El movimiento socioambiental – Balance y perspectivas – Una visión marxista

Desde estas páginas nos parece un momento apropiado para dar un primer paso en balancear luchas que tomaron un protagonismo significativo en un periodo no tan lejano.  

La lucha por la Ley de Humedales debe dejarnos lecciones fundamentales de las cuales podemos aprender para las batallas futuras y no volver a cometer errores que se dieron durante aquellas jornadas, y decimos sobre la Ley de Humedales porque hubo circunstancias diferentes de las cuales podemos seguir reflexionando.

Para balancear correctamente debemos hacer el esfuerzo y poner luz a algunas conclusiones que parecen básicas.

En primer lugar, la lucha socioambiental se desarrolla dentro de la lucha de clases, enfrentando intereses antagónicos e irreconciliables: los intereses de la clase dominante y sus representantes políticos contra los intereses de los trabajadores. Algunos izquierdistas consideran que esta pelea se encuentra al margen de la lucha de clases, como si a los trabajadores no les importara la naturaleza, como si esta les fuera ajena a su vida y bienestar. Sin embargo, aunque algunos sectores de la clase obrera puedan estar alienados o afectados por la degradación de la vida, el sector más consciente de la clase obrera incluye esta lucha fundamental en su memoria y en su programa revolucionario, reconociendo que detrás de bambalinas se oculta el largo brazo de los intereses de la clase dominante.

Planteamos que, aunque existen sectores de los capitalistas y terratenientes que también pueden ser perjudicados por la degradación medioambiental y el cambio climático, esta clase social obsoleta es responsable de dicha degradación y es incapaz de frenarla, porque sigue la lógica del mercado del lucro individual y cortoplacista. En este sentido, la lucha socioambiental tampoco se ubica fuera de la lucha de clases.

El rol de las instituciones de la democracia burguesa, como la justicia y el parlamento burgués, ha sido mantener una intervención metódica en esta lucha particular para desmantelar la iniciativa de las masas y desviarla hacia un callejón sin salida. Operaron para desviar la lucha hacia los canales seguros del parloteo en el Congreso o en las oficinas del Poder Judicial, grupos de diputados discutiendo sin fin, todo un circo para desmoralizar y desmovilizar, en charlas interminables. Sin la necesidad de reprimir y enfrentar en la calle las movilizaciones ni los piquetes, desviaron, desunieron y confundieron a los activistas que estaban en las primeras líneas de la lucha. Esto nos debe llevar a una reflexión: ¿por qué no fue necesario reprimir y tan solo desviar la lucha al camino institucional? Se hace evidente que esta lucha estuvo al margen de una política discutida y definida en las asambleas, que vincula la lucha medioambiental con la lucha obrera, para que ambos sectores pudieran salir bajo una sola bandera y en unidad. En el caso de que esto se hubiera materializado, la pelea hubiera tenido otra significación, otra envergadura, y la respuesta gubernamental seguramente hubiera sido diferente.

¿Por qué señalamos la necesidad fundamental de vincular la lucha en defensa de la naturaleza con la lucha de la clase obrera? Esta comprensión se debe al método materialista de plantear la cuestión, que analiza objetivamente al capitalismo y a las clases que lo componen. La clase obrera es el producto genuino del sistema capitalista y sostiene todo el andamiaje económico y social del país. Su papel en la producción la ubica como la única clase con el poder para paralizar la economía y destruir el sistema capitalista, lo cual es la única manera de conservar un medio ambiente sano.

En noviembre de 2022 en nuestro artículo señalamos sobre la Ley de Humedales

“Debemos sacar conclusiones sobre esto. La arena parlamentaria no puede ni debe ser el centro de la agitación política ya que no representa un elemento progresivo para la sociedad y demostró, una y otra vez, ser incapaz de transformar la realidad y ser un elemento verdaderamente útil para mejorar la situación de la clase obrera, los estudiantes y el cuidado del medioambiente. No se trata de plantear una posición de antiparlamentarismo sino comprender que no podemos hacer un fetiche del parlamento. Tenemos que desconfiar de las instituciones del Estado y confiar en nuestras propias fuerzas y organización.”

