Venezuela: Hay que cambiar el rumbo y profundizar la revolución para ganar las elecciones de noviembre

"Si algo quedó evidenciado en la gira que realizara el camarada Alan Woods por Venezuela en estas últimas semanas, fue la gran sed de ideas de las masas y de los dirigentes honestos del movimiento bolivariano. Evidentemente la revolución ha entrado en un período peligroso donde el modelo reformista, de una revolución por etapas, de conciliación con la burguesía, ya no llena las expectativas (ni los estómagos como veíamos antes) del pueblo".

1.- Las candidaturas del PSUV

El primero de junio pasado el PSUV movilizó a sus inscriptos a unas elecciones de base para escoger a los candidatos del partido de cara a las elecciones regionales del 23 de noviembre. Si bien el método elegido pudo haber sido, en el papel, el más democrático y el que, además, respondía a las viejas aspiraciones de las bases de ser tenidas en cuenta a la hora de escoger a sus candidatos, los hechos demostraron otra realidad. La burocracia, como en su momento lo supo hacer la burguesía y como ya lo había realizado con éxito en la elección de la directiva del partido, sacó ventaja de su mejor organización y del control que tiene sobre los recursos del Estado, colocando estos últimos al servicio de sus candidatos, la mayoría de ellos funcionarios activos del aparato gubernamental.

Con esta jugada se eliminó cualquier posibilidad de competencia justa entre los pre-candidatos (mientras los candidatos de la burocracia contaban con flotas de camionetas último modelo y todo tipo de transporte para movilizarse y movilizar a sus seguidores, recursos ilimitados para la propaganda y para comprar favores, los candidatos de base apenas podían disponer de lo que ellos mismos y sus allegados pudieran aportar). Bajo estas circunstancias el resultado de las internas no dejó lugar para la sorpresa: salvo contadas y honrosas excepciones, la gran mayoría de los candidatos seleccionados pertenecen o están relacionados directamente con la burocracia gobernante. Con ello, una vez más, la burocracia reformista lograba ponerle un chaleco de fuerza a las justas aspiraciones del pueblo de tener candidatos salidos de su seno que representaran sus propios intereses y no los intereses de la burguesía. Sin embargo, el factor fundamental para que se diera este resultado hay que buscarlo en la falta de organización de los sectores revolucionarios del partido (sectores mayoritarios por cierto) que, unido a la confusión política del ala izquierdista de la dirección, contribuyeron en gran medida al triunfo de lo que estos mismos sectores denominan la “derecha endógena”.

Sería necio negar el sentimiento de frustración que esta situación ha generado en las bases del partido, y para ejemplo sólo habría que fijarse en el poco entusiasmo que están despertando estas candidaturas en las masas a pesar de todo el esfuerzo que está realizando el propio Chávez para impulsarlas. Cuando uno los ve se encuentra con los mismos rostros de siempre y cuando los oye están repitiendo las mismas consignas huecas que pudieron haber tenido sentido en alguna etapa anterior del proceso, pero que ya no le dicen nada a un pueblo que, después de diez años de revolución, ha adquirido un nivel de conciencia infinitamente superior al de estos dirigentes de cartón.

Buena parte de los candidatos con los que el PSUV va a concurrir a las elecciones de noviembre tienen un gran peso en el ala que va a ser muy difícil que puedan revertir un resultado que en este momento no luce muy alentador. Para finalizar habría que agregar que, aunque estos mismos sectores burocrático reformistas hayan salido diciendo que el hecho de que en las elecciones internas hayan participado unos dos millones y medio de inscriptos es un éxito si se tiene en cuenta que en los batallones socialistas participan alrededor de un millón doscientos mil militantes, si comparamos esta cifra con los cinco millones y medio de inscriptos que tiene el partido se podría concluir que continúan faltando los mismos tres millones que votaron en contra o se abstuvieron el 2D, y esto es preocupante.  

