Honduras: Movilización revolucionaria de masas contra el golpe militar

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En el momento de escribir este artículo Honduras se encaminaba hacia acontecimientos decisivos. Después del golpe militar del 28 de junio se han sucedido todo tipo de maniobras. Ls golpistas quieren mantenerse en el poder, pero están siendo sometidos a una enorme presión para que lleguen a una solución de compromiso con el presidente depuesto, Zelaya. Pero esto no va a satisfacer a las masas. La única respuesta está en la plena movilización de los trabajadores y campesinos de Honduras.

En el momento de escribir este artículo Honduras se encaminaba hacia acontecimientos decisivos. Después del golpe militar del 28 de junio se han sucedido todo tipo de maniobras. Ls golpistas quieren mantenerse en el poder, pero están siendo sometidos a una enorme presión para que lleguen a una solución de compromiso con el presidente depuesto, Zelaya. Pero esto no va a satisfacer a las masas. La única respuesta está en la plena movilización de los trabajadores y campesinos de Honduras.

Movilizaciones de masas en medio de la represión

El domingo, 5 de julio, una semana después de haber sido destituido por el golpe militar, el presidente hondureño Mel Zelaya abordó un avión venezolano en Washington con el objetivo de volver a su país. Cientos de miles marcharon al aeropuerto de Toncontín y rompieron las barreras policiales para asegurarse que su avión pudiera aterrizar. Sin embargo, el ejército abrió fuego sobre los manifestantes desarmados, hiriendo a decenas y matando al menos a dos personas. 

Esta manifestación sin precedentes de hombres, mujeres, niños, trabajadores y campesinos, fue la más grande de la historia de Honduras, cuya población es de sólo 7,5 millones de personas.

Este movimiento masivo tuvo lugar a pesar de que el nuevo régimen impuso un toque de queda entre las 6 de la tarde y las 6 de la mañana, ha detenido a cientos de dirigentes sindicales y activistas populares, asesinando a varios de ellos, ha suspendido las garantías constitucionales y ha establecido un bloqueo informativo a los medios de comunicación. Nada de esto ha detenido el movimiento y las huelgas que han paralizado todo el sistema educativo, las telecomunicaciones y la electricidad. Organizaciones campesinas e indígenas mantienen bloqueos de rutas en el interior del país.

Es evidente que este golpe es muy embarazoso para la actual administración de EE.UU. que está ejerciendo mucha presión sobre los golpistas para que hagan algunas concesiones que permitan una solución negociada.

El papel de EEUU en el golpe

Ha habido mucha especulación sobre la implicación del gobierno de Obama en este golpe. Lo que sí está claro, y es de conocimiento público, que los EE.UU. sabían que había un golpe en marcha. Su embajador había mantenido conversaciones con los dirigentes del Congreso hondureño donde se discutió este tema. El consejo de EE.UU. fue el de oponerse a la detención de Zelaya. Probablemente, el gobierno de EE.UU. no estaba muy seguro de apoyar algo que podría ser visto como «ilegal» y estaba más a favor de continuar con el guión de un «golpe constitucional», retrasando la destitución de Zelaya para  un momento más favorable.

La política de la nueva administración de Obama en relación a América Latina ha sido la de guardar el palo y mostrar la zanahoria. Los objetivos son los mismos de siempre, pero tras el fiasco de la política de Bush en la región, Obama quiere hacer retroceder la ola revolucionaria que barre el continente apoyándose en los gobiernos de «izquierda razonable» de la región. No puede, por tanto, permitirse la vergüenza de un golpe militar. Ciertamente, EE.UU. quería desembarazarse de Zelaya, que se había convertido en una piedra en su zapato, al adherirse al ALBA, ponerse del lado de Chávez, y por sus declaraciones «irresponsables» sobre los ricos y los pobres, y de «liberar al país del imperialismo». Pero prefería hacerlo por medios constitucionales, y no con la intervención del ejército.

Contrariando sus planes, los dirigentes del Congreso hondureño y la cúpula del ejército depusieron a Zelaya en la madrugada del domingo 28 de junio y lo expulsaron a Costa Rica.

Al principio, la reacción del gobierno de Obama fue tibia. Sólo después de la enérgica condena del golpe por el ALBA, los países miembros, encabezados por Venezuela, EE.UU. se vio obligado a pronunciar la palabra «golpe», y amenazó con reducir la ayuda militar a Honduras.

Ahora, Obama ha encargado la tarea de resolver este lío a esa agencia del gobierno estadounidense llamada Organización de Estados Americanos (OEA). La OEA está tratando de encontrar una solución que permita salvarle la cara a EEUU y a los golpistas, permitiendo la vuelta de Zelaya al gobierno de Honduras, pero a cambio de neutralizarlo políticamente – y, sobre todo, a las masas que lo apoyan.

Después de todo, aunque regrese Zelaya no tiene el control del Congreso, ni del Tribunal Supremo, ni del Ejército.

