Respuesta a Jorge Altamira: Marxismo frente a vandalismo político (2ª Parte)

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Israel y la cuestión palestina

Continuamos con la 2ª parte de la respuesta a Jorge Altamira, dirigente del PO. En este artículo respondemos a las calumnias y tergiversaciones de Altamira respecto de nuestras posiciones hacia Israel y la cuestión palestina.

Israel y la cuestión palestina

Sin duda alguna, “lo más jugoso” (para emplear la frase de Altamira) es cómo tratan el dirigente del PO y el “lector” Daniel nuestra posición sobre Israel y la cuestión palestina.

Los métodos utilizados por los dirigentes del PO para intentar desacreditar a nuestra corriente tienen pocos precedentes, dejando a un lado la escuela de falsificación estalinista en la antigua URSS, y ciertamente son contrarios a todo principio básico del marxismo y, particularmente, del trotskismo, al que el compañero Altamira y el Partido Obrero (PO) dicen defender.

Altamira y sus amigos en Israel nos acusan de todo tipo de crímenes políticos en relación a la cuestión palestina y a nuestra posición sobre el Partido Laborista israelí. Sin embargo, consciente y reiteradamente, ocultan nuestra posición fundamental sobre el conflicto palestino-israelí; a saber: Que luchamos contra el sionismo, y estamos a favor de la unidad de las masas árabes y palestinas con la clase obrera judía en un combate común contra la burguesía imperialista y el capitalismo sionista de Israel, contra los corruptos dirigentes burgueses palestinos y contra los podridos regímenes árabes de la zona que no son otra cosa que agentes del imperialismo. El objetivo de esta lucha debe ser el establecimiento de un Estado común para israelíes y palestinos, con autonomía para ambos pueblos, en el marco de una Federación Socialista del Medio Oriente donde todos los pueblos que lo habitan convivan en paz y armonía.

Hemos explicado y defendido esta posición en decenas de artículos y proclamas que todo el mundo puede leer en nuestras publicaciones y páginas web, pese a que los dirigentes del PO pretendan negarlo estúpidamente tratando a sus lectores como niños incapaces de leer por sí mismos.

Lejos de esto, Altamira y su amigo en Israel (Daniel) nos lanzan los más furibundos ataques. Así, el “lector” Daniel, que viene gozando en las últimas semanas de una columna fija en la sección de Correo de Prensa Obrera con la única intención de atacarnos, firmó una nueva carta en Prensa Obrera nº 938 con el sugestivo título de: “Los ‘grantistas’ en Palestina”, en referencia evidente a Ted Grant, dirigente histórico de nuestra corriente internacional. Y dice:

“El punto central en Palestina, sobre el cual los grantistas siempre se hicieron los tontos, es la implementación incondicional del derecho al retorno de los refugiados. Ellos se oponen al regreso de todos los refugiados. De allí la cantinela sobre dos “autonomías territoriales” y la discusión escolástica tratando de probar que los judíos (o al menos los judíos israelíes) son un pueblo y que por lo tanto tienen derecho a la autodeterminación en su lugar de origen histórico, etc. En resumidas cuentas, los grantistas apoyan la limpieza étnica y el mantenimiento de un régimen de segregación o apartheid entre judíos y árabes en Palestina. Es un socialismo para los “white trash” (basura blanca) imperialistas o colonialistas que sueñan con retener sus privilegios (tales como las tierras y las casas que robaron) aun bajo el socialismo.”

Sólo un provocador miserable, o una persona que ha perdido todo sentido del honor revolucionario, podría escribir semejantes patrañas dirigidas contra nosotros. No hay una sola palabra de verdad en esta afirmación escandalosa. Si Daniel no es capaz de probar lo que dice citando nuestros materiales, debe retractarse de cada palabra que ha escrito o quedará expuesto como un falsario.

El problema de los refugiados

Los marxistas nos opusimos al establecimiento del Estado de Israel en 1948. Fue un acto reaccionario que expulsó de sus casas y tierras a millones de palestinos que vivían allí desde hacía miles de años y que tuvieron que emigrar como refugiados a otras zonas de Palestina y a los estados árabes limítrofes, sembrando las bases para el conflicto que dura hasta la fecha. Al mismo tiempo, como Trotsky advirtió por adelantado, fue una trampa cruel para el pueblo judío, y la historia del último medio siglo ha demostrado que era verdad. Ya hubo cuatro guerras entre Israel y los países árabes. La política criminal de la burguesía sionista israelí ha generado un círculo de odio contra la población israelí en toda la zona.

Por eso, frente a la mentira descarada del “vivo” de Daniel, nuestra tendencia siempre defendió el derecho de retorno de los refugiados palestinos, que se estiman en 3 millones y que viven en su mayoría precariamente en campos de refugiados en los territorios ocupados y en los países árabes limítrofes.

“Sólo una federación que dé plena autonomía a judíos y árabes, drusos y coptos, armenios y kurdos, puede resolver la cuestión nacional de una vez por todas. Todo pueblo tiene derecho a vivir en paz en su propio territorio con unas fronteras señaladas amistosamente entre ellos. Los refugiados tienen derecho a regresar (énfasis nuestro). Se podría desarrollar plenamente el potencial económico de la región y encauzar un plan socialista de producción. El desempleo y la pobreza serían cosas del pasado. Sólo sobre estas bases, se podrán superar los odios religiosos y nacionales. Todo esto se convertiría en el recuerdo de un mal sueño”. (Israel and Palestine: The only way out . Alan Woods, 9 abril 2002)

Ahora bien, no es suficiente con exigir la vuelta de los refugiados. Hay una cuestión práctica de cómo implementar esto. El “vivo” de Daniel no es muy claro al respecto. Sobre bases capitalistas es imposible garantizar una vivienda, un puesto de trabajo y condiciones de vida confortables y civilizadas a una población adicional de 3 millones de personas, ni en Palestina ni en ninguna otra parte. Además, la burguesía israelí nunca lo permitiría porque la población judía quedaría en minoría y utilizaría este hecho para ponerla de su lado. Por eso decimos que la solución integral al problema de los refugiados está íntimamente vinculada al derrocamiento del capitalismo en la zona.

