La lucha de clases y el ciclo económico

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Una vez más sobre la economía mundial

La lucha de clases y el ciclo económico

INTRODUCCIÓN

En el momento de escribir este documento, llegaban noticias de un nuevo pánico en Wall Street. El jueves pasado, el Dow Jones industrial caía 435 puntos, se situaba por debajo de los 10.000 puntos por primera vez desde marzo. El índice Nasdaq, que agrupa a las principales empresas de “nueva tecnología”, también sufrió un duro revés, reflejaba el nerviosismo que reina entre los inversores de este sector. Algunos sectores están tan devastados que algunos inversores han tenido que vender sus acciones para contener las pérdidas.
La razón principal para la caída de la bolsa, fue que toda una serie de empresas estadounidenses publicaron en el mes de septiembre, los pobres beneficios obtenidos en el tercer trimestre, es una advertencia de una nueva caída de los márgenes de beneficio. Esto, más el surgimiento de tendencias inflacionistas en EEUU, de repente han puesto un gran interrogante en la continuación del actual boom económico.
La fiebre actual de ventas, probablemente sea sólo un anticipo. Pero es una seria advertencia de que el auge económico está alcanzado sus límites. El Herald Tribune International se hacía eco de las preocupaciones Stephen Slifer, un analista de inversiones de la empresa estadounidense Lehman Brothers:: “’Parece como si nos dirigiéramos hacia un acontecimiento en el mercado financiero, y la preocupación es: ¿hasta qué punto se desbordará y convertirá en un acontecimiento económico importante?’”.
“Según Slifer, es preocupante el reciente ajuste de liquidez en el mercado de bonos empresariales, y que podría desacelerar el ritmo de la inversión en las empresas de alta tecnología. En concreto las empresas de telecomunicaciones europeas, que han acumulado enormes deudas para comprar licencias de telefonía móvil de tercera generación”. (10/10/00)
Este documento fue escrito antes de las últimas caídas de la bolsa, y se basa en un estudio cuidadoso de la evolución de la economía mundial durante los últimos doce meses. Los últimos acontecimientos y el tono cada vez más pesimista de los comentaristas burgueses, corroboran nuestro análisis. Junto con el artículo de Michael Roberts publicado el viernes pasado (De los toros a los osos), explican con claridad las causas de estos acontecimientos y demuestran hacia donde se dirigen.

Alan Woods
11/10/00

LA LUCHA DE CLASES Y EL CICLO ECONÓMICO
(Una vez más sobre la economía mundial)

El sistema capitalista se mueve en un ciclo interminable de auges y recesiones, y ha ocurrido durante los últimos doscientos años. El ciclo de auge y recesión no tiene un carácter fijo y regular. Para empezar, la longitud del ciclo siempre ha sido algo muy flexible, en los tiempos de Marx, la duración media era de 5-6 años o incluso menos. Para los marxistas la longitud exacta del ciclo no es una cuestión de principios, pero sí es necesario analizar concretamente la naturaleza del ciclo, e intentar prever cual será su desarrollo más probable. La prolongación de este boom, sin duda ha tenido un efecto en el ritmo de las perspectivas. Hace doce meses pensábamos que después de la crisis en Asia y Rusia, rápidamente nos encaminaríamos hacia una recesión. Nunca pusimos una fecha, pero no pensábamos que el boom duraría tanto tiempo.
Como atenuante podemos repetir lo que hemos dicho muchas veces: la tarea de las perspectivas económicas no es, ni lo fue, ni lo será, una ciencia exacta. Es imposible ser exactos en las perspectivas económicas y francamente, no se debe intentar nunca. En el mejor de los casos, estas predicciones son sólo conjeturas. Calculábamos que en un período relativamente corto de tiempo, el mundo se encaminaría hacia una recesión, y calculamos mal. Pero no fuimos los únicos en cometer este error. Muchos economistas burgueses importantes (con la excepción de los partidarios del Nuevo Paradigma Económico) tenían la misma perspectiva. Los acontecimientos no se desarrollaron como pensábamos y debemos admitir nuestro error y extraer las conclusiones necesarias. Pero este error no se puede considerar fundamental, pero sí debemos reajustar nuestras escalas de tiempo.

Las ilusiones de la burguesía

La economía USA hasta hace poco ha experimentado una tasa impresionante de crecimiento, un 5% anual. Pero no todos los economistas burgueses están contentos con esta situación. En circunstancias normales ya habrían pisado el freno. ¡Pero estos tiempos no son normales! El presidente de la Reserva Federal de EEUU, Alan Greenspan, ha recibido multitud de elogios porque no ha subido los tipos de interés. En este tema podemos permitirnos hacer una pequeña predicción: los mismos que alaban hoy a Greenspan, ¡mañana le darán una patada! Como señala correctamente The Economist, el presidente de la Fed se comporta de una manera irresponsable. Es evidente que esta frenética tasa de crecimiento, no se puede mantener indefinidamente, y tampoco es sostenible la increíble subida de los valores bursátiles. The Economist se puede permitir ser objetivo a la hora de dar consejos, porque se encuentra a miles de kilómetros de distancia del lugar de los acontecimientos. Es más fácil ser objetivo con las dificultades financieras o matrimoniales del vecino, que con las suyas propias. Por desgracia, normalmente los vecinos suelen hacer caso omiso.
La burguesía estadounidense parece abandonada a sus sentidos. Como los sacerdotes romanos y adivinos consultaban las entrañas de los animales muertos, los burgueses buscan cualquier augurio para confirmar que la economía USA se enfriará lentamente, y alcanzará un punto en el cual puedan mantener indefinidamente una tasa hipotética de crecimiento. Pero la probabilidad de encontrar ese punto imaginario, es la misma que tenían los antiguos alquimistas de encontrar un metal que se convertiría en oro. Mientras tanto, no hacen nada para frenar el aumento del precio de las acciones y contener la tasa de crecimiento económico.
Tarde o temprano, la burbuja bursátil de EEUU tiene que estallar, y con consecuencias serias ¾ y no sólo en EEUU ¾ . Por eso The Economist lleva dos años rogando a la Fed que pise el freno, y expulse un poco de aire de la burbuja antes de que ésta estalle. El problema es que a lo largo de la historia, en cada boom económico la burguesía se ve afligida por las mismas ilusiones: “el capitalismo ha solucionado sus problemas, algo radical ha cambiado, todo es diferente, ya no habrá recesiones”. Y como corolario: “la lucha de clases está fuera del orden del día, ya no habrá más revoluciones”. Como siempre todo acabará en lágrimas.
La principal proposición de los economistas burgueses, se puede exponer de forma sencilla: este es el boom más largo y sostenido de la historia, ya ha durado ciento quince meses ¾ si aceptamos como pretenden que comenzó en marzo de 1991 ¾ . También dicen que este boom, está impulsado por un método de producción completamente nuevo, y por la revolucionaria tecnología de la información ¾ Internet y los ordenadores ¾ . Y por último, que ha cambiado radicalmente el ciclo de desarrollo capitalista. Esta teoría ¾ muy popular en EEUU ¾ es conocida como el Nuevo Paradigma Económico.
Para respaldar esta teoría, los defensores del NPE, dicen que el advenimiento de la globalización nos obliga a replantearnos todas las leyes económicas. La globalización ha creado un vasto mercado para el capital, y ha abierto a la explotación capitalista cada rincón del planeta. Sin duda, la rápida expansión del comercio mundial ha sido uno de los principales impulsores del boom y ha ayudado a su sostenimiento. Ya hemos dicho muchas veces que Marx y Engels en El Manifiesto Comunista, pronosticaron y explicaron el fenómeno de la globalización. Tampoco es la primera vez que ha existido la globalización. De hecho podemos decir que antes de 1914, existía más globalización y mayor división internacional del trabajo que hoy en día. Y también se aplica al movimiento internacional del trabajo.
El comercio mundial sin duda ha jugado un papel clave en el reforzamiento y prolongación del ciclo actual, porque al mismo tiempo que conseguía dar una salida a las mercancías y servicios, también abarató el precio de la mayoría de los productos y ayudó al control de la inflación. Hasta hace poco, la competencia con las economías con salarios más bajos, ha tenido un efecto depresor sobre los salarios en los países capitalistas desarrollados. El alcance no está claro, y aún así es difícil cuantificarlo. La amenaza de una gran empresa transnacional que puede mover sus operaciones de Gran Bretaña a la República Checa, realmente es una espada de Damocles que pende sobre la cabeza de los trabajadores. La hostilidad de los sindicalistas hacia la “globalización” no tiene nada que ver con este chantaje económico.
En cuanto a la inflación, es verdad ¾ al menos por ahora ¾ que, con la excepción del petróleo, los precios se han mantenido bajos. Hasta hace poco la inflación era del 1,9% en EEUU, una tasa históricamente desde la posguerra. El desempleo en EEUU está en su nivel más bajo en treinta años. Pero por encima de todo, está el boom de la productividad laboral ¾ la fuerza motriz de la economía ¾ . Utilizan todos estos argumentos para justificar que el boom actual durará para siempre.

