Política Obrera: La crisis terminal y el rechazo al voto

En estos días se publicó un artículo firmado por el Comité Editorial de Política Obrera donde plantean que: “La campaña se ha convertido en una gran operación de ocultamiento del golpe de Estado económico, que los candidatos capitalistas preparan para después de la elección.” (https://politicaobrera.com/10348-de-nuevo-nuestra-posicion-electoral)

En términos generales, podemos tener acuerdo en que la crisis capitalista se profundiza a pasos agigantados. Una victoria de cualquiera de los candidatos Bullrich o Milei, resultará en una declaración de guerra abierta hacia los de abajo; si en cambio, gana Sergio Massa, aplicará diferentes mecanismos con el intento de “frenar” la estampida, que implicarán dejar correr la devaluación, por múltiples caminos, estrangulando aún más a las masas trabajadoras.

En definitiva, los candidatos del régimen capitalista no solo profundizarán la devaluación, sino que el peso de la crisis se descargará con más severidad sobre los hombros de la clase trabajadora y golpeará con mayor violencia las mesas obreras.

En ese contexto, Política Obrera construye sus perspectivas caracterizando las próximas elecciones como reaccionarias y postulando un operativo poselectoral de un golpe de estado económico.

Empero, no es intención de este breve artículo hacer un análisis detallado de las premisas de Política Obrera o las perspectivas que construyen. Sí queremos, por otra parte, señalar a las y los militantes que desean el avance del trotskismo y de la revolución socialista en Argentina y el mundo dos aspectos que expresan una posición incorrecta en relación a las tareas que tenemos por delante hacia la construcción de un partido revolucionario con autoridad entre la clase obrera y la juventud.

En primer lugar, la pregunta que nos cabe es: ¿las masas han superaron las ilusiones democráticas?

Evidentemente, en estos momentos la crisis del régimen político se encuentra en un estado de delicado equilibrio inestable. Por un lado, el voto a Milei no expresa una derechización de las masas, pero sí expresa un voto bronca para castigar a los dos partidos mayoritarios. Por el otro, los 12 millones de trabajadores y trabajadoras que no fueron a votar revelan un estado de ánimo de desconfianza creciente sin precedentes, hacia el régimen de conjunto.

Los capitalistas y sus representantes políticos se han habituados a gobernar por décadas, y aprenden del pasado. A través de su brazo financiero -el FMI-, el propio imperialismo observa con preocupación la situación de inestabilidad del país. El 2001 fue una escuela no solo para los explotados, sino para las clases dominantes. La agitación de levantar un gobierno de unidad nacional, revela la necesidad de formar un amplio arco político que les permita frenar cualquier intento de independencia política de los explotados, y además, garantizar en última instancia el plan de ajuste impuesto por el FMI.

No podemos dejar afuera de la ecuación que, tantos los capitalistas como el imperialismo y los políticos de los partidos mayoritarios, son un elemento activo de la vida política. Dicho de otro modo, militan e influyen en la conciencia de las masas. Esto es también parte de la lucha de clases y del proceso histórico, y debe ser tomado en cuenta en el análisis de la situación actual.

La experiencia de Jujuy, que ha sido el preludio de la situación política, debe darnos las pistas sobre un adecuado balance de la lucha, los obstáculos y dificultades que tuvo el movimiento de masas y su vanguardia.

Por otro lado, las mediaciones sindicales aún mantienen un peso importante en tanto tabique de contención. Los jefes sindicales que sostienen una política de conciliación de clases llevan agua al régimen capitalista, a más no poder, a fin de apagar los posibles incendios de la lucha obrera. Y esto no solo es un problema ideológico. Es la responsabilidad de estos dirigentes, al atar el movimiento de las masas trabajadoras dentro de las leyes y marcos del capitalismo para defender sus propios privilegios.

Entonces, la idea que Política Obrera sostiene sobre la auto organización, planteando que es el propio movimiento obrero quien debe auto organizarse de manera independiente en general, no es correcto en todo momento y lugar. Puede parecer como así fuera, pero para amplios sectores de la clase es sumamente abstracta.

Un sector importante de los trabajadores mantiene una disciplina sindical. Además, actúan en base a lo concreto, y lo concreto son los cuerpos de delegados y las juntas internas que representan la base de la burocracia. Debemos luchar por la democracia obrera y el desarrollo de asambleas de base, asambleas por oficina y empresa, por sección, etc. Esta es la base de un plan de acción para comenzar a recorrer el camino de independencia política. Es este el trabajo que debe llevar adelante el núcleo revolucionario. Seguramente vamos a ver puebladas como las de Jujuy en el próximo período, pero lo fundamental, para poder cambiar la situación actual de forma favorable a las y los trabajadores, será la presencia de la clase obrera con sus métodos de lucha: la huelga general, la ocupación de fábricas, el poder obrero y un gobierno de los trabajadores.

Trotsky señalaba que la clase obrera no llega por sí sola a conclusiones revolucionarias. Es a través de un proceso vivo, de avances y retrocesos, que los sectores más avanzados clase obrera llegan a comprender la necesidad de construir el partido revolucionario. Los trabajadores no abandonan fácilmente sus organizaciones tradicionales de lucha, sino que permanecen en ellas intentando transformarlas.

