El legado del Che y la revolución latinoamericana. En el 80º aniversario de su nacimiento

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Para conmemorar el 80º aniversario del nacimiento de Ernesto "Che" Guevara, publicamos un resumen adaptado del texto escrito por William Sanabria con motivo del 40º aniversario de su muerte, que pueden leer completo en: El legado del Che y la revolución latinoamericana
 
Para conmemorar el 80º aniversario del nacimiento de Ernesto "Che" Guevara, publicamos un resumen adaptado del texto escrito por William Sanabria con motivo del 40º aniversario de su muerte, que pueden leer completo en: El legado del Che y la revolución latinoamericana

Para los jóvenes y trabajadores revolucionarios recordar hoy al Che, además de un homenaje justo y necesario, es una oportunidad de conocer mejor y debatir sus ideas. Intentaremos acercarnos a la inmensa figura humana y política del Che como creemos que debe hacerlo siempre un revolucionario, y a cómo él siempre intentó abordar todos los procesos, analizando al hombre y al contexto económico y político que lo rodeaba, y tomándolo no como se toma un mito religioso sino como lo que es: un líder revolucionario cuyo ejemplo sigue profundamente vivo, intentando así pues repetir sus aciertos y aprender de sus errores.

El Che, hombre y revolucionario

El Che nació en 1928 en la ciudad argentina de Rosario. Desde muy joven el Che demostró no sólo sus cualidades intelectuales sino ese infatigable espíritu de lucha e instinto de superación que destacan con admiración todos los que lo conocieron.

El Che no empezó a militar políticamente tan joven como otros revolucionarios. En realidad, era un joven lleno de vida y sensibilidad que en sus primeros años, más que mostrarse inclinado a la teoría y la práctica política, se caracterizaba por un profundo sentimiento de solidaridad y fraternidad hacia los demás seres humanos.

A medida que iba madurando como persona y como revolucionario, el Che fue mostrando un creciente interés por la teoría marxista.

Una de las cualidades que más llama la atención del Che, es su constante capacidad para hacerse nuevas preguntas e intentar ver el mundo con ojos nuevos: aprender de los errores, descubrir nuevas ideas, buscar nuevos caminos en su constante lucha por la liberación del ser humano.

Esto es lo que explica en última instancia su inconformismo político, su capacidad para criticar el burocratismo y el conservadurismo que amenazan a cualquier proceso revolucionario, sus discursos críticos contra la burocracia de la URSS y contra muchos dirigentes comunistas por su falta de compromiso en la extensión de la revolución a todo el mundo y, en definitiva, su búsqueda incansable de un camino para llevar a cabo esa extensión internacional de la revolución.

La lucha de clases en América Latina

Durante los años 50 y 60 serán muchos los jóvenes estudiantes e intelectuales latinoamericanos que, como el Che, quedarán impresionados con la miseria y opresión que sufren los pueblos del continente. Estos jóvenes se radicalizarán al tomar plena conciencia del enorme atraso y dependencia del imperialismo en el que, tras más de un siglo de independencia política formal, siguen viviendo sus países.

Influidos por las luchas obreras y campesinas en ascenso, muchos de ellos buscarán una salida revolucionaria a esta situación en las ideas del marxismo.

A lo largo de sus viajes por toda América Latina el Che pudo comprobar por sí mismo cómo la enorme capacidad creativa de las masas y sus deseos de alcanzar una vida digna chocaban una y otra vez con la opresión del imperialismo.

El imperialismo, primero con la ocupación militar directa y luego mediante la hegemonía económica de los grandes bancos y multinacionales moldearon en estos países una economía dependiente, especializada sobre todo en la exportación de materias primas y mercancías poco elaboradas y de bajo precio, destinadas a las industrias europeas y luego también norteamericanas, a cambio de productos elaborados.

Este intercambio desigual ha desangrado durante décadas a las economías de los países coloniales y semicoloniales y, unida a otros mecanismos como los préstamos que han hecho crecer exponencialmente la deuda de estas economías con los capitalistas de los países avanzados, representan un lastre que impide el pleno desarrollo y disfrute de todo su potencial económico y social y mantiene todavía hoy a la gran mayoría de los pueblos de América Latina, África y Asia sojuzgados y dominados por un puñado de multinacionales.