Una vez más sobre el Nuevo Paradigma Económico

¿Hasta qué punto los hechos corroboran la teoría del Nuevo Paradigma Económico? Los defensores de la teoría presentan cifras para demostrar la fortaleza de este boom. Sin duda, la nueva tecnología ha tenido un efecto colosal en el aumento de la productividad. ¡Por supuesto! Si la nueva tecnología no aumentara la productividad y por lo tanto los márgenes de beneficio, entonces no invertirían. El objetivo de la producción capitalista es aumentar la cantidad de plusvalía mediante el ahorro del tiempo de trabajo.
Pero esto sólo se puede aplicar a un sector, y sólo a un sector ¾ a la tecnología de la información (TI) ¾ . No hay duda de que es un sector importante, las ventas de semiconductores en el mundo subieron un 17% sólo en 1999. Más de nueve millones de personas en EEUU trabajan en este sector, puede que ahora sean más. Y es un hecho importante, pero igualmente significativo es que este sector, es el único en el que ha aumentado la productividad. Toda la economía de EEUU depende exclusivamente de un solo sector, y por lo tanto, se mantendrá o caerá con él. Lejos de ser un punto fuerte, este desequilibrio es una fuente seria de debilidad.
Sin duda la tecnología de la información es muy importante: hoy en EEUU trabajan más personas en la TI que en Ford, la industria automovilística o el acero. Este hecho también refleja la naturaleza cambiante de la producción y de la clase obrera, y que es una característica constante en la historia del capitalismo. En cada modificación del proceso productivo, cambia también la composición de la clase obrera. La generación actual de trabajadores en la industria de ordenadores, trabaja de forma diferente a los trabajadores de Ford. Pero la diferencia es sólo relativa. Ya que no dejan de ser trabajadores que venden su fuerza de trabajo para poder vivir. Es más, la diferencia entre los distintos sectores de producción cada vez se estrecha más. Las condiciones laborales en estas grandes oficinas, donde se concentran muchos trabajadores frente a sus ordenadores, se parecen mucho a las condiciones laborales en las grandes fábricas. “El ser social determina la conciencia”, este es un axioma del marxismo. En la medida que las condiciones laborales de los trabajadores de “cuello blanco” se parecen cada vez más a las del proletariado industrial, también desarrollan la misma conciencia de clase. Y esto se puede ver en las recientes huelgas que han protagonizado estos sectores en Gran Bretaña y EEUU.
Incluso en las industrias tradicionales como Ford, la aplicación de la nueva tecnología permite un aumento de la productividad, ahora se produce más en un período de tiempo más corto, con menos trabajadores y menos esfuerzo físico. La nueva tecnología aumenta la productividad de varias formas. Por ejemplo, mediante la transmisión más rápida de la innovación. Incluso las pequeñas mejoras en la forma de repartir el capital puede tener enormes consecuencias. La estructura de precios es cada vez más competitiva, las empresas pueden tener menos existencias y pueden reaccionar más rápidamente a las condiciones del mercado. La fábrica de acero sueca, Sandvik Cormant, espera que el 40% de sus ventas en Escandinavia las pueda hacer a través de Internet, y eso supondría la reducción a la mitad de los costes. Algunos calculan que estas mejoras obtenidas por la aplicación de la nueva tecnología puede añadir un 1% a las tasas de crecimiento global.
La cuestión es si las conquistas de la productividad en TI suponen una mejora general de toda la economía, y entre los economistas este es ahora el debate. Es difícil calcular el crecimiento de la productividad en el sector servicios, que ha crecido muy rápidamente en todos los países. ¿Cómo se mide el crecimiento de la productividad en un McDonalds? Es evidente que hasta el momento los logros de la productividad registrados en este sector no se pueden equiparar al resto de la economía USA. Es más, los últimos acontecimientos demuestran que no hay una relación automática entre la introducción de nueva tecnología y el asunto serio de conseguir beneficios. El ejemplo de Amazon que todavía no ha generado beneficios, a pesar de la enorme cantidad de inversión que ha recibido. Es una prueba de que quizá algunas de las pretensiones extravagantes relacionadas con la nueva tecnología, habría que tomarlas con cautela.
Las conquistas conseguidas en la productividad, no significa que el ciclo boom/recesión se haya eliminado. Incluso los economistas burgueses serios reconocen este hecho. El 14 de febrero Business Week publicaba un artículo en el que se podía leer: “Las mismas fuerzas que impulsan la economía a sus niveles actuales, también son un gran riesgo de una profunda disminución del ritmo. Más pronto que tarde, el boom de la nueva economía es probable que le sigua el parón de la nueva economía. Una recesión y una caída de la bolsa podría ser más profunda de lo esperado”. (Business Week. 14/2/00. El subrayado es nuestro). Estas palabras expresan la verdadera opinión de los estrategas serios del Capital.

