Lecciones del crimen de Barracas

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Hay que poner en pie una alternativa sindical y política
 
El asesinato del joven compañero y militante del Partido Obrero, Mariano Ferreyra, es obra de los enemigos de la clase obrera. Las víctimas de este accionar criminal fueron trabajadores despedidos de tercerizadas de la Línea Roca que, con el apoyo de militantes de izquierda, pretendían cortar momentáneamente las vías del ferrocarril para protestar por su situación. Toda la trama que rodea este crimen debe salir a la luz, y sus autores materiales e intelectuales deben quedar expuestos y ser castigados ejemplarmente.

    

 
Hay que poner en pie una alternativa sindical y política
 
El asesinato del joven compañero y militante del Partido Obrero, Mariano Ferreyra, es obra de los enemigos de la clase obrera. Las víctimas de este accionar criminal fueron trabajadores despedidos de tercerizadas de la Línea Roca que, con el apoyo de militantes de izquierda, pretendían cortar momentáneamente las vías del ferrocarril para protestar por su situación. Toda la trama que rodea este crimen debe salir a la luz, y sus autores materiales e intelectuales deben quedar expuestos y ser castigados ejemplarmente.
 
Este hecho ha tenido el efecto de una descarga eléctrica sobre la sociedad, haciéndola estremecer de parte a parte. Se presagiaba la respuesta popular a este asesinato vil. Y fue una respuesta extraordinaria que movilizó a decenas de miles de personas en todo el país: a los elementos más activos y conscientes de la clase trabajadora, de la juventud, de todos los sectores progresistas de la sociedad, junto a las organizaciones sindicales, populares y de izquierda.
 
Responsable: la burocracia sindical asesina
 
Ha sido una constante desde los días del Argentinazo hasta la fecha que cada vez que la reacción ha intentado dar un paso al frente, con este tipo de crímenes aberrantes, ha sido obligada a recular por la fuerza de la movilización y la indignación popular. Así ocurrió con los asesinatos de Kosteki y Santillán, con el maestro Carlos Fuentealba en Neuquén, con nuestro entrañable viejito desaparecido Julio López, y ahora con Mariano Ferreyra. Esto nos dice mucho sobre la verdadera correlación de fuerzas entre las clases que existe en la sociedad argentina.
 
El gobierno kirchnerista, debido a sus vínculos sólidos con la burocracia sindical de la CGT, ha salido tocado de este asunto; lo mismo que la cúpula de la central con Moyano a la cabeza. De ahí que se hayan movido rápidamente para desmarcarse y movieran sus hilos hasta conseguir la detención de varios de los individuos vinculados directamente con el crimen.
 
No caben dudas, entonces, de quiénes son los asesinos: la patota de la burocracia de la Unión Ferroviaria que dirige José Pedraza, que tiene vínculos directo con los patrones del Ferrocarril (grupo Cirigliano de TBA, Roggio de Metrovías, y Gabriel Romero de Ferrovías) y gestiona empresas tercerizadas que prestan servicios en la Línea Roca, y otras.
 
Denunciamos la campaña de la patronal y de la derecha
 
Lo que es cierto es que la oposición de derecha y la patronal están utilizando el asesinato de Ferreyra para debilitar al kirchnerismo y a Moyano. Es un hecho que con la llegada del kirchnerismo al poder, tanto el gobierno nacional como la conducción de la CGT escaparon al control directo de los grandes empresarios, a diferencia de lo que sucedía en la década menemista. Es cierto que Kirchner y Moyano son procapitalistas, defienden el papel de la burocracia sindical, y están firmemente en contra del gremialismo antiburocrático y de la aparición de una herramienta política que represente los intereses de los trabajadores. Pero tratan de mantener cierto grado de independencia de la burguesía para mediar entre los intereses de la clase dominante y de la clase obrera. Por eso, al mismo tiempo que garantizan los intereses generales de la clase capitalista, están obligados a conseguir algunas concesiones para los trabajadores y a contener las tendencias más depredadoras del capital, para mantener cierta estabilidad social.
 
