EL MARXISMO Y LA TEORÍA DE LAS “ONDAS LARGAS”

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Si se miran los doscientos años de historia del capitalismo, enseguida es evidente que el ciclo boom/recesión (el ciclo económico) es algo normal en el desarrollo capitalista. Siempre ha existido y siempre existirá, hasta que el sistema capitalista desaparezca de la escena histórica. Pero, aquí no se agota la cuestión de las peculiaridades del desarrollo capitalista. Un nuevo examen de la historia demuestra que, además del ciclo normal de boom/recesión, hay períodos más largos que tienen sus propiascaracterísticas. Lenin, solía decir que la política es economía concentrada. La piedra angular del materialismo histórico es que, en última instancia, la viabilidad de cualquier sistema socioeconómico depende de su capacidad de desarrollar los medios de producción. Marx ya lo explicó en la Introducción a la crítica de la economía política, donde explica la relación entre las fuerzas productivas y la “superestructura”: “En la producción social de su existencia, los hombres contraen determinadas relaciones de producción que corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales… el modo de producción de la vida material determina el proceso de la vida social, política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia”. (Marx. Introducción a la crítica de la economía política. Miguel Castellote Editor. Madrid. 1976. Pp 64-65)
El marxismo no tiene nada en común con esa caricatura que afirma, que Marx y Engels “reducían todo a economía”. Marx y Engels respondieron en muchas ocasiones a este disparate, como se puede comprobar en el siguiente extracto de una carta de Engels a Jose Bloch: “Según la concepción materialista de la historia, el factor que en última instancia determina la historia es la producción y la reproducción de la vida real. Ni Marx ni yo hemos afirmado nunca más que esto. Si alguien lo tergiversa diciendo que el factor económico es el único determinante, convertirá aquella tesis en una frase vacua, abstracta y absurda”. (Engels. Obras Escogidas de Marx y Engels. Editorial Progreso. Moscú. 1978. Pág. 514. El subrayado en el original)
El materialismo histórico no tiene nada que ver con el fatalismo. Nuestro destino no está predeterminado por las leyes económicas, ni los hombres y mujeres son títeres de “fuerzas históricas” ciegas. Pero tampoco son agentes completamente libres, capaces conformar su destino sin tener en cuenta las condiciones existentes impuestas por el nivel de desarrollo de la economía, la ciencia y la técnica, que, en última instancia, determina la viabilidad de un sistema socioeconómico. Citemos de nuevo a Engels: “Los hombres hacen su historia, cualesquiera que sean los rumbos de ésta, al perseguir cada cual sus fines propios propuestos conscientemente; y la resultante de estas numerosas voluntades, proyectadas en diversas direcciones, y de su múltiple influencia sobre el mundo exterior, es precisamente la historia”. (Engels. Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana. Ibíd. Pág. 385)
El marxismo no reduce la historia a economía. No elimina el factor subjetivo ¾ la actividad consciente de hombres y mujeres conformando su destino ¾ . En realidad, Marx explicaba que aunque el desarrollo de las fuerzas productivas era decisivo, en última instancia, eso no significa en absoluto, que la relación entre la base económica y la “superestructura” sea automática y mecánica. Tampoco es un proceso de una sola dirección. La superestructura política, ideológica, diplomática e incluso religiosa, interactúa dialécticamente en la base económica y afecta a su desarrollo.
Engels, escribió una maravillosa carta a Conrad Schmidt en octubre de 1890, en ella señala que en el desarrollo de las fuerzas productivas pueden influer muchos tipos de factores: “La producción, es en última instancia, lo decisivo. Pero cuando el comercio de productos se independiza de la producción propiamente dicha, obedece a su propia dinámica, que aunque sometida en términos generales a la dinámica de la producción, se rige, en sus aspectos particulares y dentro de esa dependencia general, por sus propias leyes contenidas en la naturaleza misma de este nuevo factor. La dinámica del comercio de productos tiene sus propias fases y reacciona a la vez sobre la dinámica de la producción”. Y cita, “el descubrimiento de América fue debido a la sed de oro, que antes había impulsado a los portugueses a recorrer el continente africano”. Lo último se podría englobar en la categoría de accidente histórico, y por lo tanto, imprevisible. Pero tuvo consecuencias muy profundas en el desarrollo del capitalismo. Igualmente, como explica Engels, la conquista de la India por los portugueses, holandeses e ingleses tuvo también resultados completamente imprevistos. Intentaban importar mercancías de la India, y nadie en ese momento soñaba con exportar mercancías allí. Pero con la conquista militar crearon las condiciones para el desarrollo de un mercado en la India: “lo que creó y desarrolló a la gran industria fue la necesidad de exportar a esos países”. (Marx y Engels. Selected Correspondence. Pág. 778-9. En la edición inglesa)
De este modo, elementos externos al funcionamiento normal del ciclo capitalista pueden modificarlo profundamente. Las guerras, las conquistas militares, los descubrimientos científicos, incluso los accidentes juegan su papel. Lo mismo ocurre con el Estado, como explica Engels en la misma carta: “La sociedad crea ciertas funciones comunes, de las que no puede prescindir. Las personas nombradas para ellas forman una nueva rama de la división del trabajo dentro de la sociedad. De este modo, asumen también intereses especiales, opuestos a los que sus mandantes, se independizan frente a ellos y ya tenemos ahí el Estado. Luego, ocurre algo parecido a lo que ocurre con el comercio de mercancías, y más tarde con el comercio de dinero: la nueva potencia independiente tiene que seguir en términos generales al movimiento de la producción, pero reacciona también, a su vez, sobre las condiciones y la marcha de ésta, gracias a la independencia relativa a ella inherente, es decir, a la que se le ha transferido y que luego ha ido desarrollándose poco a poco. En un juego de acciones entre dos fuerzas desiguales: de una parte, el movimiento económico, y de otra, el nuevo poder político, que aspira a la mayor independencia posible y que, una vez instaurado, goza también de movimiento propio. El movimiento económico se impone siempre, en términos generales, pero se halla también sujeto a las repercusiones del movimiento político creado por él mismo y dotado de una relativa independencia: el movimiento del poder estatal, de una parte, y de otra el de la oposición, creada al mismo tiempo que aquél”. (Ibíd. Pág. 840)
En la misma carta Engels explica que incluso la religión y otras manifestaciones ideológicas, juegan un papel importante en el desarrollo de la sociedad, e incluso en la economía: “Por lo que se refiere a las esferas ideológicas que flotan aún más alto en el aire: la religión, la filosofía, etc., éstas tienen un fondo prehistórico de lo que hoy llamaríamos necedades, con que la historia se encuentra y acepta. Estas diversas ideas falsas acerca de la naturaleza, el carácter del hombre mismo, los espíritus, las fuerzas mágicas, etc., se basan siempre en factores económicos de aspecto negativo; el incipiente desarrollo económico del período prehistórico tiene por complemento, y también en parte por condición, e incluso por causa, las falsas ideas acerca de la naturaleza. Y aunque las necesidades económicas habían sido y lo siguieron siendo cada vez más, el acicate principal del conocimiento progresivo de la naturaleza, sería, no obstante, una pedantería querer buscar a todas estas necedades primitivas una explicación económica. La historia de las ciencias es la historia de la gradual superación de estas necedades, o bien de su sustitución por otras nuevas, aunque menos absurdas. Los hombre que se cuidan de esto pertenecen, a su vez, a órbitas especiales de la división del trabajo y creen laborar en un campo independiente. Y en cuanto forman un grupo independiente dentro de la división social del trabajo, sus producciones, sin exceptuar sus errores, influyen de rechazo sobre todo el desarrollo social, incluso el económico. Pero, a pesar de todo, también ellos se hallan bajo la influencia dominante del desarrollo económico”. (Ibíd. Pp. 482-3). Qué diferencia entre estas afirmaciones tan cuidadosas y precisas de Engels, con la vulgar caricatura del “marxismo” mecánico que intenta reducir la riqueza de la dialéctica a una fórmula simple y estéril.

