La crisis del capitalismo europeo

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La creación de la Unión Europea fue un intento de superar las limitaciones del Estado nación mediante un mercado común. Se suponía que una moneda común constituiría un paso importante en esa dirección. Sin embargo, sobre una base capitalista, el intento de uniformar economías tan diferentes como Alemania y Grecia estaba condenado al fracaso. Podía funcionar mientras durara el boom, pero la llegada de la recesión puso de manifiesto todas las contradicciones nacionales.

 El Euro y el problema de la deuda

El Euro no es la causa de la crisis del capitalismo europeo, pero ha agravado enormemente los problemas
de los países más débiles. En el pasado, sus burguesías podían resolver parcialmente el problema
devaluando sus monedas. Ahora esa opción está vedada. La única alternativa es ganar competitividad
disminuyendo los salarios y con austeridad permanente: receta acabada para la lucha de clases. Y si
el Euro se desploma, será una catástrofe económica que hundirá a toda Europa en una crisis aún más
profunda. Este dilema provoca divisiones y tensiones entre Hollande (Francia), que exige crecimiento,
y Merkel 8Alemania) que exige recortes. Unos quieren que Alemania destine dinero para estimular la
economía, mientras ésta quiere que los demás países hagan pagar la crisis a sus trabajadores.

La expresión más gráfica de la crisis es la deuda pública. Los déficits presupuestarios han aumentado
significativamente como resultado del rescate de los bancos y de la recesión económica. Además, durante
años la burguesía intentó evitar la crisis de sobreproducción ampliando artificialmente la demanda, con una
expansión sin precedente del crédito y bajas tasas de interés. Esta fue la base de la burbuja inmobiliaria. El
resultado fue la crisis bancaria de 2008. Frente a la montaña de deudas acumuladas (públicas, privadas y
corporativas) la pregunta es: ¿quién paga? Como en Francia en 1789, la respuesta tendrá consecuencias
revolucionarias.

Eslabones ¨fuertes¨ y débiles

La burguesía alemana es la que manda, con una poderosa economía basada en una industria fuerte y
moderna. Internamente presionó a sus obreros a trabajar más duro y más horas. Estos no lo sintieron
debido a las horas extras, el “pleno” empleo de toda la familia, la baja de precios consecuencia de
importaciones chinas baratas y, sobre todo, a la desenfrenada expansión del crédito. Los salarios reales
alemanes disminuyeron, se elevó la productividad y las exportaciones crecieron.

Ya no hay ningún mercado nacional en Europa, se ha formado un mercado único con un alto grado
de integración económica. El destino de un país tendrá efectos graves sobre el destino de todos. A la
burguesía le preocupaba el triunfo de la izquierda griega, que se oponía al ajuste. Pero, tras la victoria de
la derecha griega, se exigen nuevos ajustes que han empujado a Grecia a una profunda recesión y la han
reducido a la mendicidad.

El primer ministro griego, Samaras. no tiene base para lanzar una nueva serie de ataques contra el nivel
de vida del pueblo griego. Ahora hay una tregua temporal producto del cansancio de las masas después
de tres años de luchas, pero nuevos cataclismos son inevitables. El apoyo electoral de Nueva Democracia
se erosionará. En oposición, Syriza crece. Los militantes avanzados pero también miles de jóvenes,
especialmente desempleados y estudiantes, comienzan a organizarse.

España ahora se encuentra en el ojo de la crisis. Entre 1994 y 2008 tuvo una de las mayores tasas de
crecimiento y creó más empleo que cualquier otro país de la UE. Parecía que el boom duraría para siempre,
pero fue impulsado por una burbuja especulativa, alimentada por el crédito fácil y barato de los bancos.

El fin del boom ha puesto todas las contradicciones sobre la mesa. El precio de la vivienda se desplomó y
muchas familias han perdido sus hogares, mientras miles de propiedades permanecen vacías. Las cifras
oficiales de desempleo son las más altas de la UE: 25% y más de 50% en la juventud. Esto significará una
caída pronunciada de la demanda y de los ingresos fiscales. Los nuevos recortes para reducir el deficit sólo
agravarán el problema.

Como resultado, el sistema bancario español se encuentra en una profunda crisis. Para evitar un colapso
total, la UE se vio obligada a entregar 100 mil millones de euros, aunque esta enorme suma resultará
insuficiente.

Ya vimos una ola tras otra de huelgas y movilizaciones: estudiantes, docentes, estatales, indignados,
mineros… España está siguiendo la misma ruta que Grecia, y los resultados serán similares, pero a una
escala mucho mayor. El Gobierno de Rajoy es un gobierno de crisis. Su base electoral se está reduciendo
rápidamente. Con los dirigentes del PSOE empujados hacia la ¨unidad nacional¨, el beneficiario principal ha
sido Izquierda Unida (IU) que ha pasado del 6,9% de apoyo al 13% actual.

