Los trabajadores del GCBA en lucha

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Una avanzada reaccionaria contra las condiciones de trabajo y salarios de los trabajadores de GCBA, y a la vez es un reflejo del contenido de las políticas reaccionarias que piensa aplicar en lo social, economía, cultura etc.

¡No al pacto SUTECBA-Macri!

Se veía venir… y vino nomás: a pocos días de asumir, el gobierno de Macri despidió a 2.400 contratados del GCBA.

En verdad, nadie puede sorprenderse: durante la campaña electoral Macri y amigos agitaron a los cuatro vientos que oficinas y dependencias del GCBA están llenas de “ñoquis”. Que habría que “reformular” la administración pública, racionalizarla y optimizar los resultados para una mejor atención de los “vecinos”; sintetizando el viejo cuento liberal de “modernizar” el Estado.

Pero va por más: con el visto bueno del sindicato, quiere revisar los más de 18 mil contratos vigentes, que pasarían a durar ahora sólo tres meses, eliminando aquellos que no “presenten un servicio útil al vecino”, e instaurar la movilidad y traslados del personal de acuerdo a los caprichos patronales.

Se trata de una avanzada reaccionaria contra las condiciones de trabajo y salarios de los trabajadores de GCBA, y a la vez es un reflejo del contenido de las políticas reaccionarias que piensa aplicar en lo social, economía, cultura etc.

Por eso, detener la ofensiva macrista es una necesidad imperiosa para los trabajadores del GCBA, sean de planta permanente o contratados.

El cuento de los Ñoquis

Amparándose en el “sentido común de los ciudadanos” y azuzando a la opinión pública desde los medios de comunicación masiva, tan displicentes con el nuevo gobierno, Macri no se cansó de repetir que la municipalidad está llena de “ñoquis”, o sea, de gente que cobra sin trabajar como producto de prebendas políticas.

Resulta obvio que esta modalidad de “empleo”, que financia a los partidos políticos del régimen existe hace tiempo y no es ninguna novedad. Cada nuevo gobierno trae sus “contratados”.

Pero la aplastante mayoría de los trabajadores municipales, que día a día se desempeñan en condiciones de trabajo insoportables, con sueldos bajos e inestabilidad laboral sienten una aversión natural hacia estos “ñoquis”. No los cubren ni los protegen: sencillamente no les conocen la cara porque no trabajan. Las escasas veces que se acercan a las oficinas y dependencias es para el ”brindis” de fin de año o firmar las vacaciones. Y a veces ni esto…

Los 2.400 contratos que no renovó Macri, tildándolos de “políticos”, se los conoce como “959”, trabajadores que antes facturaban sus “servicios”.

El ¨respetable y decente¨ Macri no dice nada sobre el escándalo que supone que el GCBA -como el estado nacional- esconda la relación de dependencia con sus trabajadores, dando como resultado el “trabajo gris”, precario, inestable; se limitó a afirmar que era “gente puesta por Telerman después de perder las elecciones”.

Ningún diario, ninguno de los analistas “bien pensantes” del conflicto devela la verdadera cuestión: el trabajo precario que asola a las familias laburantes. El Estado, nacional, provincial o municipal, que dice combatir el “trabajo en negro”, es el garante de la flexibilidad y precariedad laboral que reina en la economía. Hábilmente, Macri cambia los términos de discusión: no se trata de que el Estado mantenga esas formas perversas de empleo que dañan los derechos de los trabajadores, sino de los “ñoquis” y “empleados sobrantes”

Pero de todas formas, Macri miente: 90% de esos trabajadores tiene una antigüedad promedio entre 3 y 9 años, cobran $1000. Antes eran conocidos como “Locución de Obras y Servicios” que fueron incorporados por el “decreto 959” para que tengan aportes sociales y jubilatorios, pero sin eliminar la precariedad subyacente ni registrar la antigüedad.