El ciclo capitalista

Si se miran los doscientos años de historia del capitalismo, enseguida es evidente que el ciclo boom/recesión (el ciclo económico) es algo normal en el desarrollo capitalista. Siempre ha existido y siempre existirá, hasta que el sistema capitalista desaparezca de la escena histórica. Pero, aquí no se agota la cuestión de las peculiaridades del desarrollo capitalista. Un nuevo examen de la historia demuestra que, además del ciclo normal de boom/recesión, hay períodos más largos que tienen sus propias características. Aunque fecha y duración exactas de cada período puede ser un tema de discusión, en líneas generales, es posible establecer la existencia de varios períodos de este estilo. Para tal propósito tomemos los siguientes períodos: 1848-79, 1880-93; 1894-1914; 1915-39 y 1940-74.
Cada uno de estos períodos de desarrollo capitalista ha tenido un carácter diferente de los demás. Por ejemplo, el largo de período de casi 20 años antes de la Primera Guerra Mundial, al igual que el período 1948-74, se caracterizaron por un gran desarrollo de las fuerzas productivas. Esto dejó su sello en todo el período, y afectó a las relaciones entre las clases y a la conciencia de cada clase. A consecuencia del crecimiento económico, pleno empleo y mejora del nivel de vida en los países capitalistas desarrollados, hubo un largo período de relativa paz social. Por supuesto hubo excepciones, en particular, la Revolución Rusa de 1905. De la misma manera, los acontecimientos revolucionarios franceses de 1968 ocurrieron en el punto máximo del auge económico de la posguerra. Pero esta no fue la imagen generalizada, en general, fue el período clásico del reformismo, y no de la revolución.
Debemos recordar, que este largo período de auge económico fue la razón objetiva para la degeneración reformista y nacionalista de todos los partidos de la Segunda Internacional antes de 1914. Basándose en esto y de una forma completamente empírica, los dirigentes de la Segunda Internacional imaginaron que el capitalismo había solucionado sus problemas. Bernstein, sólo fue el primero en decir que la clase obrera ya no existía, que las crisis eran cosas del pasado, y que ya no era necesaria la revolución. Este era el sueño de los reformistas que creían ser grandes realistas: pacífica, gradualmente, a través de reformas sería posible transformar la sociedad. Todas aquellas ilusiones terminaron en sangre, obscenidad y el gas venenoso de la primera gran carnicería imperialista. La Primera Guerra Mundial (1914-18) abrió un período completamente nuevo, radicalmente diferente al anterior. El período entre guerras estuvo caracterizado no por la paz y la estabilidad, sino por la guerra, la revolución y la contrarrevolución. Empezando con la Revolución Rusa de 1917, fue un período de lucha de clases tormentoso, que cambió decididamente la opinión de la clase, y acabó violentamente con las viejas ilusiones. Sacudió las organizaciones de masas, provocando una escisión tras escisión y abrió enormes posibilidades para el desarrollo del marxismo.
En los debates dentro de la Internacional Comunista a principios de los años veinte, se discutía intensamente la cuestión del ciclo económico. Los ultraizquierdistas defendían la idea de que existía la crisis final del capitalismo. Sostenían que el capitalismo colapsaría debido a sus propias contradicciones. Lenin y Trotsky, por el contrario, decían que no existe “la crisis final del capitalismo”, en el sentido de un colapso automático del sistema. Si se le deja a su merced, el sistema capitalista siempre encontrará una salida, aunque con un coste terrible para la clase obrera y la civilización humana. A menos que, y hasta que el capitalismo no sea derrocado por la clase obrera, éste siempre encontrará salida incluso a la crisis más profunda. El destino de la sociedad no se decide mecánicamente por el juego ciego de las fuerzas económicas, sino por la lucha de clases, en la cual, la organización, la conciencia y la dirección juegan un papel tan decisivo como la guerra entre las naciones.
Nikolai Dmitrievich Kondratiev, era el director del Instituto de Investigaciones Económicas de Moscú a principios de los años veinte. Fue un economista dotado y original con destino trágico. Como muchos intelectuales destacados que surgieron en los primeros años del poder soviético, terminó su vida en un campo de trabajo de Stalin. La naturaleza trágica de su muerte, y la naturaleza arriscada y original de su hipótesis, han rodeado su nombre de una aura casi mística. En algunos círculos es visto como un gran guru, y su teoría de las ““ondas largas”” sirve para explicar (además de predecir) períodos históricos amplios.
Sus teorías aparecieron al inicio de los años veinte, primero en una serie de artículos y después salieron a la superficie en el Tercer congreso de la Internacional Comunista en 1922. En 1924, publicó un artículo titulado El concepto dinámico y estadístico y las fluctuaciones económicas en el que incluye sus tesis básicas. Al año siguiente resumió sus ideas en un libro. Pero esta vez el clima en la Unión Soviética ya había cambiado. El ascenso de la burocracia estalinista significaba que todo aquel que no siguiera servilmente los dictados de la dirección, corría el peligro de caer en desgracia. Mientras que en 1922, Trotsky respondía a Kondratiev con argumentos, el régimen de Stalin utilizaba otros métodos para liquidar las diferencias. Kondratiev fue silenciado, destituido de su cargo y cayó en la oscuridad. Después, a finales de 1930, cuando Stalin utilizaba ya los métodos que después se convertirían en las infames purgas, arrestaron de repente a Kondratiev y le acusaron de dirigir el inexistente Partido de Trabajadores y Campesinos. El cargo era absurdo, sin ni siquiera un juicio farsa, enviaron a Kondratiev a Siberia donde murió en circunstancias todavía sin clarificar.
En el último período, las teorías de Kondratiev han disfrutado de renovada popularidad entre economistas burgueses y algunos que se consideran marxistas. Es una de esas ironías en la es rica la historia, que los economistas burgueses utilicen las ideas de Kondratiev para justificar que el sistema capitalista puede continuar existiendo indefinidamente a tavés de una serie interminable de ““ondas largas””, en las cuales a los largos períodos descendentes les siguen automáticamente largos períodos ascendentes y así continuamente. Parece una versión económica de la “máquina de movimiento perpetuo”, que durante siglos muchas personas intentaron descubrir pero sin ningún resultado.
Ante todo, hay que dejar claro que Kondratiev no era un marxista. Su conversión al comunismo era reciente, da fe de ello su presencia en el Gobierno Provisional de Kerensky, donde fue Ministro de Alimentación. Por supuesto, esto de ninguna manera invalida las opiniones de Kondratiev; ni le desacredita como persona. Todo lo contrario, después se pasaría directamente del lado de la Revolución de Octubre. Pero sí sirve para mostrar lo alejado que estaba del marxismo y lo superficial que era su comprensión de las ideas y el método marxista, y por eso los absurdos esfuerzos de muchos que intentan presentarle como un gran economista marxista que desarrolló las teorías de Marx.
Kondratiev era lo que después se describiría como un profesor rojo. Pertenecía a esa categoría descrita por Trotsky como simpatizantes, es decir, aquellos intelectuales que se adhirieron a la Revolución de Octubre y al Bolchevismo, sin haber absorbido las ideas y métodos fundamentales del marxismo. Hubo muchos como él. La revolución atrajo a todo lo mejor de la antigua intelectualidad. Estos hombres y mujeres se dedicaron sinceramente a la causa del socialismo, pero carecían de los años necesarios de experiencia y de la formación teórica que les permitiera adquirir una verdadera comprensión marxista. Resulta inevitable que con ellos trajeran la pesada maleta de la ideología y la perspectiva burguesa. Ninguno comprendía la dialéctica. La mayoría a menudo intentaba enmascarar su ausencia de método filosófico recurriendo a métodos de razonamiento formalistas. El formalismo quizá sea el rasgo más característico de la psicología de los simpatizantes, bien sea en el arte, la literatura, la táctica militar o la economía.
El formalismo es una característica del pensamiento burgués, y sobre todo de los intelectuales formados en al universidad. Es la base de la lógica formal. Este método consiste en la elaboración de una hipótesis más o menos arbitraria, basada en un puñado de datos seleccionados y después se intenta justificar la hipótesis con una nueva aportación de de cualquier dato que pueda corroborarla. Este método es conocido por los estudiantes de posgraduado que tienen que defender una tesis doctoral. El aspecto positivo de este método es que a menudo arroja nuevas e interesantes ideas o iluminan las teorías ya existentes. Pero el aspecto negativo, es que pueden llevar a conclusiones equivocadas y arbitrarias, lo que identificamos como sofistería. Por cada tesis doctoral que lleva a nuevo descubrimiento, hay cien que se pueden arrojar al cubo de basura.
Hegel dijo que “lo que debe motivar a todo aquel relacionado con la ciencia es el deseo de alcanzar una comprensión racional, y no simplemente la acumulación de una gran cantidad montón de datos”. Más allá de los hechos y las cifras existe un proceso más profundo. Kondratiev intentó comprender estos procesos, pero su método le impedía sacar las conclusiones correctas de la información de la que disponía. Y como veremos, incluso la información utilizada, no demostraba en absoluto su tesis básica. La forma en la cual Kondratiev desarrolló la teoría de las “ondas largas”, es muy típica del método universitario. Embarcó a su Instituto en una serie de estudios sobre la economía mundial durante y después de la Primera Guerra Mundial. Basándose en estos datos limitados, Kondratiev llegó en primer lugar a la conclusión de la existencia de los ciclos económicos largos, su método se podría describir como estadístico, y es muy característico de los economistas burgueses que buscan dar una impresión de rigor científico a su trabajo. Sin embargo, todo aquel que tenga algunos conocimientos del tema, sabrá que estos modelos al ser sometidos a la prueba de la práctica, con frecuencia fallan estrepitosamente.
El gran mérito de la obra de Kondratiev fue demostrar más allá de toda duda que, aparte del ciclo normal de boom/recesión (el ciclo comercial o ciclo económico), que es la característica fundamental del capitalismo y que ya fue descrito ampliamente incluso por economistas burgueses como Schumpeter, en la historia del capitalismo existen períodos históricos más amplios. En el desarrollo del capitalismo existen, como ya hemos señalado, períodos diferentes, y cada “ciclo” tiende a ser diferente de los demás. Esta es una observación importante. Pero Kondratiev fue más allá, y afirmó que estos períodos tenían un carácter cíclico ¾ recurrente y repetitivo ¾ , y que se explicarían en términos estrictamente económicos, relacionados con el ciclo repetido de inversión. En su artículo titulado Los ciclos económicos largos, decía que, además del ciclo comercial normal de siete a once años, existían ciclos largos, con una duración media de cincuenta años. Llegó a la conclusión de que el sistema capitalista experimenta “ondas largas”, y cada fase descendente es seguida por otra ascendente que puede durar décadas. Trotsky rebatió esta última afirmación. Y de vez en cuando se pone de moda (como en la actualidad) sin ninguna base, hechos o teoría sólidos.

