La lucha de los obreros de Paty Quickfoods (Martínez)

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Desde hace varias semanas unos 80 trabajadores de la planta de Quickfoods (Paty) en Martínez reclaman una recomposición salarial de $ 224.- además de los $ 250 decretados por el gobierno. A partir de 1986 a cada aumento en el salario básico le correspondió uno igual en el monto adicional por producción. El estatuto de los trabajadores de la carne, como todos los demás, contempla que los usos y costumbres deben ser tenidos en cuenta en las relaciones entre la empresa y los trabajadores.
Pero la patronal se negó a otorgar esa recomposición, pese a las fabulosas ganancias que viene obteniendo como resultado del aumento de las exportaciones a partir de la devaluación. Los trabajadores decidieron un quite de colaboración, consistente en limitar la horas extras.
La empresa tomó represalias. Les aumentó los horarios en una hora y media y cambió los turnos de trabajo. También intentó enfrentarlos a los contratados: efectivizó 20 trabajadores para carnerear las acciones y luego contrató 15 más. Días después amenazó con despedir a los líderes de la protesta y con trasladar la planta a otra región.
Los trabajadores realizaron asambleas donde rechazaron estas medidas (no acataron los cambios de horarios y turnos) y resolvieron profundizar la lucha. El 13 de febrero realizaron un paro de cuatro horas por turno. El 16, decidieron incorporar las demandas de efectivización inmediata de los nuevos contratados para evitar los enfrentamientos. Lograron que parte de estos se sumaran a las asambleas y a la lucha.
En busca de la unidad con los desocupados se propuso la creación de un tercer turno con nuevos empleos genuinos bajo convenio, en reemplazo de los horarios ampliados a los que la empresa pretende someter a los trabajadores.
En las distintas asambleas se llegó a la conclusión de que era necesario enfrentar la legislación laboral que significa la pérdida de los derechos adquiridos a través de años de lucha. En Paty esto se concreta en la toma de trabajadores temporarios por agencia, con salarios bajísimos y sólo durante los períodos estacionales de mayor actividad.
El 17 la empresa comenzó a suspender trabajadores, a lo que se respondió con la suspensión de las tareas y luego con el bloqueo de la producción cuando se intentó continuar con algunos contratados bajo las amenazas del personal jerárquico y de seguridad. Pero la empresa suspendió más trabajadores y recurrió, además de la seguridad privada, a la policía.
El miércoles 18 de febrero el gobierno dictó una conciliación obligatoria con la participación del sindicato de la carne. Se reintegraron al trabajo los suspendidos y se logró que se considere discutir horarios, aumentos y la efectivización de los contratados.
Los trabajadores recibieron el apoyo del sector más activo de la sociedad: desocupados, partidos de izquierda, estudiantes, organizaciones de derechos humanos y sindicatos dirigidos por la izquierda de la zona norte (ECOCARNES, SUTEBA Gral. Sarmiento, GATIC, PEPSICO) que se concretó en movilizaciones conjuntas a las puertas de la planta, mensajes y acciones de solidaridad.
Creemos necesario que además de estos importantes apoyos se avance en la construcción de una corriente antiburocrática dentro del sindicato de la carne, a partir de los luchadores y de los militantes de izquierda. La situación es similar en otras empresas que multiplicaron sus beneficios mediante la devaluación, el aumento de los precios internacionales de sus productos y la inflación mientras los salarios pierden gran parte de su poder adquisitivo. La misma Quickfoods posee otras plantas en Baradero y en las provincias de Santa Fe y San Luis.
Avanzando en la recuperación del sindicato para los trabajadores se lograrían fortalecer posiciones para la defensa del poder adquisitivo del salario y de los derechos adquiridos por los trabajadores que se verán afectados por la "nueva" ley laboral.