Crecimiento rápido

Una primera mirada a los hechos, parece que confirman la teoría del NPE. Desde 1995 el promedio de crecimiento ha sido del 4,4% y la tasa de desempleo ha caído al 4%. Y lo más importante, la productividad ha crecido una tasa anual del 2,8%. Esto ha llevado a muchas personas a suponer que la economía USA ha sufrido un cambio radical y esto permitirá prolongar el boom indefinidamente.
La conclusión de esta teoría es aceptar que el sistema capitalista ha cambiado radicalmente, y que los capitalistas finalmente han conseguido controlar el sistema (o más exactamente, controlar el mercado), y que por consiguiente, de ahora en adelante no habrá más recesiones. Si esto fuera verdad, los marxistas tendrían que replantearnos todo. Si el Nuevo Paradigma Económico es correcto, eso supondría que las bases económicas del marxismo son incorrectas, y que los tres volúmenes de El Capital habría que relegarlos al museo de antigüedades históricas y, por último, habría que poner un gran signo de interrogación sobre el programa, la política y las perspectivas del marxismo. El objetivo de este artículo es demostrar que ninguna de estas afirmaciones es correcta, y que el nuevo paradigma económico no resiste ninguna evaluación ni crítica seria.
Comencemos con el primer argumento, relacionado con la duración del ciclo actual. Es verdad, como ya hemos señalado, que el boom ha durado ya ciento quince meses. Pero este punto requiere una aclaración. Si tenemos en cuenta los primeros cuatro o cinco años, desde 1991 a 1995, fue un boom muy raquítico, caracterizado por unas cifras de crecimiento muy bajas, por la escasa inversión y el elevado desempleo. A decir verdad, para la mayoría de los trabajadores de Gran Bretaña, Europa y también EEUU, parecía más una recesión que un boom. Incluso los comentaristas burgueses más serios reconocieron este hecho, y lo caracterizaban como un “boom triste”. Hace poco The Economist señalaba: “Hasta 1995 la mayoría de las personas pensában que era una recesión”. Los defensores del NPE parece que han olvidado este pequeño detalle. Por lo tanto cuando hacemos referencia a la duración del actual boom, realmente hablamos de un período de cinco años ¾ desde 1995 hasta la actualidad ¾ . Aún así, es un período de tiempo respetable para una expansión económica, pero lejos de las exageradas pretensiones que hacen algunos.
No sólo el boom estaba más limitado en el tiempo de lo que se afirmaba, también hasta hace poco, estaba muy limitado geográficamente. En realidad, hasta hace poco, era sobre todo un fenómeno estadounidense. En EEUU hubo un desarrollo significativo de la producción, pero este no se reflejó en otros países, o sólo se reflejó en un grado insignificante. En concreto es el caso de Europa, aquí el boom realmente comenzó hace dos años y de una manera muy irregular. Hasta cierto punto, Gran Bretaña experimentó un crecimiento más en la línea de EEUU (aunque más débil y posterior). Esto también refleja la dependencia que tiene Gran Bretaña de EEUU, en la práctica es su satélite. Y esta situación tendrá serias consecuencias para el capitalismo británico, porque su base industrial ha continuado erosionándose durante el boom.
Otros países europeos también han registrado un crecimiento significativo, aunque en la mayoría de los casos fue un desarrollo tardío ¾ un subproducto del boom en EEUU ¾ . Al aumentar la demanda en EEUU, el dólar alto y la debilidad del euro ha permitido a los capitalitas europeos incrementar sus exportaciones a EEUU. Irlanda ha tenido una tasa de crecimiento elevada. Hace poco España también experimentó un boom. Pero el crecimiento en Alemania, la fuerza motriz tradicional de Europa, ha sido raquítico, y con una elevada tasa de desempleo. La debilidad de Europa en general, y Alemania en particular, se refleja en la debilidad del euro. Increíblemente, Schröeder hace poco declaró que Alemania prefería un euro débil, porque hacía que sus exportaciones fueran más competitivas, un cambio de rumbo importante de la posición tradicional alemana. Sin embargo, la debilidad del euro es un lujo por el cual los capitalistas europeos pagarán un alto precio. Ya hay síntomas de un aumento de la inflación en Europa. Esto presionará al Banco Central Europeo para mantener altos los tipos de interés así consiguen unas tasas de crecimiento interminables.
Si se mira a Japón, el motor tradicional de crecimiento en Asia desde la Segunda Guerra mundial, la situación es aún más clara. Japón lleva en recesión diez años, y sólo ahora comienza a salir. Incluso así, la recuperación de Japón tiene un carácter tan débil que no puede jugar el mismo papel que en el pasado. Además, no durará mucho porque sus bases son completamente artificiales. El hecho de que Japón, uno de los principales motores de la economía mundial se encuentre en esta situación, en sí mismo representa un cambio fundamental en la situación.
Después está Asia. Es necesario recordar que el Sudeste Asiático fue la salvación durante años del sistema capitalita. Resultaría muy instructivo volver a leer lo que escribían los burgueses en 1992 y después, acerca de Asia. Todo era Asia, Asia y más Asia. Hablaban del “modelo asiático” que permitiría tasas elevadas y permanentes de crecimiento ininterrumpido. Como explicamos en su momento, no hay nada nuevo en eso. Basta remontarnos a la mitad del siglo XIX, Engels escribía en el tercer volumen de El Capital sobre las ilusiones de los manufactureros del algodón en Lancashire, con relación a las perspectivas aparentemente ilimitadas de los mercados chinos, decían que nunca habría otra recesión en la industria algodonera inglesa. Los mismos argumentos defienden hoy los defensores del nuevo paradigma económico. En realidad, no hay nada nuevo en estos argumentos.

EEUU: la clave de la economía mundial

Examinemos ahora la posición de EEUU. Ese crecimiento ha tenido lugar, y ha sido (y lo es aún) significativo. Pero esto no agota la discusión. La cuestión no es si EEUU ha experimentado o no crecimiento. La cuestión es si este crecimiento tiene un carácter excepcional que represente un fenómeno completamente nuevo, nunca visto antes, y por consiguiente, los fundamentos del ciclo capitalista han cambiado.
Para cualquiera que sepa algo sobre la historia del ciclo económico, sabrá que siempre se reproduce el mismo lenguaje e idéntica mentalidad, con una previsibilidad tediosa en la cumbre de cada ciclo económico. Tan pronto como aparece una espiral ascendente ¡todo continua!. Sí estamos endeudados, pero nos recuperaremos cuando suban las acciones. Esto puede durar durante un tiempo, pero inevitablemente el día fatal llega cuando ya no consigues beneficios, cuando las acciones comienzan a bajar, y todo se vuelve en su contrario. Todos estos factores que crearon una espiral ascendente, en cierto momento se vuelven en su contrario. No se puede predecir la fecha exacta, sólo se pueden hacer conjeturas. Pero sí se puede afirmar con absoluta certeza es que se alcanzará el punto crítico en que todo comience a desenmarañarse. Y entonces la burguesía tendrá serias dificultades.
Contrariamente a las afirmaciones de que “los fundamentos son sólidos”, el boom actual es un coloso con pies de barro. Como ya hemos explicado en anteriores documentos, una gran parte del dinero invertido en la bolsa, es lo que Marx calificó como capital ficticio ¾ papel dinero sin valor real ¾ . Todos los economistas burgueses serios están de acuerdo en que el boom en la bolsa es una enorme burbuja financiera que con el tiempo estallará. Una gran parte del capital especulativo a su vez está relacionado con la orgía de fusiones y absorciones. ¿Éstas representan un desarrollo de las fuerzas productivas? Todo lo contrario. A cada fusión le sigue un recorte de los medios de producción, cierres y despidos. Con estos medios los capitalistas intentan reducir las fuerzas productivas a lo que consideran factible dentro de los estrechos límites del sistema capitalista.
Pocas personas comprenden el mercado de valores. Lo consideran como un banco, cuando en realidad es un casino, donde puedes ganar mucho dinero, y también perder hasta la camisa. Business Week explica: “Los ‘baby boomers’ [personas nacidas inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial] comienzan a salidas para que sus años de ocaso sean financieramente seguros, y ponen su dinero en fondos de inversión mobiliaria”. (Business Week. 14/2/00).
La gente ha apostado sus pensiones y casas en la bolsa, los efectos de una deflación en los activos será muy severa. Las implicaciones sociales y políticas son evidentes.
Todos los economistas serios están preocupados por elevado nivel de endeudamiento en EEUU: “Nunca se habría tenido que permiter ir tan lejos a la borrachera de préstamos privados en EEUU (…) Esto ha contribuido a un sobrecalentamiento peligroso que probablemente terminará en un “aterrizaje” duro en lugar de ‘suave’”. (The Economist. 22/1/00).
La razón por la que esta situación en EEUU es tan alarmante, para los economistas de la burguesía, es porque EEUU se está comportando de la misma manera que Japón en los años ochenta. Saben que, como consecuencia, Japón ha sufrido una dura recesión durante diez años, de la que todavía no puede salir. Este es precisamente la resaca del período anterior. Si es malo con relación a Japón, pero es que EEUU es el sostén de la economía mundial. Por lo tanto la burguesía de todo el mundo está preocupada seriamente con la situación. Y no les tranquiliza la labia fácil del “nuevo paradigma económico”.