Marx y Kondratiev

Kondratiev basó su teoría en una analogía con el análisis de Marx del ciclo comercial ¾ el ciclo normal de boom/recesión ¾ . Pero no hay relación entre los dos. La teoría de Marx del ciclo capitalista viene explicada con gran detalle en el tercer volumen de El Capital, en él explica todo el proceso y el mecanismo concreto. En comparación, la teoría de Kondratiev es una hipótesis muy floja, basada en unos cuantos hechos seleccionados arbitrariamente adecuados para el caso. La existencia del ciclo boom/recesión está muy bien documentada, e incluso los economistas burgueses se han visto obligados a reconocerlo. Por otro lado, mientras que hay ciertamente indicios que sugieren la existencia de períodos históricos más amplios del capitalismo, la existencia de las “ondas largas” en el sentido utilizado por Kondratiev nunca se ha demostrado y ha permanecido en el reino de la especulación durante tres generaciones.
Kondratiev introdujo algunas modificaciones al análisis económico de Marx. Toma la idea de Marx, de que el ciclo medio del capitalismo está determinado por la reinversión periódica del capital fijo (en los tiempos de Marx aproximadamente cada diez años) pero introduce una idea propia, que hay una graduación en la longitud del ciclo, en el período productivo y en la cantidad de inversión en diferentes tipos de capital constante (maquinaria, planta, etc.,). Esto es lo que escribe: “La base material de los ciclos largos es la depreciación, la reposición y el incremento del fondo de capital básico, la producción del cual requiere una enorme inversión y para materializarse requiere un tiempo largo. El capital constante básico consiste en grandes instalaciones industriales, ferrocarriles, canales, grandes explotaciones agrícolas, etc… la formación de trabajadores cualificados también pertenece a esta categoría”. (Kondratiev. Segundo artículo. Pág. 60. En la edición inglesa)
“La reposición y el incremento de este fundo no es un proceso continuo, se realiza a saltos, y éstos se reflejan en los ciclos largos de actividad económica. El período de aumento de la producción de estos bienes de capital corresponde con la fase ascendente. La tendencia ascendente de los elementos de la actividad económica, con respecto, al nivel de equilibrio del tercer orden existe, de acuerdo con el esquema anterior, en el período prolongado de ascenso, que se ve interrumpido por fluctuaciones de menor duración. Por otro lado, en el período de declive lento de este proceso, comienza un movimiento de los elementos económicos hacia el nivel de equilibrio y puede descender incluso por debajo de ese nivel. Debemos insistir en que el nivel de equilibrio cambia durante el proceso de fluctuaciones cíclicas y generalmente se desplaza hacia su nivel más alto”.(Ibíd. Pág. 61)
Una vez establecido el vínculo entre los ciclos largos y el ciclo de reinversión en bienes de capital, Kondratiev aún tiene que demostrar por qué este proceso de desarrolla a saltos, en lugar de ser un proceso permanente de aumento del fondo de inversión. Para hacer esto, tiene que recurrir a las teorías de otro economista burgués, Tugan Baranovsky. Las inversiones a gran escala presuponen la existencia de grandes cantidades de capital disponible en forma de crédito. Kondratiev especifica las condiciones que deben existir para el inicio de una “onda larga”:
“1) Una elevada intensidad de ahorro [por ejemplo, una elevada propensión a ahorrar]
2) la disponibilidad de grandes sumas de capital a través del crédito, con bajos tipos de interés.
3) la acumulación de lo último a disposición de grupos poderosos de empresarios y financieros.
4) Un nivel bajo de precios para estimular el ahorro y la inversión de capital a largo plazo”. (Kondratiev. Tercer artículo. Pág. 38. En la edición inglesa).
La inversión en la fase ascendente, con el tiempo alcanza tropieza con unos límites, como son un tipo de interés alto y la escasez de capital. De esta forma, el final del ascenso y el principio del descenso, se explican estrictamente en la misma línea que los economistas burgueses, por ejemplo, con la teoría monetaria de la sobreinversión.
Sin embargo, la teoría no explica la razón para la fase ascendente del ciclo largo. Ni como señala Garvy, explica adecuadamente las razones para la transición de la fase ascendente a la descendente. En su tercer artículo, el mismo Kondratiev admite que “la fase ascendente no es una necesidad absoluta”. (Ibíd. Pág. 38).
Aunque admitió que la misma existencia de las “ondas largas” era sólo una “probabilidad”, Kondratiev intentó, sin embargo, demostrar que tenían una importancia fundamental para el conjunto de la economía. Esto, a pesar de que en su primer artículo no intentaba demostrar la existencia de una relación definida entre las “ondas largas” y el capitalismo. “Carecemos de los datos suficientes para afirmar, que las oscilaciones cíclicas del mismo carácter son también típicos de los sistemas no capitalistas. Si estuvieran vinculadas a la economía capitalista, podríamos afirmar que el colapso del sistema conllevaría la desaparición de las “ondas largas””. (Kondratiev. Primer artículo. Pág. 65. En la edición inglesa).