El gobierno de Macri evaluará asimismo la situación de 18 mil contratos. Se refiere a los contratos conocidos como 948, anterior al 959 pero de esencia similar, otra de las tantas formas de “trabajo gris”. Como si faltara poco, los nuevos contratos durarán tres meses, con lo cual la limpieza se extiende en el tiempo para agarrar a los trabajadores con la guardia baja.

Mientras tanto llena de empresarios cada repartición de la Ciudad. La nueva gestión trae consigo una innumerable cantidad de ministros, subsecretarios, secretarías, abogados, cabezas de oficina etc. Pero estos no son “ñoquis” para Macri, porque es “su” gente, los encargados de romper y quebrar la resistencia de los trabajadores.

Paro y movilización. Paro y.. pero mejor negociemos

Incluso antes de que no se renueven los 2.400 contratos, una mezcla de angustia y agitación invadió el animo de los trabajadores. Instintivamente, buscaron en su organización sindical, SUTECBA un plan y medidas para enfrentar la andanada macrista.

“No va a pasar nada” era la replica invariable de la mayoría de los delegados del SUTECBA, cuyos dirigentes máximos, lejos de pecar de ingenuos, creían que las “reformas” de Macri irían de menor a mayor, graduales, evitando la “terapia de choque”.

Por los diarios, los trabajadores nos enterábamos de reuniones off the record entre la plana mayor del sindicato y los voceros de Macri. Pero la realidad, siempre concreta, sacudió la anquilosada estructura sindical. La “radicalidad” de la ofensiva del gobierno, inesperada para el gremio, obligó a un paro escalonado desde el miércoles 2 de enero al viernes 4 que concluyó en movilización y paro total. Una huelga, digámoslo con todas la letras, impuesta, garantizada y llevada a cabo desde abajo.

Mientras el desconcierto reinaba en la dirección sindical, cuyas directivas rezumaban ambigüedad y vacilación, empezaron a improvisarse charlas informales que devinieron en asambleas para hacer efectivo el paro, cohesionando la fuerza de los trabajadores. En muchos lugares, como en el ex Mercado del Plata, se dio la paradójica situación de que los paros se preparaban, comenzaban y desarrollaban sin la presencia de delegados ni representantes gremiales. Lo que en la práctica significó un enfrentamiento directo de los trabajadores de base contra los aprietes y la “violencia evaluativa” de los nuevos jefes empresariales de la Ciudad.

Antes de la movilización, Macri anunció la intervención y desregulación de ObSBA. Con esto, subió la escalada de enfrentamiento contra la dirección del gremio y a la vez, intentó arrebujar el espíritu de lucha de los trabajadores poniendo el foco sobre ObSBA y no sobre los despidos y contratados.

Los voceros del sindicato debieron salir a aclarar que la movilización era por los “contratados y no por ObSBA”, impulsados por la desconfianza de las bases ante la repercusión que tuvo la medida en la estructura sindical. En este clima de tensiones y opiniones cruzadas, fue la determinación de las bases la que generó que la movilización del viernes fuese masiva, contundente. Más allá de la presencia del aparato sindical, una aplastante mayoría de trabajadores de base, que escasa veces participa de movilizaciones o paros inundó las calles de la ciudad. Una movilización “histórica” que sorprendió a los mismos dirigentes de un sindicato acostumbrado a la pasividad…

Pero la sorpresa fue mayor cuando los oradores del SUTECBA, Datarmine y Genta, lejos de proponer un plan de lucha basado en asambleas de trabajadores que discutan cómo seguir la misma, el mensaje se fue redondeando con un llamado “a la reflexión” a Macri, advirtiendo que los “trabajadores no somos su enemigo”, aunque el ex presidente de Boca tenga muy en claro lo contrario. La pose combativa fue diluyéndose en un pedido de negociación encubierta… pero fue el “compañero” Moyano, quien después de algunas palabras sobre los contratados y el “genocidio laboral”, puso de relieve, tornó visible los escozores que recorrían a la burocracia sindical: la intervención de ObSBA; así arremetió contra la intervención y desregulación, estableciendo la semejanza de la medida con la dictadura militar, afirmando que para Macri la larga noche “neoliberal no se terminó”.