Marx y la innovación

Como hemos visto, el principal área de expansión en el ciclo actual ha sido la tecnología de la información. El anterior Secretario de Trabajo ¾ Robert R. Reich ¾ cree que el 70% de los créditos para la expansión pertenece a los ordenadores e Internet. Desde un punto de vista marxista no hay nada nuevo en esto. Ya lo anticipó El Manifiesto Comunista y El Capital. El Manifiesto explica lo que es ABC para un marxista, es decir, que el sistema capitalista, a diferencia de anteriores sistemas en la historia, sólo puede existir revolucionando constantemente los medios de producción.
Está de moda hablar sobre los efectos de largo alcance de la tecnología de la información. Evidentemente son acontecimientos importantes, pero éstos se pueden ver en todos los ciclos económicos. Y no nos referimos al ciclo comercial como tal, sino a períodos históricos más amplios que han caracterizado las diferentes fases del desarrollo capitalista, como fue el período del auge de la posguerra frente al período entre guerras, por ejemplo. Incluso el examen más superficial de ciclos amplios del capitalismo nos revelará que cada uno de ellos desde la Revolución Industrial se ha caracterizado precisamente por la inversión en nueva tecnología, con consecuencias importantes. La energía de vapor sentó las bases para la Revolución Industrial, revolucionó la producción de tejidos. Y después vino el boom de los ferrocarriles durante la segunda mitad del siglo XIX.
En cada ciclo, los capitalistas buscan campos de inversión más rentables. En la actualidad este papel lo juega la TI. Internet es sin duda un invento muy importante, con enormes consecuencias sobre todo para una economía socialita planificada en el futuro. Pero el argumento de que ha modificado el sistema productivo y que ha eliminado el ciclo boom/recesión es sencillamente una idea absurda. En cada ciclo, como ya señalamos en Al filo de la navaja, han existido inventos que no eran menos revolucionarios, pero incluso algunos lo fueron más. El efecto de los ferrocarriles, el barco de vapor y el telégrafo fueron más revolucionarios a la hora de unir el mundo que Internet. Después de los ferrocarriles llegó el coche a motor (fordismo), la electricidad, la energía, la química, los plásticos, la radio, la televisión, los aeroplanos, el radar y la energía nuclear ¾ todos representaron grandes avances ¾ .
Todos los impresionantes avances tecnológicos nos sirven para vislumbrar como podría ser una futura sociedad socialista. Pero del hecho que exista la tecnología, no se puede desprender la idea de que el ciclo económico ya no exista. Esta conclusión es ilógica incluso desde el punto de vista de la lógica formal. Y si lo vemos desde una perspectiva histórica veremos también que es absurdo. Por ejemplo, en los años veinte y treinta, existía la tecnología más asombrosa: teléfonos, electricidad, aviones, coches, televisión y una multitud de cosas más, pero podría no haberse desarrollado. ¿Por qué?
Para que la tecnología se desarrolle, debe ser en interés de esa clase que tiene el poder material de desarrollarla. Esto se puede ver desde los tiempos antiguos. Los griegos inventaron la energía a vapor y también construyeron modelos de máquinas de vapor que funcionaban. Pero no pasaron de ser un juguete o curiosidad. ¿Por qué? Porque la economía esclavista se basaba en una oferta aparentemente ilimitada de trabajo humano gratuito. ¿Por qué a los propietarios de esclavos les debía interesar una máquina que ahorraba trabajo humano? En el feudalismo existía una situación similar, esta vez era el trabajo de los siervos. El señor feudal tampoco tenía interés en invertir su plusvalía en maquinaria y tecnología. ¿Para qué si disponía del trabajo de los siervos? Sólo con la llegada del capitalismo y la revolución industrial, la reducción del tiempo de trabajo adquiere una importancia crucial, y esto a ocurrido en cada etapa de desarrollo del capitalismo durante los últimos doscientos años. Como explica Marx, el capitalismo es el único sistema socio económico que para existir necesitaba revolucionar constantemente las fuerzas productivas.
Pero esto en absoluto significa que los capitalistas estén interesados en invertir en tecnología. La burguesía invertirá sólo en la medida que consigan una ganancia adecuada de su inversión y en no mucho tiempo. En cierta etapa del ciclo de inversión, la ganancia obtenida con el capital ya no es suficiente para merecer más inversión. En ese momento, los capitalistas dejan de invertir y por lo tanto el boom se acaba. El simple hecho de la existencia de la tecnología y el potencial productivo no es una garantía contra la crisis. Más bien todo lo contrario. Es una fuente incontrolada de inversión en nuevos caminos que a la larga genera sobre inversión, sobreproducción, la caída de la tasa de beneficios y por último, una caída en la masa de beneficio que lleva a la crisis.

La inversión y la tasa de beneficio

En cada boom de la historia, la inversión es lo que lo mantiene. Los defensores del nuevo paradigma económico anuncian triunfalmente el surgimiento del llamado capital de riesgo que sólo en 1999 invirtió 45.000 millones de dólares en EEUU. Pero el capital de riesgo sólo ha invertido para crear nuevas empresas en el sector de la tecnología de la información. Por supuesto que es una cantidad importante, sobre todo si se compara con la cifra de 1990, que fueron 3.700 millones de dólares. En el primer trimestre del 2000, se invirtieron 22.700 millones de dólares. El año anterior (1998) fueron 6.200 millones, es un gran aumento de inversión en el sector de capital de riesgo. Este fenómeno tiene implicaciones importantes para EEUU ¾ y no sólo económicas, también sociales y económicas ¾ . Una parte importante de este capital procede de los estadounidenses normales con su inversión en la bolsa de valores. En realidad, el fenómeno del capital de riesgo está estrechamente relacionado con el boom bursátil.
La inversión es la savia del sistema capitalista. Mientras continua afluyendo en estas cantidades tan copiosas, el boom puede continuar. Pero en cualquier caso, tarde o temprano, el deseo del capitalista de invertir para conseguir grandes beneficios se enfrentará a la contradicción fundamental del sistema capitalista: la contradicción entre el apetito ilimitado de los capitalistas por la plusvalía que impulsa la inversión, y la naturaleza limitada del mercado y la capacidad de consumo de la sociedad. En el documento Al filo de la navaja ya señalamos como se produce este proceso. Esto ha ocurrido en todos los booms de la historia. Cuando aparece un nuevo campo de inversión, los capitalistas que primero llegan consiguen beneficios fabulosos. Bill Gates es un ejemplo actual, el problema es que los que le siguen: se ven obligados a introducir la misma tecnología. Esto crea una contradicción. La burguesía ve una puerta abierta y se dirige en masa a ella. También esta situación empuja a muchos inversores pequeños a seguirles, como los leemings se dirigen al acantilado más cercano. ¡Es natural! Todos quieren sacar provecho. Pero cuando la regla se comienza a aplicar, la tasa de beneficios que al principio era inmensa, se acerca a sus niveles normales y después comienza a caer.
Existe una tendencia inherente a la sobre inversión y la sobreproducción. Esta es la contradicción central del sistema capitalista: la contradicción entre la sed ilimitada del capitalista por la plusvalía y el poder limitado de consumo de las masas. Los capitalistas pueden eludir la crisis durante un tiempo, mediante la inversión en lo que Marx llama el Departamento Uno ¾ la producción de los medios de producción ¾ . Este ha sido el caso del boom actual. En EEUU se ha producido una inversión masiva en la producción de ordenadores, y ha sido la fuerza motriz del boom.
Se han invertido sumas asombrosas de dinero en la nueva tecnología, sobre todo en Internet. Las acciones de este sector se han disparado y alcanzado niveles estratosféricos. Y muchas de estas empresas han tenido un centavo de beneficio. Esta contradicción no puede durar. Una vez los inversores se den cuenta de que las acciones no tienen ningún valor, entonces la caída está asegurada. Esto ha comenzado a ocurrir. El valor de las acciones de Amazon pasó de 103.000 millones de dólares en diciembre de 1999, a 66.000 millones en espacio de un mes, en enero de 2000. Posteriormente se produjo una caída profunda del índice Nasdaq, que reflejaba la crisis de confianza en las acciones de nueva tecnología. ¿Por qué? Porque no están consiguiendo ningún beneficio. Y a pesar de que las acciones de Internet subieron en los doce meses anteriores casi un 1.000%.
La crisis asiática demostró que ocurre cuando el mercado alcanza la sobreproducción (sobre capacidad). Pero en el ciclo actual, todavía no se ha alcanzado este punto decisivo (pensábamos que se iba alcanzar antes pero no ha sido así). La expansión continua, estimulada por el aumento de la productividad. La inversión ¾ el motor de cada ciclo capitalista ¾ continúa, y mientras esto continúe, el boom también continuará. El dinero que se gasta en nueva inversión todavía tiene el efecto de crear empleo, extender y desarrollar la demanda y el crédito, y esto también prolonga el boom. Esto por supuesto es lo que ocurre en la actualidad, pero si se mira más allá de las superficialidades veremos como el futuro es más preocupante. ¿Para qué se invierte esta ingente cantidad de capital? Por supuesto se invierte para conseguir beneficios. Y si preguntamos: ¿Cuál es la probabilidad de que todo el beneficio previsto se materialice? La respuesta es bastante sombría.

