¿ESTALINISMO O LENINISMO? – II PARTE

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En la segunda parte de este artículo ponemos nuestro interés en las afirmaciones de G. Ziuganov publicadas en Rebelión como parte de este debate y con el siguiente título: ¨Stalin y el Partido Comunista Ruso hoy¨. Y no es porque sean más serias que las de Shamir, sino porque al menos Ziuganov es el líder de un partido que cuenta con el apoyo de millones de personas.

Polémica con Ziuganov (PC ruso)

En la primera parte nos ocupamos del delirante ataque de Israel Shamir sobre Celia Hart después de que escribiera su artículo: “El socialismo en un solo país” y la revolución cubana: Una contribución desde Cuba. Respondimos a los puntos planteados por Shamir porque eran algunas de las distorsiones y mentiras estalinistas clásicas que hemos escuchado durante décadas.

Sin embargo, en la segunda parte de este artículo tenemos más interés en las afirmaciones de G. Ziuganov publicadas en Rebelión como parte de este debate y con el siguiente título: ¨Stalin y el Partido Comunista Ruso hoy¨. Y no es porque sean más serias, sino porque al menos Ziuganov es el líder de un partido que cuenta con el apoyo de millones de personas.

Gennady Ziuganov, secretario general del CC del PCFR, escribió este artículo con ocasión del cincuenta aniversario de la muerte de Stalin, pero fue publicado en Rebelión el 27 de junio de este año, presumiblemente para “poner las cosas en su sitio” después de la polémica desatada por el artículo de Celia Hart.

Ziuganov defiende a Stalin

En este artículo Ziuganov escribe lo siguiente: “Hay fundamentos para asegurar que la personalidad de Stalin es equiparable a las más grandes figuras del Renacimiento, una época que al igual que el siglo pasado, supuso la irrupción de la humanidad en una nueva espiral del desarrollo histórico”.

Este curioso paralelismo histórico se abre a diferentes interpretaciones. Conocemos todo tipo de figuras del Renacimiento que cumplieron toda clase de papeles: no sólo Miguel Angel y Leonardo, sino también César y Lucrecia Borgia. Si la comparación es con estos últimos, entonces hay cosas que se pueden decir de ellos. Stalin tenía todas las características que hicieron famosos a los Borgia, excepto sus excéntricas personalidades y su bien conocido amor por el arte.

Stalin, se nos dice, “fue un hombre de su tiempo. Stalin reunía todos sus rasgos diferenciadores: Una irrefrenable aspiración de avanzar y el lastre del pasado. Un alto humanismo y la capacidad de no apreciar a las personas (…) Un sincero desinterés por lo material y un impetuoso encantamiento por el poder, que a veces le anulaba los demás sentidos. La prudencia y el cuidado en muchos temas y las decisiones repentinas, irreflexivas, que afectaban al destino de millones de personas, y que luego tocaba corregir larga y dolorosamente. Todo esto es Stalin”.

Uno lee estas líneas y se le abren los ojos con incredulidad. A Stalin se puede acusar de cualquier cosa, ¡pero a nadie se le ocurriría acusarle de “elevado humanismo”! Pero dejemos eso a un lado. Uno busca en vano en estas líneas el más mínimo elemento de análisis marxista. Aquí todo se reduce al nivel más trivial de rasgos psicológicos personales, rasgos que son puramente subjetivos y por lo tanto no se pueden explicar. Pero precisamente lo que se requiere es una explicación.

En otras palabras, regresamos a la vieja explicación de Nikita Kruschev -la teoría del “culto a la personalidad”-. Pero en realidad esta “explicación” no sirve de nada. Los marxistas no explican la historia en términos de los rasgos personales o de la psicología individual de los “grandes hombres y mujeres”, sino a través de las relaciones entre las diferentes clases y grupos sociales. La pregunta que debemos hacer es la siguiente: ¿A qué grupo social representaba Stalin? Lenin respondió a esta pregunta en sus últimos escritos, que el compañero Ziuganov, como Israel Shamir, ignoran convenientemente. Stalin representaba a la casta de funcionarios y burócratas que había usurpado el poder en la Unión Soviética como resultado de las terribles condiciones de atraso.