El objetivo de la burguesía y sus lacayos políticos es fortalecer una alternativa política a la derecha del kirchnerismo –alrededor  del PJ duhaldista, el PRO, la UCR y la Coalición Cívica– que tenga un carácter claramente antiobrero, y debilitar al sector de la burocracia sindical que representa Moyano, que mantiene cierto perfil combativo, para volver al modelo sindical menemista. Pretenden que sean burócratas absolutamente venales y vendidos a la burguesía, como Barrionevo (Gastronómicos), Gerónimo Venegas (Trabajadores rurales), Cavallieri (Comercio), Lescano (Luz y Fuerza), y otros de la misma calaña, quienes se aúpen a la dirección de la CGT.
 
No es casual que semanas antes del crimen de Barracas se iniciara una campaña ensordecedora contra Moyano cuando planteó el debate sobre la participación de los trabajadores en las ganancias empresariales. Esta campaña se endureció después de ser elegido máximo dirigente del PJ bonaerense, y particularmente tras llenar la cancha de River con más de 70.000 asistentes. Pero detrás de la crítica a Moyano hay también una campaña velada contra el gremialismo combativo y de izquierda, y contra cualquier expresión de clase independiente, sindical  política, que debemos denunciar.
 
¿Tiene, entonces, razón el kirchnerismo cuando habla de que hubo una conspiración en su contra para adjudicarle un muerto? ¿Y que fue el entorno del duhaldismo quien  planificó el crimen de Barracas? No se puede arriesgar, por ahora, una afirmación concluyente al respecto. Lo que sí estamos obligados a denunciar, luego de producirse el asesinato del compañero Mariano Ferreyra, es la actual campaña de la oposición de derecha que pretende preparar un escenario político y sindical más reaccionario que el que existe ahora.
 
Por eso lamentamos que, ante este hecho, algunas fuerzas de izquierda y compañeros en la dirección de Proyecto Sur caigan en la trampa que les tiende el enemigo de clase y concentren su crítica en el kirchnerismo, mientras evaden señalar las maniobras de los grandes empresarios y de sus agentes en los medios y en el Congreso nacional.
 
El kirchnerismo paga su oportunismo
 
Lo que sí constatamos es que el kirchnerismo está pagando, justamente, su duplicidad política. Kirchner y Cristina, aparte de no plantear una oposición a este sistema político y económico capitalista fundado en la explotación de los trabajadores a manos de los empresarios, apostaron a construir su armado político utilizando los viejos y podridos ladrillos del PJ y de la burocracia sindical peronista de la CGT, cuyas lealtades y fidelidades se miden en pesos y en favores políticos.
 
Es cierto que ambos emprendieron una pelea audaz a favor de una mayor democratización de los medios y de otros aspectos de la vida social argentina –como la remoción de la vieja y corrupta Corte Suprema menemista, la anulación de los indultos a los genocidas y la reapertura de los juicios a los represores, cambios en la legislación militar, etc.– pero se negaron categóricamente a apoyar una democratización en la esfera sindical.
 
Se abrazaron a la burocracia sindical cegetista y mantienen firmemente su oposición a otorgar la personería gremial a una central sindical como la CTA. También dieron su apoyo a la represión sindical dentro de las empresas y de los sindicatos contra los activistas antiburocráticos y de izquierda. Tales fueron los casos del Subte, Kraft-Terrabussi, Hospital Garrahan, y otras muchas empresas (Dana, Hospital Francés, Casinos de Buenos Aires,  Mafissa, la fábrica recuperada IMPA, etc.). En su descargo, vale decir que la oposición de derecha defiende con más rigor aún las prácticas mafiosas de la burocracia sindical y la proscripción del activismo clasista en los gremios y empresas.
 
Hace falta una alternativa sindical y política
 
El escenario que se abre ahora encierra posibilidades de avances en la democracia sindical y en la preparación de una herramienta política de masas de los explotados, pero también se avizoran peligros si se dieran mal los pasos necesarios pata tal fin.
Lo primero que debemos resaltar es que, en general, la burocracia sindical queda debilitada, al aparecer sus métodos mafiosos claramente expuestos ante la opinión pública y merecer el repudio generalizado de la clase trabajadora. Bien es verdad que el sector de Moyano quedó mejor parado ya que los caciques de la Unión Ferroviaria aparecen más vinculados a los “gordos” de la CGT y al duhaldismo. En cualquier caso, esto abre mejores posibilidades al desarrollo de corrientes y listas sindicales antiburocráticas en el seno de los gremios de la CGT y al avance de las actualmente existentes. A corto plazo, la burocracia sindical va a encontrar mayores dificultades para exhibir la impunidad de su  accionar si no quiere caer en un descrédito mayor.
 