Los problemas de las estadísticas

Claramente, la caracterización de los períodos amplios de desarrollo capitalista, depende de la disponibilidad de suficientes datos estadísticos. En el primer período (el siglo XVIII) resulta problemático. Sólo en Inglaterra, disponemos de estadísticas más o menos adecuadas desde finales del siglo XVIII y los primeros años del XIX. El economista inglés, Jevons, elaboró un índice del período 1782-1865. Después se publicó un nuevo índice que abarcaba el período 1789-1850 en The Review of Economic Statistics (vol 5. 1923). Sauerbach elaboró estadísticas del período posterior a 1846. Pero la situación de las estadísticas en Gran Bretaña, como señaló Marx, era infinitamente mejor que en cualquier otro país. En Francia, por ejemplo, no existe índice de precios hasta la década de los sesenta del siglo XVIII. Y Francia era el país capitalista desarrollado que seguía a Gran Bretaña, hasta que fue desplazado por Alemania y EEUU a finales del siglo XIX. La situación en EEUU es algo mejor: existen índices económicos desde finales del siglo XVIII. Pero por regla general, los datos son incompletos y poco fiables hasta la segunda mitad del siglo XIX. Por lo tanto, cualquier conclusión que se extraiga de ellos tiene un carácter muy condicional.
Basándose en datos muy limitados, Kondratiev hizo la siguiente generalización: “La rama ascendente del primer ciclo abarca el período 1789-1814, es decir, veinticinco años; su descenso empieza en 1814, para terminar en 1849, durando, por tanto, treinta y cinco años. El circuito completo del movimiento de los precios comprende, por consiguiente, sesenta años.
La rama ascendente del segundo ciclo empieza en 1849 y termina en 1873, durando por tanto veinticuatro años. El momento del cambio de dirección en el curso de los precios no es el mismo en los Estados Unidos que en Inglaterra y Francia; en los Estados Unidos, el máximo nivel de los precios corresponde al año 1966; pero esto encuentra su explicación en la guerra civil y no contradice la unidad de imagen que ofrece el curso del ciclo en ambos continentes. El descenso del segundo ciclo empieza en 1873, para terminar en 1896; durando, pues, veintitrés años. El circuito del movimiento de los precios comprende cuarenta y siete años.
El ascenso del tercer ciclo empieza en 1896 y termina en 1920; es decir, tiene una duración de veinticuatro años. El descenso comienza, según todos los datos, en el año 1920”. (Kondratiev. Los ciclos económicos largos. Madrid. Akal. 1979. Pág. 41)
Incluso aquí vemos como Kondratiev para explicar el movimiento de precios en EEUU, tiene que tener en cuenta factores (no económicos) externos ¾ la Guerra Civil ¾ . Pero considera que no es un fenómeno esencial (accidental), que distorsiona solo parcialmente sus resultados, y que sólo produce una divergencia entre el ciclo de Europa y el de EEUU,. No menciona los efectos evidentes de las Guerras Napoleónicas en los precios y el comercio. Estas guerras y sus consecuencias, influyeron profundamente no sólo en los precios y el comercio, sino también en los salarios y el empleo. Menciona sólo de pasada que las guerras están relacionadas con las depresiones agrícolas. Pero no profundiza en ello , ni lo explica. Para Kondratiev, la Primera Guerra Mundial y la Revolución de Octubre no cuentan a la hora de determinar sus “ondas largas”. Realmente, como intentaremos demostrar, sí tuvieron un efecto fundamental en la vida económica de Europa y del mundo.
En otra parte de su artículo, Kondratiev cita estadísticas similares de los tipos de interés y los salarios, así como el consumo de algodón en Francia, la producción de lana y azúcar en EEUU y otros datos que respaldan su hipótesis de las “ondas largas”. Dice que la innovación tecnológica ocurre normalmente en períodos de descenso, cuando no existe la posibilidad de aplicarlos y que después, encuentran salida en la fase ascendente. También dice que “durante la fase ascendente de las “ondas largas”, es decir, durante la alta tensión en el crecimiento de la vida económica, se producen, por regla general, la mayoría de las guerras y revoluciones importantes”. (Ibíd. Pág. 57)
Más tarde, Kondratiev revisó las fechas de sus ciclos y quedaron de la siguiente forma:

Desde 1790 a 1810-17 fase ascendente (primer ciclo largo)
1810-17 a 1844-51 fase descendente
1844-51 a 1870-75 fase ascendente
1870-75 a 1890-96 fase descendente
1890-96 a 1914-20 fase ascendente

Los contemporáneos de Kondratiev ya demostraron la arbitrariedad de estos períodos, George Garvy resumió estas críticas en su extenso artículo La teoría de los ciclos largos de Kondratiev (The Review of Economic Statistics, Vol. XXV, 4, noviembre 1943) al cual debo las fuentes utilizadas en el presente artículo.
El problema es que Kondratiev intentó realizar una amplia generalización histórica con datos muy limitados. Varios economistas soviéticos en su momento comentaron este problema. También, es evidente que Kondratiev utilizó selectivamente los datos disponibles, y sólo utilizó aquellas estadísticas que corroboraban su tesis, mientras que desechó las demás. Utilizó 25 series estadísticas diferentes, en su primer artículo menciona seis de ellas, los resultados dieron un resultado negativo (el consumo francés de grano, café, azúcar y algodón; la producción de EEUU de lana y azúcar), y añadió que “en algunos otros casos” era completamente imposible detectar las “ondas largas”. En el mismo artículo de Voprosy Konyunktury, donde apareció su primer artículo, encontramos otras series estadísticas que no demuestran la existencia de los ciclos largos. El propio Kondratiev admite que al menos en once casos (diez de ellos cantidades físicas) el resultado es negativo.