Fue la contradicción entre los reclamos de los trabajadores, cansados de la precariedad, inestabilidad laboral, sueldos irrisorios, y el “plan de acción” que tenía en mente desde el vamos la dirección del sindicato, lo que dejó ese sabor amargo, golpeando la moral de lucha de los trabajadores: “Nos corrieron el eje. Ahora van a negociar con las manos sueltas”.

De hecho, el paro de 72 hs. anunciado desde arriba para la siguiente semana, era en la mayoría de los lugares donde reina el SUTECBA, inviable. Y no por falta de coraje o espíritu de lucha sino por la desorganización y el “olor a derrota” que el mismo sindicato contagia a las bases. A esto hay que sumarle que las nuevas direcciones puestas por Macri azuzaron el miedo en los trabajadores, desmembraron grupos de trabajo, no por razones técnicas sino por el activismo de los mismos, desparramándolos para quebrar la moral de los trabajadores.

El pacto Macri-SUTECBA

Mientras siguen los despidos y los aprietes, los dirigentes del SUTECBA lograron lo que deseban: negociar con Macri.

Según lo que puede leerse en los diarios, el pacto sellado es tan ambiguo como contraproducente para los trabajadores: a partir de marzo se hará un censo de los 120 mil trabajadores del GCBA, que deben “colaborar obligatoriamente” con el mismo; formarán un comisión para revisar “uno por uno” los 18 mil contratos vigentes, taxativa amenaza de que “todo aquel que no esté realizando un trabajo útil para el vecino no será renovado”, con lo cual, siguiendo la lógica utilitaria que predomina en la cabeza del ¨decente¨ Macri, ya podemos dar por supuesto que la mayoría de esos contratados no cumple para él ningún “trabajo útil”. Pero hay más perlitas: se declara la disponibilidad de los trabajadores para su reubicación laboral, o sea la movilidad plena de los mismos. Y eso que antes de la movilización del viernes 4 el sindicato se oponía a todo traslado del personal…

La calculada ambigüedad del pacto radica en la situación de los despedidos. Para el sindicato, están contemplados dentro de la revisión general de los contratos. Para el gobierno porteño, no, porque esos contratos no están vigentes.

De más está decir que este pacto es endeble y contrario a los intereses de los trabajadores. Lo poco que le quedaba por entregar, el SUTECBA lo entrega sin sonrojarse.

Pero el malestar y la presión desde abajo no se va a hacer esperar y esta salida “elegante” del sindicato que lo borra de las luchas, puede incentivar todo lo contrario a la “paz social”.

Por eso, los trabajadores del GCBA tenemos que exigirle al sindicato la ruptura del pacto con Macri, que nos ata de manos y nos deja a merced de los empresarios que coparon el gobierno de la ciudad.

El camino es a través de asambleas por sector que organicen y cohesionen a los trabajadores de planta y contratados, estén afiliados a SUTECBA o ATE. Para discutir, elegir delegados que nos representan y elaborar juntos los reclamos que impulsen el movimiento de lucha.

• No al pacto Sutecba-Macri.
• ¡Asambleas de trabajadores para llevar a cabo un plan de lucha!
• ¡No a los despidos. No a los contratos basura por 3 meses!
• Todos a planta permanente ya!
• ¡No a la movilidad del personal. Basta de atropellos!
• ¡No a la intervención macrista en ObSBA! ¡Que los afiliados y trabajadores decidan el destino de la obra social!
• ¡Unidad en la lucha de SUTECBA-ATE!
• ¡Unidad de todos los trabajadores para enfrentar a Macri!