El papel de Stalin en la Revolución de Octubre fue insignificante (esto se puede ver inmediatamente en la lectura del clásico de John Reed: ¨Los diez días que estremecieron el mundo¨, y que Lenin dijo que era la narración más fiel). Ascendió al poder después de la victoria de octubre sobre la base de una reacción burocrática pequeño burguesa. Se basó en la burocracia, primero en el partido, el aparato, que él dominaba, y más tarde se convirtió en el campeón de los millones de antiguos funcionarios zaristas que continuaban en sus funciones bajo la apariencia protectora del estado soviético.

Este proceso de degeneración burocrática de la revolución rusa finalmente terminó en la matanza de los viejos bolcheviques, que no soportaban la destrucción que estaba realizando Stalin de la revolución y del partido de Lenin. Stalin pisoteó las limpias tradiciones de Lenin y el Partido Bolchevique. Destruyó totalmente el régimen de democracia obrera establecido por la revolución.

De este modo, jugó el papel de ejecutor del Partido Bolchevique y el sepulturero de la revolución. Ziuganov sabe esto, pero guarda silencio. Para él Stalin es su Lenin y el continuador de la tradición bolchevique. En realidad, Stalin traicionó los principios del leninismo y asesinó a los leninistas bolcheviques, arrastrando por el lodo la nítida bandera de la Revolución de Octubre.

Lenin y Stalin

Según Ziuganov: “Stalin infundía el entusiasmo en los que le rodeaban, el deseo ardiente de avanzar, de superar todas las dificultades, de vencer. Se distinguía por su sentido de la disciplina, y la clara comprensión de su responsabilidad personal. No es casualidad que Lenin lo tuviese en tan alta estima. A menudo para ocupar puestos de responsabilidad no veía capaz a ningún otro candidato ‘aparte del camarada Stalin’. Un ejemplo lo encontramos cuando se discutía sobre el Comisariado del Pueblo para las Nacionalidades, y cuando se creó el ‘RABKRIN’ (Inspección obrera y campesina): ‘Es una tarea gigantesca -señalaba Lenin- para saber como afrontarla, al frente debe haber una persona con autoridad, de otro modo fracasaremos, enfangados en pequeñas intrigas’”.

Francamente resulta increíble que el compañero Ziuganov cite estos ejemplos. La trayectoria de Stalin al frente del Comisariado del Pueblo para las Nacionalidades fue desastrosa. Hizo un enorme daño a las relaciones entre los trabajadores rusos y los pueblos de las naciones oprimidas del Cáucaso, llegó directamente a un enfrentamiento furioso con Lenin quien, como resultado de ésto, rompió todas sus relaciones personales y de camaradería con Stalin.

El ejemplo del Rabkrin no es mejor. Con Stalin el Rabkrin se convirtió en el centro de la intriga burocrática. Stalin utilizó el control de este organismo para promover a sus compinches y llenar las oficinas soviéticas con personas leales a su persona. En otras palabras, convirtió el Rabkrin precisamente en aquello contra lo que había advertido Lenin en el extracto citado por el compañero Ziuganov.

Cuando Ziuganov dice: “Stalin infundía el entusiasmo en los que le rodeaban, el deseo ardiente de avanzar, de superar todas las dificultades, de vencer”, en parte tiene razón. Stalin se rodeó de compinches y arribistas leales que eran muy entusiastas en la obtención de posiciones para sí mismos en el estado soviético y ciertamente estaban motivados por un ardiente deseo de ascender. Es verdad, se enfrentaron a dificultades considerables cuando el Partido Bolchevique estaba dirigido por Lenin y Trotsky, que tuvieron que librar una terca lucha contra los demonios de la burocracia y los privilegios. Pero la nueva casta de burócratas y advenedizos soviéticos estaba decidida a conquistar posiciones y debido a las condiciones de atraso existentes en Rusia finalmente consiguieron lo que querían.

Ya en 1920 Trotsky criticó el funcionamiento del Rabkrin, que de ser una herramienta de la lucha contra la burocracia se convirtió en un semillero de burocracia. Al principio Lenin defendió el Rabkrin frente a las críticas de Trotsky. Pero más tarde compartió la opinión de Trotsky: “Esta idea fue sugerida por el compañero Trotsky hace mucho tiempo, pero entonces yo estaba en contra. Pero después de examinar más de cerca esta cuestión, creo que se trata de una idea correcta”. Al principio la enfermedad de Lenin le impidió apreciar lo que estaba ocurriendo a sus espaldas en el estado y en el partido. En 1922 la situación para él quedó clara: “la burocracia nos estrangula” se quejaba. Veía que el problema surgía del atraso cultural y económico del país.