Los críticos soviéticos de Kondratiev

De entre los economistas soviéticos que criticaron la teoría de Kondratiev, la refutación más contundente procede de Oparin. Uno de los aspectos más interesantes del trabajo de Oparin, fue su intento de aplicar las series de Kondratiev a los años de fase descendente de la tercera “onda larga” (después de la Primera Guerra Mundial). Los resultados obtenidos eran bastante diferentes a los de Kondratiev. Oparin concluyó que “el método matemático formal […] utilizado por el profesor Kondratiev resulta poco útil para investigar la normalidad teórica de las series analizadas”. (Ver reseña de Oparin del primer artículo de Kondratiev publicado en Ekonomicheskoe Obozreniye, nov. 1925. Pág. 255-8)
Incluso antes de Oparin, Bazarov, ya había señalado el principal defecto del método de Kondratiev. Y es que éste reducía al mínimo común denominador, la suma de ecuaciones basadas en las fluctuaciones del ciclo económico, así siempre sería posible deducir la existencia de una ““onda larga””, porque el resultado era una parábola abruptamente ascendente. Bastaba con excluir aquellas desviaciones que no se adaptan a la “onda larga”, o hacer uso de aquellas desviaciones que demostraban la existencia de una ““onda larga””.
Otros economistas soviéticos ¾ L. Eventov (en Voprosy Ekonomiki, nº1, 1929) y V. Bogdanov (en Pod Znameni Marxisma, junio 1928) ¾ , también llamaron la atención sobre otros problemas metodológicos de la teoría de Kondratiev, en este caso, el problema de cómo relacionar el “desarrollo secular” a largo plazo con el ciclo comercial normal.
Pero fue Oparin quien criticó con más dureza a Kondratiev. Un análisis cuidadoso de las fuentes estadísticas de Kondratiev, revelaba contradicciones flagrants. Oparin comprendió enseguida la dificultad de encontrar suficientes estadísticas que permitieran establecer más allá de la duda razonable, la existencia de procesos económicos a largo plazo, pero sí criticó a Kondratiev por no haber utilizado toda la información estadística disponible. Por ejemplo, utiliza las cifras del precio del plomo inglés, pero no los precios mundiales del mismo metal. Como observa correctamente Oparin, el precio de mercancías como el plomo, se decide en el mercado mundial. Es más, si aceptamos la existencia de “ondas largas”, éstas deben afectar al funcionamiento de toda la economía mundial. Tanto si las fluctuaciones de ““onda larga”” del precio del plomo afectaban a los precios mundiales, o si la “onda larga” era sólo un fenómeno británico, contradicen la conclusión de Kondratiev. En realidad, Kondratiev analizó varias series de precios, pero no le daban el resultado deseado.
Aparte de Oparin, la crítica más fulminante a Kondratiev fue de A. Gerzstein en su artículo ¿Existen las ondas largas en la vida económica? (publicado en Mirovoye Khozyaistvo i Mirovaya Politika, vol. III, 1928). El artículo de Gerzstein es el más interesante porque sigue paso a paso a Kondratiev y sus ciclos largos, para demostrar las las contradicciones internas de su hipótesis. Analizando los períodos de 1790-1844 (primer ciclo de Kondratiev) y 1844-51 a 1890-96 (segundo ciclo), y utilizando los principales datos de EEUU y Gran Bretaña, demuestra que: el período 1815-40, el cual Kondratiev representa como un período descendente, en realidad fue un período de desarrollo económico sin precedentes. Fue precisamente el período de la Revolución Industrial. A su vez, estaba íntimamente relacionado con un acontecimiento no económico, el final de las Guerras Napoleónicas. Esto permitió la recuperación del comercio internacional y un comercio relativamente más libre, provocando una abrupta caída de los precios agrarios y una depresión agrícola, pero al mismo tiempo, proporcionó una poderoso estímulo al desarrollo industrial. De este modo, una depresión agrícola y una caída de los precios agrarios en un contexto histórico concreto de ascenso del capitalismo, no se puede citar como prueba de una fase económica descendente, más bien lo contrario. La caída del precio del trigo, fue precisamente la condición previa para un auge sin precedentes del capitalismo.
Se puede ver el mismo error en el segundo ciclo de Kondratiev, lo describe como una fase de declive, cuando realmente fue un período de rápida industrialización en EEUU y Alemania. Sólo en el caso de Gran Bretaña parece justificarse el argumento de Kondratiev. La industria británica en este período experimentó una tasa de crecimiento más lenta. Sin embargo, como señala correctamente Gerzstein, sólo era la expresión de la pérdida de posición de Gran Bretaña con relación al creciente poder de sus nuevos competidores ¾ Alemania y EEUU ¾ y en menor grado, el ascenso de otras economías capitalistas. Gran Bretaña en este período estaba perdiendo su preeminencia como la potencia industrial más grande del mundo y perdía mercados para la exportación, sobre todo maquinaria. Pero presentar esta situación como un período de declive general es totalmente falso.
Gerzstein, también encuentra fallos en el tratemiento que Kondratiev hace del período 1890-14. A pesar del aumento general de los precios en este período, encuentra muchas pruebas de una disminución general del crecimiento de las fuerzas productivas, comparado con las décadas anteriores. Así que, si es cuestión de establecer tendencias seculares de “onda larga”, incluso es cuestionable que este período de ascenso económico se pueda considerar un fenómeno de “onda larga” (que por definición debe relacionarse con la fase previa de “onda larga”). El hecho de que se concentre en los precios agrarios y las depresiones agrícolas, como una prueba de la existencia de las “ondas largas”, es engañoso, como demuestra el ejemplo de la Revolución Industrial. La crisis de la agricultura está relacionada con el ciclo económico general, pero tiene sus propias leyes, relacionadas en con el declive a largo plazo de la agricultura con relación a la industria bajo el capitalismo, y en parte, relacionada con fenómenos políticos no económicos, como es el intento de la burguesía (particularmente en Francia, pero no sólo allí) para mantener al campesinado como un contrapeso de la clase obrera. En cualquier caso, es evidente que la comprensión del desarrollo del capitalismo se debería basar en un análisis completo de las estadísticas económicas, en particular, las industriales, y no en los precios agrícolas.
Uno de los problemas más serios del método de Kondratiev, es su dependencia del movimiento de los precios en general. Las variaciones de los precios, además pueden verse influenciadas por toda una serie de fenómenos: el aumento de la productividad del trabajo, el cambio tecnológico, el aumento del comercio mundial, las guerras, malas cosechas, aumento de la producción de oro, etc., De este modo, la caída del nivel de precios que comenzó a principios del siglo XIX, fue el resultado del incremento de la productividad del trabajo, producto de la Revolución Industrial, y el creciente uso de maquinaria y nuevas técnicas de producción. Basándose en el censo de la manufactura estadounidense, Guberman, demuestra que los únicos casos que indican la tendencia contraria antes de la Primera Guerra Mundial (en 1830, 1870 y 1897) estaba originado por los aumentos poco comunes de la producción de oro, que hasta hace bastante poco era un factor clave del movimiento de los precios.

