Porque somos comunistas

La crisis capitalista mundial, que produjo un punto de inflexión en 2008, dio comienzo a un período dramático en la historia mundial. En aquel momento la burguesía gastó montañas de dinero público para salvar a los banqueros, inyectaron una cantidad colosal de dinero en la economía para rescatar al sistema, pero al colocar capital ficticio crearon inexorablemente presiones inflacionarias e incrementaron el endeudamiento de los estados. La pandemia y posteriormente la guerra en Ucrania profundizaron la crisis. Pero ni la pandemia ni la guerra ocasionaron la crisis orgánica que el capitalismo está atravesando, sino que han actuado como catalizador de la misma. Vemos como dialécticamente la causa se convierte en efecto y el efecto en causa.

Dentro de la crisis mundial del capitalismo se desarrolla la crisis que vivimos en nuestro país, donde empresarios, banqueros y terratenientes descargan el peso de su crisis sobre nuestras espaldas.

La pobreza que imponen los capitalistas viene golpeando al 40,1% de la población, solamente considerando el cierre del primer semestre de 2023. Al momento de ir a las urnas este doloroso número será exponencialmente mayor. En Gran Resistencia (Chaco) el 60,3% de la población es pobre, en Concordia (Entre Ríos) el 58,3%, en Viedma – Carmen de Patagones se pasó del 36,2% al 43,7%. Queda en claro que bajo el sistema capitalista todos los caminos conducen a la ruina.

Mientras tanto los ricos se hacen más ricos y florecen sobre nuestra miseria. El 1% más rico acumula casi dos tercios de la riqueza mundial producida desde 2020.

En Argentina mientras el 56,2% de los chicos y chicas menores de 14 años no pudieron cubrir sus necesidades básicas, los cinco más ricos de Argentina (Marcos Galperin , Paolo Rocca, Gregorio Pérez Companc, Eduardo Eurnekian, Eduardo Constantini y Alejandro Bulgheroni) acumulan 15.500 millones de dólares producto de la explotación y precarización a la que someten a sus trabajadores y trabajadoras, que producen mucho más de lo que reciben en su salario. El robo de este excedente es la fuente de las ganancias de los empresarios.

A su vez, la acumulación de riqueza en un polo es al mismo tiempo acumulación de miseria en el polo opuesto. Tal es el funcionamiento del capitalismo.

El proceso de concentración de capital previsto por Marx ha ocurrido y está llegando a niveles sin precedentes en las últimas décadas.

Hemos visto en los últimos años que gobierne quien gobierne la caída en nuestras condiciones de vida continúan en franco retroceso. Desde el 2011, año en que la crisis económica mundial comenzó a golpear con fuerza la economía argentina, el nivel de actividad ha permanecido con una tendencia de estancamiento y descenso cada vez más acelerada. En los últimos dos gobiernos, tanto el de Juntos por el Cambio de 2015 – que agravo exponencialmente la crisis con el hiper endeudamiento con el FMI – y el del Frente de Todos que a partir de 2019 intento gestionar la crisis bajo los dictados del Fondo, esta tendencia (que se expresa en la insolvencia absoluta del Estado que no cuenta con las divisas necesarias para pagar la deuda fraudulenta) se ha vuelto dramática para la clase obrera que paga con pobreza e indigencia.

Es cierto que luego de la pandemia, donde se produjo una caída de 9,9% del PBI, hubo una recuperación que fue de 10,4% para 2021 y del 5,2% para 2022, pero también es verdad que este repunte quedo concentrado en pocas manos y fue insuficiente para sacar de la pobreza a quienes se hundieron durante la pandemia. Recordemos que antes de las restricciones impuestas por la cuarentena los índices de pobreza eran del 35.5% de la población y aun con el crecimiento de 2021 se ubicó en 37.3%.

Por eso es falso el debate entre Estado ausente y Estado presente que presentan quienes plantean la conciliación de clases. El Estado es una herramienta en manos de la clase dominante, el marxismo explica que el Estado, en última instancia, está formado por cuerpos de mujeres y hombres armados que son un instrumento de la clase dominante para la opresión de otras clases. Perder de vista el carácter de clase del Estado nos desarma políticamente y nos empuja hacia la política del “mal menor”. Lo que implica en la práctica la confluencia de la clase trabajadora con los partidos del régimen que vienen descargando el ajuste sobre nuestras mesas.