El Che en la revolución guatemalteca

El Che vive en carne propia la experiencia del acoso y derrocamiento del régimen revolucionario de Jacobo Arbenz en Guatemala por parte del imperialismo. Esta experiencia es decisiva en su maduración política.

Arbenz había planteado la posibilidad de una revolución antiimperialista y democrática pacífica. En su evolución bajo la presión de la lucha de clases, Arbenz llegó a proponer al Partido Comunista entrar en el gobierno. Pero los dirigentes del PC rechazaron esta idea y en lugar de proponer a Arbenz y sus seguidores expropiar a los capitalistas para romper así su control de la economía y desmantelar el estado burgués y sustituirlo por un estado obrero basado en soviets insistieron en que la revolución debía respetar la propiedad privada de los medios de producción y mantenerse dentro de la economía de mercado.

El resultado fue que la burguesía pudo utilizar todo su poder para ir minando la base social de la revolución y, finalmente intervenir militarmente. Arbenz salió del país y el PC -atado a la teoría estalinista de que el papel dirigente de la revolución le correspondía a la burguesía progresista- desaprovechó una vez más su oportunidad de hacer un llamado a la resistencia de las masas y ponerse al frente de la lucha con un programa socialista.

El Che es todavía un revolucionario inexperto y en formación pero con su instinto de revolucionario comprende, como lo hacían miles de jóvenes y trabajadores en todo el mundo, que sí había condiciones para luchar y que no eran esas políticas vacilantes las que se necesitaban.

El estalinismo y la revolución latinoamericana

Los partidos comunistas latinoamericanos, avalados por su vinculación a la revolución rusa (que había establecido el primer estado obrero de la historia, estaba experimentando los enormes avances económicos de que permite la economía estatizada y planificada y, en la Segunda Guerra Mundial, había sido la tumba del fascismo) estaban obteniendo un apoyo creciente.

Pero la estalinización de las dirigencias de los Partidos Comunistas significó que muchos cuadros y militantes que no compartían las ideas estalinistas fueran eliminados. En todos los casos el debate democrático de ideas que había caracterizado el centralismo democrático leninista fue sustituido por la imposición de la línea estalinista de arriba abajo.

La estrategia impuesta por Moscú arrastrará a muchos dirigentes de los Partidos Comunistas latinoamericanos a apoyar una y otra vez la idea de que las revoluciones antiimperialistas debían permanecer dentro del capitalismo e incluso en algunos casos a apoyar a representantes de la clase dominante claramente reaccionarios con la argumentación de que representaban al sector progresista de la burguesía.

Lamentablemente, durante todo este período histórico, las ideas que podían haber representado una alternativa a esta línea errada no pudieron ser conocidas por los militantes del movimiento revolucionario, y en particular por los luchadores comunistas. Estas ideas estaban aisladas y eran sistemáticamente deformadas y atacadas.

Durante décadas centenares de miles de revolucionarios recibirán una visión distorsionada y caricaturizada del marxismo.

Cuba revolucionaria

La guerrilla que tras dos años de heroica lucha contra el ejército de Batista goza de una autoridad y apoyo enormes, toma el poder.

Las ideas iniciales del Movimiento 26 de Julio fundado, entre otros, por Fidel y el Che no eran un programa socialista acabado. De hecho, el objetivo inicial proclamado por el Movimiento es derrocar al dictador y volver a la Constitución cubana de 1940. Esto significaba una democracia burguesa con reformas democráticas y mejoras sociales amplias.

Sus ideas revolucionarias se irán modificando y radicalizando sobre la marcha, bajo la presión de los acontecimientos.

Fidel y Che, adoptan medidas de tipo socialista como la nacionalización de los sectores básicos de la economía. Empiezan por las azucareras, seguirán las empresas relacionadas con el petróleo y finalmente todas las industrias básicas.

Esas medidas no eran parte de un plan preconcebido sino que venían dictadas por la necesidad de hacer frente al colapso económico del débil capitalismo cubano.
Esto era una confirmación brillante de la teoría de la revolución permanente de León Trotsky, según la cual el desarrollo específico del capitalismo en los países atrasados hacía que la revolución democrática y la socialista se fusionaran.