La productividad

El boom de la bolsa es la expresión más visible de lo que lleva al sistema hacia delante: la insaciable sed de plusvalía que se presenta ante los inversionres como el maná celestial ¾ los beneficios y los dividendos parecen algo mágico ¾ . Esta roca carrera para hacerse rico rápidamente sin duda a jugado un papel a la ora de acelerar la tasa de innovación tecnológica. Los inversores hasta hace poco corría a ofrecer dinero a cualquiera que prometiera nueva innovación o algo similar. Esto a su vez, sirvió para estimular la productividad en determinados sectores de la economía. Hay que recordar que la productividad laboral se incrementa para obtener una mayor reducción del tiempo de trabajo: conseguir que el trabajador produzca más en un período de tiempo cada vez menor, y así producir más plusvalía. La importancia de la tecnología para la productividad se puede comprobar en la reciente encuesta publicada por la Oficina de Estadísticas Laborales USA que demuestra que más de la mitad de los logros de la productividad en 1995-8 proceden de la aceleración del cambio tecnológico.
Este proceso se puede ver claramente en el ciclo actual. El primero que entró al mercado consiguió fabulosos beneficios, muy por encima de la media. Después el resto entró a tropel en las mismas áreas de inversión. Es una cuestión muy sencilla: ¡invertir o morir! El dinero fluye hacia el riesgo donde se espera las mayores tasas de beneficios. Han aparecido competidores en cada industria: telecomunicaciones, Internet, ordenadores… De esta forma el boom generó más capital, que entrado en todas las zonas de la economía: sanidad, seguros, banca, servicios, supermercados… La causa se convierte en efecto y el efecto se convierte en causa. La expansión de la demanda y el crédito se alimentan mutuamente, para llevar a la economía hacia delante. Los beneficios (o la expectación de aquellos) estimula el boom bursátil, y éste boom proporciona los fondos para más innovación, más productividad y más beneficios (reales o imaginarios). Y así sucesivamente… este proceso (un “ciclo virtuoso” de crecimiento) tiene límites muy definidos.
En primer lugar, esta expansión no es una cuestión de libre elección o planificación. Está guiada por la necesidad y por las leyes internas de la acumulación capitalista. Los capitalistas no introducen nueva tecnología porque les resulte divertido, se ven obligados a innovar bajo pena de extinción. Una vez que Bill Gates ha conseguido una gran parte del mercado con Microsoft, otros se ven obligados a seguirle, con lo cual Windows también se ve obligado a modernizar sus productos constantemente, los otros intentan mejorarlos, y así sucesivamente. Por supuesto que esto no evita que Microsoft utilice sus músculos para acabar con sus competidores y conseguir una posición de monopolio. Pero ese es otro tema. El punto principal es que todos se ven obligados a adoptar las innovaciones a un ritmo acelerado, lo quieran o no. Se ven obligados a invertir cada vez más cantidades de capital y bajar los precios para competir en un mercado saturado. La tasa de beneficio cae rápidamente a su nivel normal, y entonces se produce una lucha para mantener los márgenes de beneficios, normalmente a expensas de la fuerza laboral.
El proceso aquí descrito contiene parte de la razón para el bajo nivel de inflación que ha caracterizado este ciclo. En cada boom las mejoras tecnológicas conducen al abaratamiento de las mercancías, y este ciclo no es una excepción. El aumento de la productividad generalmente significa más crecimiento y menos inflación. En los últimos años hemos visto la caída más dramática en el precio de los ordenadores y productos relacionados, y este proceso continúa. Durante la segunda mitad de la década de los año noventa, los precios del software y la tecnología de la información cayeron rápidamente y con ellos la inflación se redujo en medio punto.
Tarde o temprano, este proceso crea nuevas contradicciones. Marx explica que es imposible obtener plusvalía de la maquinaria. Toda esa maquinaria lo que hace es añadir al producto final el valor acumulado en sí misma, es decir, el trabajo socialmente necesario gastado en su producción. Este valor otorgado por la maquinaria el capitalista lo descuenta como el coste de la depreciación. A propósito, la depreciación no sólo es física (oxidación, desgaste y roturas) también es lo que Marx llama “depreciación moral”, es decir, obsolescencia. La velocidad con la cual, por ejemplo, los ordenadores se vuelven obsoletos, es fenomenal. En la medida que las sumas de dinero implicadas en esta tecnología son enormes, la primera necesidad del capitalista es conseguir el reembolso del capital que él invirtió al principio. Como veremos, esto a veces es más fácil que otras. Según avanza el ciclo, y según se acumulan más capitalista en el mercado, aparece la tendencia a la sobre inversión y consiguientemente la sobreproducción. Contrariamente a las ilusiones de los defensores del NPE, la posibilidad de sobreproducción, que es inherente al capitalismo, no se puede eliminar con las nuevas técnicas o la producción justo-in-time, y más bien todo esto sólo empeora la sobreproducción.