¿Cómo se podía combatir esto? Lenin insistió en la importancia de la organización de los trabajadores para mantener bajo control la amenaza burocrática: “Nuestro programa del partido -un documento que conoce muy bien el autor del ¨ABC del comunismo¨ [Bujarin]- demuestra que lo nuestro es un estado obrero con tintes burocráticos. Ahora tenemos un estado utilizado por el proletariado organizado para protegerse, mientras nosotros, por nuestra parte, debemos utilizar estas organizaciones obreras para proteger a los trabajadores de su estado y utilizarlas para proteger nuestro estado”. (Lenin. Obras Completas. Vol. 32, pp. 24-5).

La lucha de Lenin contra Stalin estaba directamente unida a su decidida batalla contra la burocracia dentro del mismo Partido Bolchevique. Resulta bastante asombroso que Ziuganov cite el control de Stalin del Rabkrin como una prueba de sus credenciales leninistas. Evidentemente, no es consciente de que Lenin, en su lucha contra Stalin y su fracción burocrática, señaló específicamente al Rabkrin como objetivo de sus ataques. O no lo sabe o simplemente distorsiona la posición de Lenin.

En ¨Más vale poco pero bueno¨, escrito poco antes de su Testamento, Lenin hacía referencia al Rabkrin con términos muy negativos. Aquí está lo que escribió Lenin: “Dicho sea entre paréntesis, en nuestro país suele haber burocracia no sólo en las instituciones de los soviets, sino también en las del partido”. En la misma obra lanzó un profundo ataque contra el Rabkrin, que claramente iba por Stalin: “Hablemos con franqueza. El Comisariado del Pueblo de la Inspección Obrera y Campesina no goza actualmente ni de la más ligera sombra de prestigio. Todos saben que no hay una institución peor organizada que nuestra Inspección Obrera y Campesina y que en las condiciones actuales no hay que pedir nada a este Comisariado”. (Lenin. Obras Escogidas. Moscú. Editorial Progreso. pp. 732-5).

Aquí tenemos la opinión de Lenin sobre el Rabkrin que tanto admira el compañero Ziuganov, “no goza actualmente ni de la más ligera sombra de prestigio… no hay una institución peor organizada que nuestra Inspección Obrera y Campesina y que en las condiciones actuales no hay que pedir nada a este Comisariado”.

¿Puede estar más claro? ¿Puede estar más claro que Ziuganov ha presentado la actitud de Lenin hacia el Rabkrin y Stalin de una forma totalmente distorsionada y falsa? Lenin era muy consciente de que Stalin había convertido el Rabkrin en un semillero de burocracia, arribismo e intriga. Por eso advierte que “en nuestro país suele haber burocracia no sólo en las instituciones de los soviets, sino también en las del partido”. Esta advertencia hace referencia a Stalin. Era el principio de la lucha que terminó con la ruptura total entre Lenin y Stalin.

Stalin como secretario general

“Fue precisamente a propuesta de Lenin”, nos dice Ziuganov, “que Stalin asumiese la secretaría general del CC del partido bolchevique en 1922”. Lo que no nos dice el compañero Ziuganov es que Lenin poco después exigió enojado la destitución de Stalin como secretario general y formó un bloque con Trotsky contra él.

En su autobiografía, Mi vida, Trotsky recuerda la conversación que mantuvo con Lenin sobre esta cuestión:

“-Vladimir Ilyich, según mi convicción, en la lucha actual contra el burocratismo en el aparato soviético, no debemos olvidar lo que está ocurriendo, tanto en las provincias como en el centro, una selección especial de funcionarios y especialistas del partido, no partido y semi-partido, alrededor de determinadas personalidades y grupos dirigentes del partido, en las provincias, en los distritos, en los partidos locales y en el centro, es decir, el Comité Central, etc., Al atacar a los funcionarios soviéticos se enfrenta al líder del partido. El especialista es un miembro de esta suite. En tales circunstancias yo no podría emprender esta tarea’.

Entonces Vladimir Ilyich reflexionó durante un momento, aquí lo cito prácticamente al pie de la letra: ‘Es decir, propongo una lucha contra el burocratismo soviético y usted quiere añadir el burocratismo del Buró Organizativo del partido’. Me reí ante lo inesperado de estas palabras, como no había terminado de formular la idea en mi cabeza respondí: ‘Supongo que sí’.