Pero incluso, sobre bases socialistas, subsistiría un problema adicional que no se puede solucionar “haciéndose el tonto”, al estilo de Daniel ¿Qué pasa con la población palestina que quiera volver a ocupar su viejo hogar en el territorio del actual Estado de Israel, y donde vive la población judía desde hace cerca de 60 años? Una posibilidad sería expulsar a la población judía de los terrenos donde hace 40 ó 60 años se asentaban las casas y viviendas de sus antiguos dueños palestinos. Pero no hay que hacer mucho esfuerzo de imaginación para saber que eso provocaría una guerra civil y una carnicería entre ambos pueblos. Por este camino no hay salida ¿Qué solución propone el amigo Daniel para esto? Absolutamente nada.

Nosotros estamos incondicionalmente a favor del retorno de todos los refugiados a Palestina, incluyendo a los que quisieran volver a residir en sus antiguas zonas de procedencia en el actual territorio del Estado de Israel. Pero hay que admitir que el problema es complejo y no admite soluciones mágicas. Decir lo contrario sería hacer demagogia. La única solución consistiría en garantizar una vivienda y servicios sociales dignos (salud, educación, transporte público, etc) en su zona de procedencia para todos los que deseen instalarse allí, bien sea a través de acuerdos voluntarios y amistosos entre las partes implicadas, o garantizando viviendas y servicios sociales dignos alternativos en otros lugares de la misma zona costeados por el Estado obrero. Sólo con puestos de trabajo para todos, con viviendas decentes, agua limpia, servicios sanitarios y pensiones dignas, sería posible avanzar en una solución de la cuestión nacional, basada en la colaboración y la cooperación armoniosa entre los pueblos judío y palestino.

¿Qué hacer con la población judía de Israel?

Sí, es verdad, la creación del Estado sionista de Israel fue un acto reaccionario con las consecuencias que todos conocemos. Pero después de 60 años dos generaciones de israelíes han nacido, se han criado y se han desarrollado en las actuales fronteras del Estado de Israel. El amigo Daniel bromea sobre la identidad de los judíos de Israel como pueblo. Si él quiere hacerse el tonto con esto, es su problema. Es indudable que los habitantes de Israel han desarrollado una identidad nacional israelí después de 6 décadas, le guste o no a Daniel. De la misma manera que la partición criminal del subcontinente indio por el imperialismo británico dio lugar a la identidad nacional india, pakistaní y, más tarde, bengalí; o la división artificial de América Latina en una multitud de estados independientes tras la independencia de la corona española dio nacimiento al sentimiento nacional argentino, chileno, uruguayo, mexicano, etc.

Cualquier intento de expulsar a los judíos del actual Estado de Israel daría lugar a una pesadilla de guerra civil y matanzas. Eso es reaccionario.

Los métodos del nacionalismo burgués de los dirigentes de la OLP tampoco ofrecieron una salida al pueblo palestino. Se aliaron con los reaccionarios gobiernos árabes del entorno y durante décadas practicaron las tácticas contraproducentes del terrorismo individual, que sólo sirvieron para fortalecer al Estado de Israel. Sólo la lucha de masas, a través de la insurrección popular de la Intifada, fue lo que obligó al Estado israelí a ofrecer algunas concesiones formales, como la instauración del gobierno de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) que administra precariamente algunas partes de los territorios ocupados por Israel en 1967 (Gaza y algunas zonas de Cisjordania), en lo que es una farsa de “gobierno autónomo”, ya que las poblaciones palestinas de Cisjordania están separadas físicamente por colonias judías administradas por el ejército israelí, que penetra y asesina cuando quiere en los propios enclaves autónomos palestinos. Pero incluso la Intifada demostró sus límites, ante la falta de una dirección socialista revolucionaria.

Aún hoy, el gobierno sionista de Israel provoca constantemente a la población palestina con todo tipo de crímenes a través del terrorismo de Estado, dando lugar a actos desesperados de terrorismo individual contra civiles israelíes, lo que empuja a la población judía aún más en los brazos de su gobierno.

Se mire por donde se mire no hay solución al conflicto palestino sobre bases capitalistas. La lucha heroica del pueblo palestino por tener su propio Estado merece el apoyo de todos los socialistas del mundo, pero sobre las bases del nacionalismo árabe no puede triunfar. La fuerza fundamental de la burguesía sionista no reside en su potencia militar, con ser la más importante del Medio Oriente, sino en mantener firmemente bajo control a los trabajadores israelíes alrededor suya.

Es bastante común entre las sectas de izquierda y los nacionalistas árabes pensar que los judíos forman una misma masa reaccionaria. De la misma manera que la burguesía sionista judía inculca a la población israelí que los árabes forman asimismo una masa reaccionaria que odia a los judíos. Ninguno piensa en términos de clase. Pero en la sociedad israelí también existen clases sociales, trabajadores y capitalistas. La burguesía sionista de Israel utiliza el conflicto palestino para oprimir y explotar a la propia clase obrera judía, desviando su atención de los problemas que padece como clase oprimida.

Pero los antagonismo de clase existen, y están creciendo. En el 2003, el 10% más rico de las familias israelíes recibía el 28% de los ingresos totales, mientras que el 50% más pobre sólo recibía el 24%. Pero lo más llamativo es que el 32% de la clase obrera vive en la pobreza. Los trabajadores israelíes se han enfrentado a ataques a sus salarios y condiciones laborales, y al desmantelamiento del “estado del bienestar”. Los empresarios están obligados a contrarrestar la caída de la tasa de ganancia explotando a la clase obrera, bajando los salarios e intensificando la producción.

De la misma manera, dentro de la población palestina también hay que diferenciar entre las masas desposeídas y explotadas, y los dirigentes burgueses corruptos que desean a cualquier costo alcanzar un acuerdo con el imperialismo y el Estado de Israel, aun traicionando los intereses históricos del pueblo palestino como es su derecho a formar un Estado independiente.

El pueblo palestino sí tiene aliados potenciales dentro de la sociedad israelí. Son los trabajadores israelíes y el resto de capas oprimidas que sufren la explotación del capitalismo y las consecuencias de un conflicto nacional creado por la burguesía sionista. El esfuerzo de los socialistas árabes e israelíes debería orientarse a construir puntos de apoyo entre los trabajadores israelíes y las masas palestinas proponiendo un frente único de combate contra la opresora y criminal clase capitalista sionista. De la misma manera, los socialistas árabes deben denunciar a los dirigentes burgueses palestinos y a los regímenes árabes del entorno vendidos al imperialismo, dispuestos a vender sus aspiraciones históricas a cambio de convertirse ellos mismos en explotadores de su propio pueblo.

