Plan Estratégico Argentina 2020 (III): El Plan Estratégico Alimentario y Agroindustrial

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El Plan Estratégico Alimentario y Agroindustrial (PEA) 2020 presentado en septiembre pasado por la Presidenta en Tecnópolis, fue elaborado con los aportes de 53 universidades, 24 complejos productivos y 470 escuelas agrotécnicas de todo el país. Para ello, se crearon mesas de trabajo técnicas, con funcionarios y los propios integrantes de la cadena de comercialización.

Objetivos del plan

La principal meta del PEA consiste en elevar la producción de granos de 92 a 157 millones de toneladas para el 2020, un 58 % más; además de incrementos de un 53 % en cultivos industriales, un 235 % en el complejo algodonero, un 89 % en el hortícola, un 27 % en el forestal, 36 % para el complejo frutal citrícola, un 15 % para el vitivinícola y un 115 % para el avícola.

Las exportaciones totales del sector agroalimentario y agroindustrial pasarían a 96.611 millones de dólares, una suba de 145%. El mismo incremento registraría la venta de manufacturas de origen agropecuario, que llegarían a 64.200 millones. En tanto, las colocaciones de productos primarios crecerían un 80%, hasta 27.360 millones de dólares.

De este modo, el PEA proyecta que para fines de la década el 14% de la producción de cereales secundarios y trigo, y el 16% de los aceites vegetales se destinarán a biocombustibles en comparación con el 10% y 9% de promedio en las campañas 2007-2009. Y calcula el aumento de las exportaciones de biocombustibles derivados de la soja de 1.277 millones de dólares a 5.320 millones, representando esto un incremento del 317%.

¿Alimentos o negocio?

El PEA resulta muy asertivo en las metas económicas y productivas, pero no tanto en cómo serían alcanzadas, y mucho menos en cuáles serían sus costos y cómo se distribuirían sus beneficios. En síntesis, el PEA no se preocupa por los alimentos sino por los precios de los mismos, y está enfocado fundamentalmente en aumentar la rentabilidad del sector vinculado a la agroexportación. Las primeras estimaciones indican que para alcanzar las metas propuestas sería necesario expandir la superficie cultivada en una extensión que varía de 5 a 20 millones de hectáreas. El Plan no dice de dónde saldrían las tierras para alcanzar ese incremento.

Por otro lado se resalta, como indicador de este gran salto productivo, la masiva incorporación de tecnologías, el ingreso de profesionales a la actividad y el incremento en cinco veces de la cantidad de fertilizantes utilizados.

Merenson (http://losverdes.org.ar/blog/?tag=merenson) describe la dimensión ambiental de este proceso: “En los últimos años, de la mano de la monocultura sojera, la frontera agropecuaria avanzó fundamentalmente en dos regiones: en el NEA, donde el área sembrada aumentó, entre las campañas 1997/98 y 2004/05, en un 417%, y el NOA donde para similar periodo, el aumento fue de un 220%“.

Dos regiones que albergan al Parque Chaqueño y las Yungas, que según datos del Primer Inventario Nacional de Bosques Nativos, basado en imágenes Landsat 5 TM (años 1998/1999) y Spot (año 1995) contenían unas 25 millones de hectáreas de tierras forestales, el 80% de los bosques nativos remanentes de nuestro país. Obviamente, esas tierras fueron sometidas a intensos procesos de deforestación durante la década del año 2000, tal como surge del trabajo realizado por la Dirección de Bosques de la SAyDS: “Pérdida de Bosque Nativo en el Norte de Argentina”. El área de estudio abarcó aquellas zonas que habían sido afectadas fuertemente por el proceso de deforestación localizadas en las provincias de Chaco, Santiago del Estero, Salta y una pequeña porción de Jujuy, la evaluación definió que el área deforestada entre 1998 y 2008 alcanzó 1.700.000 ha, parte de ella se concretó incluso durante el periodo de prohibición de desmontes establecido por la ley nacional

26.331 de presupuestos mínimos de protección ambiental de los bosques nativos”. No se trata de un Plan Agroalimentario, sino de una propuesta de incremento de la producción de mercancías agrícolas, especialmente de aquellas destinadas a la exportación. El PEA se enfoca sólo en la faz productiva, poniendo un énfasis casi exclusivo en los productores de commodities agrícolas. Se propone aumentar el volumen exportable a 150 millones de toneladas (principalmente de carnes, cereales y oleaginosos), lo que redundaría en un incremento de los ingresos monetarios. No se habla de cómo se distribuiría la ganancia, en un esquema de producción y comercialización concentrado, donde el 60 % de la producción es producida en explotaciones de más de 1000 has (apenas el 10 % de los productores del país) y donde la comercialización está manejada por siete grandes empresas transnacionales (Cargill, Noble, ADM, Nidera, Bunge, Dreyfus, Topfer) que manejan el 90% de la exportación y la industrialización del grano de soja (INTA, Estudios Socioeconómicos de los Sistemas Agroalimentarios y Agroindustriales Nª 3. Bs. As. Ediciones de INTA. 2009).

“Plantear que debemos redoblar las exportaciones de alimentos en el marco del modelo actual genera claras contradicciones con las aspiraciones de un desarrollo industrial armónico con justicia social y con las políticas de derechos humanos. Además esto va en dirección a consolidarnos como productores de materias primas en el marco de un saqueo transnacional que nada tiene que envidiarle a antiguos esquemas coloniales. Aumentar a 160 millones de toneladas de granos (forrajeros y no alimentarios) la producción anual (tal como anunció el ministro) es sumar otras 10 millones de hectáreas a las 20 millones que se cultivan de soja transgénica, además de los otros cultivos. Y no tiene otra forma de hacerse que a partir de los desalojos de las familias campesinas que producen de manera sustentable en el bosque, a partir de eliminar la biodiversidad de ecosistemas frágiles y en franco deterioro como el Parque Chaqueño. Presionando al éxodo rural que continuará sobredimensionando las ciudades” (Movimiento Nacional Campesino e Indígena, Comunicado de prensa: http://www.mnci.org.ar/)

Nuestra alternativa

Necesitamos un PEA que ponga en primer lugar la satisfacción de las necesidades alimentarias de las mayorías del país, necesidades alimentarias de calidad, variada y accesible. Un PEA que planifique la producción agrícola conservando los recursos naturales y la biodiversidad; para ello resulta indispensable expropiar a los grandes latifundios y pools de siembras, poniendo a los mismos al servicio de los trabajadores y de las necesidades más elementales del pueblo.