Crece la lucha de los estatales bonaerenses

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Después de dos años de soportar ataques a sus condiciones de trabajo y a su salario, los trabajadores estatales de la provincia de Buenos Aires comenzaron a pasar a la ofensiva. Debían superar las divisiones sindicales (en algunos ministerios existen hasta cuatro y cinco sindicatos) y el freno de los dirigentes que no se deciden a impulsar las luchas. Después de dos años de soportar ataques a sus condiciones de trabajo y a su salario, los trabajadores estatales de la provincia de Buenos Aires comenzaron a pasar a la ofensiva. Debían superar las divisiones sindicales (en algunos ministerios existen hasta cuatro y cinco sindicatos) y el freno de los dirigentes que no se deciden a impulsar las luchas.
Al pago en bonos provinciales y a la terrible devaluación se les sumó un fuerte recorte en sus ingresos nominales producto de un ajuste en el estado provincial que los tuvo como víctimas principales. Dejaron de percibir viáticos, horas extras y demás adicionales que significaban gran parte de sus salarios, mientras los productos de la canasta familiar duplicaban su valor.
Lentamente, encabezados por los trabajadores no docentes de las escuelas, los pasantes de la obra social IOMA, el Instituto de Previsión Social y algunos otros ministerios como Salud (con su pedido de un mínimo de $ 1000.- mensuales), comenzaron sus reclamos.
Solicitan un mínimo igual a la canasta familiar y una adecuación de la escala salarial a la inflación. También reclaman el respeto de los estatutos que han sido pisoteados en estos últimos meses (recortes de antigüedad, al régimen de licencias, etc.)

La disposición a la lucha y la movilización han llevado a que los sindicatos más importantes: UPCN (de la CGT) y ATE (de la CTA) hayan sido obligados a coordinar sus acciones en varios ministerios. La presión de las bases también se manifiesta en el fortalecimiento de las listas opositoras de izquierda y en el surgimiento de comisiones internas en las distintas oficinas que tratan de vincular sus actividades entre sí y con los trabajadores privados.
Caben destacar dos puntos altos en estas luchas: el largo conflicto de los trabajadores de la educación (porteros, cocineros y empleados del ministerio) por el aumento salarial: sobreviven con ingresos menores a $ 300.- Mantuvieron sus acciones durante cuatro semanas pese a las amenazas del gobierno, la utilización de carneros y la falta de apoyo de la dirigencia del sindicato SOEME. El intento de utilizar a los desocupados, que reciben planes de 150 lecops, para reemplazarlos fue frenado por la resistencia intransigente de las organizaciones piqueteras a convertirse en carneros y a rebajar en los hechos el salario hasta ese monto. Después de un mes de durísimo conflicto aparecieron ciertos signos de cansancio en los trabajadores y aceptaron dialogar cuando se les ofreció $ 60.- de aumento más un plus por ruralidad en las zonas desfavorables, igual al que reciben los docentes, y la promesa de no descontarles los días de paro. De todas formas prometen continuar con los reclamos.
Debemos mencionar también la medida de fuerza llevada a cabo el 25 de junio por todos los sindicatos estatales. Si bien adoptó diversas modalidades según el ministerio y la organización convocante, todas fueron con concurrencia a los lugares de trabajo. El gobierno reconoció que la medida se hizo sentir fuertemente en los ministerios pero se negó a otorgar aumentos. Sin embargo debió abrir canales de negociación y la dirigencia sindical levantó la protesta del día 26. Se intenta dividir la lucha mediante una negociación ministerio por ministerio mientras se aducen problemas presupuestarios para otorgar los aumentos, aunque parece que se concedería una mejora mediante la devolución de los adicionales recortados. También se reclama el pase a planta permanente de los pasantes. Las protestas no se han repetido pero si la solución no llega, no habrá otra posibilidad de defender el salario.
La lucha y la movilización deben continuar afianzando los procesos de unidad intersindical y entre los distintos sectores estatales y con los trabajadores privados. Y, siguiendo el ejemplo de Suteba, la izquierda debería continuar con la conformación de listas de unidad de los sectores combativos para desplazar a las burocracias de los distintos sindicatos. Sólo por este camino se lograrán las reivindicaciones salariales y el respeto a los estatutos y se avanzará en el enfrentamiento a las políticas antipopulares del gobierno de Solá.