El ciclo de inversión

Es obvio que establecer sólo la existencia de oscilaciones a largo plazo no bastaría para demostrar la existencia de ciclos largos, en el sentido que dice Kondratiev. En realidad, la única forma de hacerlo sería demostrando el mecanismo preciso a través del cual un ciclo genera el siguiente. Debe existir alguna clase de regulador interno. Mientras no se clarifique este punto, toda la idea de las ondas económicas largas se reduce a una mistificación del proceso histórico. Kondratiev intenta resolver el misterio haciendo referencia al proceso de inversión e innovación durante largos períodos. Dice que determinados inventos y técnicas tenían que esperar largos períodos de tiempo ¾ tanto como veinte años ¾ antes de ser aplicados en práctica en la forma de nuevas máquinas y fábricas, sólo debido a la ausencia de capital. De esta forma, para él los ciclos largos eran básicamente ciclos de reinversión.
Desgraciadamente, esta solución aparentemente elegante, guarda poca relación con el funcionamiento en la práctica del sistema capitalista práctica. En realidad, la renovación de capital es un proceso continuo. No hay ninguna prueba de que la inversión a gran escala ocurra durante largos períodos de tiempo y de una forma regular. Tampoco se puede demostrar, que los nuevos inventos aparezcan principalmente en períodos descendentes, como dice Kondratiev, quien ni siquiera intenta justificar este argumento. En realidad, es muy difícil establecer una regla relacionada con el momento en que los individuos realizan descubrimientos científicos. Se realizan descubrimientos en todo momento: en booms y en crisis económicas; en tiempos de paz y en tiempo de guerra. Además, se producen en diferentes momentos y en países diferentes. Intentar establecer una regla general para esto es prácticamente imposible. Sería como intentar fijar las posiciones de las moléculas individuales en un gas. Pero en cualquier caso, lo que importa en economía, no es la fecha en la que aparece tal o cual invento en la mente del inventor, sino cuando entra en el proceso de producción. Por utilizar una expresión filosófica, antes de que exista es sólo una posibilidad abstracta. Sólo cuando se aplica a la producción se convierte en real y por lo tanto en algo material adecuado para el terreno de la investigación económica.
Kondratiev enfoca la cuestión de la inversión no desde un punto de vista económico, sino técnico. En concreto, no presta suficiente atención a la cuestión clave de la depreciación, que tiene un aspecto tanto físico (desgaste) como “moral” (obsolescencia). Ya en los años veinte Gerzstein señaló que la vida de los bienes de inversión era de entre cinco años (herramientas) y cien años (edificios). En el período actual, su vida es aún menor. Las plantas de tecnología informática punta, cuesta construirlas entre una y dos mil millones de dólares, y quedan obsoletas tres o cinco años después. Además, es tan enorme la variedad de bienes de inversión, que el proceso de inversión debe tener un carácter más o menos continuo, aunque a lo largo del tiempo, tendrá mayor o menor intensidad reflejando la tasa de beneficio y las fluctuaciones generales de la economía de mercado. Es difícil pensar que este proceso se pueda expresar como una regla matemática precisa y verificable. Bogdanov, se preguntaba cuanto tiempo sería necesario para reemplazar el Canal de Suez o el ferrocarril del Pacífico.
Kondratiev no demostró que la inversión en “bienes de inversión básicos” tenga lugar a intervalos regulares de una duración entre 48 y 60 años. Esta postura no se puede demostrar porque no guarda relación alguna con el funcionamiento real del sistema capitalista. En realidad, la sustitución de maquinaria y edificios ocurre en todo momento, en diferentes épocas y velocidades en cada rama de la producción. Como señala Garvy: “Incluso si el proceso de inversión fuera discontinuo, la reinversión sería continua, ya que depende no sólo del desgaste real, sino también del grado de obsolescencia, el coste de mantenimiento, el tipo de interés, salarios, progreso tecnológico, y la tasa de utilización”. No existe absolutamente ninguna razón para que los bienes de inversión se agoten simultáneamente en intervalos regulares de aproximadamente medio siglo.
Kondratiev decía que la aplicación de los nuevos inventos dependía de un proceso previo de acumulación de un fondo de inversión. Este concepto lo toma prestado de Tugan-Baranovsky. Resulta paradójico que Kondratiev en uno de sus primero artículos criticara la idea de Tugan-Baranovsky de la existencia de un “fondo libre de préstamo”, y después convirtiera esta misma idea en una de las piedras angulares de su teoría de la “onda larga”. En su libro sobre Tugan-Baranovsky escribe lo siguiente: “Una de las ideas básicas de la teoría de los ciclos de Tugan-Baranovsky no se puede aceptar sin más: la teoría de la acumulación de capital libre y no invertido. ¿Cuándo ha existido este tipo de capital?” (N. D. Kondratiev. M. I. Tugan-Baranovsky. Petrogrado. 1923. En el original en inglés)
Gerzstein también decía que la ausencia de un fondo de inversión no era lo que limitaba la expansión económica, sino la imposibilidad de obtener una ganancia suficiente del capital prestado para inversión. En la fase máxima del período de expansión, los inversores son más reticentes a arriesgar su capital en nuevas inversiones, en su lugar, prefieren invertir en el mercado de bonos o en otro tipo de inversión que genere unos beneficios fijos. Oparin demuestra con relación a las estadísticas del Banco de Ahorros francés, que los supuestos ciclos largos de ahorro son sólo una ilusión. Hay muchos factores que afectan al ahorro ¾ no sólo económicos ¾ . Demuestra que los balances del Banco de Ahorros de Francia, muestran una curva continua ascendente, excepto en dos ocasiones: una fue el período de turbulencia social y política entre la revolución de 1848 y el golpe de estado de Luis Bonaparte (1848-50) y la Guerra Franco Prusiana (1870-71), cuando los inversores retiraron sus fondos. Por último, hubo una caída en los balances del Banco en los años que precedieron inmediatamente a la Primera Guerra Mundial, reflejaba el crecimiento de los bancos comerciales que cada vez acaparaban una proporción mayor de los ahorros. Por esta y otras razones, la idea de un “fondo libre de préstamo” para la inversión es muy débil. Pero esta es la piedra angular de la teoría de los ciclos largos de Kondratiev. Si esto falla, también desaparece la explicación de la fuerza motriz de los ciclos largos.
Una vez más, Kondratiev utilizó sólo aquellas estadísticas que apoyaban sus tesis e ignoró aquellas otras que arrojaban un resultado diferente. Por ejemplo, las estadísticas relacionadas con la producción y el consumo, dan un resultado totalmente diferente a los de Kondratiev. A parte de las siete series de estadísticas francesas relacionadas con las cantidades físicas mencionadas por él, sólo dos sugieren la existencia de ciclos largos, y de éstas una (la tierra utilizada para el cultivo de avena) es contradictoria. Pretende haber descubierto la existencia de dos ciclos largos y medio, pero sólo cuatro de las veinticinco series estudiadas por él cubre ese período; otras cuatro cubren dos ciclos; las restantes sólo cubren un ciclo o ciclo y medio. Incluso en aquellas cifras que corresponden con su tesis, se pueden hacer objeciones debido a la estrechez del campo (por ejemplo los precios) y los datos, incluso las tendencias en algunos casos son inciertas. En las muy pocas ocasiones en que Kondratiev cita los datos relacionados con la producción física (por ejemplo la producción de lingotes de hierro en Inglaterra), los resultados apenas corroboraran su teoría. Si hubiera sido más riguroso en el uso de las estadísticas, los resultados obtenidos habrían sido muy diferentes.
La conclusión es ineludible: la evidencia empírica de la tesis de Kondratiev es muy débil. Garvy concluye: “Aunque la hipótesis de las oscilaciones cíclicas de larga duración, sobre las que se superponen movimientos cíclicos más cortos, debe ser descartada, la idea de que la economía capitalista ha pasado por varias etapas sucesivas de desenvolvimiento, caracterizadas por diferentes ritmos de crecimiento y de expansión geográfica, merece atención. El análisis actual ganaría, probablemente, en precisión y significado si se basara sobre una distinción mejor articulada entre las diferentes fases de la economía capitalista. La ‘curva de evolución capitalista’ sería un cuadro más complicado que una simple curva y, ciertamente, más irregular que los ciclos largos de Kondratiev. Sustituiríamos la hipótesis de las oscilaciones periódicas largas por el estudio de las sucesivas etapas de nuestro actual sistema económico, de su creciente alcance geográfico y de sus cambiantes relaciones con las esferas no capitalistas. Esto nos alejaría de la construcción de modelos abstractos de secuencias temporales, llevándonos al estudio de la dinámica efectiva de nuestro sistema económico”. (G. Garvy. La teoría de los ciclos largos de Kondratiev. Akal. Madrid. 1979. Pág. 140-1)

