Reforma constitucional en Venezuela: el socialismo vendrá de la iniciativa revolucionaria desde abajo

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El proyecto de reforma constitucional propuesto por el gobierno venezolano, a iniciativa del Presidente Chávez, ha provocado un terremoto político en Venezuela. Para la oposición burguesa se trata de crear un Estado "totalitario". Para las masas trabajadoras venezolanas, en cambio, representa un paso más en el camino hacia una sociedad mejor y más justa. No es casualidad que algunos sectores del ala reformista del movimiento bolivariano calificaran de "apresuradas" estas reformas y sugirieran retran retrasar su aprobación uno o dos años. Chávez los denunció como opositores a la revolución, lo que demuestra que las contradicciones de clase dentro del movimiento bolivariano van a ir profundizándose cada vez más. El proyecto de reforma constitucional propuesto por el gobierno venezolano, a iniciativa del Presidente Chávez, ha provocado un terremoto político en Venezuela. Para la oposición burguesa se trata de crear un Estado "totalitario". Para las masas trabajadoras venezolanas, en cambio, representa un paso más en el camino hacia una sociedad mejor y más justa. No es casualidad que algunos sectores del ala reformista del movimiento bolivariano calificaran de "apresuradas" estas reformas y sugirieran retrasar su aprobación uno o dos años. Chávez los denunció como opositores a la revolución, lo que demuestra que las contradicciones de clase dentro del movimiento bolivariano van a ir profundizándose cada vez más.

Este proyecto de reforma será sometido a Referéndum en el mes de diciembre. Mientras tanto, el debate sobre la misma ha pasado a la calle, a los barrios, y al interior de las organizaciones populares.

Aspectos progresivos de la reforma

Los medios de comunicación burgueses destacan la propuesta del derecho a la reelección indefinida del presidente, en este caso de Chávez; pero ocultan aquéllas que suponen, sobre el papel, nuevos golpes contra la estructura del Estado burgués.

En concreto, el nuevo Art.158 dice: "El Estado promoverá como política nacional, la participación protagónica del pueblo, transfiriéndole poder y creando las mejores condiciones para la construcción de una democracia socialista". Además, se reconocen como organismos del Poder Popular: los consejos comunales (organismos de poder popular en los barrios), los consejos obreros, los consejos estudiantiles, y los consejos campesinos, entre otros.

Los consejos comunales tendrán atribuciones sobre las obras y servicios públicos, la gestión de empresas municipales, etc. También se menciona la participación de trabajadores en la gestión de empresas públicas.
En el aspecto social, se establece la jornada laboral diurna de seis horas y de treinta y cuatro horas semanales. Así como que "Ningún patrón podrá obligar a los trabajadores laborar horas extras".

También se prohíben expresamente los latifundios, que serán transferidos al Estado, a "cooperativas, comunidades organizadas u organizaciones sociales".

Por último, se asienta el carácter antiimperialista y popular de las fuerzas armadas que coexistirán con la Milicia Popular Bolivariana.

Para los marxistas, cualquier reforma legal que permita a las masas trabajadoras avanzar en el control y la gestión de cada aspecto de la vida social es progresista y lo apoyamos. Pero no somos cretinos. No basta con que estas mejoras queden formuladas en la Constitución para que los cambios se hagan efectivos. Cualquier cambio desde arriba debe ir acompañado necesariamente de la iniciativa revolucionaria desde abajo.

Las limitaciones de la reforma

La propia reforma constitucional establece que todas estas medidas deben ser desarrolladas y aplicadas a partir de leyes específicas que deberán ser promulgadas por la Asamblea Nacional. Y esto da un amplio margen a la burocracia estatal para boicotear la aplicación de estas medidas o para vaciarlas de contenido.

Por ejemplo, no están claras las atribuciones concretas de los consejos comunales, obreros, campesinos y estudiantiles, ni cómo se elegirán. Ni tampoco el grado de dependencia que tendrán respecto de los ministerios, las gobernaciones o los municipios.

En el caso de la jornada laboral de 6 horas, no está claro cómo se va a imponer esta medida empresa por empresa; de la misma manera que la jornada laboral de 8 horas no se cumple ahora, ni en Venezuela ni en los países de nuestro entorno. Aunque la ley prohíba al patrón imponer laborar horas extras eso no impedirá que el trabajador, como ocurre ahora, se vea obligado a trabajar horas extras "voluntariamente" para completar un salario decente. Lo que vaciaría de contenido esta ley.

