Las lecciones del Santiagueñazo: ¿Qué hacer?

A 30 años del Santiagueñazo el ajuste, la crisis capitalista, el pago de la deuda fraudulenta al Fondo Monetario Internacional han agravado las condiciones de los trabajadores en nuestro país y nuestra provincia. Por eso este viernes 15 a las 18 hs nos movilizamos. Compartimos el volante que vamos a estar repartiendo. ¡Viva el Santiagueñazo! ¡Huelga general! ¡Gobierno de los trabajadores!


El 16 y 17 de diciembre de 1993 se produjo el Santiagueñazo, una Rebelión Popular contra la persecución política y social, la miseria y los meses de sueldo adeudado en la administración pública. Estas condiciones laborales y de vida llevaron a los trabajadores de vialidad, docentes y de recursos hídricos, a manifestarse día tras día por más de 3 meses. Los trabajadores tomaron la Casa de Gobierno -Poder Ejecutivo-, los Tribunales -Poder Judicial- y la Cámara de Diputados -Poder Legislativo-; extendiéndose la protesta luego hacia las viviendas de los funcionarios.

En este nuevo aniversario del Santiagueñazo, debemos recordar que las condiciones materiales que desataron esta rebelión popular fueron la miseria social y la falta de pagos a estatales, junto a la eliminación de la carrera administrativa del empleado público.

En el año 1993, bajo gobierno de Mujica, se declaraba la Ley Ómnibus en el mes de noviembre. Esta ley otorgaba la exención impositiva a empresarios, banqueros, industriales y terratenientes, permitiendo a estos sectores extender sus ganancias y rentabilidad en el contexto inflacionario.

Con la Ley Ómnibus, el gobierno dejaba sin efecto los asensos de categorías y los volvía a situación de observación del 1° de Marzo de dicho año. Los salarios eran disminuidos por ley y llegaron al 50%. Esta medida fue aplicada también a los haberes de los trabajadores pasivos/jubilados de febrero de 1993, y a estas calamidades se sumó la suspensión de las obras públicas. Como resultado, el Santiagueñazo abrió una etapa de luchas provinciales que culminó en el 2001 con el ARGENTINAZO.

En la actualidad, el gobierno de Zamora transita por una situación similar en lo político, económico y en las deplorables condiciones sociales. Una provincia que vive de la coparticipación del Estado nacional, y en la cual, a lo largo de ya casi 20 años en el poder, el gobierno no ha solucionado absolutamente ninguna problemática del conjunto de los trabajadores. La pobreza alcanza más del 45%, el trabajador promedio estatal cobra por debajo de la línea de pobreza, se frenó la carrera administrativa y se intervino el CGE (Consejo General de Educación) para evitar que la dirección del Consejo estuviera bajo la política del activismo, que lideró la lucha más importante de la docencia después del Santiagueñazo.

Zamora es uno de los tres gobernadores que ganó a Javier Milei en la provincia, sin embargo, inmediatamente después, se puso la casaca de la LLA para tratar de negociar privilegios coparticipables. El Frente de Todos/UpP, por su parte, ha armado la transición ordenada, y el sindicalismo patalea, pero negocia por abajo. La clase obrera está alerta, y se debe preparar para intervenir en el marco de una de las perores crisis instaladas en las últimas décadas en el país. Una crisis del capitalismo mundial y argentino, pero además una crisis de la dirección de la clase trabajadora.

El gobierno ha anunciado ya medidas que cercenan las conquistas obreras, tales como los convenios colectivos de trabajo y las indemnizaciones. También van por el aumento de los años de jubilación. Han liberado las tarifas de artículos de consumo masivo como alimentos, además de las tarifas de naftas. Incluso, Milei amenazó en su discurso de toma de posesión que, de no aplicarse su plan de ajuste, podrían alcanzarse cifras de hiperinflación de hasta 15.000%. De todas formas, el ajuste implicará un saqueo de los bolsillos de los trabajadores.

Las jornadas del 16 y 17 de diciembre de fueron impulsadas por la auto-organización de los trabajadores ante una burocracia sindical estatizada. Esa fue la forma de superar las trabas que imponía a los trabajadores el Estado, a través del gobierno provincial, para evitar su organización. Se habían auto-convocado los docentes y se sumaron los trabajadores de rentas, catastro, judiciales, la salud, y los estudiantes.

Esta gesta popular fue una escuela de la clase obrera en la lucha de clases. Debemos retomar los métodos y tradiciones de la clase obrera, impulsar las asambleas en las reparticiones públicas, en las escuelas, las fábricas, barrios, universidades y cada ámbito de nuestra vida laboriosa. Acumulamos años de experiencia colectiva en la lucha, que deben ser puestas al servicio de una trasformación radical de la sociedad. Y, en el proceso, debemos forjar una nueva dirección para el movimiento obrero. Forjar desde las asambleas iniciativas y organismos necesarios, en base a la democracia obrera, para frenar el ajuste y para poner de pie al partido revolucionario. 

Los partidos que han venido gobernando para su clase social, es decir, para empresarios como -Lo Bruno, Sarquiz, Tarchini, Mijovi- y banqueros -grupo Ick-, se han enriquecido a costa de la explotación de los trabajadores y de los subsidios provinciales y nacionales.

Necesitamos desarrollar la coordinación de la lucha, ya que es fundamental a fin de poder golpear como un solo puño al régimen zamorista asociado al mileismo/macrismo. Tenemos que abrir el debate sobre la necesidad de preparar un Congreso Obrero en el camino de lucha, para seguir organizando la huelga general y para la conquista de nuestras reivindicaciones como clase, hacia un gobierno de las y los trabajadores.

¡Viva el Santiagueñazo!
¡Organicemos las luchas Obreras!
¡Viva la Organización Revolucionaria de la Clase Obrera!