Ni cierres, ni despidos, ni rebajas salariales

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Los 1.200 trabajadores de Parmalat se enfrentan a un momento crítico en su lucha contra el vaciamiento de la fabrica y la perdida de puestos de trabajo. Ni bien tomó posesión, Tasselli puso en licitación de acreedores a la empresa, anunció de despidos y rebajas salariales. Desde diciembre los trabajadores están en pie de lucha, a pesar de no contar con una dirección unificada que responda a la base y con el constante sabotaje de los matones de la burocracia y la patronal.

Parmalat

Los 1.200 trabajadores de Parmalat se enfrentan a un momento crítico en su lucha contra el vaciamiento de la fabrica y la perdida de puestos de trabajo. Ni bien tomó posesión, Tasselli puso en licitación de acreedores a la empresa, anunció de despidos y rebajas salariales. Desde diciembre los trabajadores están en pie de lucha, a pesar de no contar con una dirección unificada que responda a la base y con el constante sabotaje de los matones de la burocracia y la patronal. Con huelgas y asambleas, toma de plantas, los trabajadores resisten ante un enemigo de tres cabezas: Tasselli, que continua con sus planes vaciadores, el Ministerio de Trabajo que favorece a la patronal dictando “conciliaciones” y cerrando la boca ante despidos y suspensiones, y la burocracia de Atilra, que divide y apalea a los trabajadores y está dispuesta a llegar un acuerdo con Tasselli. Así montaron una “comisión de seguimiento” a espaldas de los trabajadores y contra los mismos, por eso la rechazan.
La patronal está vaciando Carapachay y metiendo el veneno de la división entre los obreros, asegurando que en la planta de Pilar, “no habrá despidos ni rebajas salariales”. En estos momentos críticos, la unidad de las filas obreras es la única garantía para enfrentar a la patronal y a la burocracia sindical que la sirve. Y cuando decimos unidad, decimos unidad de los trabajadores de Parmalat con todos los trabajadores de la industria láctea, difundiendo el conflicto, haciendo asambleas conjuntas.
Las asambleas conjuntas de Pilar y Carapachay deben coordinarse aún más, y tomar en sus manos el conflicto. Tenemos que exigir el control de las cuentas de la empresa, de los ritmos de producción y comercialización, asegurándonos la fortaleza necesaria para rechazar despidos y rebajas salariales. Es la forma de borrar del horizonte el cierre y destrucción de Parmalat.
Si la patronal no puede asegurar a las familias obreras ni siquiera un sueldo con que alimentarse, la única opción es imponer la expropiación sin indemnización bajo el control democrático de los trabajadores.