La idea de “expulsar a los judíos al mar” es una idea reaccionaria que beneficia a la burguesía sionista judía aglutinando a su alrededor a las clases y capas explotadas de la sociedad israelí. Por eso, como afirma Yossi Schwartz: “No hay forma ni manera en que los israelíes y palestinos puedan vivir en paz mientras siga existiendo el capitalismo. El Estado de Israel, apoyado por los EEUU, nunca va a ceder el este de Jerusalén, nunca va a ceder en los grandes bloques de asentamientos, nunca va a resolver la cuestión de los refugiados y nunca va a liberar a todos los prisioneros palestinos. La única vía para terminar este círculo vicioso de sangre es el camino del Bolchevismo, el camino de Lenin y Trotsky, el camino de la revolución socialista y el establecimiento de una Federación Socialista del Medio Oriente, donde todas las nacionalidades, desde los kurdos hasta los israelíes y hasta los palestinos, puedan tener autonomía territorial dentro de esta federación. Ése es el único verdadero camino hacia la paz.” (El retiro de Gaza, ¿un paso adelante hacia la paz? ). Yossi Schwartz, 25 agosto 2005)

La “autonomía territorial”

Nosotros rechazamos la fórmula de dos Estados independientes: uno israelí y otro palestino. El objetivo del socialismo no es crear nuevas fronteras, sino abolirlas e integrar en una gran federación a todos los pueblos de la zona que comparten una historia, una cultura y un territorio común. Los palestinos tienen el derecho de tener su propio Estado en lo que antiguamente fue conocido como Palestina. Pero la población judía de Israel también tiene derecho a un hogar y a vivir en un territorio.

Un Estado obrero laico palestino-israelí podría dar satisfacción a ambos pueblos. Ahora bien, somos conscientes de que después de décadas de guerras y atrocidades por parte de la burguesía imperialista de Israel contra la población palestina quedan innumerables heridas abiertas y muchas suspicacias entre ambos pueblos. El hecho de que en determinados momentos, como respuesta elemental y desesperada a las provocaciones y crímenes del Estado de Israel, sectores de la resistencia palestina hayan recurrido a actos de terrorismo individual contra la población civil israelí, también ha sido utilizado por los sionistas burgueses para atizar los odios nacionales contra los palestinos entre la población israelí de origen judío.

Por eso no nos parece adecuada la consigna defendida por otros grupos de la izquierda, y en particular por el PO, de una Palestina Única Socialista. Creemos que la consigna correcta a defender sería un Estado obrero palestino-israelí con autonomía territorial para ambos pueblos en el marco de una Federación Socialista del Medio Oriente. El territorio autónomo israelí podría quedar fijado en las fronteras establecidas en 1948 y el territorio autónomo Palestino en la zona ocupada por Israel en 1967, que son las fronteras que actualmente reclaman las organizaciones palestinas para construir un Estado palestino independiente.

Nuestro amigo Daniel ironiza con esta propuesta y frivoliza con frases provocadoras y desvergonzadas tales como: “los grantistas apoyan la limpieza étnica y el mantenimiento de un régimen de segregación o apartheid entre judíos y árabes en Palestina. Es un socialismo para los “white trash” (basura blanca) imperialistas o colonialistas que sueñan con retener sus privilegios (tales como las tierras y las casas que robaron) aun bajo el socialismo.”

Esta estupidez se responde por sí misma. No habría ningún régimen de segregación o “apartheid” porque en un Estado obrero común de judíos y palestinos, aún con autonomía territorial, ambos disfrutarían de los mismos derechos en todo el territorio del Estado, cada persona (sea judía o palestina) podría trasladarse y residir donde quisiera sin ninguna restricción, y compartirían Jerusalem como capital del mismo Estado.

El amigo Daniel no advierte que la defensa de una república socialista única puede ser utilizada por la burguesía sionista para acusar a los marxistas ante los trabajadores israelíes de que queremos convertir a la población judía en una minoría oprimida dentro de un Estado común con mayoría de población palestina. De igual manera, los nacionalistas árabes y los fundamentalistas religiosos usarán toda su demagogia ante las masas árabes para negarse a convivir en un Estado común con los judíos, “los antiguos opresores”. Por eso, creemos que el planteo de un Estado socialista común con autonomía territorial para ambos pueblos facilitaría la propaganda a favor de un acercamiento de los trabajadores israelíes y palestinos, que por ahora ven la idea de una convivencia en un Estado común como una quimera. Además, dejaría en claro que no pretendemos privilegios exclusivos para ningún pueblo sobre el otro; y cortaría de raíz la propaganda venenosa del sionismo por un lado, pero también del nacionalismo árabe por el otro contra la existencia de un Estado común para judíos y palestinos, explotando los antagonismos nacionales de ambos pueblos. A la larga, la experiencia de años de convivencia común en un mismo Estado con autonomía territorial para ambos pueblos, con el desarrollo de las fuerzas productivas por medio de una economía nacionalizada bajo un plan común, poniendo fin a la pobreza y la miseria, se despejarían las viejas suspicacias del pasado, se reforzarían la convivencia y la fraternidad comunes, haciendo superfluas e innecesarias la existencia de autonomías territoriales para ambos pueblos.

Otras falsificaciones

En su artículo de Prensa Obrera nº 938 que ya tratamos en la primera parte de esta respuesta (“Marxo-chavistas apoyan al sionismo (con perdón de Chávez)”, el camarada Altamira, nos señalaba otros pecados contrarrevolucionarios:

“En la página de internet, cuya lectura nos recomienda “Militancia” (sic), no hay una sola denuncia del carácter opresor nacional del ‘laborismo’ desde su fundación … No hay una sola palabra sobre la discriminación implacable del sionismo contra los árabes israelíes, a los cuales ¡se les niega incluso atención médica para contrarrestar el progreso demográfico de esta población!”.

Altamira se olvida convenientemente de decir a sus lectores que las páginas web a que él se refiere son: http://argentina.elmilitante.org  y www.marxist.com. En cualquier caso, estas diatribas de Altamira contra nosotros están fuera de lugar. En los cerca de 60 años de historia del Estado de Israel, el gobierno estuvo muchas veces en manos laboristas, bien en solitario o en gobiernos de coalición con fuerzas derechistas, como el Likud. Hasta la fecha, todos los dirigentes laboristas han sido sionistas convencidos. Y, por lo tanto, todo lo que hemos denunciado contra estos gobiernos, y en particular su política de opresión nacional contra los palestinos, se aplica también a los dirigentes laboristas que participaron y colaboraron en las mismas ¿Qué pretende decirnos Altamira? ¿Qué queremos lavarle la cara a la historia pasada del Partido Laborista o negar la responsabilidad de sus dirigentes en los crímenes cometidos por el Estado israelí a lo largo de su historia? ¿O, que apoyamos la discriminación de los árabes israelíes y las leyes discriminatorias contra ellos dentro del Estado de Israel?. Sólo una persona sin principios movida por un rencor personal indisimulado podría reprocharnos todo esto.

