24 de marzo: A 31 años del golpe de 1976

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Sostenemos que sólo con la lucha, comenzando por una Huelga General, convocada por la CGT y la CTA, podemos conseguir que aparezca Julio Lopez y que se avance en el castigo a los represores de la Triple A, fuerzas de seguridad y bandas fascistas queactuaron en los setenta y también en las represiones del Argentinazo y del Puente Pueyrredón. Y que ese combate contra la impunidad, la represión y por el desmantelamiento del aparato represivo debe estar vinculado a la lucha por la transformación socialicialista de la sociedad, terminando con el poder económico, político y represivo de la burguesía.

El aparato represivo estatal y paraestatal aún permanece intacto

Se cumplen 31 años de la instalación de la más feroz dictadura que tuvimos que soportar los trabajadores y el pueblo argentino.

Las causas del golpe del 76

El golpe fue planificado para terminar con el alza revolucionaria del movimiento obrero y popular iniciado a fines de los años 60, que tuvo como expresión material los mejores convenios colectivos de la historia sindical y la participación más alta en el reparto de la riqueza por parte de los trabajadores (50%, más del doble de la actual) en 1975.
Este desarrollo también se expresaba en la progresiva independencia política de la clase obrera que, a partir de la experiencia del tercer gobierno de Perón, iba desafiando las ataduras burocráticas sindicales y de los dirigentes del aparato del PJ, lo que se manifestó en la gigantesca huelga general contra el Rodrigazo a mediados de 1975, primera que se organizaba contra un gobierno peronista.
La represión contra el movimiento había comenzado durante los gobiernos democráticos mediante el accionar de sectores del ejército y policiales, y de la paraestatal Alianza Anticomunista Argentina (triple A), organizada por el superministro José López Rega, con la colaboración de otros integrantes del poder ejecutivo y de las fuerzas de seguridad.
La oligarquía y el empresariado, con el asesoramiento del Departamento de Estado de EEUU, esperaron cierto reflujo en el movimiento para ordenar el golpe militar que terminó de abatirlo e instaló un nuevo esquema de dominación, cuyas consecuencias regresivas se sienten aún hoy en el endeudamiento, la concentración de la riqueza, extranjerización, desigualdad, desempleo, precariedad, bajos salarios, etc.
Después de más de 20 años de reacción, acentuada por el retroceso internacional del movimiento obrero, un nuevo ascenso de la marea se inició en Argentina, teniendo un pico en el Argentinazo. En varias oportunidades afirmamos que el gobierno de Kirchner es un producto deformado de esas jornadas. Por un lado se ve obligado a asumir un discurso y gestos progresistas (reivindicación de las luchas de los 70, museo de la memoria, feriado del 24 de marzo, recambios en la corte, etc.) pero, por otro, sus compromisos y la búsqueda de la conciliación con el empresariado ¨nacional¨ e internacional (Repsol, bancos, etc.) le impiden avanzar en medidas de fondo que permitan solucionar la desigualdad y los graves problemas sociales, así como desmantelar el aparato represivo.

Los secuestros de López y Gerez

Así, frente al inicio de los juicios a los represores de los 70, ese viejo aparato vuelve a reaccionar y produce una ola de amenazas y nuevos secuestros como el de Jorge Julio López (desaparecido desde el 18 de septiembre del año pasado) y de Luis Gerez, que además de representar una extorsión para conseguir la amnistía de los genocidas, son una amenaza al movimiento obrero y popular en la presente recomposición y su próximo paso a la ofensiva.
Es indudable que la liberación de Gerez fue debida a la presión de los sectores más inteligentes de la clase dominante, que temían la inestabilidad política y social a que podrían conducir esta ola de secuestros, en un contexto de auge económico y relativa calma social donde su dominio sobre la sociedad no está siendo cuestionado. Temían que esto podría conducir, tarde o temprano, a una explosión popular de indignación de alcances incalculables.
Pero el gobierno se muestra impotente para enfrentar a estas mafias que perviven en el Estado y en empresas de seguridad privada. El gobierno no puede pugar a fondo el aparato del Estado porque sabe que encontraría una resistencia feroz en su seno y en la misma clase dominante. No puede apelar a la movilización popular para conseguirlo porque teme que se le escape de las manos y ponga en cuestión al mismo sistema capitalista, del cual es garante.

Cómo enfrentar a las mafias fascistas

Únicamente la presión de la movilización popular puede obligar a la burguesía y a sus agentes en el aparato del Estado a detener el accionar de estas mafias fascistas y, eventualmente, sacrificar a algunos de sus integrantes para que sean juzgados y castigados.
Por eso sostenemos que sólo con la lucha, comenzando por una Huelga General, convocada por la CGTy la CTA, podemos conseguir que aparezca Julio Lopez y que se avance en el castigo a los represores de la Triple A, fuerzas de seguridad y bandas fascistas que actuaron en los setenta y también en las represiones del Argentinazo y del Puente Pueyrredón. Y que ese combate contra la impunidad, la represión y por el desmantelamiento del aparato represivo debe estar vinculado a la lucha por la transformación socialista de la sociedad, terminando con el poder económico, político y represivo de la burguesía.

*Por el desmantelamiento del aparato represivo.
*Juicio y castigo a todos los culpables civiles, militares y policiales. Carcel común para todos.
*Anulación de los indultos y las leyes de impunidad.
*Sólo la movilización popular puede derrotar a las bandas fascistas. Huelga General para que nos devuelvan a Julio.