Entonces Vladimir Ilyich dijo: “Bien, es correcto, propongo un bloque’, y dijo, ‘Siempre estoy dispuesto a formar un bloque con un hombre bueno’”. (León Trotsky. Mi Vida. En la edición inglesa).

Como ya hemos mencionado, las últimas palabras de Lenin sobre Stalin y Trotsky se encuentran en su ¨Carta al congreso¨, conocida por la historia como el Testamento suprimido de Lenin. Recordamos a nuestros lectores lo que Lenin dijo sobre Trotsky: “tal vez sea el hombre más capaz del actual CC” y “no debe utilizarse contra él su pasado no bolchevique”. Sobre Stalin dijo que era demasiado rudo (en otra parte dijo “rudo y desleal”) y que había concentrado demasiado poder en sus manos (“y no estoy seguro de que lo utilice adecuadamente”) y exigía su destitución de la secretaría general. Pero sobre todo esto Gennady Ziuganov no dice ni una sola palabra.

“Los grandes logros” de Stalin

Refiriéndose a los supuestos logros de Stalin, Ziuganov escribe lo siguiente:

“Los resultados de la obra de Stalin son de todos conocidos. En los primeros años del primer plan quinquenal, por ejemplo, fue duplicado el potencial industrial de nuestro país. La industria pesada pasó a ocupar el primer lugar. A la órbita del proceso productivo fueron atraídas las regiones más lejanas y atrasadas. Crecieron una multitud de nuevas ciudades y centros industriales. Los viejos centros sufrieron transformaciones radicales. A finales ya de los años treinta, se estaban construyendo en el país más de 6.000 nuevas empresas. En 1937, los nuevos centros industriales suponían más del 80% de toda la producción industrial. A comienzos del tercer plan quinquenal, la industria comenzó a ser rentable”.

Todo esto es verdad y es necesario subrayar los colosales avances conseguidos por la Unión Soviética gracias a la economía nacionalizada y planificada. Pero ¿todo esto fue el resultado del genio previsor de Stalin? No lo fue. Todo lo contrario, Stalin al principio fracasó completamente en comprender la necesidad de los planes quinquenales y desdeñosamente descartó la idea cuando fue planteada por primera vez en los años veinte por Trotsky la Oposición de Izquierda. Stalin ridiculizó la propuesta de Trotsky de construir un proyecto hidroeléctrico en el Dnieper diciendo que era el equivalente a “ofrecer un gramófono a un campesino en lugar de una vaca”.

Más tarde, cuando la Unión Soviética estaba amenazada por los kulaks contrarrevolucionarios, Stalin dio un giro de ciento ochenta grados y emprendió la política aventurera de la colectivización forzosa. ¡En este sentido su plan de colectivización ciertamente “fue mucho más allᔠque las propuestas hechas por la Oposición! Trotsky lo denunció como una aventura debido al atraso material de la agricultura rusa. “Las perspectivas amplias” de Stalin provocaron un desastre en la agricultura rusa. Según el propio Stalin al menos murieron diez millones de personas en esta terrible catástrofe de la que nunca se recuperó la agricultura rusa.

Ziuganov escribe lo siguiente: “a pesar de todas las dificultades que acarreó la colectivización agraria, resurgió y se alzó el campesinado ruso. Solo durante los años del segundo quinquenio, los Koljoses recibieron más de 500.000 tractores, alrededor de 124.000 cosechadoras y más de 140.000 camiones. Solo en el periodo de 1928 a 1932, cinco millones de campesinos dominaron el uso de la maquinaria agrícola. La gente del campo descubrió por primera vez lo que era el tiempo libre. Lo que significaba la posibilidad de estudiar, aumentar su nivel cultural, dedicarse a temas sociales”.

Con esta breve frase: “a pesar de todas las dificultades que acarreó la colectivización agraria”, el compañero Ziuganov encubre uno de los episodios más negros de la historia de la URSS, un período en el cual, como admitió el propio Stalin, murieron aproximadamente diez millones de personas, en la que el campo soviético se hundió en una terrible hambruna y la agricultura soviética sufrió un golpe mortal del que nunca se recuperó realmente.

En 1930 la producción total de grano era de 835 millones de quintales. En los dos años siguientes cayó hasta los 200 millones; en este momento el nivel de producción de grano apenas era suficiente para alimentar a la población. El resultado para millones de trabajadores y campesinos fue el hambre. La producción de azúcar en el mismo período cayó desde 109 millones a 48 millones de libras.

