El gobierno de derecha de Raffarin se propone hacer aprobar en el mes de marzo en el Parlamento una reforma de la jornada laboral de 35 horas, incrementando legalmente el número de horas extras permitidas, hasta 220 al año, lo que llevaría en algunos sectores la jornada semanal a 48 horas.
Resurge la lucha de clases en Francia
El gobierno de derecha de Raffarin se propone hacer aprobar en el mes de marzo en el Parlamento una reforma de la jornada laboral de 35 horas, incrementando legalmente el número de horas extras permitidas, hasta 220 al año, lo que llevaría en algunos sectores la jornada semanal a 48 horas. Aunque formalmente este aumento tendrá un carácter voluntario, en la práctica los patrones obligarán a los trabajadores en muchas empresas a trabajar más horas usando el chantaje de los bajos salarios, la precariedad del empleo o la amenaza de sacar la producción al extranjero. Esto puso en pie de guerra a los trabajadores franceses que se manifestaron masivamente en las calles de Francia contra esta reforma, como sucedió el pasado 5 de febrero con 600.000 personas participando en las diferentes marchas y volverán a hacerlo el 10 de marzo cuando hay convocada una jornada nacional de lucha de todos los trabajadores (sector público y privado) incluyendo un paro general de todo el transporte.
La jornada semanal de 35 horas fue una importante conquista de la clase obrera francesa, a pesar de la flexibilidad con la que era aplicada. Si bien su política no fue una amenaza para el capitalismo, el gobierno de izquierda (PS-PC) de Jospin fue quien la introdujo en 1997 en la legislación, pasando la jornada semanal de 39 a 35 horas sin reducción salarial. Lo empresarios nunca disimularon su malestar con esta medida y siempre confiaron en derogar esta ley cuando se presentara la oportunidad, como sucede actualmente, tras la llegada al gobierno de la derecha en las elecciones del 2002
Muchos trabajadores se habían beneficiado de la jornada semanal de 35 horas, particularmente en las grandes compañías. Aunque en el sector público hubo una reducción real de la jornada, en la práctica en muchas compañías privadas se trabajaba más de 35 horas, que se pagaban como horas extras o se cambiaban por días adicionales de vacaciones, hasta 17 días anuales extras de vacaciones en algunos casos.
Lamentablemente, las direcciones de los dos principales sindicatos (CGT y FO) en lugar de unificar las luchas y convocar una huelga general en la que participen tanto los trabajadores del sector privado como del público (el debate de esta ley coincidió con huelgas de los empleados públicos, correos, sector eléctrico, gas y estudiantes), tuvieron inicialmente una actitud muy tibia, con la esperanza de negociar los cambios con el gobierno. Siguieron la táctica de convocar por separado a distintas movilizaciones y huelgas, sin un programa claro y unificado de lucha, sin consignas ni reivindicaciones claras.
En lugar de lamentarse porque el gobierno "no les hace caso", deberían haber convocado una huelga general en todo el país hace semanas. Las encuestas decían que más del 60% de la población apoyaba las huelgas y que el 77% estaba en contra de eliminar las 35 horas. Esto demuestra que existen condiciones para la convocatoria de una huelga general. Aunque ahora los sindicatos han tomado una actitud más ofensiva debido a la presión de sus bases, su táctica le ha permitido al gobierno seguir adelante con sus planes de eliminar las 35 horas y le ha dado alas para continuar con sus ataques contra los trabajadores franceses.
No obstante, estos son solamente los primeros disparos de la batalla entre los representantes de la clase capitalista y los trabajadores. Independientemente de lo que hagan a partir de ahora Chirac y Raffarin, dado el enorme malestar existente, están dadas las condiciones para un nuevo y turbulento período de la lucha de clases en Francia en los próximos meses.