Elecciones en Polonia

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La victoria de la derecha en ningún caso significa un voto de confianza en el sistema capitalista. Es sólo otra expresión del callejón sin salida del capitalismo no sólo en Polonia, sino también en todo el mundo y el descontento general con el sistema político y económico, sobre todo con la virulenta política derechista llevada a cabo por el ala de derecha de la Alianza de Izquierda Democrática.

Giro a la derecha en las urnas, giro a la izquierda en las calles

Las elecciones parlamentarias en Polonia se celebraron el 25 de septiembre. Los ganadores incuestionables fueron los partidos de la derecha, Ley y Justicia y la Plataforma Cívica, que recibieron el 27 y el 24 por ciento de los votos respectivamente. Aunque es verdad que la victoria de la derecha significa un cierto giro conservador en la sociedad polaca, sin embargo, lo que se debe señalar es que las elecciones, en general, son más bien un reflejo de las etapas que ha pasado la sociedad, que una indicación del futuro que vendrá.

La victoria de la derecha en ningún caso significa un voto de confianza en el sistema capitalista. Es sólo otra expresión del callejón sin salida del capitalismo no sólo en Polonia, sino también en todo el mundo y el descontento general con el sistema político y económico, sobre todo con la virulenta política derechista llevada a cabo por el ala de derecha de la Alianza de Izquierda Democrática.

Baja participación en las elecciones

La característica más importante de estas elecciones fue la muy baja participación. Sólo el 40 por ciento del electorado fue a las urnas. Desde 1989 las elecciones polacas, por decirlo de manera eufemística, no se han caracterizado por una participación excepcionalmente alta, esta es la única ocasión en que se ha superado la barrera psicológica del 40 por ciento. Y esto a pesar de toda la propaganda realizada por el gobierno, el presidente, los medios de comunicación, la iglesia y prácticamente todo el establishment, todos explicaban que el deber más importante de un ciudadano es votar. Se puede ver claramente que la clase dominante defiende lo que ya es un cadáver, es decir, su propio sistema. Por las mismas razones que después de las elecciones todos los sociólogos y comentaristas de los medios de comunicación explican al unísono que la “sociedad polaca no tiene cultura política”, que la “sociedad es ignorante e irresponsable” y otras cosas por el estilo. Algunos de ellos incluso han llegado a decir que el “60 por ciento de nuestra sociedad prefirió tomar café, ir a sus dachas (casas de fin de semana) y preparar una barbacoa”, ¡cómo si el 60 por ciento de la sociedad tuviera dachas!

Con una tasa de desempleo superior al 20 por ciento y con 5 millones de seres humanos viviendo con menos de dos euros al día, la gente comprende muy bien que la elite dominante corrupta y rica no puede ofrecer ninguna salida. Un ejemplo de la podredumbre de la democracia burguesa formal es que el domingo por la tarde había más personas viendo al equipo polaco de voleibol ganar la final europea que los resultados de las elecciones.

Plataforma Cívica y Ley y Justicia

A pesar de este voto obvio de no confianza al sistema, los dos partidos de derecha que ganaron parecen pensar que disfrutarán de una estabilidad que les permitirá poner en práctica una política derechista de austeridad. Evidentemente, este no será el caso. La coalición liberal-conservadora pronto sufrirá crisis y divisiones. En realidad, incluso ahora podemos ver los primeros síntomas de esto, como es la controversia sobre el nuevo primer ministro, Kazimier Marcinkiewicz. Durante los últimos días la idea de una coalición de los dos partidos ha sido cuestionada por sus dirigentes, aunque es poco probable que Ley y Justicia decida formar gobierno por separado.

Las soluciones económicas propuestas por estos dos partidos se pueden reducir a una violenta política de derecha, incluidas algunas ideas locales, como un impuesto fijo del 15 por ciento y la fusión de los ministerios de educación, sanidad, trabajo y seguridad social en un superministerio para “ajustar el presupuesto de la administración pública”.

Si piensan que serán capaces de poner en práctica su agenda con facilidad y sin protestas es que son idiotas o están alejados de la realidad, ¡o las dos cosas! En realidad, lo que está por venir lo pudimos ver en Varsovia en el mes de junio pasado cuando uno de los dirigentes de Ley y Justicia, que es el alcalde de Varsovia (por no mencionar que es el hermano del líder del partido Jaroslaw Kazcynski y candidato presidencial en las elecciones del mes próximo) prohibió la manifestación del Orgullo Gay. Esto inmediatamente animó a la extendida oposición y, a pesar de ser ilegal, unas 7.000 personas aparecieron en la marcha coreando consignas a favor de las minorías sexuales pero también contra el alcalde de derecha y su política. Todo esto sólo dos meses después de la muerte del ultraconservador Papa polaco.

Inestabilidad creciente

Podemos ver cómo incluso un pequeño y aparentemente “insignificante” incidente puede impulsar el movimiento de masas contra la derecha. Esto tiene su origen en la inestabilidad general del capitalismo a escala mundial y en particular en Polonia. La situación del capitalismo polaco, a pesar del crecimiento del PIB, es muy volátil, con una tasa alta de desempleo y un valor artificialmente elevado del zloty (moneda polaca). Cualquier pequeña crisis en la UE o Rusia se dejará sentir diez veces más fuerte en Polonia.

Esta inestabilidad también se reflejó en la crisis general de todo el sistema político y en particular en los partidos de la clase dominante. Ni un solo partido ha conseguido una victoria mayoritaria en dos elecciones parlamentarias consecutivas de los últimos dieciséis años. Los partidos de la clase dominante cambian de color como un calidoscopio. De este modo no es difícil predecir que los dos principales partidos de la derecha al final acabarán dividiéndose al menos en otros cuatro grupos diferentes. Las escisiones regulares se han convertido en una tradición de la derecha polaca. En realidad sólo hay un partido relativamente estable, la Alianza de Izquierda Democrática (AID)