El Che y la extensión de la revolución

Los primeros años de la revolución cubana estarán marcados por tensiones muy importantes entre un sector de los dirigentes cubanos encabezados por el Che, que defienden la extensión de la revolución al resto de Latinoamérica, y la cada vez mas degenerada burocracia rusa que ve con temor esta posibilidad ya que serviría de ejemplo a todo el mundo y podría dar lugar al surgimiento de un Estado obrero sano, algo que podría impulsar la lucha de los trabajadores rusos por recuperar el control del estado y amenazaría sus privilegios.

El Che, a cargo del Ministerio de Industria, denuncia en el Segundo Seminario Económico Afroasiático (Argel, 1965) la falta de solidaridad de la URSS y sus satélites europeos con los países subdesarrollados e incluso habla de complicidad con el imperialismo.

En la Segunda Declaración de La Habana, y en documentos y discursos del Che, se critica el freno a la extensión de la revolución.

En Bolivia

Sus contactos con la miseria y explotación de las masas en África, Asia y América lo reafirman en estos planteamientos, esto aumenta los choques con la URSS
El Che volverá a tomar las armas e intentará extender la revolución reeditando el foco guerrillero en el Congo y Bolivia.

El principal problema con el que se encontrará para el éxito de este objetivo correcto es que no se basará en el poderoso proletariado latinoamericano que ya había protagonizado numerosas experiencias revolucionarias, luchando dentro del movimiento obrero para arrancar a éste de la influencia de las paralizadoras políticas reformistas.

Piensa el Che que la voluntad y lucha heroica de la vanguardia revolucionaria basada en el campo será suficiente

El Che llega a comprender las dificultades que encuentra la táctica guerrillera en los países más industrializados y en la ciudad y el riesgo de que la guerrilla pueda aislarse del movimiento obrero de las ciudades. En ese aspecto el Che acepta que existen otras posibles vías revolucionarias que no sean la del foco guerrillero. De hecho insiste correctamente a sus seguidores en distintos países en la necesidad de que los revolucionarios adapten sus formas de lucha a la situación concreta de la lucha de clases, es necesario tomar el poder y desde este resolver de forma definitiva los problemas de las masas mediante la expropiación de los capitalistas. Esta idea contiene importantes lecciones para procesos revolucionarios que se dieron posteriormente como el chileno en los años 70 o para la propia revolución que vivimos hoy en Venezuela.

Clase obrera y lucha de guerrillas

El debate sobre qué métodos emplear y qué estrategia seguir para llegar al poder es uno de los más difíciles y que ha ocasionado más polémicas entre todos los grandes revolucionarios.

Marx y Engels, frente a los anarquistas, habían insistido una y otra vez en que, por su papel en la producción capitalista, la clase obrera es la única que puede desarrollar métodos de lucha colectivos y una conciencia socialista.

Los soviets, surgen del carácter colectivo de la lucha obrera contra la reacción burguesa, como comités de huelga amplios nacidos del propio proletariado que coordinan y extienden la lucha revolucionaria y garantizan que toda la clase participa conscientemente en ella, y acaban extendiéndose al campo, a los cuarteles… Tras la toma del poder se convierten en el nuevo Estado obrero.

Sin duda, para la victoria de la revolución, es vital ganar el apoyo del campesinado, fomentar la insurrección campesina y la lucha de guerrillas. Pero en palabras de Lenin “el partido del proletariado no puede nunca considerar la guerra de guerrillas como el único o incluso el principal método de lucha. Este método debe subordinarse a otros”.

Una de las consecuencias de la lucha de guerrillas, concebida como método fundamental para tomar el poder y no subordinada a la lucha masiva del movimiento obrero tal como lo concebían Marx, Lenin y Trotsky, es que, por muy heroicas que sean sus acciones militares, significa la renuncia a la lucha dentro del movimiento obrero por arrancar a éste de la influencia de sus dirigentes reformistas que lo siguen llevando a nuevas derrotas.

El foco guerrillero derrotado

En realidad los casos en los que la lucha guerrillera, planteada como método principal de lucha y sin que la dirección de esta recaiga en el movimiento obrero, consigue la victoria (Cuba, Vietnam, Nicaragua) son más la excepción que la norma.

El intento boliviano del Che no será apoyado, en la práctica, por la URSS e incluso encontrará su oposición y la de los dirigentes estalinistas del PC boliviano. Su vicese-cretario general, Monge, que sabotea criminalmente todas las iniciativas revolucionarias del Che.