No obstante, y aunque muchas de las cosas que hemos escrito sobre la cuestión palestina durante años no están todas editadas en nuestras páginas web y sí en otros materiales impresos, creemos poderle dar alguna satisfacción al compañero. Reproducimos algunas citas de nuestras páginas web:

En el pasado lejano, el Partido Laborista era la principal herramienta de los capitalistas israelíes porque tenía la autoridad suficiente para controlar a los trabajadores (énfasis nuestro). Después del debilitamiento del Partido Laborista debido al resentimiento popular contra su política, la clase dominante cambió su base hacia el Likud, el principal partido de la derecha de la época (hasta la creación de Kadima hace un par de meses). Sharon comprendió que el Likud se estaba convirtiendo en un partido de extrema derecha que podría perder muchos votos, también sabía que después de la elección de Peretz como presidente del laborismo, los capitalistas no utilizarían a este partido. Así que se dieron las condiciones para la formación de Kadima, un partido que no tiene otra función que intentar frenar la extrema polarización que se está desarrollando en la sociedad israelí, algo que sólo podrán conseguir durante un breve espacio de tiempo” (Ariel Sharon, la transformación de un criminal de guerra en un héroe nacional. Alon Lessel 20 Enero 2006)

El ala de derecha del Partido Laborista, mayoritariamente ashkenazis de clase media, muchos de ellos generales, representan los intereses no de los trabajadores y los pobres, sino de la elite de clase media que está relacionada con la clase capitalista.” (El secretario general de los sindicatos se convierte en el líder del Partido Laborista. Yossi Schwartz 22 Noviembre 2005)

“En 1988 Itzhak Rabin (ex-primer ministro laborista asesinado por un fundamentalista judío), el supuesto pacificador, dijo: “los habitantes de los territorios (palestinos) están sometidos a una dura presión militar y económica”. Y explicaba: “Al final, se quebrarán” y añadía que terminarían aceptando los términos de Israel. Ese era Itzhak Rabin hablando en 1988 sobre la OLP después de que ésta expresara sus últimas iniciativas de paz. En aquel momento EEUU pedía a la OLP que acabara con las “revueltas” (la Intifada) en los Territorios Ocupados, que según su idea eran “ataques terroristas contra Israel” y garantizar el regreso del statu quo.” (Hamás en el poder ¿y ahora qué? "El presagio de la desgracia” Nadim al-Mahjoub 06-Febrero-2006)

“La defensa de nuestros derechos y conquistas requiere un verdadero programa proletario capaz de movilizar a toda la clase obrera, a todos los oprimidos, unirlos en una acción militante que incluya manifestaciones de masas para apoyar la huelga general de 24 horas.

Para impedir que los gobernantes utilicen su táctica favorita de divide y vencerás, debemos exigir el final de la opresión nacional de los palestinos dentro de Israel (énfasis nuestro) y en los Territorios Ocupados. Nuestros hermanos palestinos merecen el derecho a la autodeterminación. Sólo los trabajadores al frente de los oprimidos pueden garantizar este derecho. (Israel: Mass working class action to stop privatisation!. Yossi Schwartz y Leon Cohen 10 Octubre 2003)

Para sumar un nuevo pecado a los ya señalados, Altamira nos señala indignado otra grave falta en nuestra página de Internet: “No hay una palabra de la coalición que buscan tejer los ‘laboristas’ y Kadima”. La verdad es que nuestros compañeros se opusieron a esta coalición antes y después de las elecciones. Nuevamente, el compañero Altamira no pulsó la tecla adecuada en su computadora. Porque si lo hubiera hecho, habría encontrado lo siguiente:

“El otro peligro es que Sharon gane las elecciones el 28 de marzo y forme una coalición de gobierno con Peretz. La nueva dirección laborista sufrirá una gran presión para que entre al gobierno, eso sería una maniobra para bloquear el giro a la izquierda. Esto podría ocurrir. Sería un intento de retrasar el proceso de radicalización de los trabajadores en Israel. Podría poner obstáculos en el camino de la clase obrera y detenerla. Pero los trabajadores aprenderán con los acontecimientos y girarán a la izquierda. (Israel: Dos peligros en el camino de la clase obrera. Yossi Schwartz 7 Diciembre 2005).

No obstante la estupidez del comentario de Altamira, en la medida que el compañero nos lanzó un desafío y ha quedado claro que sí existen en nuestros materiales en internet las palabras que según él faltaban, como en el caso de Daniel le reiteramos la exigencia de que se retracte de lo que dijo o quedará expuesto como un falsario.

Los marxistas israelíes y el Partido Laborista

Israel está atravesando una crisis política que no tiene precedentes desde la creación del Estado. Esta turbulencia no está provocada directamente por factores económicos, pero en el fondo la crisis del capitalismo israelí afecta a la psicología de las masas de una manera decisiva. En el pasado, la población israelí disfrutaba de un nivel de vida privilegiado. En la primera época, cuando el Partido Laborista estaba en el poder, llevó a cabo reformas que beneficiaron a las masas israelíes, y que incluso algunos querían hacer pasar por “socialismo”. Ahora todo ha dado marcha atrás. La economía está en crisis. Hay un 10% de desempleo y, ahora, en Israel existen comedores populares para pobres. En lugar de reformas hay contrarreformas.

En estas circunstancias se ha producido una escisión tanto en el Partido Laborista como en el Likud. Esto pone en el orden del día el inicio de la polarización a derecha e izquierda en Israel, que puede tener un efecto profundo en toda la situación durante un período. El problema consiste en la falta de dirección y en la cuestión nacional que constantemente sirven para desviar la atención de las masas de las cuestiones de clase.

En vano uno buscaría encontrar en los análisis del PO una aproximación, aunque fuera remota, a la situación social y las condiciones de vida de los trabajadores israelíes. Da la impresión de que estos últimos no existen en los análisis del PO salvo para las declaraciones formales sobre la necesaria unidad de las masas árabes y judías en contra del sionismo.