Pero más terrible fueron las pérdidas de ganado. El demente ritmo de la colectivización y los métodos violentos utilizados, provocaron en el campesinado una resistencia desesperada que hundió al campo en una nueva y sangrienta guerra civil. Los enfurecidos campesinos en señal de protesta mataron a sus caballos y al ganado. El número de caballos pasó de 34,9 millones en 1929 a 15,6 millones en 1934, es decir, una pérdida del 55 por ciento. El número de ganado con cuernos pasó de 30,7 millones a 19,5 millones, una pérdida del 40 por ciento, el número de cerdos cayó un 55 por ciento y el de ovejas un 66 por ciento. La agricultura soviética en el momento actual todavía no se ha recuperado del golpe que supuso la colectivización forzosa. Pero la estadística más espantosa de todas son los millones de campesinos que murieron en este período -de hambre, frío, enfermedades, en las luchas contra el Ejército Rojo o en los campos de trabajo forzados después-. Stalin no negó la cifra de diez millones de exterminados; cuatro millones es la estimación más baja.

Esta es la realidad de la colectivización a la que hace referencia Ziuganov sin decirnos nada sobre ella. En realidad, si el Partido Comunista hubiera hecho caso de Trotsky y la Oposición de Izquierda, los horrores de la colectivización forzosa podrían haberse evitado. Pero después de la muerte de Lenin, Stalin y sus seguidores adoptaron una política oportunista de derecha, basada en los nepistas burgueses y los campesinos ricos (kulaks). Estos no eran en absoluto previsores sino que eran extremadamente miopes. No previeron nada y los acontecimientos los tomaron totalmente por sorpresa.

Como explicó Trotsky: “Sin las críticas de la Oposición y sin el temor de la burocracia a la Oposición, el rumbo de Stalin-Bujarin hacia el kulak habría terminado en la restauración del capitalismo. Bajo el azote de la Oposición, la burocracia se vio obligada a tomar importantes préstamos de nuestra plataforma. Los leninistas no podrían salvar el régimen soviético del proceso de degeneración y las dificultades del régimen personal. Pero lo salvaron de su completa disolución y del camino de la restauración capitalista. Las reformas progresivas de la burocracia fueron subproductos de la lucha revolucionaria de la Oposición. Para nosotros esto es demasiado insuficiente. Pero por lo menos es algo”. (Trotsky. Escritos. 1935-36).

Lenin siempre defendió la colectivización de la agricultura, pero de una forma voluntaria y gradual. Pero lo que nunca defendió fue la alocada idea de dividir las propiedades campesinas por la fuerza y de la noche a la mañana colectivizarlas a mano armada. La colectivización tenía que realizarse a través del ejemplo. Había que convencer a los campesinos con argumentos pacientes y con la creación de un modelo de granjas colectivas y la introducción de la última tecnología moderna, tractores, fertilizantes, electricidad, escuelas, etc.

Esta perspectiva estaba obviamente unida al desarrollo de la industria soviética a través de planes quinquenales. La idea de la colectivización basada en arados de madera evidentemente no tenía sentido. Como explicó Trotsky: “Esta consideración histórica general no resolvía, sin embargo, el problema. Las posibilidades reales de la colectivización no estaban determinadas ni por la situación sin salida de los cultivadores, ni por la energía administrativa del Gobierno; lo estaban, ante todo, por los recursos productivos dados, es decir, por la medida en que la industria podría proporcionar herramientas a la gran explotación agrícola. Estos datos materiales hacían falta; los koljoses fueron organizados frecuentemente con unos útiles que sólo convenían a las parcelas. En estas condiciones, la colectivización exageradamente apresurada se transformaba en una aventura”. (León Trotsky. La revolución traicionada. Madrid. Fundación Federico Engels. 1991. p. 67)

