El capitalismo ha fracasado

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La economía mundial a las puertas de una recesión profunda

El sistema capitalista agoniza en una de las peores crisis financieras desde la Gran Depresión. Así piensan todos los comentaristas capitalistas serios. El mes de septiembre pasado un huracán arrasó los mercados crediticios, las bolsas y el sistema bancario. Fue una consecuencia de todas las contradicciones acumuladas en los cimientos del capitalismo durante los veinte años anteriores. No es una irregularidad económica temporal, sino el precursor de una inminente recesión mundial. 

La economía mundial a las puertas de una recesión profunda

El sistema capitalista agoniza en una de las peores crisis financieras desde la Gran Depresión. Así piensan todos los comentaristas capitalistas serios.

 

El mes de septiembre pasado un huracán arrasó los mercados crediticios, las bolsas y el sistema bancario. Fue una consecuencia de todas las contradicciones acumuladas en los cimientos del capitalismo durante los veinte años anteriores. No es una irregularidad económica temporal, sino el precursor de una inminente recesión mundial. 

 

Un título de tapa del diario económico británico Financial Times lo decía todo: "El capitalismo en estado de convulsión". La tormenta está lejos de haber terminado, a pesar del anuncio de una inyección económica sin precedentes por parte del Tesoro norteamericano, de la Reserva Federal y del establishment de Washington.

 

Así es como el Financial Times describía los acontecimientos:

 

"Las condiciones de los mercados financieros han descendido a su punto más bajo desde la crisis bancaria de 1932. En un período de 96 horas, vimos tres acontecimientos difíciles de imaginar. Lehman Brothers, el cuarto banco de inversiones más grande de EEUU, entró en bancarrota. Merrill Lynch, el banco de inversiones más conocido, fue vendido de la noche a la mañana al Bank of America. Y el mercado empujó a la Reserva Federal a adquirir 85.000 millones de dólares en acciones de AIG, nuestra mayor aseguradora, para evitar su bancarrota". Además está la nacionalización de Freddie Mac y Fannie Mae, las gigantescas empresas hipotecarias de EEUU. (Financial Times. 18/9/08). El artículo concluía así: "Durante el largo período que se avecina saldremos gateando de este agujero financiero".

 

A esto se le suma la quiebra del mayor banco de Bélgica, Fortis, que fue nacionalizado con la participación de los gobiernos de 3 países: Bélgica, Holanda y Luxemburgo. En Gran Bretaña ya quebraron dos grandes bancos, que también fueron nacionalizados, y otro en Alemania.

 

Crisis del crédito

 

Los capitalistas están totalmente confundidos sobre las causas de este derrumbe. Algunos dicen que es consecuencia de la avaricia desmedida de los grandes ejecutivos de los bancos que han invertido de modo imprudente y prestado demasiado dinero a personas que no podían devolverlo. Otros dicen que es un fallo de la Reserva Federal y otros bancos centrales que han mantenido demasiado bajos los tipos de interés y eso ha animado a muchas personas a pedir excesivos préstamos. Otros dicen que el fracaso de los bancos centrales a la hora de "regular" los bancos e inversoras, etc.

 

Lo que es cierto es que esta crisis global del crédito significa que los bancos ya no están dispuestos a prestar dinero en condiciones y a tipos de interés razonables para las empresas. Y aquellas más presionadas no les queda otro camino que la bancarrota.

 

¿Por qué los bancos no pueden prestar? Porque han perdido demasiado dinero con la depreciación de los activos comprados durante los últimos cinco o seis años. Ahora deben reducir pérdidas y dejar de prestar.

 

Cuáles son estos activos que han perdido tanto valor? Fundamentalmente son los llamados valores con respaldo hipotecario. Antes, los bancos o las sociedades inmobiliarias atraían depósitos en efectivo de ahorradores comunes, después utilizaban estos depósitos para prestar dinero a la gente que quería comprarse una casa.

 

Sin embargo, algunos banqueros para obtener más ganancias empezaron a pedir prestados fondos a otros bancos y después prestaban hipotecas. Este "financiación al por mayor" se popularizó particularmente entre los bancos norteamericanos y británicos.

 

La especulación es inherente al capitalismo

 

Muchos bancos recurrieron a otro tipo de trucos. Tomaron sus hipotecas, las amontonaron en una canasta con hipotecas de distinta calidad y después las vendieron como bonos o activos a otros bancos o inversores financieros. Mediante la creación de estos valores y su venta "diversificaron" sus riesgos. También crearon empresas separadas que eliminaron de sus libros de caja estos valores, eso significaba que podían ir a pedir más dinero prestado a empresas hipotecarias.

 

Pronto, muchos bancos que antes solían tener suficiente efectivo y acciones para cubrir por lo menos el 10 por ciento de los préstamos, ahora veían reducir esa cantidad al 5 por ciento o en el caso de los grandes bancos norteamericanos y prestamistas hipotecarios a sólo el 2 por ciento. El apalancamiento ahora era cincuenta veces mayor, realmente los bancos no tenían dinero para hacer frente a las pérdidas.