Trotsky y Kondratiev

Los críticos soviéticos de Kondratiev aquí mencionados, arrojaron serias dudas, tanto sobre las estadísticas como sobre la metodología, pero al final era también una crítica poco satisfactoria, porque estaba hecha desde el mismo punto de vista económico bastante estrecho, que es la principal debilidad del propio Kondratiev. Las críticas de Kondratiev procedían de profesores rojos, y sus críticas también eran abstractas y académicas. Pasaban al otro extremo y “negaban” las tesis de Kondratiev sencillamente colocando un menos donde antes había un signo más. La teoría de Kondratiev al menos poseía cierta audacia e imaginación.
En 1923, en su brillante ensayo La curva de desarrollo capitalista, publicado en Bestinik Sotsialisticheskoi Akademii, vol IV, Trotsky llama la atención sobre la tesis de Kondratiev. A diferencia de las críticas de los profesores rojos, el artículo de Trotsky responde a Kondratiev desde un punto de vista dialéctico y marxista. Al no disponer de los datos suficientes para elaborar una teoría sólida, Kondratiev insistió en el carácter condicional de su hipótesis. Dijo que la existencia de ciclos largos era “al menos muy probable”, y por ese motivo Trotsky recomendó la necesidad de realizar un estudio más serio antes de elaborar cualquier generalización. Sin embargo, las diferencias entre Trotsky y Kondratiev no eran sólo una cuestión de estadísticas, sino una diferencia fundamental de método.
La razón por la cual Trotsky mostró interés en la teoría de Kondratiev, estaba relacionada con los debates de la Internacional Comunista de la época. La oleada de revoluciones que había seguido a la Revolución Rusa había amainado. La última oportunidad de romper el aislamiento de la República Soviética llegó en 1923, cuando una grave crisis económica y la ocupación del Ruhr por el imperialismo francés, creó una situación revolucionaria. Incluso los fascistas predecían que los comunistas tomarían el poder. Pero la oportunidad se perdió debido a los dirigentes del Partido Comunista Alemán, que siguieron los consejos equivocados de Stalin y Zinoviev. Trotsky sacó la conclusión de que la derrota de la revolución daría un respiro temporal al capitalismo. Y fue esta la condición política necesaria para que el capitalismo experimentara un nuevo boom, y durante un tiempo consiguió una relativa estabilidad. En respuesta a los ultraizquierdistas que negaban que el capitalismo pudiera recuperarse, Lenin y Trotsky respondía que a menos que el capitalismo fuera derrocado por la clase obrera, éste siempre encontraría una salida, incluso a la crisis más profunda.
Trotsky comentó de nuevo esta idea en un discurso ante el Tercer Congreso de la Comintern. Su forma de abordar la cuestión del “equilibrio”, era radicalmente diferente a la de Kondratiev. Mientras que, daba la bienvenida a la contribución de Kondratiev a los debates mencionados en la Internacional Comunista, Trotsky advirtió que era incorrecto hacer generalizaciones históricas a priori, es decir, construcciones simplemente intelectuales, y no como el resultado de una concienzuda investigación. “Las conquistas que se pueden obtener por este camino, estarán determinadas por los resultados de la propia investigación, que debe ser más sistemática, más ordenada que las incursiones emprendidas hasta ahora en el terreno del materialismo histórico”. Probablemente, Trotsky aquí no se refería sólo a Kondratiev, sino también a Bujarin.
En su discurso Trotsky dijo: “El equilibrio capitalista es un fenómeno complicado; el régimen capitalista construye ese equilibrio, lo rompe, lo reconstruye y lo rompe otra vez, ensanchando, de paso, los límites de su dominio. En el dominio económico, las crisis y las recrudescencias de la actividad constituyen las rupturas y restablecimientos del equilibrio… El capitalismo tiene, pues, un equilibrio inestable que, de vez en vez, se rompe y se compone”. (L. Trotsky. La situación económica mundial y las nuevas tareas de la Internacional. Ediciones el siglo. 1973. Buenos Aires. Pág. 25)
Aquí Trotsky polemiza contra aquellos “marxistas” mecánicos que hablaban de la “crisis final del capitalismo”. Alude a un artículo aparecido en el London Times relacionado con el comercio exterior británico: “En enero de este año, el London Times publicó una tabla de estadísticas que abarca un período de 138 años… En este intervalo, se han completado 16 ciclos; es decir, 16 crisis y 16 períodos de prosperidad. Cada ciclo cubre aproximadamente casi nueve años… Si analizamos más de cerca la curva de desarrollo encontramos que está dividida en cinco segmentos, cinco períodos distintos. Desde 1781 a 1851 el desarrollo es muy lento; apenas se observa movimiento… Después de la revolución de 1848, que ensanchó los límites del mercado europeo, asistimos a una vuelta brusca. Desde 1851 a 1873 la curva de desarrollo sube rápidamente… y en 1873, las fuerzas productivas desarrolladas chocan con los límites del mercado. Se produce un pánico financiero. Desde 1873 y hasta 1894 presenciamos un estancamiento del mercado británico…. seguido por otro boom que duró hasta 1913… Por último, comienza el quinto período en 1914, es decir, la destrucción de la economía capitalista”. (Ibíd. Pág. 57)
Trotsky estaba dispuesto a admitir la existencia de oscilaciones a largo plazo del desarrollo económico, pero negaba que estos períodos tuvieran un carácter cíclico. Más bien eran el resultado de una concatenación de circunstancias particulares, algunas de las cuales no tenían un carácter económico. Por lo tanto, no estaba justificada la utilización del término “ciclos largos” ¾ menos aún “ondas largas” ¾ . Consideraba que el mismo concepto de ciclo era estéril. En su lugar, planteó una concepción totalmente diferente, resumida en un gráfico que presenta el proceso de desarrollo histórico como una serie de fases, que comprendía tanto curvas ascendentes como descendentes de diferente duración y calidad. Esta opinión era compartida por muchos economistas soviéticos como Oparin, Gerzstein, Guberman y Novokhilov.
La curva de desarrollo capitalista de Trotsky está basada en las cifras antes mencionadas del comercio exterior británico, y es una refutación del método de Kondratiev. Trotsky explica en su artículo, algo que para un marxista debería ser obvio, que el desarrollo del capitalismo no se puede reducir a una cuestión de ciclos económicos. Aunque en última instancia, el elemento decisivo en el proceso histórico es el desarrollo de las fuerzas productivas, hay muchos otros elementos que condicionan de forma decisiva el proceso. Los más obvios son las guerras y las revoluciones, pero hay muchos más. La tecnología, la política e incluso la religión pueden afectar a la economía de una forma importante. La relación entre la “base” económica y la “superestructura” legal, política e ideológica está lejos de ser un asunto de sentido único. La “superestructura” puede modificarse, desorganizarse, distorsionarse y afecta a la “base” económica de muchas formas. La ecuación es compleja y dialéctica, no sencilla y mecánica. Si se comete un error en este punto , necesariamente lleva a conclusiones incorrectas. El propósito del artículo de Trotsky era explicar lo compleja y contradictoria que es la relación entre la “base” y la “superestructura”. Si no fuera así, la historia sería un asunto sencillo.
¿Cómo comprenden los marxistas el proceso histórico? Engels en la introducción a La lucha de clases en Francia, plantea la posición básica del materialismo histórico. Y sirve de punto de partida para el análisis de Trotsky. Explica que el carácter de cada época viene determinado por toda una serie de elementos: no sólo el papel de las fuerzas internas en el sistema productivo, sino también factores externos como la apertura de nuevos países y continentes al capitalismo, el descubrimiento de nuevos recursos materiales, y también factores “super-estructurales” como las guerras y las revoluciones. Todos estos factores influyen dialécticamente para producir un mosaico rico y complejo de acontecimientos al que llamamos historia.

¿Existe el “equilibrio” en el capitalismo?