Pero para ganar a las masas que todavía creen en los dirigentes reformistas o en las direcciones burocráticas de los sindicatos no es suficiente pedirles que abandonen sus organizaciones y se unan al partido revolucionario. El trabajo en los sindicatos, para su recuperación en manos de los trabajadores removiendo a los líderes sindicales que colaboran y concilian con los intereses de los empresarios, debe estar combinado con la lucha por la auto organización de base en las fábricas, los lugares de trabajo y los barrios.

Luego, está la cuestión del supuesto carácter “terminal” de la crisis: “Estas elecciones tendrán lugar en un marco de crisis económica, social y política terminal. Los tres candidatos que encabezan los sondeos de voto representan distintas variantes de salida catastrófica a esta crisis capitalista.” Creemos que no hay crisis terminal del capitalismo. Política Obrera ha hecho un uso ambiguo de esta definición. León Trotsky analizó y refutó suficientemente esta idea en el texto: Una escuela de estrategia revolucionaria. En el capítulo Los problemas de la táctica revolucionaria:

“Efectivamente, lo que hemos visto en el curso de los diez años últimos es la ruina, la descomposición de la base económica de la humanidad capitalista y una destrucción mecánica de riquezas acumuladas. Actualmente estamos, en plena crisis, crisis aterradora, desconocida en la historia del mundo, y que no es una simple crisis llegada a su hora ‘normal’ e inevitable en el proceso del progreso de las fuerzas productoras del régimen capitalista; esta crisis marca hoy la ruina y el desastre de las fuerzas productivas de la sociedad burguesa. Acaso concurran todavía ciertos altibajos; pero, en general, como expuse a los camaradas en la misma sala hace mes y medio, la curva del desarrollo económico tiende, a través de todas sus oscilaciones, hacia abajo, y no hacia arriba. Sin embargo, ¿quiere esto decir que el fin de la burguesía llegará automática y mecánicamente? De ningún modo. La burguesía es una clase viva que ha retoñado sobre determinadas bases económico-productivas. Esta clase no es un producto pasivo del desarrollo económico, sino una fuerza histórica, activa y enérgica. Esta clase ha sobrevivido, o sea que se ha hecho el más terrible freno de la evolución histórica Lo cual no quiere decir que esta clase esté dispuesta a cometer un suicidio histórico ni que se disponga a decir: “Habiendo reconocido la teoría científica de la evolución que yo soy reaccionaria, abandono la escena.” Evidentemente, ¡esto es imposible! Por otra parte, no es suficiente que el partido comunista reconozca a la clase burguesa como condenada y casi suprimida para considerar segura la victoria del proletariado. No. ¡Todavía hay que vencer y tirar abajo la burguesía!”

Por último, creemos que el no pasar o perforar el piso de las PASO, condiciona a la dirección de Política Obrera a señalar que: “El FIT-U, se ha convertido en un factor de desmoralización para los militantes de izquierda y los luchadores obreros. Esto ocurre luego de una persistente acción electoralista y de numerosos apoyos parlamentarios a proyectos incompatibles con el socialismo o, como ocurre, ahora, con el apoyo que varios de sus integrantes otorgan a la guerra de la OTAN, bajo el pretexto de la autonomía nacional de Ucrania. El FIT-U se ha convertido en “activo tóxico”.

El FIT-U es un frente de organizaciones centristas, que reciben la presión de la lucha de clases. Un buen ejemplo son los constituyentes de Jujuy que ante la pueblada debieron abandonar la Constituyente en Jujuy.

En este sentido es necesaria una delimitación de clase de los partidos patronales y sus candidatos del FMI votando críticamente al FIT-U en estas elecciones 2023.

Pero lo más importante a tener en cuenta es que aún nos falta una de las tareas fundamentales en Argentina y en el mundo, que es construir el Partido Mundial de la Revolución Socialista y en esto compañeros no hay atajos, no hay caracterizaciones rimbombantes que dictaminen frente a una notebook que el capitalismo se encuentra en un estado terminal. Es por esto que hay que construir el factor subjetivo, además de hacer una crítica leal y fraterna a los cientos de jóvenes militantes que no solo se encuentran en las filas de Política Obrera, sino dentro del FIT-U.

La posición de los dirigentes de Política Obrera representa una política de boicot a la lucha electoral cuando plantea su “rechazo al voto a los partidos existentes sin excepción”, pero la táctica del boicot se vuelve ineficaz, cuando no se posee la fuerza para sustituir el proceso al que se quiere boicotear.

La envergadura de la crisis del sistema imperialista mundial ha convertido al problema de la construcción del partido revolucionario en una cuestión de vida o muerte para la clase obrera y demás sectores explotados. Desde la Corriente Socialista Militante, sección Argentina de la Corriente Marxista Internacional nos ponemos a disposición de todas las organizaciones, compañeros y compañeras que quieran discutir estas ideas y dar pasos firmes en su concreción.


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