2.- El factor económico

Según datos del propio Banco Central de Venezuela la variación anualizada del IPC (índice de precios al consumidor) para el área Metropolitana, lo que vulgarmente hablando se conoce como inflación, para junio de 2008 era de 32,2% y en el grupo de Alimentos y Bebidas No Alcohólicas esa cifra llegaba a 49,6 %. Nada más en el mes de junio el aumento en este rubro se situó en 4,0 %. Evidentemente las fórmulas de los genios reformistas de la economía no están dando resultados.

 En un programa televisivo en VTV en esta última semana, uno de estos genios se enfrentaba a un economista de la burguesía que le echaba en cara estas cifras y se las presentaba como ejemplo del fracaso económico del gobierno. El reformista se excusó en la crisis mundial de alimentos, en el aumento del consumo en China y en la India, en el cambio climático, etc., etc. y agregaba que había que mantener las medidas económicas que se vienen implementando, es decir: liberación controlada de precios, alianza estratégica con los “empresarios nacionalistas y patriotas” para reactivar la economía y recuperar la inversión, y un nuevo etc., etc.

 Al final, con la sonrisa burlona del economista de la burguesía como telón de fondo, tuvo que reconocer balbuceante que el problema de la inflación era una “verruga” en el modelo económico que se está implementando. Una de las principales causas de la inflación es la falta de bienes y servicios suficientes para satisfacer las necesidades de la población, y esta falta de bienes, en el caso de Venezuela, se genera por la grosera especulación y la falta de producción de los mismos por parte de los “empresarios nacionalistas y patriotas”. Va a ser bastante difícil que los genios reformistas consigan la solución a este problema aliándose con quienes, de una forma descarada, son los que lo generan, mientras, el pueblo que debe votar en las elecciones de noviembre tiene que cargar con los efectos de la “verruga” del modelo reformista. 

3.- La conciliación con la burguesía

Es difícil encontrar a alguien, quitando a la burocracia reformista del gobierno (madre e impulsora de la idea) y a la burocracia sindical de la FBST (Ultimas Noticias, 10/07/08, pág. 28), que apoye entusiastamente y justifique el intento de pacto con la burguesía empresarial del 11 de junio, o lo que se ha llamado “el reimpulso económico”. Las masas y, sobre todo, la vanguardia del movimiento bolivariano no terminan de entender que por enésima vez se apueste por el enemigo. Sí, hay que decirlo con todas las letras, por el E N E M I GO, por los que impulsaron, financiaron y ejecutaron el golpe de Estado del 11 de abril de 2002, el sabotaje petrolero de 2002-2003, el referéndum presidencial de 2004, y no han cesado ni un segundo en sabotear la economía y cuanta medida en beneficio de las masas haya tomado el gobierno bolivariano, aliarse con el imperialismo gringo y pare usted de contar.

 Una vez pase, otra vez también, pero a estas alturas de la revolución querer venderle al pueblo el mismo viejo y gastado cuento de los “empresarios nacionalistas”, que en su vida lo único que han hecho es parasitar a costillas del Estado y explotar trabajadores, es seguir creyendo, como decíamos antes, que las masas venezolanas no tienen el más mínimo nivel de conciencia. Algunos, que no terminan de tragarse esta medida pero que no tienen más remedio que hacerlo por los cargos que ocupan, tratan de justificarlo en el hecho que sería parte de una estrategia para neutralizar a la burguesía de cara a las elecciones de noviembre, sólo habría que aconsejarles a estos compañeros que volvieran a ver el video de ese día 11 de junio, y prestaran atención a los rostros y a las expresiones de la crema de la burguesía empresarial que se encontraba allí reunida, sólo sonrisas sarcásticas y burlonas.