La disyuntiva no es entre democracia o dictadura, democracia o fascismo, patria o antipatria, justicia social o neoliberalismo sino entre capitalismo o socialismo.  Por lo cual la ultraderecha y la derecha sólo pueden ser derrotadas a través de grandes luchas, y no por vías electorales. Y es en esa perspectiva que debemos organizarnos.

¿Por qué somos Comunistas?

La situación en que nos encontramos deja en evidencia la esencia de la democracia burguesa, un régimen político bajo el cual se permite a los trabajadores y trabajadores elegir a los nuevos administradores del capitalismo en los próximos años, pero donde las decisiones fundamentales las toman un puñado de monopolios, banqueros y oligarcas terratenientes. Realmente, la democracia burguesa es un velo que oculta el dominio y la dictadura de los grandes capitalistas sobre la sociedad. La democracia capitalista es una democracia para ricos, a costa del trabajo, de la explotación y del sufrimiento cotidiano de millones de personas. Tal como señalo León Trotsky, por su propia esencia la democracia burguesa es un engaño.

Marx y Engels explicaron hace ya tiempo que la república burguesa, aun la más democrática, no es más que una máquina para la opresión de la clase obrera por la burguesía, de la masa de los trabajadores por un puñado de capitalistas.

Esto no significa que permanezcamos de brazos cruzados a la espera de la revolución. Hay que implicarse en el día a día de las luchas para mejorar nuestra subsistencia, pero sobre todo para ayudar a desarrollar la conciencia comunista de jóvenes, trabajadores y trabajadoras, construir puntos de apoyo en las empresas, fábricas, barrios, universidades y escuelas y poner  en pie una fuerte organización de cuadros comunistas con autoridad de masas que esté preparada para hacer avanzar a la clase trabajadora, cuando esta se ponga en marcha, hacia la toma del poder.

Los marxistas planteamos que las elecciones y el trabajo parlamentario deben ayudar a la construcción y el desarrollo del partido revolucionario. Los comunistas entran en el parlamento y participan de la lucha electoral, no para dedicarse a una acción orgánica dentro del Estado como concejales, senadores o diputados, sino para sabotear desde adentro la maquinaria gubernamental, exponiendo su podredumbre.

Para esto debemos difundir y proponer consignas correctas y un programa socialista que conecte con las necesidades inmediatas de la clase trabajadora y la juventud, infundiéndoles confianza en sus propias fuerzas y organización, planteando objetivos claros por los cuales debemos luchar: expropiación de los grandes capitalistas bajo control obrero, desarme y disolución de los cuerpos represivos, todo el poder para la clase obrera, por un gobierno de los trabajadores, por el socialismo internacional.

Las guerras, el hambre, la violencia, la opresión, la destrucción del planeta y la miseria están basadas en el régimen capitalista de propiedad, es decir, en el poder de un puñado de ricos que poseen el conjunto de las fuerzas productivas (la fuerza de trabajo, la industria, la agricultura, la técnica y la ciencia) y controlan las palancas del aparato del Estado.

En cambio, los Comunistas luchamos por una sociedad sin clases basada en la solidaridad y la satisfacción armoniosa de las necesidades de todos y todas. Al eliminar la propiedad privada de los medios de producción, la sociedad podrá escapar a las leyes del capitalismo y desarrollarse de manera racional y planificada.

La experiencia de la Revolución Rusa de octubre de 1917 demostró que en una economía sin lucro no habría ninguna barrera para utilizar todos los medios de producción a nuestra disposición para desarrollar las fuerzas productivas en función de las necesidades de la mayoría, en lugar de las ganancias de unos pocos. Tenemos la capacidad de aumentar la producción económica mundial para que haya comida y vivienda para todos. Sin el dique de las ganancias privadas podríamos, a través del reparto de las horas de trabajo, lograr que millones de desempleados y subempleados tengan un trabajo productivo, bajando drásticamente la duración de la jornada laboral. La educación no sería una excepción, podríamos poner en pie escuelas y universidades creadoras de ciencias y técnicas, de arte y de cultura, una educación laica, gratuita y científica al alcance de todos, donde sea posible desarrollar plenamente la potencialidad de los sujetos y  su capacidad creadora, que hoy producto de la explotación y la degradación llegan a niveles de deshumanización.

