El nuevo Congreso y nuestras tareas políticas

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El nuevo Congreso y nuestras tareas políticas

reforma_politica.gifEditorial El Militante Nº 52

La renovación del Congreso el 10 de diciembre anuncia una mayor inestabilidad política del país, en la medida que el oficialismo, sin mayoría automática, verá disminuidos sus efectivos mientras que la oposición los verá aumentados en la misma proporción. No obstante, la aparición de la bancada de Proyecto Sur, pequeña pero significativa, plantea un escenario esperanzador para que la voz de millones de trabajadores y excluidos se haga oír en la Cámara de Diputados.

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La renovación del Congreso el 10 de diciembre anuncia una mayor inestabilidad política del país, en la medida que el oficialismo, sin mayoría automática, verá disminuidos sus efectivos mientras que la oposición los verá aumentados en la misma proporción.

El papel de Proyecto Sur

No obstante, la aparición de la bancada de Proyecto Sur, pequeña pero significativa, junto a algunos diputados afines, plantea un escenario esperanzador para que la voz de millones de trabajadores y excluidos se haga oír en la Cámara de Diputados como un gran parlante que desnude la falsedad de esta democracia de ricos y poderosos.

Pero si los diputados de Proyecto Sur quieren tener éxito en desmontar el fraude político del oficialismo deben aparecer como los más comprometidos denunciantes de la oposición burguesa (PRO, PJ disidente, UCR y Coalición Cívica) y de su demagogia, cuya alternativa es, incluso, más peligrosa y enemiga de los intereses populares que el kirchnerismo gobernante.

El kirchnerismo, que lee muy bien el ambiente social de nuestro país, trata de remontar en el apoyo social apelando a los aspectos más "izquierdistas" de su política, con medidas como la Ley de Medios, el subsidio universal por hijo, y otras; que, en algunos casos, pudieron ser aprobadas y enmendadas en un sentido más progresista gracias al apoyo de Proyecto Sur y sus aliados en el Congreso.

Claro que, para compensar, el gobierno también cumplió con los ricachones que viven a costa del pueblo trabajador. Está a punto de arreglar con los acreedores de la deuda externa que quedaron fuera del acuerdo del 2005 y exigen pagos por 20.000 millones de dólares y con el Club imperialista de París, al que se le deben más de 6.500 millones de dólares. Aplicó una política proteccionista agresiva a favor de los empresarios nacionales con el aumento de los aranceles a importaciones de Brasil, China y otros países; y hostiga al sindicalismo combativo para complacer a los patrones y la burocracia sindical.

El pacto entre la derecha peronista y la UCR

Pero, como hemos explicado suficientemente, la burguesía y el imperialismo quieren un gobierno completamente adicto que deje de equilibrarse entre sus intereses y los de la clase obrera y demás sectores populares.

De ahí que hayan encargado a su "plomero" Duhalde que ajuste los caños del "stablishment" para disputar  el gobierno al kirchnerismo en el 2011.

Hay un acuerdo bastante avanzado entre la derecha peronista (PJ disidente) y la UCR para conformar un gobierno de "unidad nacional" después de las elecciones del 2011,  que podría incluir a la Coalición Cívica de Carrió, en el caso de que les cierren los números.

Esto no es descabellado. En las elecciones legislativas de junio, la UCR unió fuerzas con la Coalición Cívica de Carrió; y el PJ "disidente" acordó con el PRO de Macri en amplias zonas del país. Y el Vicepresidente Cobos fue readmitido en la UCR.

Todos estos grupos políticos y sus dirigentes han hecho causa común en el Congreso y en la calle para defender los intereses de los grandes empresarios y terratenientes, y se opusieron ferozmente a las iniciativas más progresistas, aun con sus limitaciones, impulsadas desde el gobierno de Cristina.

Realmente, no hay apenas diferencias entre ellos. Son todos agentes directos del gran capital nacional y del imperialismo. Sólo los separan ambiciones políticas personales y rivalidades de aparato que tienen como único fin repartirse el mercado político, explotando los prejuicios de la pequeña burguesía y de los sectores populares políticamente más atrasados.

Un movimiento político de masas

Esta nueva etapa política abre la oportunidad extraordinaria de ver emerger un movimiento político de masas de los trabajadores y explotados. Proyecto Sur tiene su responsabilidad en esto. Pero en igual, o mayor medida, lo tiene la Constituyente Social, impulsada por la CTA, que reunió hace unas semanas a 4.000 activistas en Neuquén que reafirmaron su compromiso con impulsar un movimiento político propio.

Ambos movimientos políticos deben converger, más aún tras la retirada de la Constituyente Social de los sectores de la CTA más vinculados al kirchnerismo (Yasky y dirigentes de Ctera).

Un movimiento político de masas que esté en la calle y defienda un programa socialista de transformación social es la tarea más apremiante del momento. A su impulso y desarrollo deberían dirigirse las energías del activismo obrero y popular del país.