No, esa gente no está dispuesta a cesar ni por un instante en sus intenciones de acabar con la Revolución Bolivariana, así les pongan una y otra vez la mejilla y les den préstamos y garantías y todo lo que quieran ofrecerles los reformistas. Pero la estrategia reformista no se queda allí, al intento de acuerdo con la burguesía “nacional” siguió hace unos días el intento de acuerdo con la burguesía internacional a través de la reunión del presidente Chávez con el narcoparamilitar de Álvaro Uribe. Aquí el rechazo de los sectores más avanzados del movimiento fue aún mayor que con el del acuerdo con los empresarios, se podría decir que casi fue unánime, sólo basta revisar las páginas de aporrea de estos últimos días y oír a la gente en la calle. Es una política totalmente incomprensible, porque si los empresarios “nacionales” son el enemigo, Uribe y lo que él representa son el enemigo armado y dispuesto a desatar una ofensiva militar, bajo los auspicios de su mentor imperialista, si las circunstancias le resultaran favorables en algún momento. Pero más patético aún es el hecho que se invite a esta oligarquía reaccionaria y sanguinaria de Colombia, enemiga mortal de la Revolución Bolivariana, a participar en la explotación petrolera de la Faja del Orinoco, ¿será que también se quiere utilizar con ella la estrategia del bozal de arepa?

Es más que evidente que las políticas de la burocracia y los asesores reformistas están conduciendo al presidente y a la revolución al despeñadero. Si a alguien le quedaba alguna duda, todas estas acciones son la mejor prueba que los intereses de la burocracia reformista y los del pueblo andan por caminos muy distintos, bien lo dijo Trotsky en su momento: “No existe crimen mayor que una coalición con la burguesía en un período de revolución socialista”.

4.- La confusión en el movimiento bolivariano
 
Si algo quedó evidenciado en la gira que realizara el camarada Alan Woods por Venezuela en estas últimas semanas, fue la gran sed de ideas de las masas y de los dirigentes honestos del movimiento bolivariano. Evidentemente la revolución ha entrado en un período peligroso donde el modelo reformista, de una revolución por etapas, de conciliación con la burguesía, ya no llena las expectativas (ni los estómagos como veíamos antes) del pueblo.

 Desde la CMR habíamos advertido desde hace tiempo que este modelo, más temprano que tarde, estaba condenado al fracaso. Las revoluciones se dan cuando el sistema socioeconómico imperante se convierte en un freno para el desarrollo de sus fuerzas productivas. En ese sentido, al capitalismo hace mucho que se le acabó la cuerda a nivel mundial, es un sistema decrépito y moribundo que en su agonía está arrastrando a la humanidad a su extinción. Venezuela no es la excepción sino todo lo contrario, los capitalistas en este país jamás impulsaron el desarrollo de sus fuerzas de producción, fueron siempre, y aún lo continúan siendo, una clase parasitaria en todo el amplio sentido de la palabra, que dependen casi exclusivamente de los negocios que puedan hacer con el Estado o de lo que le puedan robar al Estado, por eso, entre otras cosas, el sistema colapsó antes que en otras partes del mundo, por eso es que se dio la revolución bolivariana.

 Pretender entonces basar los cambios revolucionarios en la reforma de un sistema moribundo, apoyándose en una clase parasitaria, es la mejor receta para la ruina. Esto es lo que están tratando de entender los sectores más avanzados de las masas. El alto nivel de conciencia alcanzado gracias al mismo proceso revolucionario les permite darse cuenta que las cosas no están bien, que después de diez años de revolución, si bien es cierto que sus condiciones de vida han mejorado considerablemente gracias a las misiones sociales impulsadas por el gobierno, ello no es suficiente, aún quedan por resolverse problemas cruciales como el desempleo, la inseguridad, la vivienda, la carestía de la vida, etc., problemas para los cuales el capitalismo no tiene respuesta, así como tampoco la tiene su versión más engañosa como lo es el reformismo, tal como viene quedando demostrado en todo este tiempo.