En las teorías de Kondratiev está implícita la idea de que hay una clase de estado natural de equilibrio en el capitalismo. El equilibrio se ve alterado por las crisis económicas, pero con el tiempo éstas se superan y de nuevo se restaura el equilibrio, hasta que de nuevo lo interrumpe otra crisis, y así continuamente. Esta idea no la inventó Kondratiev, sino que es una idea de finales del siglo XIX el destacado economista burgués Alfred Marshall. Esta idea ha disfrutado estos últimos años de renovada popularidad, porque incluye la noción de que el mercado se autorregula. La “mano oculta” del mercado al final regula todo. Por lo tanto, no es necesario interferir en las fuerzas del mercado. Cualquier reforma social, intervención estatal, legislación, salarios mínimos, sindicatos… no es necesario, sino que es perjudicial, porque distorsionan el mecanismo del mercado e impiden su auténtica función, que es alcanzar su famoso estado de equilibrio, en el cual precios, salarios y empleo estarán en su nivel “natural”, y todo será lo mejor de lo mejor en el mejor de los mundos capitalistas.
El punto central de la teoría del equilibrio, es la noción de que en un mercado competitivo la oferta y la demanda, con el tiempo se equilibran entre sí. Pero toda la historia de las crisis capitalistas demuestra precisamente lo contrario. Esta idea es tan vieja como Ricardo, quien escribió “ningún hombre produce con la idea de consumir o vender, y nunca vende sino es con la intención de comprar alguna otra mercancía que pueda serle inmediatamente útil o que pueda contribuir a la futura producción…”. A su vez Ricardo tomó la idea del “necio Say”, como le llamaba Marx. Desde entonces, la Ley de Say ha estado presente de una u otra forma en la economía burguesa. La intención es evidente: “demostrar” que la sobreproducción es imposible. Como decía Marx, una ficción económica.
Kondratiev no sólo aceptó la teoría de Marshall, sino que en realidad intentó generalizar la noción de equilibrio a todos los aspectos de la actividad económica. Y escribe: “La oleada de fluctuaciones son procesos de alternativas perturbaciones del equilibrio del sistema capitalista; desviaciones crecientes o descendentes de los niveles de equilibrio”. (Segundo artículo. Pág. 58. El subrayado es nuestro. En la edición original en inglés)
Las implicaciones reaccionarias de esta teoría son evidentes. Aquí tenemos las bases teóricas del thatcherismo, reaganismo y todas las variantes posteriores. Aunque todas estas ideas están muy lejos de la postura de Kondratiev, ya que él no defendía las conclusiones reaccionarias que se derivaban de esta idea, pero sí defendió las posiciones ortodoxas de Marshall. Lo que nos interesa no es qué conclusiones se extraen de la teoría, sino la corrección de la propia teoría. En realidad, la teoría de equilibrio es otro ejemplo de una suposición arbitraria, que no se basa en hechos. Es un intento descarado de explicar las crisis económicas y justificar la anarquía de la producción capitalista, basándose en que “a largo plazo” el mercado alcanzará el equilibrio. Como decía irónicamente Keynes: “A largo plazo todos estaremos muertos”. El toque de difuntos para la teoría del equilibrio y la economía marshalliana clásica llegó en 1929 y con la Gran Depresión.
El error de Kondratiev es que trataba el sistema capitalista como un sistema lineal simple, como es el caso de un péndulo. Pero el paralelismo tiene un gran defecto, porque el sistema capitalista no tiene un “equilibrio natural”. Se mueve caóticamente a través de crisis, guerras y revoluciones que no se pueden predecir por anticipado, porque el sistema no es un sistema lineal sino caótico.
La diferencia entre Trotsky y Kondratiev no era secundaria o de énfasis, sino una diferencia fundamental de perspectiva y método. Es la diferencia entre la dialéctica marxista revolucionaria y las abstracciones inertes, el modo formalista de pensamiento de los profesores universitarios (incluso de los “rojos”). También tenía implicaciones prácticas profundas, y se pueden comprobar en la actitud tan diferente de ambos ante la etapa que atravesó el capitalismo mundial en los años veinte. Trotsky no aceptaba la opinión de Kondratiev de que después de la recesión de 1920-21, el capitalismo restablecería de nuevo el equilibrio. A parte de la devastación causada por la guerra y la ruina de Alemania, estaba el desequilibrio entre el campo y la ciudad, y entre los diferentes sectores de la producción. En el plano internacional la contradicción entre Europa y EEUU cada vez era mayor, y en particular, entre EEUU y Gran Bretaña. Trotsky pronosticó que la recuperación económica tendría un carácter superficial y especulativo, y que conduciría a una profunda depresión. No descartaba la posibilidad teórica de un nuevo período de auge económico, pero sólo a costa de un terrible de sufrimiento de las masas europeas.
En una discusión la economía mundial celebrada en enero de 1926, en la que participó Trotsky junto con varios expertos soviéticos, incluido Kondratiev, Trotsky insistió en la situación turbulenta del sistema financiero internacional y en que Europa lo que experimentaba en ese momento eran convulsiones espasmódicas continuas, y no una recuperación cíclica. “Cuando un organismo vivo se encuentra en situaciones imposibles”, escribiría después Trotsky, “su latido cardiaco se vuelve irregular”. Y explicaba que el boom económico en EEUU en gran parte lo había conseguido a expensas de Europa. En lugar de estabilización y equilibrio, Europa se enfrentaría a nuevo shocks que situarían los acontecimientos revolucionarios en el orden del día. Estas predicciones fueron confirmadas brillantemente por los acontecimientos posteriores.

La guerra y el ciclo económico

El eslabón mas débil de la línea argumental de Kondratiev es la forma de tratar las guerras, las revoluciones y la innovación bajo el capitalismo. Afirma sin más, que las guerras y las revoluciones, suelen suceder en la fase ascendente de la “ola”, mientras que las innovaciones tecnológicas suelen aparecer en la fase descendente. En su obra, Kondratiev menciona las guerras y revoluciones, y elabora una lista o cronología de acontecimientos, que de algún modo, aparecen en la fase expansiva de la ola, y sigue el mismo método para elaborar la lista de inventos que son el producto de la fase descendente. En ningún momento, da una razón coherente para hacer estas afirmaciones.
Como ya hemos visto, Kondratiev decía que las guerras y las revoluciones aparecen en la fase ascendente de las “ondas largas”, “en períodos de alta tensión de crecimiento de la actividad económica”. Hasta cierto punto, este argumento de Kondratiev iba dirigido contra esos toscos “marxistas” defensores de que la revolución sólo podía venir de la pobreza de las masas. A esto Trotsky respondió que la miseria por sí sola no era suficiente para originar una revolución: si ese fuera el caso, las masas siempre estarían en rebelión. La relación entre las condiciones económicas y la revolución es una cuestión compleja. Pero ¿es correcto afirmar que las guerras y las revoluciones ocurren invariablemente en períodos de auge económico?
No es difícil demostrar la falta de solidez de esta hipótesis. Después de examinar las fechas, Oparin encontró que, si se elimina un período de aproximadamente cinco o siete años de de cualquiera de estos períodos de cambio, entonces la distribución de acontecimientos como las revoluciones y las guerras (por no hablar de acontecimientos más triviales) era algo uniforme en todos los “ciclos largos”. Además no hay razón aparente para que no sea así, y Kondratiev proporcionó ninguna.
Según Kondratiev, los años 1789-1809 se suponía que formaban parte de la fase expansiva de una “onda larga”, seguida por un relativo estancamiento, de 1809 a 1849, cuando comenzó otra expansión que duró hasta 1873. Después siguió otra recesión hasta 1896. Según este esquema, la fase ascendente de la tercera “onda larga” sería desde 1896 a 1920, y la profunda recesión de 1920-21 se explicaría como una expresión del inicio de una fase descendente. En la práctica, la recesión de 1920-21 tenía una explicación diferente, como veremos después. ¿Cómo se adapta este esquema con la frecuencia de las guerras y revoluciones? Aquí una vez más, la selección de Kondratiev de datos es bastante arbitraria. Por ejemplo, enumera cuidadosamente las seis coaliciones contra Napoleón, pero omite la guerra de 1812 entre Gran Bretaña y EEUU. Eventov, señala que la lista de guerras y revoluciones de Kondratiev coloca la insurrección de Herzegovina al mismo nivel que la Revolución Francesa o la Guerra Civil americana. Las grave crisis de 1857 y la depresión de la década de los noventa del siglo XIX, marcan un punto de inflexión de dos ciclos largos. La Guerra Franco Prusiana tuvo lugar en el pico de un ciclo, como ocurrió con la Comuna de París. Pe