Por el contrario, nuestra tendencia ha explicado insistentemente que la clase dominante en Israel ha creado a sus propios sepultureros dentro de la sociedad israelí. Hemos ido siguiendo y analizando los ataques constantes, diarios e interminables, de la clase dominante a los niveles de vida, combinados con la creciente inseguridad personal de los trabajadores judíos y árabes dentro de Israel. Finalmente se vio la confirmación de la ley de la transformación de la cantidad en calidad. Los pequeños cambios diarios, apenas perceptibles para nadie, que por sí solos no producían ningún cambio, llegó un momento en que estallaron y salieron a la superficie. Todos se unieron y combinaron para provocar un cambio masivo, un verdadero giro a la izquierda de las masas en Israel, que ha tenido su expresión política con un giro a la izquierda en el Partido Laborista, con la derrota de Simón Peres en el Congreso del partido y la elección de un nuevo presidente del Partido Laborista, Amir Peretz.

Durante años, el Partido Laborista parecía haber perdido sus vínculos con los trabajadores israelíes y que se había convertido en un partido burgués sionista “liberal”. Pero la nueva situación social en Israel ha transformado toda la situación. Con una nueva dirección más a la izquierda, vinculada a la Federación Sindical, la Histradut, y el abandono del partido del ala burguesa más derechista liderada por Simón Peres, que dominó el partido en las últimas décadas, está dando pasos para su conversión en un partido socialdemócrata clásico, apoyado por los trabajadores y los pobres de Israel. Por supuesto, no es un partido revolucionario y Peretz no es un marxista. Es un partido que se encuentra en una encrucijada. Por un lado sufre la presión de los trabajadores y los pobres, por el otro lado, sufre la presión de la clase capitalista y de un ala de derecha del Partido Laborista que todavía se mantiene en su interior. La conciencia de Peretz refleja estas presiones contradictorias, por lo tanto, de él podemos esperar tanto un movimiento a la izquierda como a la derecha, un movimiento de zigzag.

El giro a la izquierda en Israel y en el Partido Laborista no ha caído del cielo. Este giro tiene su origen en las luchas del período anterior. Observando las luchas de los últimos diez años, podemos ver que la clase obrera estaba dispuesta a luchar contra la privatización y las medidas de austeridad de la clase dominante, pero no encontraban su reflejo en el Partido Laborista hasta este momento.

Aquellos que se oponen a este análisis, y simplemente consideran que los procesos dentro del Partido Laborista son irrelevantes para la clase obrera, pese a que se llaman marxistas y leninistas, revelan que no comprenden nada. Para ellos el Partido Laborista con Peretz es el mismo partido que con Peres y Barak, la antigua dirección derechista. El Partido Laborista, como todo lo demás, no es algo estático, fijo ni “absoluto”. Era inevitable que en determinada etapa el Partido Laborista comenzara a moverse y cambiar, reflejando la creciente polarización de clases de la sociedad israelí.
Pero, como decía el diario Haaretz (13 de noviembre de 2005): “Peretz ha hecho una lista de compromisos. Por ejemplo, en una entrevista concedida al Globes el 10 de mayo, enumeró sus objetivos: aumentar el salario mínimo a 1.000 dólares, reducir la edad de jubilación a 60-65 años, aumento de la parte del gobierno a los bonos subvencionados de los fondos de pensiones, del 30% al 50%, creación de una pensión obligatoria sobre todos los asalariados, reconocimiento de los costos de hipoteca y el interés para propósitos impositivos, cambio del sistema de subvenciones al Estado del Bienestar”.

Este diario burgués demostraba cierta preocupación por el surgimiento de una figura como Peretz al frente del Partido Laborista. En el mismo artículo citado anteriormente y haciendo referencia a su programa decía lo siguiente: “Quizás no haga todo esto inmediatamente, pero ¿puede alguien dudar de que podría implantar una gran parte de sus compromisos específicos y otros dentro de un corto espacio de tiempo cuando sea elegido primer ministro? Esto sería un terremoto económico que cambiaría totalmente el panorama político….. Cualquier intento de actuar sin tener en cuenta las fuerzas de mercado internas y externas provocarían una retirada económica y esto llevaría a un daño social peor que el que ha prometido reparar Peretz”.

Lo que les preocupa en concreto son los vínculos de Peretz con los sindicatos. En realidad dicen: “No menos preocupante que su compromiso ideológico es su vínculo político con los sindicatos, en particular con los consejos obreros. Sería iluso pensar que Peretz sería capaz de actuar aisladamente de acuerdo con los intereses del Estado, ignorando los intereses y presiones de este poderoso sector”.

Recientemente dijo que en el caso de llegar a primer ministro, en dos años “habría erradicado la pobreza infantil de Israel”. Mientras que hace estas declaraciones, claramente populares entre los trabajadores, también dice que está comprometido con la economía de mercado. Aquí tenemos la contradicción subyacente de Peretz. Por un lado ha prometido mucho a los trabajadores, pero por el otro dice que respeta el capitalismo. Si se niega a ir más allá de los límites del capitalismo israelí, entonces sufrirá grandes presiones. Esta es una prueba de cómo se moverá. Aunque se pueden ver las contradicciones de sus declaraciones, claramente su victoria en el Congreso del Partido Laborista refleja una creciente polarización tanto dentro del Partido, donde ha surgido un ala de derecha y otra de izquierda, como dentro de la sociedad israelí en su conjunto, entre los que tienen y los que no.

Incluso un liberal pacifista como Uri Avneri, el líder de Gush Shalom, fue capaz de ver el significado de este cambio. En una entrevista concedida a la cadena Al Jazeera, el 13 de noviembre del 2005, declaró: “Peretz fue elegido en las ciudades y pueblos habitados principalmente por inmigrantes del norte de África, las mismas personas que ahora se están rebelando en Francia. Yo diría que eligieron a Peretz por la misma razón que los inmigrantes musulmanes del norte de África están rebelándose en Francia, la alienación social y la privación económica…”

En las elecciones al parlamento celebras el 28 de marzo, el Partido Laborista quedó en segundo lugar, por detrás de Kadima, el partido de Sharon y Olmert, resultante de la escisión “por izquierda” del ultraderechista Likud y de la escisión por derecha del Partido Laborista. Aún así sacó menos votos de los esperados. Pero resulta interesante señalar lo que decía el diario Clarín en su crónica el día después de las elecciones:

“Para muchos, el gran triunfador no fue Olmert sino Amir Peretz. Su Partido Laborista salió segundo pero con un desempeño mejor de lo esperado. ‘Es el más creíble’ dice a Clarín, Meital, hija de argentinos y estudiante de Ciencias de la Educación. ‘Acá los docentes no ganan ni para mantener a su familia. Conozco a varias parejas que trabajan los dos muchas horas y no les alcanza ¿Qué más pueden hacer? Por eso elegí a Peretz, porque habla de cómo cambiar esta situación económica”. Y más adelante, añade el periodista: “Su gran olfato fue percibir que el pueblo israelí, como Meital, está más preocupado por salir del deterioro económico en que los sumió la política implementada por el gobierno de Sharon, que por las fronteras con los palestinos”. (Clarín 29 marzo).