Esto debería mover a la reflexión a la conducción de la CTA, que tiene ahora la posibilidad de jugar un papel más sobresaliente en el reforzamiento de las tendencias democráticas en el seno de la CGT, y avanzar para este objetivo en un frente común con el gremialismo antiburocrático y de izquierda que está presente en el seno de esta central. Lo que sí sería un paso atrás sería reforzar las tendencias escisionistas dentro de la CGT, que separaría a los elementos más luchadores y combativos de cada gremio de la masa de trabajadores que permanecen en los mismos.
 
La amenaza de una alternativa reaccionaria y represiva como la que representa la oposición de derecha parlamentaria; y la incapacidad del kirchnerismo para avanzar en mayores grados de democracia sindical y de resolver los problemas acuciantes que agobian a la clase trabajadora – suba de precios, salarios que no alcanzan, superexplotación laboral, jubilaciones insuficientes, falta de viviendas asequibles, etc. – exponen la necesidad urgente de una alternativa política de masas a la izquierda del kirchnerismo.
 
La mayor responsabilidad en esto, y lo hemos dicho muchas veces, descansa en los dirigentes de la CTA que hace tiempo se pronunciaron a favor de poner en pie un movimiento político asentado en la clase trabajadora. Sin embargo, hasta el momento no dieron pasos reales para concretar en hechos esta perspectiva. Creemos que la etapa actual es idónea para que un llamado de la CTA a constituir tal herramienta política encuentre un eco entusiasta en amplios sectores de nuestra clase y de la juventud combativa.
 
Reiteramos nuestra solidaridad con Mariano, y con sus familiares y compañeros de militancia; y a las demás víctimas que resultaron heridas o apaleadas en la masacre de Barracas. A todos ellos les expresamos nuestro reconocimiento a su heroísmo y valor. Creemos que el mejor homenaje que podemos rendirles es aportar a sacar lecciones de lo ocurrido. Pensamos que debemos madurar más y mejor los pasos concretos y las medidas de fuerza que se ponen en práctica cuando nos encontramos en una correlación de fuerzas tan desventajosa como la que se encontraron estos compañeros. En todo momento hay que apelar a políticas amplias de frente único que favorezcan acciones de masas, y a las medidas de fuerza más acertadas que sean comprendidas y aceptadas por las más amplias capas de la clase trabajadora, donde los propios obreros implicados en el conflicto sean los protagonistas del accionar, para que éste encuentre un eco favorable en las masas trabajadoras. De esta manera, les resultará más difícil actuar a las patotas criminales de la burocracia sindical, agentes de las patronales en el seno del movimiento obrero.
 
Mantener la presión popular
 
Por último, hay que mantener la presión popular para avanzar en la detención y juzgamiento de todos los implicados en el asesinato  de Ferreira. Demás está decir que no damos ningún crédito a esta Justicia ni a esta policía. Sólo la mayor presión popular puede obligarles a ir más allá de sus intenciones. Las organizaciones sindicales, populares y de izquierda, junto con la CTA, que nos movilizamos el jueves pasado en todo el país para repudiar el crimen de Mariano Ferreyra, deben conformar un frente para mantener vivo este espíritu de movilización.
 
En paralelo, este mismo frente debería poner en pie una gran campaña nacional por la democracia sindical, que tenga, entre otros, los siguientes ejes:
 
       Juicio y castigo ejemplar para los asesinos del compañero Mariano Ferreyra
       Fuera las patotas de los gremios y las empresas
       Fuera las tercerizadas, pase a planta permanente de la empresa matriz de todos los trabajadores que desempeñan tareas para la misma.
       No al trabajo “en negro”. Pase a planta permanente de los trabajadores informales y los contratados.
       Personería gremial ya para la CTA y sus gremios adheridos, y del sindicato del Subte
       Elección y derecho de revocabilidad de todas las direcciones sindicales por sus afiliados
       Apertura de los libros de balance de los sindicatos a los afiliados
       Que ningún dirigente cobre un salario superior al promedio de un trabajador calificado de su sector.

       Congresos sindicales anuales.