto para ese animalito que nada tiene que ver con los excrementos de los renegados) hablan de luchadores por la libertad, presos y perseguidos, miles de otros cubanos andan por la Tierra en brigadas médicas ofreciendo salud, vista y felicidad al prójimo. La libertad se consigue con la entrega personal y de frente y nunca de rodillas y sin calzón de espaldas al enemigo. No han ofrecido ni un solo acto de honor por el que puedan ser respetarlos. Fidel y sus compañeros decidieron hace mucho hacer libre a Cuba y lo lograron frente a uno de los ejércitos mejor equipados del continente. Los gusanejos se quejan, mienten y piden regalitos al enemigo del pueblo cubano.

Andarán felices por la enfermedad de Fidel, pero ahora ¡que no se les ocurra ninguna imbecilidad! ¡Ni siquiera asomarse a la ventana! porque hoy estoy dispuesta a salir como una fiera herida a las calles y caerles encima para escuchar de sus voceros que soy terrorista… Y como yo hay en Cuba y en el mundo muchos más. Dicen que andan con globos, confetis y banderitas americanas por Miami ¡A lo que los reduce esa epidemia de inmoralidad!

¡Todavía no es hora, Fidel! ¡Todavía te necesitamos un rato más! Así que dile a tus neuronas, que le ordenen a las células de tu sistema intestinal que aguanten un tiempo más. Danos chance para asumir estas lágrimas, no sea que el enemigo putrefacto quiera usar nuestro dolor. Ya te has recuperado de muchas… ésta es una más.

Eso sí , te decimos, aguanta tú, que aguantaremos nosotros. Esta revolución no terminará destruida, ni despedazada y ya tendremos oportunidad de corregir nuestras múltiples deficiencias. Dile eso a tu salud, la más revolucionaria de todas las saludes del mundo.

Nos vemos en el dulce diciembre. En estos meses todos habremos aprendido mucho más. El Dios bueno está con nosotros ¿quién en contra?

Hasta la Victoria Siempre…. Comandante