Bolivia: Contra la guerra permanente del imperialismo, ¡completemos la revolución con el socialismo!

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Tras las declaraciones de Evo Morales (que compartimos plenamente) denunciando las nefastas injerencias de los EEUU en Bolivia y las serviles (al imperialismo) polémicas de la derecha, el ministro Quintana ha ratificado que los EEUU han declarado una “guerra permanente al proceso de cambio”, identificando además el papel que en esta guerra juegan algunas ONGes que son fachada para operaciones encubiertas de desestabilización. Ante la guerra declarada del imperialismo, la única respuesta posible es completar la revolución con el socialismo.

Las denuncias del Ministro Quintana son absolutamente fundadas y reales. El imperialismo actúa en Bolivia con la misma estrategia que en 1972 provocó el paro camionero de Chile, preámbulo al golpe de Estado contra un proceso democrático que pretendía afirmar la emancipación económica y política de ese país. Una estrategia que documentos desclasificados del “Plan Septiembre” de la Agencia de Inteligencia de los EEUU (la CIA) definían así: “poner en práctica una técnica que, bajo un contenido de masas, se basa en el “gremialismo” de los patrones y en la “resistencia civil” de la burguesía”.

Para averiguar que el imperialismo no cambió de registro con el proceso político que vive Bolivia es suficiente revisar los documentos reservados de la Embajada de EEUU de La Paz publicados por Wikileaks. Encontraremos relatos de reuniones con exponentes, cívicos y políticos, de la oposición, reuniones con sectores indígenas propiciadas por la oficina de asuntos indígenas de la Embajada de EEUU, sondeos sobre la fiabilidad (al gobierno) de las FFAA, las presiones ejercida en nombre de las multinacionales para amortiguar el contenido originario de la nacionalización de hidrocarburos y alejar a Soliz Rada del gobierno y, sobre todo, la búsqueda y el fomento al disenso en las mismas filas del MAS. Todo porque Evo representa “una amenaza para la democracia”, como lo dice un cable del 27 de marzo de 2006. El mismo argumento que hoy repite como títere la oposición.

Todo esto no es novedad para quienes siguen esta página y leen nuestra revista. Son cosas que denunciamos en diferentes circunstancias, ante conflictos reales y que, sin ningún mérito particular, muy fácilmente pronosticamos tras la aplastante victoria electoral de 2009, escribiendo: “el poderío económico de la burguesía nacional y del imperialismo les permite todavía ejercer un constante apremio sobre las capas más débiles de la población… intentarán infiltrar las organizaciones sociales… alimentar el corporativismo de algunas organizaciones sociales y los celos de sectores en el viejo estilo del divide y reinarás. Estarán vigilando para utilizar cualquier vacilación o debilidad del gobierno para intentar defender con cualquier medio sus privilegios” (El Militante nro.7).

Todas las medidas antiimperialistas siempre han traído del lado del gobierno el favor de las masas y de las vanguardias obreras, campesinas y de la juventud revolucionaria. No podría ser diferente ya que es con las nacionalizaciones y la ruptura del círculo vicioso del endeudamiento que se han sacado a miles de bolivianos y bolivianas de la extrema pobreza. La COB ha ratificado su apoyo a cualquier medida antiimperialista del gobierno también, en su documento aprobado en el Congreso de Tarija. Nuestro apoyo a las nacionalizaciones o la expulsión del ex embajador de EEUU Goldberg es público y lo reivindicamos.

Sin embargo las mismas denuncias del ministro Quintana demuestran también inequivocablemente que la lucha contra el imperialismo sólo puede basarse en el apoyo activo de las masas movilizadas y que, en cambio, confiar esta lucha en los “servicios de inteligencia” es poco eficaz a la hora de parar las infiltraciones del imperialismo entre las organizaciones sociales, además de conducir a afirmar un papel al aparato represivo del Estado que mañana puede ser utilizado contra los mismos que lo desataron, como enseña la experiencia revolucionaria mundial. Y este apoyo activo de las masas movilizadas solo puede consolidarse rompiendo con el capitalismo, expropiando a la oligarquía para implementar medidas audaces que satisfagan las demandas sociales y desarmen el poderío económico que la burguesía nacional y las multinacionales, tradicionales financiadores de cualquier conspiración, ejercen sobre las capas más vulnerables de la población.

A esta conclusión llegan las mismas medidas que es necesario e imprescindible asumir tras las denuncias del ministro Quintana:

  1. La inmediata expulsión de USAID. La agencia norteamericana sigue operando en el país en diferentes áreas. Por ejemplo en uno de los sectores que generan conflicto, como la producción de quinua. La Alianza de la Quinua, proyecto ejecutado por USAID entre Oruro y Potosí y que se propone aumentar de 5 mil a 30 mil toneladas por año la producción de quinua real orgánica prometiendo mercados de exportación, es lo que genera conflictos y divisiones entre campesinos de los dos departamentos. Mientras se fomentan espejismo de enriquecimiento con el aumento del precio mundial de la quinua y se divide a los campesinos, el consumo de quinua se reduce del 35% entre las comunidades para las cuales fue el principal alimento y la desnutrición infantil se incrementa, según un estudio publicado en el New York Times hace unos meses. Así también trabaja el imperialismo y este círculo vicioso sólo puede romperse con una planificación democrática de la economía y la agricultura y el monopolio estatal del comercio exterior;
  2. Que el Estado se ocupe de todos los servicios sociales que ahora brindan las ONGes, para evitar que estas sirvan de trampolín al imperialismo. El 66% de todo el capital de todas las ONGes bolivianas procede de fuentes de financiamiento internacional, que se ha incrementado tanto que ahora un 27% de ellas maneja fondos que van de 400 mil dólares a más de un millón de dólares por año. USAID exalta en su página web el haber llegado a casi 120 mil jóvenes bolivianos con un proyecto de educación sexual y liderazgo social. Hay ONGes que prestan servicios a campesinos contra el latifundio, y la razón de aquello es que existe todavía el latifundio. Hay ONGes que prestan servicios en salud, y la razón de aquello es que mientras bancos privados, multinacionales y empresarios nacionales han duplicado y triplicado sus ganancias en la bonanza económica, el Estado carece todavía de recursos para asegurar el acceso a la salud a toda la población, etc. 

Atacar al imperialismo mientras se reciben con satisfacción las alabanzas de los brazos financieros del imperialismo (FMI y BM) a nuestra economía, no sólo es incoherente sino que hace peligrosamente decaer el mismo antiimperialismo hacia al nivel del discurso nacionalista que ha engañado por décadas. Porque en nuestros datos macroeconómicos el FMI y el BM no consideran la reducción de la pobreza sino que valoran el hecho que estos resultados se obtengan sin afectar de manera decisiva la gran propiedad privada, más bien permitiendo que bancos privados, multinacionales, latifundistas y empresarios sigan acaparando la cuota mayor de la riqueza nacional desviándola de la satisfacción de las demandas sociales. Y la calificación que dan a nuestra economía es para permitir que el país recurra a préstamos a mejores condiciones, pero solo asegurando que no se afectará, cueste lo que cueste, la gran propiedad privada. La lucha antiimperialista o es lucha por el socialismo o no es nada.