Plusvalía absoluta y plusvalía relativa

Los defensores del nuevo paradigma económico depositan una fe extraordinaria en la nueva tecnología: algunos dicen que es justificada y otros que no. La nueva tecnología sin duda ha aumentado la productividad. La informatización de la cadena de suministro, permite tener listos los inventarios en tiempo real y la producción justo-in-time, ellos dicen que eso significa que la producción nunca podrá ir por delante de las ventas. De esta forma, superan la sobreproducción. Por otro lado, el continuo crecimiento de la productividad más la competencia mantiene la inflación controlada (en EEUU, sí excluimos la comida y la energía, la inflación en el último período ha bajado); por eso la Fed se puede permitir el crecimiento y no subir los tipos de interés.
Incluso con relación a la productividad, es necesario señalar que mientras parte del aumento de la productividad se ha debido a la nueva tecnología, no ha sido el caso en la mayoría que no tienen nada nuevo en absoluto. Marx hablaba de plusvalía absoluta y relativa; es decir, la prolongación de la jornada laboral y la intensificación de la explotación. Y esto está ocurriendo por todas partes. En EEUU durante los últimos veinte años, la semana laboral oficial ha pasado de 40 a 50 horas (en la práctica es más larga).
Los trabajadores en EEUU trabajan más horas y tienen dos o tres empleos. Incluso se hacen chistes con esta situación: por ejemplo el Presidente Clinton fue a cenar con algunos empresarios, mientras se sentaban en la mesa y bebían el champaña, el inquilino de la Casa Blanca se jacta: “¡Basta con mirar nuestra economía! ¡He creado un millón de empleos!. Hasta entonces el camarero permanecía impasible, pero entonces dice: “Sí señor presidente lo sé, pero yo tengo tres!”.
La gente trabaja largas jornadas laborales, tienen uno, dos o tres empleos para poder llegar a fin de mes. Los trabajadores están sometidos a una presión enorme, y lo saben. Y eso no es sorprendente para los marxistas. Marx explica en El Capital que bajo el capitalismo la introducción de nueva maquinaria no significa la reducción de las horas de trabajo sino el aumento del día laboral. El día laboral ha aumentado inexorablemente en todas partes durante la última década. Ha ocurrido incluso en Francia, a pesar de la introducción de la jornada laboral de 35 horas semanales. Los trabajadores franceses se han dado cuenta de que la ley de las 35 horas, no ha solucionado nada. La introducción la flexibilidad representa un ataque a los derechos y condiciones laborales.
El factor decisivo ha sido la presión despiadada sobre los salarios y que ha caracterizado todo el boom. Se ha ejercido una presión despiadada sobre los trabajadores que producen más en menos tiempo del necesario para producir una mercancía. Los salarios han ido por detrás de las conquistas en la productividad. En EEUU los salarios reales hasta hace poco no habían aumentado en veinte años. Esto no puede seguir así, y los propios burgueses lo admiten. Durante algunos años, economistas como Stephen Roach han venido pronosticando una insurrección de los trabajadores en EEUU, y ya hay síntomas de ello. En EEUU ha comenzado a aparecer la escasez laboral, y eso está originando presión para la subida de los salarios. Por eso algunos políticos capitalistas piden una relajación de los controles de inmigración para determinadas categorías de trabajadores. Por supuesto que esta medida no responde a preocupaciones humanitarias, sólo a su propio interés, y por motivos económicos a corto plazo.

¿Un nuevo boom tecnológico en Europa?

Hace algunos años la burguesía imaginaba que había encontrado un mercado infinito en Asia. Babeaban con China, donde nos aseguraban, existía un mercado de 1.300 millones de personas. Ya dijimos que era algo pueril, y teníamos buenas razones. Desde el punto de vista capitalista, un mercado es poder adquisitivo, y donde no hay poder adquisitivo no hay mercado. Desde ese punto de vista no hay mercado de 1.300 millones de personas en China, aunque por supuesto todavía tiene un gran interés para Occidente. Ahora utilizamos los mismos argumentos con relación a la nueva tecnología. Sin duda todo acabará de la misma forma.
¿Pueden los capitalistas aumentar la productividad sin la introducción de nueva tecnología? Cada vez se escucha más este argumento con relación a Europa. En Europa Internet llegó más tarde que en EEUU, y esto puede dar una mejora de la productividad. Europa supera a EEUU en teléfonos móviles. La siguiente etapa eliminará la necesidad de ordenadores para acceder a Internet. En 1999 Europa gastó 200.000 millones de dólares en nueva TI y se calcula que se gastará un 30% más este año. Esta inversión, según Smith Barney, un economista de Salomon, puede estimular la productividad un 0,5% para el año 2003. ¿Puede que una nueva oleada de innovación tecnológica en Europa puede dar un nuevo respiro al boom?
Uno de los argumentos contra la perspectiva de una recesión es que hay muchos productos nuevos (y por lo tanto, muchos nuevos campos de inversión). La esperanza es que el capitalismo europeo, que ha superado a EEUU en este campo, pueda salvar la situación. Pero este argumento no vale. Como señalamos en Al filo de la navaja, el simple hecho de la existencia de nuevo potencial tecnológico no significa ni que no habrá un a recesión, ni que la nueva tecnología despegará en una etapa determinada.
Se ha hecho mucho ruido con la perspectiva de una tercera generación de radioteléfonos en Europa. Pero las sumas de capital necesarias para desarrollar una nueva generación de pequeños móviles son realmente asombrosas: entre 60.000 y 200.00 millones de dólares. ¿Y cuál es la perspectiva de conseguir beneficios decentes con estas sumas astronómicas? En el mejor de los casos brumosas. El entusiasmo inicial de los inversores se ha evaporado como la espuma. Desde marzo, el precio de las acciones en este sector ha caído un 50%. Las grandes empresas europeas empujadas por la competencia, continúan gastando mucho dinero en esta tecnología. Y corren un gran riesgo. Sólo los costes de desarrollo son enormes. Nokia por ejemplo, gasta el 9% del total de sus ingresos en investigación y desarrollo ¾ más de 2.000 millones de dólares ¾ . ¿Cómo van a conseguir recuperar ese dinero? Ericsson, otra empresa importante en este campo, ahora lucha por mantener su parte del mercado con apenas un 1% de margen de beneficios.
Realmente, no se puede utilizar el argumento de que la mayoría de la nueva tecnología se encuentre en funcionamiento: pantalla plana de televisión, TV digital y teléfonos móviles con Internet, etc., Por supuesto que es posible todo tipo de inventos maravillosos. Pero no hay que olvidar lo que dijo Henry Ford: “Yo hago negocios para hacer dinero y no coches”. Sabemos que toda esta tecnología existe. También sabemos que hay mucho potencial para hacer dinero, sin embargo, entre el potencial de hacer dinero y realmente hacer dinero hay más de una pequeña diferencia. Para hacer dinero tienes que vender las cosas en alguna parte, y de algún modo. Para vender necesitas un mercado. Tarde o temprano la nueva tecnología chocará con las barreras de la producción capitalista. Las mercancías se producen para conseguir un beneficio. Para conseguir beneficio es necesario encontrar un mercado. Y un mercado presupone la existencia de poder adquisitivo.
No hay que olvidar, que la inversión siempre es más fuerte en la cima de un boom, justo antes del colapso. Por esta razón el colapso siempre ocurre cuando menos se espera. Esta vez no será una excepción. El talón de Aquiles del argumento es que la productividad ya no crece como antes. En 1999 la productividad laboral en la los países de la zona euro subió un 1.9%. Inferior al 2% de 1998. En Gran Bretaña la productividad está descendiendo. Esto sugiere que el aumento de la productividad ha alcanzado sus límites. Después de todo, el día sólo tiene 24 horas, y la capacidad de los trabajadores d producir más en menos tiempo también tiene un límite físico.
Es ya evidente que la tasa de reembolso del capital no es lo que era. [Ver el artículo de Michael Roberst De los toros a los osos]. La llamada ley de la disminución de la tasa de ganancia es una forma vaga y confusa que tienen los economistas burgueses para expresar la ley de la tendencia a la caída de la tasa de beneficio, explicada científicamente por Marx. Los capitalistas encuentran que sus inversiones en nueva tecnología ya no les proporciona la misma tasa de ganancia como antes. Llegados a este punto, su entusiasmo con esta inversión comienza a enfriarse. Esto se puede ver, por un lado, por el creciente malestar de los inversores a arriesgar su dinero en las acciones tecnológicas, y por el otro lado, las dudas cada vez mayores con las perspectivas de una nueva oleada de innovación tecnológica relacionada con la fusión de Internet y los teléfonos móviles.

