En América Latina los trabajadores producimos más cada día, sin embargo el abismo que separa el altísimo nivel de vida de quienes nos explotan está cada vez más lejos de nuestra durísima realidad cotidiana.
En América Latina los trabajadores producimos más cada día, sin embargo el abismo que separa el altísimo nivel de vida de quienes nos explotan está cada vez más lejos de nuestra durísima realidad cotidiana.
Algo similar ocurre en el resto del mundo, pero en este continente la desigualdad entre ricos y pobres es mayor, según el reciente informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT): "Desigualdades de renta en la era de la finanza global".
Los censos de los países latinoamericanos, hechos en base a encuestas de hogares, advierten que en 2002 el 40% de las familias más pobres sólo retenían el 13,6% del ingreso total, mientras que el 10% de las más ricas retuvo el 36,1% del total. En 2005, el 40,6% de la población estaba hundida en la pobreza, un total de 213 millones de personas -de los cuales la mayoría eran menores de edad-, y el 16,8% del total, 88 millones, eran consideradas indigentes, es decir que no podían acceder al mínimo de calorías básicas para su subsistencia (Fuente: Panorama Social 2004 y 2005 CEPAL).
Con respecto al desempleo, la cifra en las ciudades subió al 10,6% en 2004 y al 9,3% en 2005, en tanto el promedio se duplica en la franja de la juventud. En 1990, el porcentaje de informalidad laboral fue del 42,8% del total de ocupados, y en 2003 llegó al 46,7% del total. La tasa siguió en aumento, ya que de cada 100 nuevos ocupados, 61 son informales. Sólo cinco de cada diez nuevos trabajadores tiene acceso a la Protección Social, y entre los trabajadores informales la cifra se reduce a dos (Fuente: Panorama Laboral OIT 2004 y 2005-Oficina Regional para América Latina y el Caribe).
Desde la OIT advierten que la actual crisis agravará el cuadro. El monto salarial con respecto a la renta nacional cayó en 51 de los 73 países evaluados, de los cuales América Latina lleva la peor parte, con una baja de 13 puntos para la clase trabajadora en su participación del PBI (el Producto Bruto Interno es el total de la riqueza producida en un país).
No obstante, la ganancia empresarial no hizo más que aumentar ya que la productividad, lejos de frenarse, creció considerablemente, tal como hemos observado estos últimos años en el campo argentino. Si en Estados Unidos el ingreso promedio de los altos ejecutivos equivalen a 520 salarios de un trabajador medio, qué podemos imaginar en América Latina… y luego nos dicen que "no hay dinero" para planes de vivienda y trabajo digno, aumento en el salario de los trabajadores activos, jubilados y pensionados (por no hablar de quienes no perciben ningún tipo de haberes en forma regular) o para infraestructuras hospitalaria, educativa y de transportes.
En Argentina, tanto el gobierno nacional como los provinciales y municipales devastan lo que aún queda en pie del Sistema de Protección Social, y a cambio exigen el Pacto Social. Las políticas neoliberales siguen premiando a la burguesía con la baja de impuestos, señalada por la OIT como una de las mayores causas de desigualdad social, otorgándose una quita del 10% promedio a empresas entre 1993 y 2007, y del 3% a los hogares ricos. En países como Argentina, mientras tanto, el I.V.A., el impuesto "al pobre" del 21%, supera la media para América Latina (14%) y el mundo (17%). Nada de esto se refleja, por cierto, en el gasto social.
La desigualdad se atenúa mediante la negociación colectiva y la sindicalización, observa la OIT. Desde este espacio, nuevamente hacemos un llamado a la construcción de un agrupamiento clasista de base como lo pudo haber sido el MIC (Movimiento Intersindical Clasista), como una herramienta fundamental para la recomposición de la lucha gremial, así como también debe darse la lucha política que tenga como objetivo el socialismo.