Argentina: Preámbulo de una nueva Década Infame: de la concentración naturalizada al consenso liberal

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Las elecciones legislativas pasaron, y el saldo general que dejaron en las provincias del norte de la Argentina es que la coalición “Cambiemos” del capitalista Mauricio Macri se ha ido estableciendo con mayor gravidez como movimiento político. El peronismo de corte liberal -otrora alienado al kirchnerismo-, ha sido además el gran derrotado. Entre éstos, el massismo. Por otro lado, el caudal peronista que aún se mira en el kirchnerismo, más allá de la fuerte erosión mediática y la embestida judicial que viene teniendo, hizo una elección aceptable logrando colocar senadores y diputados a nivel nacional. Lo que ha dejado en claro la elección de medio término, es que en los tiempos que se están viviendo, el centrismo no tiene cabida. Esto se refleja también en el crecimiento del Frente de Izquierda (FIT) en provincias como Jujuy, o su presencia con algún escaño ganado en Salta.

Trans-nacionalidad y consenso liberal

El gobernador de Salta, el abogado Juan M. Urtubey particularmente, ha visto truncada en parte sus pretensiones presidenciales hacia el 2019. Se había dedicado en los últimos años a constituirse como un elemento de seducción política para el gran capital y los capitalistas nacionales en pos de inversiones en la provincia. Los Urtubey han sido financiados por organizaciones de defensa de la democracia liberal y el libre mercado ligadas al Departamento de Estado y la CIA (Central de Inteligencia de EEUU). De la misma forma y en consonancia, con la promoción y el financiamiento de campaña que recibieran Mauricio Macri y diversos funcionarios de su administración, o el opositor conveniente de Sergio Massa. Sin embargo, el revés electoral de Urtubey no lo desvía de su papel fundamental, el cual ha sido constituir la parcialidad política que da gobernabilidad a la coalición Cambiemos, y formar parte del vector liberal que también asegura los negocios de transnacionales mineras, agro-negocios y así también beneficiar a Macri y sus negocios agropecuarios en los territorios de Salta.

El complejo de país-productor de materias primas se erige nuevamente como modelo de modernización estatal, en un país emergente como la Argentina y con altos índices de desigualdad e inequidad social tan disímiles en el norte -resultante de décadas justamente de concentración y álgido extractivismo de materias primas- . A esto se suma, la arquitectura de la tras-nacionalidad de grandes capitales norteamericanos, canadienses e israelíes en pugna por la mayor apertura de tierras para monocultivos de organismos genéticamente modificados-con la consiguiente homologación de estos productos y derivados, minería a cielo abierto -con una rentabilidad asegurada y sin ningún tipo de retenciones impositivas ni desde provincia ni nación, que asegura directamente la expoliación de los mismos, sin costos siquiera en la mitigación de los pasivos ambientales-. Respecto a estos puntos, la penetración y el poder de lobby llega a las altas esferas de los gobiernos, pero también la dinámica de puertas giratorias -esto es, el hecho de pasar gerentes de empresas a puestos estratégicos de la función pública en beneficio de las mismas- ha colocado Ceos de Monsanto, o las petroleras en puestos jerárquicos en los ministerios de agro-industria, minería o energía.

El preámbulo de una nueva década infame -como durante la década del ‘30 del siglo XX cuando la burguesía nacional re-estructuraba el Estado nacional acentuando la concentración de la economía y los territorios asegurando también los intereses del Imperio británico y las petroleras norteamericanas-, se establecería nuevamente como pórtico hacia el futuro inmediato. Las variantes en esta época, son el fenómeno de la globalización y las supuestas libertades individuales en el marco de la sociedad de consumo y la libre empresa, como factor de democracia; se blanden nuevamente en el hemisferio occidental como forma acabada y probada de modelo posible en lo que el imperialismo norteamericano caracteriza como el mundo libre-post caída de la URSS y el muro de Berlín-.

La demonización permanente de los medios de comunicación corporativos hacia la izquierda o los reformismos de izquierda, como la re-significación del endeudamiento y el desfinanciamiento estatal como motor de desarrollo de países emergentes; remiten nuevamente a la nefasta década de los 90. En una gran parte del inconsciente colectivo social, sobre todo en las clases medias, este discurso de eficiencia estatal, transparencia y austeridad se arraiga con relativa facilidad. Sucede también ante procesos políticos desgastados por el afloramiento de sus limitaciones y procurar consensuar los intereses del capital con la clase obrera. Alimentando la burocracia y el capitalismo estatal con el fortalecimiento de una putrefacta burocracia sindical reflejada sobre todo en la CGT (Confederación General del Trabajo) o la UATRE (Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores), quienes también mucho traccionaron hacia finales del 2015 para el triunfo de Macri en las elecciones presidenciales.

La naturalizada concentración de la economía y los territorios, y la búsqueda del consenso liberal entre diversos actores partidarios, sindicatos y sociales se proyecta como el ansiado desarrollo de un país postergado. El liberalismo solo es posible a fuerza de imposición política y cultural, con la consiguiente manipulación de la historia reciente y la re-significación del Estado burgués y el Capital. Nada nuevo sobre el mundo, reflotan las viejas artimañas de pretendido cientificismo como justificación de un modelo falaz de democracia, progreso y desarrollo.

El consenso liberal, se construye hacia la clase obrera, estudiantes y los campesinos, con la estructuración del estado parapolicial y la represión y judicialización de la protesta social. Las tareas de los días por venir que tenemos, es el desmembramiento del discurso liberal, el quehacer contestatario hacia el modelo de sociedad de consumo y libre empresa que desde la hegemonía comunicacional se direcciona como modelo de democracia acabada. Se debe consensuar la defensa de un programa de lucha con la izquierda del FIT, y así también con diversos actores de lucha social y ambiental. La resistencia en las calles y los territorios, es también un nodo de reacción vectorial ante las reformas estatales en defensa del gran Capital que propone Macri y la burguesía nacional. Cuando los capitalistas vuelven a sugerir el final de la historia con el último hombre, y su modelo de sociedad de consumo, libre empresa y concentración como equivalencia de libertad y democracia plena; la historia más que nunca se yergue viva.