A través de la socialización del trabajo doméstico como la limpieza, la cocina, la crianza de los hijos o el cuidado de los viejos; las tareas que conforman la base material de la familia capitalista, y que encierra a las mujeres en una jaula opresiva, seria abolida. Cocinas comunales, centros de salud y jardines de infancia sacarían las tareas domésticas del ámbito privado, constituyendo un paso adelante para todas las mujeres y hombres.

Hay suficiente riqueza en nuestra sociedad para hacer posible una vida digna y cómoda para todos, dando lugar al ocio creador. Solo poniendo fin a la esclavitud capitalista podremos dar los primeros pasos hacia el reino de la libertad, donde las nuevas generaciones libres de la explotación y degradación capitalista tomen la dirección de la sociedad y lleven la cultura humana a cotas inimaginables.

Somos Comunistas porque luchamos por el fin de una sociedad en la que los seres humanos son oprimidos y explotados por otros seres humanos.

Las tareas de los comunistas

Tanto antes como después de las elecciones las tareas de los comunistas pasan por agitar dos consignas centrales: el congreso obrero y la huelga general en oposición al planteo de las candidaturas patronales que están alineadas con el FMI y también para enfrentar distintos los atropellos y ataques de las patronales. El congreso obrero, preparado mediante asambleas juega como un frente único de la clase trabajadora en su lucha por la independencia política del Estado, los patrones, los partidos del régimen y sus gobiernos, proporcionando un espacio de deliberación común para coordinar la huelga general. Contamos por un lado con experiencias históricas como la Corriente Sindical Clasista de 1970, puebladas como el Villazo en 1974 que pusieron sobre la mesa la cuestión del poder, las Coordinadoras Inter fabriles de junio y julio de 1975 o las Asambleas Populares del 2001, y por otro con nuestros métodos históricos de lucha: la huelga, la movilización, el piquete, la ocupación de fábrica.

Luego del derrumbe de la dictadura de 1976-1983 la clase dominante se apoyó en la democracia representativa burguesa y sus partidos políticos para avanzar sobre nuestras condiciones de vida y sostener sus ganancias, empujándonos a una crisis inédita a todos los niveles.

Nuestro objetivo es sentar las bases para la construcción de la herramienta política que los trabajadores y la juventud necesitamos terminar con este sistema.

Los comunistas luchamos por una democracia obrera basada en la democracia directa. Es necesario poner en pie un Estado Obrero, a través de un Gobierno de los Trabajadores, ya que somos los de abajo los únicos interesados en la resolución real de nuestros problemas.

Organizate

Los problemas que atraviesa la clase trabajadora en Argentina son los problemas que enfrenta la clase obrera de todo el mundo: la ofensiva del capital contra el trabajo. Lo que saca a la luz que un trabajador argentino tiene mucho más en común con un trabajador pakistaní, francés o peruano que con su propia burguesía

El capitalismo es un sistema global y su dominación es a través del mercado mundial. Por esto el internacionalismo es la única vía correcta para luchar contra el capitalismo. El socialismo es una fase transitoria de la humanidad qué, como lo ha demostrado la historia, requiere de una extensión planetaria para poder pasar a la siguiente fase, el comunismo.

Pero debemos ser claros no existe una crisis final del capitalismo, entonces, es necesario organizarnos para terminar con él.

Por esto, desde la Corriente Marxista Internacional, estamos unidos en la lucha por el comunismo internacional, y lo que necesitamos son precisamente luchadores y luchadoras para construir una organización revolucionaria.

Vivimos en un período de revoluciones y contrarrevoluciones, la agudización de la lucha de clases ya es un hecho en un país tras otro. Estas condiciones son ideales para construir una organización comunista internacionalista.

Tenemos que construir un partido revolucionario de masas con las ideas correctas, que pueda ofrecer una salida cuando las masas, producto de la exacerbación de la lucha de clases, entren con una fuerza decisiva en la escena política.

Te convocamos a sumarte a la Corriente Socialista Militantes, sección argentina de la Corriente Marxista Internacional, donde Comunistas de 74 países en los 5 continentes nos venimos organizando con un objetivo claro: cambiar de base el mundo.

Si sos comunista entonces organízate hoy mismo con nosotros y sumate: https://argentinamilitante.org/unite-a-los-comunistas-sumate-a-la-cmi/