Tampoco queda claro cuál será el umbral mínimo a partir del cual una propiedad agrícola será considerada latifundio.

Las tareas de los socialistas revolucionarios

Independientemente de la efectividad práctica de estas reformas, lo importante es que ofrecen una oportunidad extraordinaria a los socialistas revolucionarios para movilizar a las masas e impulsar la revolución hacia delante, alertando a las mismas contra el boicot de la burguesía y de los sectores reformistas y contrarrevolucionarios del aparato del Estado.

El deber de los socialistas revolucionarios es impulsar la formación de los consejos comunales, obreros y campesinos, luchando en su seno contra las tendencias burocráticas que tratarán de convertirlos en una extensión del aparato del Estado, y exigir para los mismos las funciones que actualmente asumen los municipios, las gobernaciones y los ministerios. Los miembros de estos organismos deben ser elegidos y revocables en cualquier momento desde abajo y, en ningún caso, percibir un salario superior al de un trabajador calificado.

Para evitar la atomización del poder popular, los comités comunales, obreros y campesinos deben coordinarse a nivel local, regional, estadual y nacional; eligiendo en cada nivel delegados sometidos al derecho de revocación.

Esto permitiría el surgimiento de una estructura "estatal" diferente y opuesta a la actual estructura estatal burocrática burguesa, que es la negación viva de la democracia socialista que la reforma dice propugnar.

Las organizaciones populares, la central sindical UNT, las organizaciones campesinas y las células del PSUV deberían tomar estas iniciativas. La UNT debería organizar un congreso de representantes de los consejos obreros para impulsar el control obrero en las principales empresas del país, sean públicas o privadas. Las organizaciones campesinas deberían hacer lo propio para diseñar un plan de ocupaciones de latifundios, estableciendo ellos mismos en cada comunidad agrícola qué propiedad lo es o no, y vigilar que los antiguos propietarios no retomen el control de las nuevas propiedades bajo el rótulo de "comunidades", "cooperativas", etc.

Las organizaciones populares deberían exigir la formación de la milicia popular en las fábricas, barrios y pueblos con la ayuda de instructores del ejército que hayan mostrado una fidelidad probada a la revolución y su adhesión al socialismo. Deberían exigir la formación de comités de soldados para controlar a los oficiales, y permitírseles a soldados y oficiales revolucionarios su participación en política y en el PSUV.

El peligro de la contrarrevolución

El problema de estas medidas, como pasó con otras iniciativas establecidas sobre el control de cambios, la imposición de precios máximos a los productos de primera necesidad, etc.; es que desorganizan el funcionamiento normal del capitalismo sin introducir la planificación socialista de la economía y de la sociedad, lo que tiende a crear caos e inestabilidad.

Por eso, estas medidas deben ir acompañadas de la nacionalización bajo control obrero de las palancas fundamentales de la economía: los bancos, los latifundios y los monopolios, para impedir el boicot de la economía por los capitalistas (como ya está ocurriendo) y para hacer realidad las mejoras sociales que persigue la revolución socialista (jornada de 6 horas, salarios decentes, pleno empleo, viviendas para todos, control y gestión obrera y popular de la sociedad).

A largo plazo, si las masas perciben que nada cambió y las energías y sacrificios desplegados durante años no concluyen en un cambio significativo en sus condiciones de vida, inevitablemente aparecerán el desaliento, el cansancio y la frustración lo que será aprovechado por la contrarrevolución agazapada en los barrios ricos, en los despachos oficiales y en los cuarteles del ejército, para descargar un golpe decisivo contra la revolución.

Pero antes de que eso ocurra, como sucedió otras veces, las masas trabajadoras buscarán una y otra vez la manera de cambiar la sociedad. Lo que se necesita es la organización de una tendencia marxista de masas en el seno del PSUV, de la UNT, y de las organizaciones campesinas y populares que se convierta en un polo de referencia para dirigir todas las energías revolucionarias hacia la toma efectiva del poder por la clase obrera, con el apoyo de los campesinos pobres y las capas populares de la ciudad; que acometa la expropiación de los capitalistas y terratenientes, y el desmantelamiento del aparato del Estado actual y su sustitución por otro nuevo basado en organismos genuinos de poder obrero y popular.