Italia es uno de los países centrales de la UE. Y su situación es peor, con mayor endeudamiento. Su
colapso económico tendría las más graves consecuencias para toda Europa. En el pasado podía devaluar
la Lira para obtener una ventaja competitiva para sus exportaciones, y mantenía un alto nivel de deuda.
El advenimiento del Euro bloqueó esa salida. Italia perdió competitividad frente a Alemania y China. El
estancamiento de su economía ha llevado a la desconfianza de los mercados, incrementando los intereses
de una deuda que se hace insostenible.

Sin financiación ni devaluación, su única alternativa es lanzar más ataques contra los niveles de vida.
Millones de despidos y recortes salariales son el verdadero programa de la burguesía italiana. El problema
es que carecen de un partido fuerte para implementarlo. Los gobiernos de Berlusconi, Prodi y el de “unidad
nacional” de Monti han fracasado ante la resistencia de la clase obrera italiana. El camino está abierto para
una explosión de la lucha de clases que ofrecerá grandes oportunidades a los marxistas italianos.

Una crisis del sistema

Se está desarrollando un estado de ánimo crítico y cuestionador. La crisis está exponiendo toda la
podredumbre del capitalismo y de sus instituciones, pese las ilusiones parlamentarias profundamente
arraigadas. Y comienza a buscarse una salida. La inestabilidad política se expresará en violentos giros de la
pequeña burguesía a izquierda y derecha. Los gobiernos suben y caen. Durante un período, los programas
e ideas se pondrán a prueba. Las masas aprenden poco a poco. Habrá fermento y divisiones, y surgirán
nuevas formaciones políticas, como Syriza en Grecia, Die Linke en Alemania y el Frente de Izquierda en
Francia, a partir de las viejas organizaciones obreras de masas.

No hay posibilidades para una reacción fascista en Europa en el futuro inmediato. La burguesía está
obligada aún a gobernar a través de la democracia burguesa, apoyándose en la dirigencia de los sindicatos
y partidos reformistas. Sin embargo, el ascenso del fascista Amanecer Dorado en Grecia es una advertencia
de lo que se puede esperar si la clase obrera no es capaz de tomar el poder, para lo cual antes tendrá
muchas oportunidades. Cuanto la crisis sea más profunda, la burguesía decidirá que hay demasiado caos,
huelgas y manifestaciones y apelará al orden. Pero un intento prematuro de golpe de Estado generaría una
feroz resistencia que provocaría una respuesta revolucionaria.

La clase obrera ha demostrado que está dispuesta a responder a un llamamiento audaz a la acción.
Pero sus dirigentes actuales siempre están buscando alguna solución “inteligente” que les permita evitar
un conflicto directo con la clase dominante. Pero sin tal confrontación ninguna salida es posible, y sólo
provocarán una crisis aún peor. Serán reemplazados por la nueva generación, sobre la que recae el mayor
peso de la crisis capitalista. De filas de la juventud vendrán los mejores combatientes. Se verán atraídos por
los sindicatos y partidos de izquierda, como una referencia para cambiar la sociedad.

La salida revolucionaria

Tsipras, el dirigente de Syriza, muy popular por oponerse a los planes de austeridad, plantea un programa
completamente utópico: que Grecia permanezca en la Eurozona pero rechace los términos dictados por
Bruselas y Berlín. Si deja de pagar la deuda será expulsada de la UE. Y, a menos que también expropie a
banqueros y capitalistas, será conducida al colapso económico. No hay solución para las masas griegas
bajo el capitalismo, ni dentro ni fuera del Euro.

Sólo mediante la nacionalización de los bancos y compañías de seguros será posible avanzar hacia
una economía planificada racional y armoniosamente. Y, para poner fin a la anarquía del capitalismo, es
necesario nacionalizar los grandes monopolios que dominan su economía, bajo administración y control
democráticos de los trabajadores. Las “grandes palancas” de la economía deben estar en manos del
Estado, y éste en manos de la clase trabajadora.

Debemos decir la verdad a la clase obrera de Grecia: sólo tiene una opción: tomar el poder y luego apelar
a los trabajadores de Europa a seguir su ejemplo. Si lo hacen, eso tendría un efecto eléctrico sobre los
trabajadores de toda Europa, empezando por España, Italia, Portugal y Francia, con repercusiones mayores
a las de la Revolución Rusa de 1917.