“La venidera depresión de Internet”.

Antes hemos demostrado que el conjunto de la economía estadounidense en esta etapa se ha basado en un sector, es decir, la tecnología de la información. ¿Cuál es la naturaleza de esta tecnología? Este mismo artículo en Business Week lo citamos anteriormente para explicar que este sector es muy volátil. Lejos de negar el ciclo, el artículo explica que agravará el ciclo económico al grado enésimo una vez que la economía entre en recesión. Y llegado cierto momento esto será algo inevitable. El autor del artículo hace la siguiente observación: “Una vez se desacelere el crecimiento de la alta tecnología, como será inevitable en cierto momento, esta debilidad [es decir, la debilidad del índice Nasdaq] se alimentarán uno a otro preparando el escenario para un empeoramiento serio de la economía”. Este análisis de Business Week es totalmente correcto, y es aún más destacable si tenemos en cuenta que este semanario durante años ha estado propagando activamente el nuevo paradigma económico. De modo que si los representantes inteligentes del Capital pueden ver estas cosas, nosotros también deberíamos ser capaces de verlas.
Lo que dice Business Week es que el ciclo actual, como los demás ciclos, dependen de toda una variedad de factores, y éstos no se pueden tomar de manera aislada. Se alimentan unos a otros, y crean una espiral ascendente de crecimiento. Pero cuando el ciclo alcanza sus límites, la espiral comienza a desenmarañarse, un factor influye sobre el otro para producir una espiral descendente que es incontrolable. Los factores relacionados con el coste de la inversión en capital, salarios, materias primas, crédito y demanda.
Según el ciclo se acerca al punto crítico, los observadores más inteligentes comienzan a lanzar mensajes de aviso. The Economist lo lleva haciendo durante un tiempo. Pero la tendencia hacia el pesimismo crece con el tiempo. El caso más reciente ¾ y significativo ¾ es Michael J. Mandel, director de economía de Business Week, que hasta hace poco era un firme partidario del NPE. En su reciente libro, The Coming Internet Depression, hace una predicción sombría: “Hay un gran riesgo de que EEUU coja el camino del empeoramiento económico y este empeoramiento podría ser peligroso, brutal y largo si la política económica tropieza”. (Business Week. 9/10/00).
El año pasado, el llamado capital de riesgo invirtió aproximadamente 30.000 millones de dólares en nuevas y jóvenes empresas y a principios de este año su financiamiento se dirigía a una tasa anual de 100.000 millones de dólares. Esta es la savia del boom en la TI. Una vez esto se agote, todo el proceso se parará en seco, y ya han aparecido las primeras señales. Business Week explica: “El ritmo de innovación ahora está atado al crecimiento de la economía y la subida de la bolsa. Las caídas del mercado y las desaceleraciones económicas es probable que lleven a menos y menos financiación de nuevas empresas y al consecuente descenso de la innovación. Y ahí es donde el ciclo comienza a alimentarse, de acuerdo con Mandel. Menos innovación supone menos crecimiento de la productividad, una tendencia a la subida de la inflación, y presión sobre las empresas para que aumenten los precios. Estos acontecimientos, a su vez, amenazan con una nueva desaceleración de la economía y la depresión del mercado, llevando a una perniciosa espiral económica descendente. (Ibíd. El subrayado es nuestro).
Una vez el ciclo económica alcanza el punto crítico en el cual la cantidad se transforma en calidad, cualquier sacudida externa puede ser el desencadenante. No hay nada más superficial que atribuir la crisis a cosas como la subida del precio del petróleo, como en la recesión de 1974 a la que se describe ¾ erróneamente ¾ como la “crisis del petróleo”. Es un error atribuir la crisis al precio del petróleo porque, en primer lugar, el aumento del precio del petróleo es un producto del ciclo (aunque este se puede agravar por factores externos, como una guerra en Oriente Medio); y en segundo lugar, los precios del petróleo simplemente sirvieron de detonante de un proceso que ya estaba preparado con anterioridad.
Marx en el segundo volumen de El Capital explica que el proceso de acumulación capitalista se puede romper en varios lugares. Una vez esto ocurre, un factor influye sobre el otro para crear una espiral descendente. Esto es lo que preocupa a economistas como Mandel. Hay varios factores que pueden convertirse en su contrario: precios del petróleo elevados; la creciente disparidad entre el euro y el dólar; la desaceleración del crecimiento en el sector de la tecnología de la información y el nerviosismo en la bolsa que llevara al pánico. Cualquier de estos factores pueden poner fin al boom. Sin embargo, ninguno d ellos por sí mismo constituye la causa de la crisis que está enraizada en el mismo sistema capitalista. La relación entre el incidente inmediato que se convierte en la chispa que inicia la crisis es la relación entre el accidente y la necesidad o, por utilizar una analogía química, la acción de un catalizador que produce un cambio que ya era inherente a los propios componentes químicos.
En realidad, la “nueva economía” es más volátil de lo que la mayoría de la gente piensa. Cada más economistas han comenzado ha darse cuenta que en sí misma lleva los gérmenes de su propia destrucción. Por supuesto no es la mayoría. El resto mantienen firmemente sus ilusiones en el NPE. Pero la opinión comienza a cambiar. Mandel escribe: “Justo como los analistas en serio subestimaban el crecimiento potencial de la economía USA en los años veinte, ahora subestiman la posibilidad de un profundo declive en un futuro próximo”. (Business Week. 9/10/00).
Mandel se da cuenta de lo que desde hace mucho tiempo dicen los marxistas: todos los factores que permitieron el auge se volverán en su contrario. Los mismo factores que impulsaron el auge económico agudizarán más la recesión cuando estalle. “La parte superior del ciclo tecnológico, como hemos visto en los últimos años, es largo, un boom libre d inflación, con una subida del gasto tecnológico, rápida innovación y una bolsa boyante [habría que decir, con la excepción particular de la inflación, que ha acompañado los booms desde 1945, porque antes estas eran las características de cada boom capitalista]. Pero cuando el ciclo tecnológico acaba ¾ como es inevitable ¾ el resultado podría ser una contracción más dura y profunda. El gasto tecnológico se agotará, la innovación se frenará, y la bolsa caerá bruscamente. El golpe será muy duro para los trabajadores de la nueva economía, para las empresas y acciones que properaron en la explosión de los años noventa”. (Ibíd. El subrayado es nuestro).