De ahí esos cientos de rostros que llenaron cada una de las presentaciones del camarada Alan Woods y que reflejaban preocupación pero también un gran interés por oír las ideas del socialismo científico, las únicas que les permitirán comprender la realidad para posteriormente transformarla. La situación no deja de ser preocupante, el tiempo corre en contra de la revolución, mucha de su suerte va a depender que una buena parte de los sectores más avanzados del movimiento bolivariano asuman las ideas del marxismo revolucionario para cambiar el rumbo errático y confuso que lleva el proceso y concluir las tareas pendientes de la revolución.              

5.- ¡¡Cambiar el rumbo a la izquierda para garantizar la victoria en noviembre!!

Manteniendo el actual rumbo reformista no sólo es posible una nueva derrota de las fuerzas bolivarianas en las elecciones regionales de noviembre, es altamente probable la pérdida de numerosos espacios tanto a nivel de alcaldías como de gobernaciones. Circulan varias encuestas a nivel de la dirigencia bolivariana donde se refleja esta realidad. La suma de los factores que analizábamos antes, desgraciadamente, también apunta en esta dirección.

 Candidatos que, en su gran mayoría, son más de lo mismo y que, en caso de triunfar, lo único que garantizan es la continuidad en el gobierno de la burocracia inepta y reformista, no son la mejor garantía para un triunfo. Tampoco la situación económica a que nos ha conducido la política reformista y conciliadora de los ministerios de la economía ayudan mucho en ese sentido. El referéndum constitucional del 2D fue un primer llamado de atención que hicieron las masas, sin embargo, lejos de entender el mensaje que apuntaba a una aceleración y radicalización del proceso, buscando dar respuesta a las necesidades de la población más pobre, los sectores reformistas pisaron el freno y buscaron el entendimiento con la burguesía, lo cual, luego de siete meses, lejos de dar ninguna solución, sólo ha generado mayor inflación en la economía y más desencanto en las bases.

 Va a ser muy difícil volver a movilizar a estos amplios sectores del pueblo que dejaron de votar el 2D, que aún apoyan a Chávez (los índices de popularidad del presidente continúan rondando el 70%), sólo con palabras, buenas intenciones y muchas promesas. El tiempo de las palabras se agotó, el pueblo espera por hechos que profundicen la revolución. Después del 23 de noviembre si, como todo lo indica, se produce esta derrota, lo más probable es que se genere una nueva reacción de los sectores de vanguardia del movimiento exigiendo radicalizar el proceso y originándose una confrontación más directa con la burocracia. Sin duda será un momento de definiciones para la revolución.

 El presidente Chávez dijo en un acto de postulación de candidatos en esta semana pasada que “una derrota en noviembre sería el comienzo del fin del gobierno de Chávez”, esto sin dudas se hará realidad si no hay un cambio de rumbo en la dirección que lleva el gobierno y se continúan con las políticas reformistas. Es necesario expropiar a los capitalistas. Tal como señalamos los marxistas hay que  nacionalizar la banca, la tierra y las grandes industrias para planificar democráticamente la economía venezolana y terminar con la anarquía que producen los capitalistas y los paños calientes de las políticas  reformistas. No se puede planificar lo que no se controla. Y no se puede controlar lo que no se posee. La correlación de fuerzas sigue siendo, por ahora, favorable a la revolución. Con una economía socialista planificada democráticamente se podría terminar rápidamente con todas las lacras del capitalismo. Desempleo, inseguridad, inflación escasez de vivienda, alimentos, y a través de ello recuperar la ilusión entre la base chavista. La tarea de los marxistas en este período, tanto anterior como posterior a las elecciones, va a ser más importante que nunca. Sobre todo, hay que permanecer junto a las masas, sólo ellas hacen las revoluciones, explicando pacientemente, como decía Lenin, lo que está ocurriendo, lo que puede ocurrir y lo que se debe hacer, y captando a los elementos revolucionarios del movimiento para construir con ellos la organización que convierta al PSUV en el instrumento transformador que debe ser para conducir al pueblo a la victoria final.