Después de dar una sacudida a la derecha, para salvaguardar y atrincherarse como una casta privilegiada, la burocracia estalinista tuvo que basarse en los trabajadores para aplastar la incipiente contrarrevolución burguesa, para conseguirlo adoptó una posición ultraizquierdista. Enviaron destacamentos armados al campo para liberar los depósitos de grado y alimentar a las ciudades. Los estalinistas viraron desde el oportunismo a una posición ultraizquierdista. Esto llevó a la política demente de “liquidación de los kulaks como clase” y la total colectivización de la agricultura “tan pronto como fuera posible”. Como consecuencia, la proporción de granjas colectivas en 1929 pasó del 1,7 por ciento al 3,9 por ciento. En 1930 aumentó dramáticamente hasta el 23,6 por ciento, en 1931 al 52,7 por ciento, en 1932 al 61,5 por ciento, en 1933 al 64,4 por ciento, en 1934 al 71,4 por ciento, en 1935 el 83,2 por ciento y en 1936 al 89,6 por ciento. El porcentaje de área cultivada colectivizada pasó del 33,6 por ciento en 1930 al 94,1 por ciento en 1935.

Los métodos utilizados por Stalin para colectivizar al campesinado no tenía nada en común con las ideas de Lenin. “No solamente se socializaban los caballos, las vacas, los corderos, los cerdos, sino hasta los polluelos. "Se expropiaba a los kulaks -un testigo ocular lo ha escrito en el extranjero- hasta botas de fieltro que arrebataban a los niños". El resultado de todo esto fue que los campesinos vendieran en masa su ganado a bajo precio, o que lo sacrificaran para obtener carne y cuero”. (Ibíd., p. 67).

Sholojov escribe lo siguiente en Virgin Soil Upturned: “El ganado era sacrificado cada noche en Gremyachy Log. Apenas anochecía cuando en medio del silencio se podían oír los cortos balidos de las ovejas, los chillidos mortales de los cerdos o los mugidos de las vacas”. “Tanto aquellos que se habían unido a los koljoses como los granjeros individuales acababan con su ganado. Toros, ovejas, cerdos e incluso vacas eran sacrificados, así como el ganado de cría. El ganado con cuernos de Gremyachy en dos noches quedó reducido a la mitad”. (Citado en Nove. An Economic History of the USSR, p. 174). Todas las fuerzas iban dirigidas a las requisas. Las consecuencias humanas y económicas fueron terribles y como hemos visto, millones murieron debido a la hambruna.

Trotsky y la industrialización de la URSS

¿Y en lo que respecta a la industria? ¿Los éxitos de los planes de Stalin no fueron “mucho más” que las perspectivas de la Oposición de Izquierda que demostraban lo pesimista que era Trotsky? Cuando después de los tristemente célebres Juicios de Moscú, Trotsky apareció voluntariamente ante la Comisión Dewey que investigaba las acusaciones contra él y la Oposición, respondió, entre otras cosas, a varias preguntas relacionadas con las diferencias con los estalinistas sobre la cuestión de la industrialización en 1923-9. Citamos al pie de la letra el texto que lo demuestra:

“Goldman: Sr. Trotsky, ¿cuál era su postura respecto a la industrialización de la Unión Soviética antes de ser expulsado del país?

Trotsky: Durante el período de 1922 a 1929 luché por la necesidad de una industrialización acelerada. A principios de 1925 escribí un libro en el que intenté probar que mediante la planificación y el control de la industria era posible alcanzar un coeficiente anual de industrialización de veinte. En esa época se me acusaba de ser un hombre fantástico, un superindustrializador. Así llamaban a los trotskistas: ‘superindustrializadores’.

Goldman: ¿Cuál es el título de ese libro?

Trotsky: ¨¿Adónde va la URSS?¨

Goldman: Se publicó en inglés, estoy casi seguro, con el título de ¨Wither Russia, Toward Capitalism or Socialism¨?

Trotsky: La marcha de los acontecimientos demostró que fui muy prudente con mi apreciación de la posibilidad de la economía planificada, no demasiado atrevido. Fue mi lucha entre 1922 y 1925 y también la lucha de los planes quinquenales. Comenzó en 1923, cuando la Oposición de Izquierda empezó a luchar por la necesidad de llevar a cabo el Plan Quinquenal.

Goldman: ¿En aquella época Stalin lo llamaba ‘superindustrializador’?

Trotsky: Sí.

Goldman: Se oponía a la rápida industrialización del país.

Trotsky: Permítame decir que en 1927, cuando yo era presidente de la Comisión para la central hidroeléctrica en Dnieprostroy, una central energética, insistí en la reunión del Comité Central en la necesidad de construir dicha central. Stalin respondió, y está publicado: ‘Para nosotros, construir la central de Dnieprostroy es lo mismo que para un campesino comprar un gramófono en vez de una vaca”. (The case of Leon Trotsky, p. 245).

