Egipto

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Durante los últimos tres años, Egipto ha experimentado una ola de huelgas, principalmente para luchar contra una nueva oleada de privatizaciones de empresas estatales promovida por el gobierno de Mubarak. Todas estas huelgas son ilegales y en la mayoría de ellas se han utilizado métodos militantes y ocupaciones de empresas. El movimiento comenzó entre los trabajadores textiles pero ahora se ha extendido a otros sectores, animados por el hecho de que la mayoría de las huelgas han terminado en victoriatoriatorias.

Oleada de huelgas sin precedentes de los trabajadores egipcios

Durante los últimos tres años, Egipto ha experimentado una ola de huelgas, principalmente para luchar contra una nueva oleada de privatizaciones de empresas estatales promovida por el gobierno de Mubarak. Todas estas huelgas son ilegales y en la mayoría de ellas se han utilizado métodos militantes y ocupaciones de empresas. El movimiento comenzó entre los trabajadores textiles pero ahora se ha extendido a otros sectores, animados por el hecho de que la mayoría de las huelgas han terminado en victorias.
Como es habitual, el gobierno está intentando encontrar un chivo expiatorio y ha adoptado medidas contra el Centro por los Servicios de los Trabajadores y Sindicales en varias ciudades, además ha aparecido un artículo el fin de semana en un periódico en lengua inglesa, Al-Ahram, con acusaciones de que un “complot comunista” está detrás de la ola de huelgas.
Los burócratas del gobierno, los oficiales de la policía y los torturadores del servicio secreto, todos suscriben la conspirativa de la historia. Para ellos no es concebible que los trabajadores puedan tener verdaderas reivindicaciones y que sus condiciones puedan empujarles a entrar en acción. Siempre debe existir un conspirador secreto, un agitador comunista o islamista detrás de cualquier movimiento.
Sin embargo, las raíces del movimiento actual de los trabajadores egipcios son evidentes para todo aquel que lo quiera ver. Durante los años noventa, el gobierno Mubarak, siguiendo el “consejo” del Fondo Monetario Internacional, puso en práctica un programa de privatización de la industria egipcia. En 1999 más de 100 empresas del sector público han sido vendidas y uno de los sectores más afectados es la industria textil, donde el sector privado pasó del 8 al 58% en el mercado del hilo de algodón.
Ahora el gobierno ha iniciado una segunda ola de privatizaciones y esta es la causa directa de la actual oleada de huelgas. Los trabajadores temen perder su estatus de trabajadores del sector público (la mayoría de la industria fue nacionalizada en Egipto bajo Nasser en los años sesenta) con todos los beneficios asociados y garantías de empleo que ello conlleva. Un artículo muy interesante escrito por Joel Beinin y Jossam el-Hamalawy en Middle East Report Online (http://www.merip.org/mero/mero032507.html) describe la situación como una “oleada sin precedentes de huelgas salvajes, que, desde finales de 2004, se habían centrado en el sector textil, pero que se ha extendido a otras industrias también. A finales de 2006 y en 2007, las huelgas han alcanzado un nivel particularmente elevado”.
El artículo, que recomendamos a todos los lectores lo estudien con detalle, se centra en una huelga que tuvo lugar en diciembre de 2006, en la empresa Misr Spinning and Weaving, en Mahalla al-Kubra, en el Delta del Nilo. La huelga empezó cuando 24.000 trabajadores textiles se enteraron de que la prima prometida por el primer ministro no la iban a cobrar. La huelga duró cuatro días e incluyó la ocupación del complejo. Cuando la policía intentó intervenir el segundo día del movimiento, los trabajadores llamaron a otros trabajadores y a la población local para que fueran en su apoyo, 20.000 personas rodearon los edificios en defensa de los trabajadores. La policía fue incapaz de hacer nada y los huelguistas salieron victoriosos.
Es interesante observar cómo las mujeres jugaron un papel clave en la huelga y que incluso eran mucho más militantes que sus colegas masculinos. La huelga realmente comenzó cuando 3.000 trabajadoras abandonaron su puesto de trabajo y marcharon hacia los otros sectores de la fábrica. Según el artículo de MERIP ellas coreaban: “¿Dónde están los hombres? ¡Aquí estamos las mujeres!” obligando a los hombres a unirse a la huelga.
Cuando la empresa intentó comprar a los trabajadores con una oferta “las mujeres [trabajadoras] casi echaron a todos los representantes de la administración que habían venido a negociar”. Dos de los dirigentes de la huelga entrevistados por Joel Beinin y Hossam el-Hamalawy, describen la actitud general de las trabajadoras: “Cuando caía la noche, decía Sayyid Habib, los hombres tenían dificultades para ‘convencer a las mujeres de que regresaran a casa. Ellas querían quedarse y dormir allí. Nos costaba horas convencerlas de que regresaran a casa con sus familias, que regresaran al día siguiente’. ‘Sonriendo ampliamente’. Attar añadía, ‘las mujeres son más militantes que los hombres. Fueron sometidas a intimidación y amenazas, pero ellas resistieron”.
Cuando un movimiento moviliza a las capas más oprimidas y anteriormente pasivas, este es un síntoma seguro de su carácter profundamente arraigado y revolucionario.
La victoria de los huelguistas de Mahalla animó a otros trabajadores y en los siguientes meses decenas de miles de trabajadores del textil entraron en acción en el Delta del Nil y en Alejandría.