Pese a todo, Altamira ironiza cuando afirmamos que el Partido Laborista bajo la dirección de Peretz refleja el ambiente de la clase obrera judía y árabe, además de la pequeña burguesía (”¡Qué ternura!”, comenta riéndose). Pero su risa está fuera de lugar. Sólo demuestra que no comprende el proceso de toma de conciencia de la clase obrera israelí, ni entiende las crecientes contradicciones sociales que están apareciendo en este período en Israel.

¿En qué consiste el aspecto progresivo de este cambio que ha sufrido el Partido Laborista? En que refleja un cambio en la conciencia de la clase obrera israelí que está empezando a poner por delante sus reivindicaciones de clase apartando a un lado las telarañas del chauvinismo nacional antiárabe, fomentado conscientemente por la burguesía sionista para desviar la atención de los trabajadores de sus problemas. La mayor preocupación de los trabajadores por intentar solucionar sus problemas de clase (falta de trabajo, bajos salarios, explotación patronal) está sacando a la luz los antagonismos de clase de la sociedad israelí que siempre fueron desvirtuados y desviados hacia el chauvinismo nacionalista.

La importancia de este cambio de actitud en la clase obrera judía tiene mucho que ver con la resolución del problema palestino. En realidad, no puede haber salida para el pueblo palestino más que por el camino revolucionario: el derrocamiento tanto de la dirección palestina corrupta y en bancarrota, como de la reaccionaria clase dominante sionista de Israel. Esto no se puede conseguir sin el apoyo de, al menos, los sectores decisivos de la clase obrera israelí. Están comenzando a darse las condiciones para forjar una genuina unidad en la lucha de las masas palestinas y la clase obrera israelí. Pero la condición previa es el abandono de la táctica contraproducente del terrorismo individual y la creación sistemática de contactos entre los trabajadores y jóvenes de Palestina e Israel. Por esto es necesario un partido y una dirección verdaderamente revolucionarios. Pero éstos no existen, hay que ayudar a desarrollarlos.

En estas condiciones, ¿cuáles se supone que debe ser la orientación de los marxistas israelíes? Para las sectas ultraizquierdistas es fácil. Simplemente proclaman un “partido” revolucionario con 3 ó 4 individuos y les piden a los trabajadores israelíes y árabes que se les unan. ¿Y si no lo hacen? ¡Pero para ellos!

Si los marxistas israelíes quieren ser tomados en serio por los trabajadores israelíes no pueden marginarse de este proceso y tienen que marchar hombro con hombro con esta nueva camada de trabajadores y jóvenes israelíes que han depositado sus esperanzas en este cambio en el Partido Laborista. Es posible que muchos nuevos activistas se unan al Partido Laborista bajo esta nueva dirección. Hay que estar en contacto con esta capa y tener una actitud amistosa hacia los trabajadores que ingresen al partido. En la medida que no exista una verdadera alternativa, incluso este partido puede reflejar en un futuro las presiones de la lucha de clases. Es la única manera de establecer lazos y vínculos directos con ellos.

Debemos decirles a estos nuevos activistas que han confiado en Peretz que le exijan una dirección clara para que se deshaga de una vez por todas de la vieja guardia derechista del laborismo, que no participe en nuevos gobiernos de colaboración de clase, que luche por un gobierno laborista que dé marcha atrás en la política antiobrera aplicada por los gobiernos recientes. Deben exigir dentro del movimiento obrero israelí que cumpla su palabra y organice la lucha contra los recortes, las privatizaciones, etc., que avance a una solución justa y democrática para el pueblo palestino ordenando la retirada del ejército de ocupación en los territorios palestinos y el desmantelamiento de todas las colonias israelíes. Deben advertirles que, a menos que esto ocurra, y a pesar de las palabras de la nueva dirección, el Partido Laborista volverá a colaborar con los mismos políticos burgueses que tanto sufrimiento provocan a los trabajadores y los pobres.

Por eso, en esta situación, es totalmente correcto desarrollar un trabajo dentro del Partido Laborista para organizar una fracción marxista en su seno y ganar a los mejores trabajadores y jóvenes laboristas para el programa del marxismo y el internacionalismo proletario.

Los marxistas deben dar un apoyo crítico a Peretz en la medida que dé pasos a la izquierda y en la defensa de los trabajadores y los pobres, criticando todos aquellos pasos que vayan en dirección a la capitulación ante la clase capitalista y el chauvinismo, y particularmente en sus concepciones sionistas. Ante la eventual frustración de los trabajadores laboristas con la política de colaboración de clase de sus dirigentes, surgirán movimientos de oposición en su seno bajo la forma de corrientes de izquierda que pueden agrupar a cientos y miles de trabajadores y jóvenes. El trabajo consistente de un ala marxista en su interior puede ganar a muchos de ellos para una verdadera política socialista e internacionalista.

En su artículo, cuando trata este tema, Altamira nos lanza un nuevo reproche hacia nuestra política electoral en Israel. “Es claro, entonces, que llaman a votar a Peretz, pero que lo hacen de una forma vergonzante”. ¿Vergonzante? ¿Por qué saca esta conclusión el compañero? Se supone que si uno desarrolla un trabajo revolucionario dentro de una organización política, aun cuando combata políticamente a su dirección, debe pedirle también críticamente el voto, como lo hacen también los camaradas del PO en Italia con Refundación Comunista. Vergonzante sería si uno lo ocultara. Pero nuestra nueva posición hacia el Partido Laborista israelí y hacia las elecciones del pasado 28 de marzo ya la publicamos en nuestra página de internet ¡el 7 de diciembre del 2005! Es decir, ¡hace 4 meses! (Ver Israel: Dos peligros en el camino de la clase obrera. Yossi Schwartz. 7 Diciembre 2005). Decididamente, el compañero Altamira no tiene suerte pulsando las teclas de su computadora para encontrar nuestras posiciones políticas en nuestra página web.