¡Este era el alcance de las “perspectivas amplias” de Stalin en 1927! En ese momento la acusación contra la Oposición por parte de los estalinistas no era porque fueran “pesimistas” sino porque eran ¡”super-industrializadores”! ¿Entonces de donde procede la acusación de que los planes implantados posteriormente por Stalin fueron “mucho más allᔠde lo que defendía Trotsky? Los años 1925-27 en realidad ocuparon la lucha de la Oposición contra la cobardía económica de la dirección Stalin-Bujarin.

¡Los estalinistas en 1926 sugirieron primero un “plan” que comenzaría con un coeficiente de nueve para el primer año, ocho para el segundo, reduciendo poco a poco hasta bajar a una tasa de crecimiento de cuatro! Trotsky, a quien la camarilla dominante tildaba de “super-industrializador”, describió esta excusa miserable como un plan de “sabotaje de la industria” (no, por supuesto, en el sentido literal). Más tarde, el plan fue revisado para dar un coeficiente de nueve a los primeros cinco años. Trotsky pensaba en un coeficiente de 18-20. ¡Señaló que la tasa de crecimiento, incluso bajo el capitalismo, había sido de seis!

La camarilla dominante no prestó atención a la Oposición y siguió adelante con sus planes pusilánimes. En lugar del miserable nueve por ciento previsto en las “perspectivas amplias” de Stalin-Bujarin, los resultados del primer año del plan quinquenal confirmaron totalmente la perspectiva de la Oposición y demostraron la total insuficiencia de los coeficientes propuestos por Stalin y compañía. Como resultado, al año siguiente emprendieron la desastrosa aventura de un “plan quinquenal en cuatro años”. En vano Trotsky avisó contra esta idea demente que desequilibró totalmente todo. ¡Por medio del ukaze burocrático la dirección decretó ahora un coeficiente de 30-35 por ciento!

El naufragio de la industria fue en este período, de esto se culpó a víctimas desgraciadas de los “juicios de sabotaje”, fue en realidad el resultado de la política aventurera de los estalinistas, que emprendieron la quimera del “socialismo en un solo país” y el “plan quinquenal en cuatro años” que llevaron al agarrotamiento de la economía y a incontables apuros para la clase obrera soviética.

Esto es lo que Trotsky dijo en la Comisión Dewey:

“Trotsky: Mi actitud hacia el desarrollo económico de la URSS se puede caracterizar de la siguiente manera: Defiendo la economía soviética de los críticos capitalistas y reformistas socialdemócratas y critico los métodos burocráticos de la dirección. Las deducciones eran muy simples. Se basaban en la propia prensa soviética. Tenemos cierta libertad respecto a la hipnosis burocrática. Era absolutamente posible en la propia prensa soviética ver todos los peligros.

Goldman: ¿Puede darnos una idea, en líneas muy generales, de los logros de la industrialización en la Unión Soviética?

Trotsky: Los logros son muy importantes, y así lo afirmé constantemente. Se deben a la supresión de la propiedad privada y a las posibilidades inherentes a la economía planificada. Pero son, no puedo decirlo exactamente pero lo diré, dos o tres veces inferiores a lo que podrían ser bajo un régimen de democracia soviética.

Goldman: ¿A eso se deben los avances, a pesar del control y los métodos burocráticos?

Trotsky: Se deben a las posibilidades inherentes a la socialización de las fuerzas productivas" (The case of Leon Trotsky, p. 249).

La superioridad de la economía planificada

El compañero Ziuganov no sabe nada de todo esto. ¡Repite el viejo mito de que Stalin fue el responsable de la industrialización de la URSS! En realidad, como en el caso de la colectivización, Stalin sólo aceptó tardíamente el programa de industrialización y los planes quinquenales (que originalmente fueron propuestos por Trotsky y la Oposición de Izquierda). La implantación burocrática de una planificación centralizada provocó un despilfarro, chapuzas, corrupción y mala gestión colosales, que finalmente socavaron y destruyeron la economía planificada, llevando a la restauración capitalistas y al colapso de la URSS.

Sin embargo, a pesar de Stalin y la burocracia, no se puede cuestionar que la introducción de una economía planificada y nacionalizada representó un paso de gigante. La superioridad de la economía nacionalizada y planificada se pudo ver en la Segunda Guerra Mundial, que en Europa fue realmente una batalla titánica entre la URSS y la Alemania de Hitler con todos los recursos combinados de Europa tras él. La economía nacionalizada y planificada consiguió resultados asombrosos en el terreno de la cultura, educación y ciencia.

