24 de marzo: ¡Ni dictadura, ni democracia capitalista! ¡Por un Gobierno de Trabajadores!

Volante que la Corriente Socialista Militante estará difundiendo en las movilizaciones del 24 de marzo, por un movimiento por Memoria, Verdad y Justicia, en defensa de nuestras condiciones vida.
Hacia la huelga general, por un gobierno de trabajadores. Por el socialismo.

Ponete en contacto con los compañeros y compañeras de la Corriente Marxista Internacional en Argentina y marchemos juntos.


A 47 años del golpe militar de 1976 volvemos a marchar por nuestros 30 mil compañeros detenidos desaparecidos. Somos cientos de miles – desde las organizaciones políticas, sindicales, barriales, estudiantiles, universitarias, culturales y sociales – que estamos en las calles del país repudiando el terrorismo de estado organizado por la oligarquía y la burguesía argentina en el marco del Plan Condor, que contaba con el impulso del imperialismo norteamericano. Esta coordinación entre las clases dominantes de Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay lo que buscaba era cerrar mediante el aniquilamiento de trabajadores, obreros y jóvenes las grandes luchas que venían protagonizando desde fines de los años sesenta.

El golpe de septiembre de 1973, a Salvador Allende en Chile, abrió paso a toda una serie de dictaduras genocidas en el Cono Sur. Empresarios, banqueros y terratenientes que se veían golpeados por el retroceso del auge económico posterior a la Segunda Guerra Mundial, que se expresaba en la llamada crisis del petróleo, llevo a los grupos capitalistas que dominan la economía mundial a una profunda recesión. Sera bajo el argumento de que las raíces de la crisis se encontraban en el poder excesivo del movimiento obrero que la clase dominante apuntara sus cañones contra los trabajadores utilizando su Estado para ejercer el terrorismo, la tortura, la desaparición y el asesinato.

Ya en Argentina desde 1975 el gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón e Ítalo Argentino Luder habilitaron, con los decretos de aniquilamiento, la represión sangrienta, a través de las fuerzas armadas contra la clase obrera. Estos actos de terrorismo estatal fueron cometidos principalmente por la Triple A, una organización anticomunista encabezada por José López Rega, ministro de los gobiernos de Héctor J. Cámpora, Raúl Alberto Lastiri, Juan Domingo Perón e Isabel Perón.

A partir de marzo de 1976 con el golpe militar los cómplices del genocidio, es decir el poder empresarial y eclesiástico, se sacaban de encima la democracia formal que ya no les servía en la misma medida para mantener su dominio de clase.

Esto deja en evidencia como la elite capitalista que controla al país ha ido alternando entre democracia formal y dictadura, según la correlación de fuerzas se lo permitía, para ir imponiendo sus necesidades políticas y económicas.

En Argentina la clase dominante ejecuto seis golpes de Estado concretados, en 1930, 1943, 1955, 1962, 1966 y el ultimo en 1976 que dejo un saldo siniestro de 30.000 compañeras y compañeros detenidos-desaparecidos. En su mayoría obreros comunistas, peronistas, socialistas y sindicalistas pertenecientes a las juntas internas y los cuerpos de delegados clasistas que se organizaban en las fábricas y lugares de trabajo.

El golpe encabezado por Videla fue a su vez acompañado por los políticos de los principales partidos políticos que aportaron una cantidad indispensable de funcionarios a la dictadura ocupando 794 intendencias en todo el país. Un paneo rápido a los números nos deja en claro la actitud colaboracionista de los partidos del régimen: La UCR con 310 y el PJ con 169 aportaron la mayor parte.

El golpe conto con el apoyo, explícito o tácito, de las cúpulas empresarias, el Poder Judicial, la Corte Suprema, la jerarquía eclesiástica y la mayoría de la burocracia sindical.

Vemos aquí que tanto la democracia parlamentaria burguesa como las dictaduras están diseñadas por la clase dominante con el fin último de sostener inalterables las relaciones de producción capitalista. Son los partidos dependientes del poder económico, la justicia de clase, los burócratas sindicales y el aparato represivo del Estado los garantes la propiedad privada de los medios de producción. Este es justamente el papel del Estado en el sistema capitalista sea tanto en democracia burguesa o cuando se expone, sin ningún velo, a través de la dictadura.