Incluso, unos meses antes, decíamos: “Nosotros rechazamos a todos los políticos burgueses. Lo que los trabajadores de Israel necesitan es su propio gobierno. Por eso en las actuales condiciones que existen hoy en Israel nosotros llamamos por un gobierno de los partidos de la izquierda (laborista, Yahad, y el Partido Comunista) con un programa socialista. Este debería incluir la nacionalización de las grandes compañías, los bancos, y los latifundios bajo el control de los trabajadores, el fortalecimiento de la Histadrut (la federación sindical israelí) a través de un proceso de democratización de sus estructuras, y una mejora general de las condiciones de vida de los trabajadores y los pobres. Este sería, en nuestra opinión, el primer paso en la guerra de los trabajadores contra la burguesía”. Israel: As class struggle intensifies divisions open up in ruling class party. Alon Lessel y Fred Weston 20 octubre 2005.

¿Cómplices del enemigo de clase?

Altamira nos acusa por todo esto de que somos cómplices de un opresor nacional y de un enemigo de los trabajadores y el pueblo palestino. “’Militancia’ (sic) es cómplice de un opresor nacional, el sionismo, sea laborista o likudista. Es cómplice de un émulo de Sharon y de un candidato a coaligarse con el partido de Sharon. No es ‘cómplice’ del enemigo de nuestro enemigo sino que es cómplice de nuestro enemigo.”

Un cómplice de un opresor nacional y de un enemigo de los trabajadores y del pueblo palestino es aquel que avala, apoya y comparte su política. Pero nuestra tendencia no las avala, no las apoya ni las comparte. Al contrario, las combate firmemente como lo hemos demostrado a lo largo y ancho de este artículo. ¿No le parece positivo al compañero Altamira que haya marxistas dentro del Partido Laborista israelí que combatan al sionismo en sus filas y plantee una salida socialista unitaria para árabes e israelíes? ¿Qué principios marxistas se supone que se vulneran aquí? La inmensa mayoría de los obreros israelíes abrazan las ideas sionistas. Es un hecho. Y sus sectores decisivos se referencian en el Partido Laborista. Si no ganamos a estos sectores y los convertimos en aliados de las masas palestinas, no hay solución posible a la cuestión palestina. Si no se entiende esto, no se entiende nada de la cuestión nacional en Medio Oriente. Un trabajo de fracción en el Partido Laborista ayuda a desarrollar esta política. Eso es todo.

Por su parte, el amigo Daniel, en su carta de Prensa Obrera Nº 938, nos hace el siguiente comentario inquisitorial:

“Después de la última salvajada sionista en la cárcel de Jericó, en la cual mataron a tres palestinos (dos prisioneros y un policía), el candidato que apoyan los grantistas, Amir Peretz, felicitó al ejército israelí por la “exitosa operación”. Cómo alguien, no ya marxista o trotskista sino simplemente demócrata o decente, puede seguir apoyándolo, está fuera de mi alcance. Eso por no hablar de los dislates que dijeron aún antes de que Peretz estuviera al frente del laborismo, como, por ejemplo, cuando llamaron después de una ola de atentados suicidas a crear milicias de autodefensa manejadas por la Histadrut (!!!), es decir por la organización que estuvo históricamente al frente del proceso de limpieza étnica de los palestinos (http://www.marxist.com/MiddleEast/israel25_08_03.html)”.

Este comentario tiene dos partes. Respondemos a la primera. Como ya dijimos, nosotros no nos hacemos responsables de las declaraciones o posiciones políticas de Peretz, ni nos comprometen. Si van contra nuestras ideas y programa las combatimos públicamente y ponemos en alerta a los trabajadores laboristas. De esta manera mantenemos nuestra independencia política e instamos a los trabajadores y jóvenes israelíes a que luchen contra ellas. Así, tras el asalto a la cárcel mencionada, donde el ejército israelí apresó al dirigente del Frente Popular para la Liberación de Palestina-FPLP, Ahmad Saadat, detenido en esa cárcel por asesinar a un dirigente ultraderechista judío, nuestros compañeros israelíes emitieron una declaración que, entre otras cosas, decía:

“Este truco ha funcionado. Fue aplaudido por la mayoría de los políticos israelíes incluyendo a Amir Peretz, el nuevo líder del Partido Laborista, quien de hecho se ha estado rindiendo a la presión nacionalista…. Con la actual dirección del Partido Laborista hasta Mickey Mouse le podría ganar las elecciones. Después de haber levantado las esperanzas de muchos trabajadores en la izquierda, Peretz ha girado hacia el “centro”, desanimando a muchos de sus seguidores”. Y sigue:
“…Nosotros, los marxistas de Israel que trabajamos en el Partido Laborista luchando por la transformación socialista del podrido orden capitalista, demandamos la inmediata liberación de Ahmad Saadat. La clase dominante israelí es quien menos autoridad moral tiene para llevar a juicio al FPLP por matar a un criminal de guerra israelí, un enemigo de la clase trabajadora.
Al mismo tiempo nos oponemos al terrorismo individual, como método que sólo sirve a la reacción en Israel. El único camino para avanzar es a través de la lucha revolucionaria de la clase obrera.” (Jericó and beyond. Yossi Schwartz 20 marzo.)

Respecto al supuesto “dislate” que nos reprocha Daniel sobre una propuesta de nuestros compañeros de organizar autodefensas obreras basadas en el sindicato Histradut, denunciamos a este caballero por manipular y tergiversar su verdadera posición. Si bien la dirección de la Histradut está en manos de dirigentes laboristas sionistas, actualmente es el sindicato común a los trabajadores judíos y árabes dentro del Estado de Israel. Pese al carácter de su dirección se vio obligado en la última década a dirigir luchas importantes contra los gobiernos israelíes. Y, como explicaba Lenin en “La enfermedad infantil del ‘izquierdismo’ en el comunismo”, los marxistas estamos obligados a trabajar en los sindicatos de masas que agrupan a la mayoría de los trabajadores, incluso en los sindicatos más reaccionarios, para arrancar a las masas trabajadoras de la influencia de sus dirigentes reformistas y traidores. Es increíble que el amigo Daniel desconozca este precepto fundamental de la política marxista. Al parecer, esta gente admite cualquier cosa con tal de denigrar a sus adversarios políticos. He aquí la cita exacta de nuestros compañeros a la que se refiere Daniel:

“Si hubiera un partido marxista en Israel hoy con una base de masas, que uniera tanto a los trabajadores árabes como judíos, tales milicias (o fuerzas de defensa obrera) podrían ser organizadas para defender los barrios judíos y palestinos. Su tarea sería resistir el terror, comenzando con el terror de los pobladores de los asentamientos judíos en los territorios palestinos, y al mismo tiempo luchar contra las tácticas del terrorismo individual que tienen su base en la pequeña burguesía palestina. Tales fuerzas de defensa obrera tienen que estar basadas en la Histadruth – la federación sindical de Israel.
No es necesario decir, que todo esto requiere una dirección muy diferente de la actual. Requeriría una dirección comprometida en la defensa de los genuinos intereses de los trabajadores, y no como la actual que está feliz firmando podridos compromisos con los patrones. El lugar para comenzar esta campaña serían los lugares de trabajo, en las fábricas. Lo más probable sería comenzar como una fuerza de autodefensa obrera en las fábricas en situaciones donde los trabajadores estén comenzando a tomar las fábricas bajo control obrero como respuesta a los ataques de los patrones. En la lucha para defender los puestos de trabajo, salarios y condiciones de vida el llamamiento por la unidad de los trabajadores encontraría un eco tanto entre los trabajadores judíos como árabes. Esta es la única manera real de defender a los trabajadores árabes y judíos contra las patotas patronales de ambos lados”. (Socialism: the only way out of the bloodshed in Israel/Palestine! Yossi Schwartz 25 agosto 2003)

¿Una política para Palestina y otra para Italia?

En cualquier caso, es verdad que los dirigentes del PO nos pueden ilustrar bastante bien acerca de la complicidad con el enemigo de clase. Como decíamos en la primera parte de esta respuesta, los camaradas italianos del PO (la tendencia Progetto Comunista) desarrollan desde hace años un trabajo de fracción dentro de una organización reformista como es Refundación Comunista. Este partido participa en una coalición electoral (L’Unione) con un partido socialdemócrata, el PDS, y el partido burgués de Romano Prodi, La Margarita. De esta manera se preparan, tras su previsible victoria en las elecciones del 9 de abril, para constituir un gobierno de frente popular, un gobierno de colaboración de clases. Romano Prodi ya declaró que, por el momento, mantendrá las tropas italianas de ocupación en Irak, junto a las tropas imperialistas de Estados Unidos y de Gran Bretaña.

De esta manera, el partido en el que trabajan los camaradas italianos del PO (o, mejor dicho, los dirigentes reformistas de este partido) se va a convertir en cómplice de una política imperialista de opresión nacional, además de cómplices de un gobierno que, previsiblemente, abordará una política local de ajustes y ataques al movimiento obrero. Si los compañeros del PO acusan a nuestros camaradas israelíes de que son cómplices de la política sionista de opresión nacional al pueblo palestino porque desarrollan un trabajo de fracción dentro del Partido Laborista israelí combatiendo la política de su dirección, con el mismo derecho deberemos acusar mañana a los camaradas italianos del PO de cómplices de la opresión imperialista contra el pueblo iraquí. Si el PO fuera consecuente con lo que dice, y nos critica por eso, debería demandar inmediatamente a sus camaradas en Italia que abandonen la militancia en Refundación Comunista ¿Por qué no lo hacen? ¿O es que Altamira y los dirigentes del PO tienen dos varas de medir? Si ellos hacen este tipo de trabajo está todo bien. Si lo hacemos nosotros es un crimen imperdonable. Camarada Altamira, exigimos una explicación de su parte y que nos aclare este punto. No nos venga con evasivas.

Por supuesto, nosotros no estamos de acuerdo con esta caracterización de los camaradas italianos del PO. Sabemos que son compañeros honestos y dedicados revolucionarios. Nos parece completamente razonable y necesario participar hombro con hombro junto a miles de militantes comunistas dentro de Refundación Comunista, a pesar de su dirección reformista, para combatir precisamente sus políticas de colaboración de clase, delimitando con las mismas para ganar a los mejores jóvenes y trabajadores comunistas para una genuina política marxista. Como los compañeros del PO saben, también nuestros camaradas italianos participan de esa misma experiencia junto a ellos en Refundación Comunista. Sólo hemos querido poner en claro la inconsistencia de las políticas de los dirigentes del PO y de su corriente internacional, lo cual es un reflejo de un enorme oportunismo político y de una gran confusión en sus ideas y orientación.

Conclusiones

La elaboración de este largo artículo, que hemos dividido en dos partes, no debe ser interpretado como un ataque al Partido Obrero (PO) o a su militancia. Por el contrario, siempre hemos manifestado nuestro respeto por la misma y consideramos que desarrolla un trabajo abnegado que merece nuestro reconocimiento. Si algún compañero del PO se considera agraviado por alguna cosa que dijimos vayan por adelantado nuestras disculpas. Nuestro objetivo ha sido única y exclusivamente defendernos de un ataque que consideramos injusto y escandaloso por parte de los dirigentes del PO que no puede ser definido de otra forma sino como vandalismo político.

No es la primera vez que la dirección del PO nos manifiesta una actitud hostil y agresiva. Creemos que esto es una mala cosa. Incluso las mayores diferencias políticas entre tendencias políticas de la izquierda debieran abordarse en un ambiente de respeto y camaradería. Nunca hemos perseguido ganar porotos en esta o en otras polémicas con el PO, o con cualquier otra corriente.

Pero también queremos hacer un llamado a los cuadros y militantes del PO para que lleven un poco de racionalidad a sus dirigentes. Si continúan por ese camino, inevitablemente se encontrarán en problemas. Si la dirigencia partidaria no puede basarse en datos, cifras y argumentos para tratar las diferencias con otras corrientes de izquierda, o en el propio seno de la organización, utilizando un método amistoso y fraternal, y sólo utilizan insultos, tergiversaciones y distorsiones eso será una receta acabada para crisis y conflictos que pueden estropear el buen trabajo hecho en el pasado.

Nuestra corriente internacional, la Corriente Marxista Internacional, está orgullosa de su historia y trayectoria. No tenemos nada que ocultar ni esconder. Tenemos una bandera limpia y sin tacha. Sólo nos mueve el interés de la clase obrera internacional y perseguir sus objetivos históricos, el triunfo de la revolución socialista internacional, al que dedicamos todos nuestros esfuerzos y sacrificios.

Estamos orgullosos de lo que hemos construido en los últimos años. Nos hemos establecido como una verdadera organización internacional digna de ese nombre, con presencia en más de 30 países de 4 continentes. Nuestros análisis y trabajos teóricos se han convertido en puntos de referencia para miles de luchadores en todo el mundo, lo que complementamos con una participación activa en la lucha de clases internacional. Sobre estas bases vamos a seguir dando nuevos pasos adelante.

Buenos Aires, 4 de abril 2006