El paro del 9 demuestra la voluntad de lucha de los trabajadores y el papel reaccionario de la burocracia sindical

El gobierno de Milei sigue en su escalada de liquidar sin más cada una de las conquistas de los trabajadores y trabajadoras que arrancamos durante años con organización, lucha y movilización.

Los ataques de los capitalistas a través de Milei, son respondidos con movilizaciones de masas cada vez que los trabajadores, a pesar de sus direcciones, encuentran un canal para expresarse, como hemos visto el 24 de enero, el 8 y el 24 marzo, el 23 de abril.. Por esto mismo los jefes sindicales se aseguraron que este paro no esté acompañado de movilizaciones, actos o piquetes ni precedidos de asambleas democráticas en las fábricas y los lugares de trabajo, quitándole fuerza política a la medida. Limitándose a dar una conferencia de prensa por parte de Héctor Daer, Carlos Acuña y Pablo Moyano.

Los sectores del sindicalismo combativo y del movimiento piquetero, las asambleas barriales y partidos de izquierda, del que hemos participado en las reuniones del Jagüel y el local del Sindicato del Neumático, convocó a una conferencia de prensa en el Congreso donde solo tuvieron acceso al micrófono los compañeros sindicales y sociales del FIT-U, usando el peso del aparato. Pero en toda construcción de una organización que pretenda organizar a la clase obrera en torno a un programa revolucionario, lo determinante no es el aparato sino las ideas. La democracia obrera debe ser el método de organización de este espacio de unidad o se transformara en un espacio esteril para la clase trabajadora si lo que se pretende es imponer posiciones de manera sectaria.

La paralización del país dejó a la vista el poder colosal que tiene la clase obrera dejando en evidencia que somos nosotros, hombres y mujeres de nuestra clase, los que hacemos el mundo con nuestras manos y quienes producimos la riqueza día a día. Este poder de la clase trabajadora se expresó por el propio gobierno y la prensa burguesa, quienes difunden una cifra de 500 millones de dólares perdidos en el país por el cese de trabajo de los trabajadores organizados.

La huelga también dejó en claro que la clase trabajadora, por su papel en la producción, es la única que puede liderar la lucha para poner fin a este sistema de explotación, opresión y saqueo que defiende Milei junto al conjunto de los partidos del régimen.

La clase obrera ha demostrado una y otra vez que quiere luchar y tiene el poder para expulsar inmediatamente del poder al gobierno reaccionario. Pero este poder debe ser organizado, movilizado y dotado de un liderazgo a la altura de las circunstancias. Esta es la tarea del momento.

El paro del 9 de mayo fue contundente y en parte arrancado por las bases de los sindicatos a la conducción cegetista. La presión por abajo, incluso de sus propios delegados impuso una medida que sacudió todas las grandes ciudades del país. La masividad se sintió en todas las provincias, con un acatamiento en las mayorías de las industrias, llegando a niveles que superaron el 90% en el sector privado, y en un 100% en el sector público. En el transporte, tanto aéreo como terrestre y marítimo, también se registró una alta adhesión. 

De todas formas, como en el anterior paro, no hay continuidad en un plan de lucha desde la dirección cegetista, que convocó, en parte, para utilizar esta enorme expresión de lucha como una medida de presión contra el Gobierno para negociar sus intereses particulares y millonarios.

La dirigencia de la CGT se ubica como un lobby, defendiendo al empresariado nacional que se verìa perjudicado por las empresas internacionales, expresando y representando los intereses de gran parte del empresariado en dos sentidos.

Por un lado, reclaman en contra del Régimen de Incentivo para las Grandes Inversiones (RIGI) que no es más que una serie de medidas que favorecen a los capitales internacionales que estarían en potestad de ingresar al menos 200 millones de dólares -libres de todo impuesto-, para hacerse de los recursos naturales, como es el gas, petróleo, litio, cobre y agua, para posteriormente por remisión de utilidades, fugar los capitales o ganancias en dólares para girarlas a sus casas matrices. Esta profundización de la primarización del capitalismo argentino choca con un sector del empresariado nacional.

En realidad, el RIGI es una injerencia del imperialismo, monitoreada por el embajador de EE.UU. en Argentina Marc Stanley, representando a la cámara de empresas estadounidenses (AmCham) Argentina. Dándole luz verde al manejo de la hidrovía Paraná-Paraguay, por parte del destacamento de Ingenieros del ejército de EEUU. El Paraná es la principal “vía” de exportación e importación de América del Sur.