El artículo de MERIP lo describe así:
“La huelga de Misr Spinning y Weaving también ha encontrado ecos en las luchas obreras fuera del sector textil, aunque no existía una coordinación activa. En diciembre, las fábricas de cemento de Helwan y Tura fueron a la huelga. Al mismo tiempo, los trabajadores del automóvil en Mahalla al-Kubra se declararon en huelga y ocuparon la empresa.
“En enero, los ingenieros ferroviarios fueron a la huelga, bloquearon el tren Turbini de primera clase de El Cairo a Alejandría, que transporta principalmente empresarios y profesionales. Más tarde amenazaron con un paro nacional, hasta que el gobierno aceptó la mayoría de sus reivindicaciones y prometió más. Durante la huelga ferroviaria, los conductores del metro de El Cario ralentizaron la velocidad de los trenes de 55 a 20 millas la hora como muestra de solidaridad. Los huelgas del ferrocarril hablaban de ‘cómo les había animado la victoria de Mahalla’. También hubo huelgas salvajes de conductores de camiones y microbuses, avicultores, basureros, jardineros públicos y trabajadores sanitarios”.
Un artículo aparecido en el blog de el-Hamalawy describe la huelga de miles de trabajadores en la empresa textil Kafr el-Dawwar, que también terminó en victoria en febrero de 2007.
Otra característica común de estos artículos es que contradice las pretensiones del gobierno de que detrás de las huelgas están las fuerzas islamistas. Los trabajadores en la fábrica Kafr el-Dawwar “negaban enérgicamente cualquier implicación de la Hermandad Musulmana”, de acuerdo con el artículo de el-Hamalawy. Un artículo anterior de Joel Beinin en MERIP describe una huelga de 287 trabajadores en la Asbestos Products Company donde el propietario es miembro de la Hermandad Musulmana.
Pero probablemente la característica más interesante de este movimiento huelguístico es que los trabajadores empiezan a ser conscientes de que no sólo están luchando por las cuestiones que les afectan en sus centros de trabajo, sino que su lucha también desafía toda la política del gobierno. Probablemente debido a esto en varios lugares (incluido en Mahalla), los trabajadores están intentando construir sus propias organizaciones independientes desafiando los “sindicatos” patrocinados por el Estado y adquiriendo un nivel básico de coordinación.
Esto es lo que aparecía en el artículo de MERIP: “Hay síntomas de que los trabajadores militantes del textil están impulsando un mecanismo de cooperación nacional. Un mes después de la victoria de la huelga en Kafr el-Dawwar, una declaración firmada por ‘Trabajadores por el Cambio en Kafr el-Dawwar’ se distribuyó en la fábrica, defendiendo la ‘extensión de la coordinación con nosotros de los trabajadores de aquellas empresas en huelga, para crear los vínculos solidarios necesarios e intercambiar experiencias’”.
Pero más significativo que el artículo quizá sea el blog de el-Hamalawy, en el que se habla de una reunión que tuvo lugar a principios de febrero en el Hisham Mubarak Law Centre, a la que asistieron “docenas de activistas obreros, incluidos algunos de los dirigentes de la reciente oleada de huelgas”.
“Los dirigentes obreros vinieron de 12 provincias que incluían: El Cairo, Qalyoubiya, Giza, Alejandría, Beheira, Gharbeya, Sharqiya, Suez, Ismailia, Fayyoum, Bani Soweif. La mayoría de los que asistieron procedían de los principales centros industriales urbanos, como el-Mahalla el-Kobra, Meit Ghamr, Tenth of Ramadan, Helwan, Shoubra, Kafr el-Dawwar, Zefta.
“Pertenecían a diferentes sectores: textil, acerías, ingeniería y electrónica, minería, tabaco, ferrocarriles, petróleo, construcción, naval y transporte terrestre, madera, alimentación y empresas de bebidas, el Canal de Suez.
“Los activistas tomaron la palabra, uno detrás de otro, hablando sobre sus huelgas, detallando los problemas a los que se enfrentaban y los desafíos. La Federación General de Sindicatos del gobierno y el Ministerio de Trabajo fueron criticados, los trabajadores hablaron de sus intentos de lanzar un sindicato independiente, sustituir a la actual federación sindical pro-gubernamental que es incompetente y corrupta”.
Esto es lo que realmente está preocupando al gobierno y por eso, a pesar de su táctica actual de hacer concesiones a los trabajadores que entran en acción, ellos están lanzando ataques a cualquier organismo u organización que pueda facilitar a los trabajadores los intentos de coordinar sus acciones.
Los locales del Centro por los Servicios Sindicales y de los Trabajadores en Najaa Hamadi y Mahala Kobra han sido clausurados y las fuerzas represivas han detenido a activistas obreros por todo el país.
El cuadro que surge de estos informes es el de una clase obrera en movimiento, ganando confianza y sacando conclusiones políticas muy avanzadas. En la reunión de activistas obreros descrita antes, uno de ellos habló claramente:
“Saber Barakat, del Comité Coordinador de Trabajadores, pronunció un discurso enérgico, donde saludó las luchas de los trabajadores y dijo que ‘Egipto está a punto de entrar en una situación revolucionaria. El régimen está en problemas. Mubarak está ocupado intentando arreglar la sucesión de su hijo Gamal, pero por primera vez en un largo período podemos decir que la confianza en una revolución obrera está asomando en el horizonte”.
Escuchar también la entrevista con Joel Beinin, Director de Estudios sobre Oriente Medio y profesor de historia en la Universidad Americana de El Cairo, donde habla sobre las huelgas.