 

Pero no había problema, los precios de viviendas y oficinas seguían subiendo. Cuanto más rápidamente prestaban dinero los bancos, más subían los precios inmobiliarios. Los propietarios de casas podían pagarlas y después pedir préstamos aún mayores. Los bancos podían prestar dinero a personas que no tenían suficientes ingresos porque contaban con que el valor de las viviendas seguiría subiendo para cubrir el valor de los préstamos.

 

Este gran aumento de los precios inmobiliarios, que se ha podido ver en muchas zonas del mundo representó una masiva desviación de recursos del capitalismo hacia los sectores no productivos que no generaban nueva ganancia mediante la inversión en tecnología y trabajo productivo. Como resultado de esta situación, se redujo realmente la capacidad del capitalismo de invertir en nueva tecnología e impulsar el crecimiento económico. Fue un proceso de creación de capital ficticio. Pero los costos de construcción de una casa, incluida la compra del terreno, no habían subido. Los precios inmobiliarios no acompañaron a la línea del valor de la producción real de una casa. El mercado inmobiliario era cada vez más una enorme especulación financiera. Cuando los precios inmobiliarios suben más que los ingresos de los que compraron las casas el mercado finalmente se derrumba porque la gente deja de comprar casas que no puede pagar, arrastrando a la quiebra a los bancos por la enorme cantidad de créditos impagos.

 

El Estado al rescate de la burguesía

 

La crisis actual es una acusación irrefutable del capitalismo. Aquellos que alabaron las virtudes del libre mercado tuvieron que tragarse sus palabras y recurrieron al Estado; es decir, al dinero de los contribuyentes, para el rescate. Todos los apologistas del capitalismo que decían que las ganancias eran una recompensa por el riesgo, ahora guardan silencio mientras el Estado sale al rescate del colapso del sistema. No había dinero para el Estado del Bienestar o la salud, pero cuando lo necesitaron, sí tenían mucho dinero para salvar a Wall Street. Estamos ante la intervención gubernamental de la economía más cara en tiempos de paz desde la Gran Depresión, lo que demuestra lo peligrosa que puede convertirse la crisis para el capitalismo.

 

Se dice que el proyecto del gobierno de EEUU es inyectar al sistema aproximadamente 700.000 millones de dólares. Hablan de comprar las deudas malas para eliminarlas de los libros de contabilidad de las empresas. Las sumas son realmente desorbitadas, y todo correrá a cuenta del contribuyente estadounidense. Sin embargo, poner en la práctica las deudas malas en un congelador supondrá una carga inmensa para la economía norteamericana en los próximos años.

 

¿Pero qué sucederá si esta nueva medida fracasa? Las contradicciones son inmensas. El caos en el sector financiero está afectado a otros sectores de la economía. La industria automovilística con base en Detroit, por ejemplo, ha presionado al gobierno para conseguir 25.000 millones de dólares en préstamos y avales que permitan su funcionamiento. La industria de la construcción ya está en crisis. En EEUU y en otras partes el desempleo está subiendo. Estamos en el comienzo de una recesión mundial que puede ser la más profunda del período de la posguerra. Esta perspectiva aterroriza a los estrategas del capital. Una nueva recesión significará recortes drásticos de los niveles de vida y agitación política en todo el mundo.

 

Cambios en la conciencia de las masas trabajadoras

Lo que se necesita es arrebatar de las manos privadas el control de las palancas fundamentales de la economía, nacionalizando los bancos y compañías de seguros y las grandes empresas, con una compensación mínima sólo en casos de necesidad comprobada. Sólo cuando las fuerzas productivas estén en manos de la sociedad, será posible establecer un plan de producción socialista y racional, donde las decisiones sean tomadas en interés de la sociedad y no de un puñado de parásitos y especuladores enriquecidos.

La gente empieza a revisar sus ideas sobre el capitalismo. En todas partes se ha producido un cambio en la opinión pública, una consciencia de que algo va muy mal. Hay rabia contra los banqueros. El cuestionamiento es cada vez mayor.

En los días en que el Congreso de Estados Unidos debatía la aprobación del rescate de los grandes bancos de ese país miles de personas salieron a las calles para manifestar su rechazo a esa medida. Los diputados y senadores recibieron decenas de miles de correos electrónicos y llamados de gente común instándolos a que votaran en contra del rescate de los peces gordos de Wall Street.

 

Los cambios bruscos en la economía y la sociedad tendrán efectos en la conciencia política de millones de obreros norteamericanos y de todo el mundo. Las ideas socialistas que hasta ahora permanecían recluidas en una capa reducida de la clase obrera y la juventud encontrarán cada vez una audiencia más amplia y militante en todas partes.