El plan de extender el foco guerrillero desde las montañas basándose en el campesinado boliviano impedirá al Che ganar apoyo para sus ideas entre el importante movimiento obrero que, reducido al papel de espectador, sigue bajo la dirección de los dirigentes estalinistas y reformistas sin que nadie le ofrezca una alternativa revolucionaria. La guerrilla queda prácticamente abandonada a su suerte y sufre un infierno. Sólo el heroísmo de sus miembros permite resistir por un tiempo, pero finalmente son aplastados.

En realidad, empujado por sus intenciones de extender la revolución y por su coraje de revolucionario el Che y sus seguidores caían en el error voluntarista de intentar hacer con su sacrificio y el de sus camaradas revolucionarios lo que sólo el proletariado como clase podía realizar.

La revolución cubana y latinoamericana hoy

La lucha porque esta transición al socialismo culmine con éxito no ha acabado. La resistencia del pueblo cubano durante todas estas décadas al bloqueo imperialista es un ejemplo de heroísmo y abnegación que sigue ganando la simpatía de millones de jóvenes y trabajadores en todo el mundo.

Pero la lucha está en pleno desarrollo y el imperialismo y la burguesía están empleándose a fondo en estos momentos para intentar minar la base social de la revolución mediante el sabotaje económico y la introducción de cada vez más elementos de mercado en la economía cubana
Hay una campaña consciente por parte del imperialismo, la burguesía y también por sectores precapitalistas que existen dentro de la isla por presentar al capitalismo como el mejor sistema posible y defender la introducción de más medidas de mercado.

Si los revolucionarios no reconociésemos este peligro estaríamos haciendo un flaco favor a la revolución
La contrarrevolución capitalista en la URSS, Europa del Este y China son un ejemplo de la catástrofe que sería una victoria del imperialismo y el capitalismo en Cuba.
Hoy, es más necesario que nunca seguir luchando por la defensa de la Cuba revolucionaria, contra cualquier intento de restaurar el capitalismo y por la continuidad y profundización de la revolución en dirección al socialismo.

Esta continuidad pasa inevitablemente por la extensión de la revolución a toda América Latina y la recuperación de la movilización, conciencia y participación de las masas.

¡Por una Federación socialista de Cuba y Venezuela como primer paso hacia una Latinoamérica socialista!

El destino de la revolución cubana no se decide nacionalmente sino a escala internacional.

Si el Che viviese hoy estamos seguros que estaría animando el avance de la revolución venezolana hacia el socialismo con todas sus fuerzas y la conformación de una Federación Socialista de Cuba y Venezuela como primer paso hacia una Federación Socialista de los Pueblos Latinoamericanos.

Si la revolución bolivariana expropia los bancos, las grandes empresas y los latifundios y los pone bajo control obrero como primer paso hacia la supresión de la propiedad privada de los medios de producción y la instauración de una economía estatizada y planificada esto permitiría resolver los problemas sociales que todavía subsisten en Venezuela y se convertiría en un ejemplo que contagiaría a toda América Latina. Esta medida debe ir unida a la sustitución del aparato estatal previamente existente por un estado obrero basado en comités elegibles y revocables en todo momento desde abajo por asambleas revolucionarias de trabajadores, campesinos y los demás explotados.

Si estas medidas se llevasen a cabo en Venezuela y se plantease una Federación socialista de Cuba y Venezuela contagiarían a todo el movimiento obrero y popular del continente y animarían a otros procesos revolucionarios a seguir el mismo camino.

Hoy, el legado revolucionario del Che Guevara está mas vivo que nunca. La revolución cubana, latinoamericana y mundial siguen avanzando pero su victoria todavía está pendiente. La mejor manera de contribuir a esa victoria es aprender, del ejemplo de lucha, heroísmo y honestidad revolucionaria de este gran revolucionario y también de sus errores. Las huelgas y luchas masivas en toda Latinoamérica, así como en el resto del mundo, muestran la necesidad de dotar a los sindicatos y partidos obreros de masas de un programa y estrategia marxistas que frente a la aceptación resignada del capitalismo, levanten la bandera de la revolución mundial y dirijan a los jóvenes, trabajadores y campesinos hacia la sociedad sin clases por la que el Che y millones de hombres y mujeres han dado su vida a lo largo de los últimos siglos.

LEER TAMBIÉN:

* Cuarenta años de la muerte del Che Guevara  (Alan Woods, Octubre 2007)