La bolsa

Siempre ha sido la ilusión de los capitalistas que sus beneficios procedieran del espacio exterior, que el “dinero engendrara dinero”. Esta ilusión óptica es particularmente clara en el reino de la bolsa, donde el valor de las acciones parece estar dotado de una cualidad mágica que deja los esfuerzos de los antiguos alquimistas en un juego de niños. Aquí la riqueza parece acuñada, no por un metal base, sino por el aire. Pero en realidad la riqueza procede de la plusvalía, que es sólo otra forma de decir el trabajo no pagado a la clase obrera. Aunque la bolsa pueda subir a la atmósfera y durante un tiempo parezca desafiar las leyes de la gravedad, siempre regresará a la tierra de un trompazo. Cuando al final los inversores caen en la cuenta de que el valor de sus acciones no se recuperará, que las empresas citadas en la bolsa no materializan los beneficios anticipados, entonces comenzará un tobogán difícil de controlar. El balance final como siempre la rentalibilidad de las empresas, y que depende en última instancia de su capacidad para extraer más trabajo de los esfuerzos mentales y físicos de los trabajadores.
El precio de las acciones, especialmente, aunque no sólo en EEUU, han alcanzado niveles astronómicos. Esto es importante, pero no es la clave del boom. La clave hay que encontrarla en el crecimiento de las fuerzas productivas. Sin embargo, todos estos factores están dialécticamente interrelacionados, y afecta una a otro. El boom actual, como cualquier otro boom depende de la inversión. Mientras que haya inversión habrá boom. ¿Cuál es la posición? La tasa de crecimiento en gasto técnico se ha acelerado un 11% en 1997, un 13% en 1998 y un 16% en 1999. Este es un nivel de inversión muy importante, y supone que el boom puede continuar. Pero hay otra cara de la moneda, cualquier contracción sostenida del crecimiento en gasto técnico, por ejemplo un 5%, obligaría inmediatamente a una reevaluación a la baja de las acciones tecnológicas o incluso del mercado global.
Hay un elemento psicológico en cada ciclo económico, el elemento del instinto de horda que hace que todo suba o baje. Mientras las cosas van bien, los capitalistas y sus teóricos tienen la ilusión en que todo está bajo control. Podemos controlar, regular y dirigir, ¡hemos aprendido las lecciones! Mejor aún, no tenemos el control, ¡el mercado se autorregula! Efectivamente, esto es lo mejor en ¡el mejor de los mundos capitalistas! Pero estas ilusiones duran el tiempo que dura la expansión, y no es mucho. Mientras que el dinero sigue afluyendo la gente se siente bien y sigue gastando y acumulando deudas. ¡No hay problema! Los consumidores siguen gastando; las fábricas siguen produciendo; los banqueros siguen prestando; los derrochadores siguen pidiendo dinero prestado; los especuladores especulando; los capitalitas arriesgados continúan invirtiendo, y la sobre inversión, inmediatamente lleva al crash.
Una vez esto comienza, el boom es una proceso de autoreforzamiento: mientras las cosas van bien se alimentan mutuamente. Mientras que miles de millones de dólares se pueden hacer sólo con tocar el ratón, mientras que la bolsa sigue hacia arriba, la gente correrá riesgos. La atmósfera crea una clase de mentalidad supersticiosa (los jugadores son siempre supersticiosos). La imprudencia afecta inclusa a la llamada intelectualidad. Hace poco un inteligente Alec en EEUU propuso un cambio en el plan de estudios de las escuelas, para enseñar a la futura generación de políticos y banqueros como correr riesgos. ¡Corramos todos riesgos! ¡Vivamos peligrosamente! El torrente de inversión desde el capital de riesgo ha ido a las empresas de la “nueva economía”. Business Week comenta: “Las empresas que sólo cuentan con un plan de negocios han conseguido unas asombrosas cifras de dinero con sólo ofrecer sus acciones al público. Desde que comenzó la expansión más de 5.000 empresas han entrado en la bolsa y han conseguido más de 300.000 millones de dólares”. (Business Week. 14/2/00).
El índice Nasdaq pasó de menos de 500 puntos en marzo de 1991 a 4.000 en febrero de 2000. En el mismo período el Dow Jones, que agrupa las acciones tradicionales subió “sólo” el 300%. Empresas “respetables” como JP Morgan se han visto arrastradas. La manía del capital de riesgo incluso a afectado a la CIA. Algunas empresas de abogados aceptaron estas acciones en lugar de honorarios. Pero muchos de los aventureros sólo tenían una “idea brillante condimentada con ‘nueva economía’” como dice The Economist. Esto no es nuevo. Es el mismo viejo capital especulativo que juega un papel en cada boom, primero fue el escándalo de los tulipanes holandeses en el siglo XVII. Todo esto se confabula para empujar el mercado hacia arriba, y prepara el camino para una dura caída. Las caídas del índice Nasdaq a principio de año fueron un anticipo de lo que va a llegar. Sin embargo, la bolsa continúa desafiando a toda lógica. Después de la crisis de marzo, las acciones del Nasdaq cayeron un 27%, pero según Business Week incluso después de eso, todavía están un 22% sobre valorados. La capitalización de todas las acciones USA ahora suman 17 billones de dólares. En Japón la cifra es “sólo” de 4 billones de dólares. Esta riqueza sería más que suficiente para resolver todos los problemas de la pobreza mundial si fueran puestas para fines productivos.
Incluso antes de marzo, existían signos de que las acciones Nasdaq tenían problemas. Las acciones de Amazon en diciembre de 1999 valían 106 dólares, y el 16 de enero habían caído a 66 dólares. Bajaron porque llegaron las noticias de que la empresa tenía pérdidas, y a pesar de que sus ingresos aumentaban continuamente. ¿Cómo puede ocurrir esto? En este caso era el resultado de una reducción constante en el precio en un mercado saturado. En otras palabras, es el resultado de la sobreproducción. Amazon perdía dinero en cada venta, y no son los únicos. Otras empresas de la “nueva economía” como Priceline y E trade Group, tienen el mismo problema. La propaganda de estas e-empresas nos trae a la mente la empresa que durante la burbuja del Mar del Sur decía: “la naturaleza de lo cual se revelará más tarde”.
Siguiendo la lógica del capitalismo, es posible que las acciones suban más que antes y que todo acabe en lágrima. En 1998 las acciones equivalían al 54% de los activos familiares en EEUU según datos oficiales. Pero en 1989 la cifra era sólo del 28%, en diez años un aumento asombroso. Cuarenta millones de nuevos inversores han entrado al mercado desde 1991, en 1998, ochenta millones de estadounidenses (aproximadamente el 50% de todas las familias) poseía acciones.
Hay una relación entre el boom de la bolsa y la economía real. Hoy es más próxima que en el pasado. El boom de la bolsa proporciona el capital para la nueva inversión que estimula la productividad, mientras que el mercado aumenta gracias a que las gente tiene más ingresos y por lo tanto, la demanda y el crédito. Por otro lado, el aumento de la productividad proporciona la imagen de beneficios y dividendos, que alimentan el boom de la bolsa. Una cosa alimenta a la otra, y no pueden estar separadas.
En la segunda mitad de la década de los noventa, el gasto de capital subió una tasa anual de 11%, mucho más de los previsto. En gran parte reflejaba la caída de los costes de inversión en mercancías en ese período. Mientras, Internet y otras nuevas tecnologías supuso que las empresas habían invertido para mantenerse con sus competidores, aunque no obtuvieran un reembolso inmediato de esta inversión. Pero esto no puede durar para siempre. Tarde o temprano, los capitalistas necesitan conseguir beneficio de sus inversiones. Si no se materializa, los inversores perderán el interés y las inversiones se agotarán.
Este es el talón de Aquiles del proceso. El llamado capital de riesgo en general es muy sensible a las fluctuaciones en la economía y la bolsa. Es como una bestia nerviosa que rápidamente puede huir ante la primera señal de peligro. Por esta razón, una crisis puede llegar sin avisar. Mandel comenta: “El mercado OPI se cierra casi inmediatamente en respuesta a un desorden del mercado, y el capital de riesgo sigue al mercado”. Por ejemplo, la financiación de riesgo cayó profundamente en los años siguiente al crash de 1987. Desde 1987 a 1991 el capital de riesgo cayó más del 50%. En el mismo período, la primera ronda de financiación de las nuevas empresas cayó un 75%. El efecto de este corte tan radical de la inversión en capital en nueva tecnología es evidente.
Algunas veces se dice que puede producir una crisis en la bolsa y que no necesariamente tiene que llevar a una recesión. En general es correcto. Una crisis bursátil no necesariamente conduce a una recesión. Depende de toda una serie de factores. Por ejemplo en 1920, hubo una crisis bursátil que no llevó inmediatamente a la recesión, todo lo contrario, siguió un boom que duró hasta 1929, cuando sí tomó un carácter catastrófico. En la crisis bursátil de 1987, tampoco llevó directamente a una re