Hoy la lucha por Memoria, Verdad y Justicia se da en un marco especifico que es el del retroceso brutal de nuestras condiciones de vida como trabajadores, trabajadoras y estudiantes. Esto se evidencia en una inflación descontrolada que tuvo una suba del 103,3% en los últimos 12 meses y que empujo a dos de cada tres niños (8,8 millones) a la pobreza.

Pero de acuerdo con datos del Banco Mundial, la economía argentina tuvo un alza respecto a 2020 de un 16,1% del PBI, es decir que no todos los actores de la economía pierden. Por el contrario, los capitalistas utilizan los resortes del Estado, independientemente de quien gobierne, para transferir el peso de la crisis sobre las espaldas de los trabajadores y así poder mantener y acrecentar sus ganancias.

Es por esto que en este nuevo aniversario del golpe debemos orientar nuestra batalla política hacia la lucha por los derechos de los trabajadores y sus condiciones de vida, hoy amenazadas por la crisis capitalista mundial, que se acelera debido a la guerra generada por la OTAN y la invasión de Rusia, y a su vez por la sujeción al FMI que impulsa tanto el Frente de Todos como Juntos por el Cambio o los ultraliberales fascistoides como Milei o Espert.

Todos los dirigentes que forman la coalición oficialista como los que forman la coalición opositora no ofrecen otra alternativa que gobernar bajo la tutela del FMI, para beneficio de un puñado de fondos financieros, provocando un enorme daño para la clase obrera y sus familias. En todo caso la disputa entre ellos está en la manera de llevar adelante el programa del FMI gestionando la crisis capitalista, y el ajuste que esto implica, sin que se rompa la gobernabilidad.

Tras 40 años de democracia formal el capitalismo argentino y sus representantes políticos ya no pueden garantizar las necesidades básicas de comida, empleo, salud, educación y salarios a la vez que vemos como se destruyen puestos de trabajo, se flexibiliza el empleo y la inflación pulveriza rápidamente cualquier recuperación de nuestros sueldos.

Hoy como ayer la clase dominante avanza sobre nuestras condiciones de vida para sostener sus ganancias. Ayer con la dictadura y su aparato represivo, hoy a través de la democracia representativa y sus partidos políticos. Como podemos ver la contradicción principal, o la disputa que debemos dar, no es entre democracia o dictadura, sino entre capitalismo o Socialismo.

Defender la democracia en abstracto implica en la práctica defender está democracia de ricos y para ricos. Es necesario plantear una idea superadora. No necesitamos una democracia capitalista, sino una democracia obrera basada en la democracia directa.

El problema y la amenaza no es la economía bimonetaria o la deuda descontrolada, sino el propio sistema capitalista que se basa en el robo y la explotación de la clase trabajadora, ha sido esto, y no otra cosa, lo que nos ha arrastrado a esta ruinosa situación.

Es por eso que los obreros, los trabajadores, los estudiantes, solo tenemos una salida posible. Y esta no pasa exclusivamente por las elecciones. Sino que el desafío es construir un partido de la clase obrera, que con una perspectiva internacionalista y de clase, se plantee la necesidad de tomar el poder. Los marxistas sostenemos que mientras exista el capitalismo no habrá una democracia plena, sino una democracia limitada por los intereses de una minoría de poderosos. Y esto hoy lo estamos sufriendo en carne propia con pobreza, hambre, violencia y desocupación.

Un gobierno de trabajadores que, a través de la democracia directa, asuma las palancas fundamentales de la economía solo puede forjarse mediante la autoorganización en cada fábrica, lugar de estudio y barrio. Impulsando, en cada lucha parcial, comités por la huelga general en defensa de las nuestras condiciones de vida y en la perspectiva de poner en pie un gobierno propio.

La clase trabajadora, encabezando a los demás sectores explotados, es la única que tiene la capacidad y el poder de parar la economía y reorganizarla sobre una planificación racional que destierre la anarquía del mercado capitalista, para solucionar los problemas de desempleo, salud y vivienda. Es necesario poner en pie un Estado Obrero ya que somos los de abajo los únicos interesados en la resolución real de nuestros problemas.

Poner en pie el partido revolucionario que lleve adelante estas tareas es la mejor reivindicación que podemos llevar adelante para levantar bien alto las banderas que nos legaron nuestros compañeros desaparecidos.

Socialismo o Barbarie.