Necesitamos un Partido Comunista Revolucionario
La crisis política desatada por el millonario robo cometido por Milei y su entorno con la criptomoneda Libra ha corrido el velo para amplios sectores de la clase trabajadora, dejando ver con claridad lo que realmente implica el capitalismo: una estafa de la que se benefician unos pocos.
Aunque impactó materialmente a una cantidad minúscula de argentinos, y aún menos a las y los trabajadores, el escándalo afectó sensiblemente la imagen de Milei en las últimas semanas, al quedar expuesto como un “criptochorro”. Rápidamente, Trump, Elon Musk y Kristalina Georgieva, del FMI, salieron a respaldarlo con fotos y elogios. El imperialismo norteamericano sostiene políticamente a Milei e intenta blindarlo de ese desgaste.
Pero, el desgaste es corrosivo como el ácido, y no hay foto ni elogio que pueda detenerlo. Aunque el gobierno logre rápidamente cambiar la agenda política y mediática, el malestar causado por “el robo cripto más grande de la historia” se seguirá expresando de otras maneras, ya que este robo es apenas un jalón dentro de procesos más profundos que están teniendo lugar en la conciencia de la clase trabajadora y la juventud. Estos cambios en la conciencia son productos de la política de guerra que el gobierno y la clase dominante, siguiendo el programa del FMI, están llevando adelante contra los trabajadores, en el marco de la crisis capitalista mundial que se expresa con enormes turbulencias y cambios tectónicos en las relaciones mundiales.
La timba financiera está siendo sostenida por Milei y Caputo a través de una estafa mucho mayor que la de las criptomonedas: el saqueo y remate de los fondos del Banco Central, la rifa del Banco Nación y, peor aún, el desfalco a los jubilados a través de la caja de la ANSES. El plan de los representantes del capital financiero se basa en conseguir fondos frescos para mantener la bicicleta, generando ganancias para los especuladores. Pero esto, en la realidad concreta y material de los de abajo, se traduce en recortes, despidos, suspensiones, precarización laboral, pérdida de derechos, aumento de los ritmos de explotación, desocupación y mala vida. Y es este el factor decisivo que corroe al gobierno y determina la situación social.
Durante todo el 2024 vimos expresiones masivas contra el gobierno, y en lo que va de este año, con la movilización del primero de febrero, la lucha ha continuado en las calles. Marzo será un mes en el que nuevamente nos encontraremos movilizados. La movilización es una herramienta formidable para la clase trabajadora. El 8M y el 24M volveremos a estar en las calles luchando contra los ataques y la opresión hacia las mujeres trabajadoras, y contra el negacionismo de la última dictadura militar, encarnados hoy en el gobierno de Milei, el FMI y los capitalistas.
Pero más allá de su enorme potencial la movilización por sí misma no es suficiente para derrotar el ajuste. Es necesario contar con un programa para la victoria. Por eso debemos tener claro que no es con medidas tibias, parlamentarias, o con marchas y más marchas, que vamos a poner fin a este gobierno y sus secuaces: los empresarios, banqueros y terratenientes.
La conciliación de clases entre los líderes sindicales y los empresarios, junto con su integración al aparato estatal, ha empujado al movimiento obrero a un callejón sin salida. Lo ha dejado indefenso frente a la avalancha de despidos, recortes y suspensiones que golpea a la industria. La situación no mejora para los trabajadores estatales, donde la dirigencia burocrática de los sindicatos sigue atrapada en las disputas internas del Partido Justicialista y en el armado político del gobernador bonaerense Kicillof. Estos dirigentes, producto del fracaso del reformismo sin reformas, son incapaces de ver que el capitalismo está podrido y debe ser derribado.
Estamos ante un gobierno inestable y relativamente frágil, que extrae su fuerza del respaldo que le otorgan los sectores políticos y sindicales que se niegan a enfrentarlo de manera consecuente.
Lo que se necesita en este momento es una verdadera oposición revolucionaria que pueda impulsar la lucha de clases en los lugares de trabajo y en las calles para luchar, armados con las ideas del marxismo, y derrotar al gobierno de Milei, el FMI y los capitalistas.
A lo largo de estos 42 años de democracia bajo el dominio del capital, se hace cada vez más evidente que esta solo beneficia a los poderosos, mientras se sostiene sobre el trabajo precario, la explotación y el sacrificio diario de millones de trabajadores y trabajadoras que luchan por llevar algo de comida a sus casas. Los gobiernos se turnan en el poder, pero la crisis siempre la pagamos los de abajo. Por eso, el sentimiento de bronca acumulada y hartazgo por las promesas incumplidas que golpea a los partidos mayoritarios comienza a alcanzar a Milei y su gobierno. La polarización entre el programa del capital financiero y las necesidades de los trabajadores se va agudizando producto de la fenomenal crisis económica que recae sobre las mesas obreras.
Pero no será, solo, a través de la lucha que la clase obrera encontrará el camino hacia una huelga política. Es fundamental proporcionar las herramientas necesarias a los sectores más avanzados del movimiento obrero y los trabajadores. La clase obrera no puede derrotar a la burguesía mediante la huelga general sin perspectiva de llevar la lucha más allá; para ello, debe luchar abiertamente por la conquista del poder. Esta es la línea para la victoria.
Tenemos que sentar las bases entre la juventud y los trabajadores para construir una dirección revolucionaria en el movimiento obrero. En otras palabras construir un Partido Comunista Revolucionario, ya que la posibilidad de una revolución triunfante no va a venir de ningún bloque parlamentario y mucho menos de una Asamblea Nacional Constituyente como plantean los dirigentes de la izquierda.
Las movilizaciones de marzo van a constituir un punto de apoyo para golpear al gobierno. Pero es necesario avanzar en claridad política y programática. No basta con luchar contra Milei y agitar por su derrota, debemos explicar que es necesario atacar a la totalidad de las instituciones burguesas del Estado y los intereses de las grandes empresas y al imperialismo que lo sostienen.
El arraigado estado de ánimo anti-establishment que aprovechó Milei para poner a la ultraderecha en el poder encontrará sus límites y esto provocará la búsqueda de amplias capas de la clase trabajadora y de la juventud de una fuerza realmente anti-sistema, una fuerza revolucionaria. Esto prepara las condiciones para avanzar en la construcción de un Partido Comunista Revolucionario, que combine la teoría y la acción necesaria para poner fin al podrido sistema capitalista en el que se apoya el gobierno de Milei y el FMI.
Si sos Comunista organizate con la Internacional Comunista Revolucionaria en Argentina y luchemos para llevar adelante las tareas del momento.