BOLIVIA: La oligarquía pasa a la ofensiva

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El gobierno del MAS fue recibido con verdadero entusiasmo por las masas de trabajadores y campesinos del país, que protagonizaron dos insurrecciones en mayo y junio del 2005. Para ellas, un gobierno del MAS era el instrumento que debería llevar a cabo la "agenda de Octubre" del 2003: la nacionalización de los hidrocarburos, la convocatoria de una Asamblea Constituyente (AC), y otras reformas sociales en beneficio de los explotados. El gobierno del MAS fue recibido con verdadero entusiasmo por las masas de trabajadores y campesinos del país, que protagonizaron dos insurrecciones en mayo y junio del 2005. Para ellas, un gobierno del MAS era el instrumento que debería llevar a cabo la "agenda de Octubre" del 2003: la nacionalización de los hidrocarburos, la convocatoria de una Asamblea Constituyente (AC), y otras reformas sociales en beneficio de los explotados.

De la nacionalización a la ofensiva oligárquica

La nacionalización parcial decretada el 1° de mayo por Morales le ha traído más problemas que soluciones. YPFB no tiene injerencia real ni en la cadena productiva ni en la comercialización, tanto en el mercado interno como externo, y el proceso está estancado por "dificultades técnicas y de financiamiento" según los funcionarios del MAS. En realidad, se trata de un boicot del capital imperialista y sus agentes en YPFB y demás petroleras.
Pero la ineficacia de la nacionalización está dictada por el contenido político y los métodos con los cuales se intenta llevarla a cabo. Sin la expropiación del capital imperialista, sin indemnización y bajo el control democrático de los trabajadores y del pueblo, es imposible quebrar los intereses de la clase dominante.
La oligarquía está descontenta porque no se respeta el acuerdo que pactó con el MAS para la convocatoria de la AC. El acuerdo establecía que para aprobar los nuevos artículos de la constitución se necesitarían dos tercios, con lo cual el MAS estaba obligado a "consensuar" con la clase dominante. Sin embargo, por la presión del sector más ligado a sus bases, el MAS logró aprobar en la sesión de la AC un reglamento de votación, que dicta que los artículos de la futura Constitución se aprueban por mayoría absoluta -la mitad más uno- de los votos en la AC.
Además, la disputa se extiende a la cuestión de la "autonomía" para los diferentes departamentos. En el referéndum sobre las "autonomías", a nivel nacional ganó el No a las "autonomías", mientras que en las zonas orientales, donde es fuerte la oligarquía (Santa Cruz, Pando, Beni y Tarija), ganó el Si. El gobierno del MAS, correctamente, plantea que el voto nacional es el que decide, mientras que la oligarquía quiere hacer valer el derecho de las regiones que votaron mayoritariamente a favor de la "autonomía".

Conspiraciones contrarrevolucionarias

La oligarquía respondió a esto con una "huelga general" patronal en los departamentos orientales el 8 de septiembre. El Comité Cívico de Santa Cruz, la cabeza de la oligarquía proimperialista, arrastró a los gobernadores de los cuatro departamentos. Cuando agitan por la "autonomía" no se trata del reclamo genuino y democrático de un sector de la población o de una región oprimida, sino opresora, que ha mantenido por cientos de años a la mayoría indígena, obrera y campesina a las sombras de la vida cultural y económica del país. El separatismo de la oligarquía -que significa enfeudarse con el imperialismo yanqui- es una muestra clara de la política de la clase dominante ante un proceso revolucionario: están dispuestos a sacrificar la unidad territorial de Bolivia, para salvaguardar su propiedad privada y el poder social sobre las masas que deriva de ella.
Después del paro patronal, la medialuna oligárquica pretende doblegar políticamente al MAS. Si no consiguen que la Constitución santifique la "autonomía", volverán el lenguaje y la acción de la guerra civil. La política reformista de los dirigentes del MAS pretende, a través de un supuesto pragmatismo y realismo, conjurar una confrontación abierta con la clase dominante. Esta política "realista" lo único que logra es envalentonar a la reacción.
Mientras sesiona en Sucre la AC, la pobreza y las necesidades apremiantes de las masas siguen su curso inexorable. Los empresarios nacionales y extranjeros apuestan a un desgaste del gobierno de Evo para caer con todas sus fuerzas sobre la clase obrera y el campesinado pobre.

Se necesita una política revolucionaria

La situación política exige un verdadero frente único de todas las tendencias obreras, campesinas y revolucionarias para derrotar a la oligarquía oriental y el sabotaje del imperialismo. Hay que exigirle al MAS una verdadera nacionalización de los hidrocarburos, que asegure la expropiación, sin indemnización y bajo control obrero y popular de todas las multinacionales. Si "faltan técnicos, financiamiento", es necesario realizar un llamado revolucionario a los obreros petroleros de Brasil y Venezuela, y a toda la clase obrera de nuestro continente para acabar de una vez por todas con el poder del capital imperialista y sus servidores internos.
La reforma agraria tiene que basarse en la movilización de los campesinos pobres y de los trabajadores de las ciudades, nada de tierras improductivas y marginales sino la expropiación de los grandes terratenientes que amenazan mutilar a Bolivia.
Debemos generalizar esta política al resto de la economía, que debe ser manejada democráticamente por los trabajadores y campesinos.
Pero este programa no se puede aplicar con simples decretos desde arriba, debe ser apoyado con la movilización revolucionaria desde abajo, formando comités de lucha en cada barrio, centro de trabajo, localidad y comunidad campesina, coordinados a nivel local, regional, departamental y finalmente a nivel nacional, por medio de delegados elegidos y revocables en cualquier momento. Es necesario organizar organismos populares de defensa, milicias obreras en las ciudades y autodefensas campesinas en el campo. A las bandas fascistas y paramilitares de la oligarquía hay que oponerles el poder armado de obreros y campesinos. Es necesario complementar estas medidas con un llamamiento revolucionario a la base del ejército, para que formen comités de soldados vinculados firmemente a las organizaciones obreras y populares, para que se unan al pueblo trabajador en la lucha.
La respuesta del MAS a la ofensiva oligárquica fue moderar la política sobre los hidrocarburos, tratando de evitar confrontaciones. La "renuncia" de Solís Rada luego de que el vicepresidente García Linera dejara sin efecto las medidas para recuperar el control estatal sobre las refinerías que controlan Petrobras, Repsol y Total, no puede más que interpretarse como un gesto complaciente hacia los sectores que saquearon Bolivia durante décadas.
La revolución boliviana atraviesa un momento crítico. La lucha entre explotadores y explotados no se puede conjurar ni con Asambleas Constituyentes ni con el respeto a las leyes de la democracia burguesa. Sólo el poder obrero y campesino puede sacar a Bolivia de la catástrofe que viene preparando la clase dominante.