Entre las tantas cosas que perdimos durante la infame década menemista figuran los trenes de pasajeros al interior del país. Gracias al abanderado del neoliberalismo, millones de ciudadanos perdieron la vía más económica de transporte. Ahora, el gobierno anunció la reimplantación de estos servicios y ha derogado el decreto 1168/92 que los suprimió y que prohibió la asistencia económica a los mismos.
El gobierno pretende concesionarlos a empresas privadas
Entre las tantas cosas que perdimos durante la infame década menemista figuran los trenes de pasajeros al interior del país. Gracias al abanderado del neoliberalismo, millones de ciudadanos perdieron la vía más económica de transporte.
Es justo recordar que sólo la izquierda y los trabajadores ferroviarios más avanzados fueron los únicos en advertir el daño que implicaba la supresión de estos servicios para el interés del país en general y de los sectores populares en particular. Las burocracias sindicales del sector (léase UF y La Fraternidad) miraron para otro lado e incluso participaron en algunos casos de las concesiones de los pocos ramales que quedaron en pie.
Ahora, el gobierno anunció la reimplantación de estos servicios y ha derogado el decreto 1168/92 que los suprimió y que prohibió la asistencia económica a los mismos.
Pero (una de cal y otra de arena) Kirchner planea entregar estos ramales en concesión a nuevos operadores privados, contando eso sí con jugosos subsidios que les aseguren una buena rentabilidad. Una muestra más de los límites del gobierno "nacional y popular", que privilegia los negocios de particulares sobre el interés del común de la sociedad.
El titular de la secretaría de Transporte, Ricardo Jaime, ya advirtió que el Estado no se quedará con ningún ramal, ya que todos serán concesionados. El plan diseñado por los técnicos de la secretaría, prevé rehabilitar los servicios que unen Buenos Aires con Córdoba, Neuquén, Mendoza, San Luis, La Pampa, Tucumán, Río Negro y Misiones.
Actualmente sólo dos provincias mantienen por su cuenta la operación de servicios interurbanos: Río Negro y Buenos Aires. A ello se agregan los operadores privados que tienen a cargo los servicios a Posadas, Santa Fe y General Alvear.
El gobierno prevé hacerse cargo de dos inversiones clave: arreglo de vías y compra y reparación de material rodante. A lo que se sumarán los subsidios operativos que soliciten las empresas. Para ello se dispondrá de 400 millones de pesos del presupuesto y 200 millones de dólares del BID y del Banco Mundial. O sea, más deuda externa para garantizar el negocio de capitalistas.
Si el Estado concreta las inversiones prometidas en vías, los grandes beneficiarios serán los concesionarios privados de trenes de cargas. A estos el gobierno les está por renovar los contratos, pese a que no han hecho las inversiones prometidas.
Desde nuestra corriente consideramos que es necesaria la total reestatización del sistema ferroviario, bajo el control de los trabajadores y de los usuarios. Y que es necesaria una política de planificación y de sólida inversión del Estado en esta área clave del transporte nacional, para lo que se dispondrá de los fondos provenientes del no pago de la deuda externa. Se incluirá la realización de viejos proyectos de integración, tales como el ferrocarril transpatagónico o el trasandino del sur. Estas obras públicas permitirán crear miles de puestos de trabajo y servirán para la reactivación de vastas regiones largamente postergadas.