El compañero Ziuganov escribe correctamente: “A comienzos de los años 40 el 80 por ciento de la población estaba alfabetizada. Cientos de miles de jóvenes, salidos de la clase obrera y campesina, pasaron por los institutos y centros de formación profesional. Apareció una nueva intelectualidad”.

Esto también es verdad. Las ventajas de la economía nacionalizada y planificada permitió a la URSS superar su antiguo atraso a una velocidad asombrosa, eliminar el analfabetismo y conseguir los éxitos más brillantes, sobre todo en el terreno de la ciencia y la tecnología, como demostró en todo el mundo su programa espacial. En los años ochenta la URSS tenía más científicos que EEUU, Japón y Alemania Occidental juntos, y eran excelentes científicos.

El problema es que con todos estos científicos la URSS fue incapaz de conseguir los mismos resultados que occidente. El relativo atraso de la URSS se podía ver en el terreno de la productividad, en el que la Unión Soviética iba por detrás de occidente. ¿Por qué? La razón principal era la colosal carga que representaba la burocracia en la economía soviética, millones de funcionarios corruptos y avariciosos que gobernaban la Unión Soviética sin ningún control por parte de la clase obrera. El compañero Ziuganov guarda silencio sobre este punto. Pero entonces, ¿cómo explica el hecho de que, a pesar de las indudables ventajas de la economía planificada y los colosales avances de la Unión Soviética, todo terminara minado y destruido?

Si como dicen ahora los estalinistas todo estaba bien, si la población soviética vivía en un paraíso socialista, ¿entonces porque todo colapsó y fue restaurado el capitalismo? A esta pregunta -la más importante de todas- los apologistas tardíos del estalinismo no tienen respuesta. Dan vueltas en todas direcciones para justificar el régimen de la Unión Soviética, fulminan y echan espuma por la boca ante la denuncia de Trotsky de la burocracia estalinista, pero no tienen nada que responder a la pregunta que todos los trabajadores comunistas se hacen.

En realidad, si se aceptan los argumentos de los estalinistas, no hay respuesta posible. En un minuto había socialismo y al siguiente capitalismo. Eso es todo. ¡Pero esperad un minuto! Hay que responder a algunas preguntas. El compañero Ziuganov era un militante del Partido que solía llamarse Partido Comunista de la Unión Soviética. Era un partido con aproximadamente 19 millones de militantes. Se decían la “vanguardia de la clase obrera”. Se supone que era la fuente de toda la sabiduría y el depósito central de los principios correctos del marxismo leninismo.

Pero en pocos meses este imponente edifico colapsó. Cuando el compañero Ziuganov y otros reorganizaron el PCFR, no tenía más de medio millón de militantes. ¿Qué ocurrió con todos los demás? Se demostró que no eran en absoluto comunistas, sino vulgares arribista que van allí donde sople el viento. La mayoría de ellos ahora son entusiastas seguidores del mercado. Peor aún, muchos de los dirigentes (o sus hijos, no importa) se han convertido en ricos empresarios y son parte de la oligarquía que domina Rusia. Comparado con esta traición, el papel de los dirigentes socialdemócratas en 1914 fue sólo un juego de niños.

¿Puede alguien creer que, si los trabajadores soviéticos hubieran podido decir lo que querían, que si los principios de Lenin de la democracia soviética mantuvieran su fuerza en la URSS, habría sido posible concebir tal monstruosidad? Trotsky dijo hace mucho tiempo que una economía nacionalizada y planificada necesita de la democracia como el cuerpo humano el oxígeno. ¡Eso no es sólo una frase literal! Sin una democracia soviética genuina (el tipo de democracia que existía en el estado soviético con Lenin y Trotsky), la economía nacionalizada y planificada inevitablemente habría terminado en el pantano de la burocracia, la corrupción, el despilfarro y el caos. Eso es lo que en última instancia destruyó a la URSS. La burocracia estalinista, que durante décadas hizo loas al “socialismo” mientras pisoteaba los principios más elementales del leninismo, ahora ha pasado del “socialismo” al capitalismo con la misma facilidad que un hombre se pasa del vagón de fumadores al de no fumadores en un tren.