En definitiva, este párrafo señala con crudeza que no debemos depositar ninguna confianza en las instituciones de la clase dominante, no deben ser el centro de nuestra agitación política. Esto no quiere decir que no debemos dar nuestra lucha en estás instituciones, se debe dar la lucha, pero teniendo en claro que estamos luchando en el territorio de nuestro enemigo de clase. Sin embargo, los intereses de los monopolios en el plano del agro, del desarrollo inmobiliario y del pastoreo se impusieron literalmente a los más de 9 proyectos presentados en el Parlamento. Se impusieron sobre los humedales y se impusieron sobre la voluntad de miles de miles de jóvenes, de mujeres y hombres de nuestra clase que nos movilizamos para detener la depredación ambiental, y establecer una economía armoniosa con la naturaleza.

Los diputados del peronismo que se negaron a votar a favor de la Ley de Humedales son los mismos que planteaban que la ley frenaba las inversiones. Ahora, son los mismos que apoyan  la Ley de Bases, haciéndose los distraídos. Y decimos “distraídos” porque juegan a distraer a las masas con la lucha parlamentaria y la política, sosteniendo de manera constante una estrategia de paños fríos en la lucha callejera para que esta muera en el altar de la democracia parlamentaria. Puro circo: ya sabían desde el primer día que la Ley de Bases sería aprobada, y lo mismo con la Ley de Humedales, que no sería aprobada.

La burocracia sindical también jugo un rol de desánimo, no quieren a los trabajadores de base en la calle, no incitan a los trabajadores a la lucha, todo lo contrario, de muchas maneras mantuvieron a las bases lejos de la calle, en general forman un tabique que obtura la incorporación de capas frescas de laburantes a la lucha.

La lucha dentro de los sindicatos la tenemos que dar, pero no debe ser nuestro centro de agitación, tenemos que apelar a los trabajadores desde la base, que fueron en definitiva los que más acompañaron. Esta lucha en los trabajadores de base es fundamental porque solo ganando y organizando a los trabajadores en la calle, podemos ganar la batalla. Es clave está intervención. 

Hemos dado batallas significativas, peleas que deben servir para prepararnos para la lucha futura, que será tormentosa. El movimiento ambientalista no está derrotado, recién estamos en los primeros embates, en un contexto de crisis internacional y nacional que se profundiza día a día en el marco de una crisis profunda del capitalismo mundial. 

En nuestras intervenciones en las asambleas advertimos en su momento lo que se estaba cocinando en el parlamento de ladrones, del Poder Judicial y las dirigencias sindicales, señalamos lo que sucedía a los luchadores que estaban más comprometidos en este ambiente. Siempre que los activistas luchan sin la suficiente claridad política que emana de un análisis científico y riguroso de lo que se pretende transformar, por más entregados que sean, terminan desmoralizados o desmoralizadas por la incapacidad de lograr los objetivos  planteados.

Insistimos, la lucha va a profundizarse y está vez a un nivel superior. La crisis del capitalismo hace que no haya nada qué dar, no hay margen para reformas o concesiones, pero también la avaricia capitalista se agudiza golpeando más profundamente a la naturaleza, el carácter sórdido de la burguesía se ve con mayor claridad.

De todas estas luchas tenemos que construir nuestra organización, no se va construir sola por el solo hecho de que las condiciones sean favorables, necesita de nuestra compromiso consciente, de la suficiente claridad, ya que dentro del sistema capitalista no vamos a tener un ambiente sano para nuestro desarrollo armónico. Tan solo ofrece horror sin fin, como vemos día a día.

La claridad debe reflejarse en un programa de transición integral, que aborde las cuestiones más urgentes como la alimentación y la necesidad de un ambiente saludable para vivir. Este programa debe estar conectado con nuestras tareas centradas en la construcción del poder obrero, que es la única manera de asegurar la continuidad de nuestra tarea histórica: la dirección hacia la toma del poder por parte de la clase obrera.

La Organización Comunista Militante (ICR – Argentina) quiere ser esa herramienta para que los trabajadores descubran el poder que ellos mismos tienen en sus manos. Veni súmate a esta tarea histórica, salvemos a la naturaleza

Este es el único futuro posible que tenemos por delante.

¡La única solución es la revolución comunista!