Entre los años 1990-1997, mientras la inversión en exploración minera a nivel mundial creció un 90%, en América Latina lo hizo un 400%. En consonancia con ello, durante los ´90, en la mayor parte de los países latinoamericanos se llevó a cabo una profunda reforma del marco regulatorio para conceder amplios beneficios a las grandes empresas transnacionales que venían operando a escala global. En Argentina, en el año 1993 se sanciona la Ley de Inversiones Mineras Nº 24.196.
Nuestro país ocupa el sexto puesto en el mundo en cuanto a su potencial minero, y los informes
consignan que 75% de las áreas atractivas para la minería todavía no han sido sometidas a prospección.
No obstante, pocos argentinos están al tanto de que la actividad minera proyecta extenderse por toda la larga franja cordillerana y precordillerana, desde el norte del país hasta el extremo sur de la Patagonia.
Impacto Ambiental
Cada vez más, la minería se desarrolla a cielo abierto, removiendo la capa superficial de la tierra.
Para acceder a los yacimientos de mineral es necesario destruir plantas, animales y, a menudo,
poblados humanos enteros. Modernos equipos de excavación, cintas transportadoras, gran
maquinaria, tuberías de distribución y toneladas de explosivos se usan para remover y triturar
montañas enteras en poco tiempo. El resultado: enormes cráteres, que pueden llegar a tener más de 150 hectáreas de extensión y más de 500 metros de profundidad.
Los metales, cada vez más escasos, se encuentran en estado de diseminación. Para su extracción es necesario, como decíamos, producir grandes voladuras de montañas por dinamitación, luego utilizar sustancias químicas (cianuro, ácido sulfúrico, mercurio, entre otros) y disolver (lixiviar) los metales (cobre, oro, plata) de los minerales que lo contienen. Una respuesta muy exigua a este problema lo da la “biominería”, que si bien utiliza microorganismos para el proceso de lixiviación, no reemplaza al cianuro, sólo disminuye su cantidad y es aplicable para la extracción de cobre y oro en cierto tipo de minerales; no en todos los casos.
Impacto económico
El 38% de la prospección minera mundial total y el 27% de la prospección de oro tienen lugar
en Sudamérica. Sólo en 2011 y 2012, se canalizarán unos 29 billones de US$ a Chile y Perú, los
dos primeros países mineros de la región. Argentina tuvo también cifras récord de perforaciones
exploratorias en 2011 (41,3% más que en 2010 y un 664% con respecto al inicio de 2003, según la
Secretaría de Minería de la Nación, http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-186665-2012-02-01.html).
Todo ello basado, como decíamos, en la seguridad jurídica que le permite el monopolio empresarial
exoneraciones tributarias y concentración, provocando la reprimarizacion del aparato productivo
regional. Simplemente, los minerales se exportan como materia prima a través de los mismos
puertos sojeros, por donde se llevan las riquezas de nuestro suelo agrícola.
A cambio, ocupa hoy el 0,04% de la población económicamente activa, escasamente unos 20 mil en todo el país (http://alciraargumedo.com nota 11.02.2012).
Impacto Social
En 1994 comenzó la construcción del yacimiento Bajo la Alumbrera, de capitales suizo-
canadienses. En la actualidad están en marcha otros 13 proyectos: Cerro Vanguardia, San
José-Huevos Verdes, Manantial Espejo, Martha y Espejo (Santa Cruz); Veladero, Casposo y
Gualcamayo (San Juan); Pirquitas y El Aguilar (Jujuy); Salar del Hombre Muerto (Catamarca),
Campo Quijano (Salta) y Andacollo (Neuquén). San Juan cuenta con dos proyectos en
construcción: Pachón y Pascua Lama, el primer megayacimiento binacional, en manos de la Barrick
Gold. Recordemos que en el 2010 el Poder Ejecutivo provincial vetó la Ley de Protección de Glaciares (ley 24.618), que favoreció ampliamente a esta compañía.
Como respuesta, en nuestro país existen varias asambleas de base, nucleadas en la Unión de Asambleas Ciudadanas. La primera experiencia exitosa para evitar la instalación de una explotación minera fue protagonizada por los vecinos de Esquel, en 2003, en Chubut. En nuestro país, luego de la consulta popular de Esquel, y gracias a la articulación de las asambleas, siete provincias han sancionado una legislación que prohíbe la minería, con algún o varios tipos de sustancias tóxicas. Aunque recientemente, La Rioja, Neuquén y Río Negro han revertido esa medida.
En los últimos años, este tipo de minería ha sido prohibida en distintos países; por ejemplo: Turquía
(1997), Nueva Gales del Sur, Australia (2000), varios Estados en EEUU, y Alemania (2002). En
América Latina, solamente Costa Rica (2002).
Es verdad que, de acuerdo al desarrollo tecnológico hoy alcanzado en el marco del capitalismo,
se necesitan cierta cantidad de metales. Pero también es igualmente cierto que la producción
anárquica y despilfarradora del capitalismo está destruyendo las formas de sustento y el medio
ambiente de gran parte de la humanidad, que habita en áreas impactadas por la minería. Seis gramos de oro y seis kilogramos de cobre por cada tonelada de roca se obtienen en el proyecto Bajo la Alumbrera en Argentina.
Debido a sus impactos, la minería debe ser controlada estrictamente en todas sus etapas,
desde la prospección y explotación hasta el transporte, procesamiento y consumo por los
trabajadores y la comunidad. En muchos casos, este control estricto significará sencillamente
su prohibición.
No podemos pensar en la armonía de la economía y la naturaleza bajo las leyes capitalistas.
Solamente en una sociedad al servicio de las mayorías, donde la economía sea planificada y la
ciencia esté al servicio de la sociedad, es que podremos implantar proyectos mineros con bajo
impacto ecológico.