Por el otro, representan además un lobby empresarial, -que acá no hay queja alguna- para imponer a la baja o la contrarreforma laboral en el entendimiento que las condiciones políticas y económicas no están dadas para seguir sosteniendo conquistas obtenidas en el pasado. Como eufemismo, utilizan la necesidad de modernizar el trabajo a las nuevas tecnologías y la nueva organización laboral. Lógicamente esto tiene a las Obras Sociales y las cuotas sindicales como moneda de cambio, y así, la cúpula de la CGT preserva sus formidables ingresos.

La burocracia empresarial de la CGT denuncia algunos de los aspectos anti obreros de la Ley Bases -actualmente en el Senado- para que el Gobierno “tome nota” del creciente descontento social. Su “táctica” o es mejor decir estrategia, es el diálogo con los senadores para que entren en razón. Una línea conciliadora para la derrota.

Por su parte la dirigencia de las CTAs se encuentra atada a la lógica de una política que expresa la total pérdida de independencia política y su ligazón con el Estado y sus instituciones.

Por su lado los políticos “dialoguistas” están en la política de otorgarle las herramientas para que Milei pueda gobernar, y los “opositores” con una verborragia que va del colonialismo hasta la creciente pobreza, no articulan política para resistir los embates del capitalismo más depredador, literalmente representan a la oposición que se encuentra descabezada, que no ofrece alternativa alguna.

Por su lado Milei y su gabinete intenta avanzar con la Ley Base y negocian el DNU, jactándose del superávit ficticio a costa de la hambruna y deterioro de las condiciones de vida de los laburantes.

De todas formas, hoy los economistas del establishment están pronosticando una depresión severa en el país, la contracción de la economía en Argentina cayó por debajo de Haití. La CEPAL dependiente de Naciones Unidas pronostican un no crecimiento para el país de 3,1 puntos porcentuales en rojo.

Mientras que esta realidad golpea las mesas de las familias obreras, las Centrales Obreras siguen en un llamado al diálogo y a negociar, mostrando la impotencia de sus políticas.

La advertencia de más despidos, de sumarse en estos meses, unos 50 mil más, a los 110 mil que se dieron en estos 150 días de gobierno, pone más en rojo la situación de los de abajo. Con una pobreza alrededor del 57,8% y una precarización del 45,3% y la desocupación en crecimiento se va agudizar la lucha de clases y debemos estar preparados.

Gradualmente los indicadores muestran el desprestigio de la imagen de Milei y su gestión. Pero evidentemente aún le queda resto. Entonces no se trata solamente de movilizar y luchar, que son herramientas invalorables, pero la experiencia demuestra que no alcanza. Debemos avanzar en claridad política y programática.

Hay una clara política marchista de las Centrales Obreras y una “pose de lucha”.  Tampoco alcanza con decirles a la CGT y CTA que deben convocar a un paro de 36 horas hasta derrotar el plan de MIlei, como pretenden los partidos del FIT-U. No, el movimiento revolucionario debe orientarse a la independencia política como mostraron un sin fin de luchas en diferentes provincias. Las asambleas de autoconvocados son instancias importantes, siendo embriones de poder, pero una gran masa obrera se encuentra aún en los sindicatos. Y esta lucha sindical -entre otras- debe girar en torno a superar y crear instancias hacia el objetivo de sacarnos de encima la lacra de los burócratas que se encuentran hace 40 años atornillados en nuestras organizaciones. Sosteniendo la política de conciliación de clases con los grandes patronos.

Entonces y fundamentalmente podemos llamar a la Huelga General, pero si la misma no tiene una vinculación con una instancia de Poder Obrero, es decir, de ir generando encuentros zonales, provinciales, por fábrica, escuelas, barriadas, lugares de trabajo, hacia una perspectiva nacional de construcción de un polo revolucionario que ponga las reivindicaciones mínimas vinculadas estrechamente con el programa de Poder, seguiremos transitando en los bordes del movimiento.

No hay lucha reivindicativa satisfactoria de salarios, ocupación, salud, educación, soberanía y demás demandas sin que esté ligada a la lucha contra el gobierno de Milei y el sistema capitalista.

Tenemos la obligación y la responsabilidad de crear estos espacios de deliberación y acción para que definitivamente gobernemos los trabajadores.

Manos en la obra.

¡Aumento de emergencia de salarios, jubilaciones y prestaciones sociales!

¡Abajo Milei,  su gobierno y los capitalistas!

¡Ruptura con el FMI!

¡Desconocimiento de la fraudulenta deuda externa!

¡Fuera el ejército de los EEUU del país!

¡Plena Ocupación!

¡Escala móvil de precios y salarios!

¡Abajo la reforma laboral!

¡Por salud, educación y viviendas acorde a las necesidades de las grandes mayorías!

¡Por un gobierno de las y los trabajadores!

¡Por una Internacional Comunista Revolucionaria!