Sin embargo, el Secretario General de la OEA, Insulza, recibió el escarnio de los golpistas, que se negaron a ningún tipo de acuerdo y prefirieron retirar a Honduras de la OEA antes de ser formalmente expulsados. Hay ciertos elementos en política que escapan a cualquier tipo de control. Aquí hemos visto a los más obtusos representantes de la oligarquía hondureña morder la mano de quien les estaba ofreciendo una salida.

El diario español El País, que siempre refleja fielmente las opiniones del imperialismo, comentó sin rodeos: «Es urgente encontrar una salida dentro de la OEA, con el fin de evitar que el presidente venezolano, Hugo Chávez, llene el vacío que deje un fracaso de aquélla.  Si la OEA, con apoyo de EE.UU., no restablece a Zelaya, entonces el camino quedará abierto para la solución insurreccional que Chávez propone. EE.UU. parece ser consciente del hecho de que se está jugando más riesgos aquí de lo que podría haber imaginado antes en un país como Honduras, y está tratando de ser muy cuidadoso en sus movimientos, de modo que Zelaya puede ganar, pero sin una victoria de lo que representa. En otras palabras, sin una victoria de Chávez y el populismo». (El País, 2 de julio, Ultimátum de la OEA a los golpistas).

Ninguna confianza en la OEA, sólo en la acción de masas

En los próximos días, se ejercerá aún más presión sobre golpistas para a un acuerdo. Sin embargo, debemos ser claros en un punto: ninguna cantidad de presión diplomática puede derrotar el golpe de Estado en Honduras a menos que las masas de trabajadores y campesinos luchen en las calles como lo han hecho en estos días.

En la última semana, el movimiento de masas en Honduras llegó a ser más amplio, seguro y radicalizado. Esto es precisamente lo que temían los golpistas, y la razón por la que organizaron el golpe de Estado.

La lucha de los cientos de miles de trabajadores hondureños, que han salido a las calles frente a la represión, no es sólo para el restablecimiento del presidente, sino también para el juicio y castigo a los golpistas. Incluso más que eso, es fundamentalmente una lucha por los puestos de trabajo, el pan, la tierra, la dignidad y la soberanía nacional.

Nada de esto se logrará simplemente con el regreso de Zelaya. Si se alcanzara finalmente una solución negociada, esto no satisfará las demandas de las masas por la justicia, y sin duda no resolverá los problemas económicos y sociales que llevaron a que se unan a Zelaya.

Si finalmente regresara Zelaya, sólo será una verdadera victoria para el movimiento de masas, si se logra sin concesiones de su parte. Esto fortalecería la determinación de los trabajadores y campesinos y aumentaría la confianza en sus propias fuerzas.

Estas semanas de lucha ha sido una escuela muy rica de educación política para las masas. Bajo el látigo de la represión su comprensión política se ha desarrollado a pasos agigantados. Todo lo que quería Zelaya era convocar un referéndum para decidir sobre ¡una Asamblea Constituyente! Y sólo por eso, la oligarquía en bloque organizó un golpe cívico-militar.

El golpe contó con el apoyo de los partidos políticos tradicionales, la jerarquía de las iglesias católica y evangélica, los medios de comunicación privados, los industriales, terratenientes, el poder judicial y la cúpula del Ejército.

Las dos principales conclusiones que cabe extraer de estos acontecimientos son, por una parte, que la oligarquía capitalista en los países subdesarrollados no puede permitir siquiera las reformas progresivas más moderadas si éstas van acompañados de un proceso de politización y movilización de las masas. Temen las consecuencias revolucionarias de la participación activa de las masas en la política.

Por otro lado, que es utópico esperar que las instituciones del Estado capitalista (el poder judicial, la jerarquía del ejército, los medios de comunicación, policía, etc), permitan un auténtico cambio revolucionario sin que actúen para defender los intereses de sus amos, la clase dominante. Esto es una seria advertencia para el movimiento revolucionario en Bolivia, en El Salvador, Ecuador, etc.

Hay que extender y ampliar la huelga general

El único camino a seguir en Honduras es continuar con la movilización de masas contra el golpe. Esto debe ser organizado y coordinado a nivel nacional a través de comités en todos los lugares de trabajo, barrio y pueblo. Hay que hacer un llamamiento a los soldados del Ejército, que también son parte de la población. Hay que proteger las manifestaciones de masas con comités de defensa formados por los propios trabajadores y campesinos.

Por último, el arma principal de los trabajadores contra la oligarquía y el golpe es la huelga general. Los trabajadores pueden paralizar el país e impedir el funcionamiento del régimen.  Alrededor del 60% de los trabajadores del sector público ha participado en la huelga contra el golpe de Estado y ahora se extendería al sector privado.

La convocatoria de huelga fue hecha por las tres confederaciones sindicales, que forman parte del Frente de Resistencia de los Pueblos.

La solidaridad internacional de los trabajadores y el movimiento sindical internacional también es crucial. Estamos firmemente al lado del pueblo hondureño y en contra de cualquier intento de rebajar sus exigencias fundamentales.

¡Por el regreso inmediato de Zelaya!

¡Juicio y castigo a los golpistas!

¡Pleno apoyo a la lucha del pueblo de Honduras!