Una alternativa marxista para resolver la cuestión nacional vasca

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El día 1 de febrero el parlamento español rechazó el “Estatuto político para la Comunidad de Euskadi”, más conocido como Plan Ibarretxe. La urgencia con la que se tramitó por parte de la Mesa del Congreso de Diputados tenía el objetivo de devolver rápidamente la pelota al Gobierno vasco, bien para que retirase el plan, o bien para que tomase las medidas que la cámara de Vitoria considerase oportunas.

Debate del Plan Ibarretxe en el Congreso y elecciones autonómicas vascas el 17 de abril

El día 1 de febrero el parlamento español rechazó el “Estatuto político para la Comunidad de Euskadi”, más conocido como Plan Ibarretxe. La urgencia con la que se tramitó por parte de la Mesa del Congreso de Diputados tenía el objetivo de devolver rápidamente la pelota al Gobierno vasco, bien para que retirase el plan, o bien para que tomase las medidas que la cámara de Vitoria considerase oportunas.

La respuesta del ejecutivo vasco ha sido la convocatoria de elecciones autonómicas para el 17 de abril, adelantando unas semanas la fecha prevista. A pesar de la insistencia de Ibarretxe en que la izquierda abertzale debería ser legalizada para poder presentarse a dichos comicios, la realidad es que al anticipar la fecha de las elecciones se dificulta la posibilidad de que ésta se pueda presentar. Como afirma el diario Gara, en su editorial del 3 de febrero, “tratan de limitar la posibilidad de que en el tiempo que queda hasta los comicios puedan producirse movimientos políticos que releguen la propuesta del Parlamento a un segundo plano”.

En estas elecciones el PNV pondrá la cuestión de una posible consulta al pueblo vasco en el primer punto del orden del día para captar votos de la ilegalizada izquierda abertzale y lograr la mayoría absoluta.

De forma inteligente y hábil el PNV volverá tras las elecciones a colocar en el tejado de la izquierda abertzale la consecución de dicha consulta, al condicionarla a un escenario de no violencia.

Esta estrategia es la que la dirección de la izquierda abertzale trata de abortar hablando directamente con el PSOE, que al fin y al cabo actúa como interlocutor directo del Estado. Los “movimientos políticos” a los que apunta el diario Gara es la posibilidad de que el PSOE y la izquierda abertzale pudiesen establecer algún tipo de negociación, posibilidad que se abrió con la carta remitida por la dirección de Batasuna a Zapatero y la receptividad mostrada por éste. Una salida de este tipo podría excluir a la burguesía vasca, que vería mermar su ansiado rédito electoral.

Todo este entramado está sirviendo para dejar a la luz cuáles han sido desde el principio las auténticas intenciones de la burguesía vasca al presentar el Plan Ibarretxe. Una auténtica división de papeles entre el policía malo, el Partido Popular y “el bueno”, el PNV, para polarizar la situación en líneas nacionales y llevar a cabo, con la excusa de la lucha contra el terrorismo, un corte drástico de derechos democráticos que en el futuro podría ser aplicado a cualquier organización que cuestione el sistema, el poder o los privilegios de unos pocos.

La estrategia del Partido Popular

La burguesía española ha sido durante dos siglos incapaz de resolver la cuestión nacional. La postura de Rajoy en el debate sobre el Plan Ibarretxe en el Congreso de los diputados era simplemente negar una realidad: la existencia de un conflicto no resuelto con las nacionalidades históricas y que se expresa de todas las formas posibles, si no hubiese ningún problema nacional en el Estado español, ¿por qué hay terrorismo individual? ¿Por qué los sindicatos nacionalistas vascos son mayoría en Euskadi? ¿Por qué se celebró dicho debate?

Como hemos afirmado repetidas veces, la única política que conoce el PP y que están dispuestos a llevar a cabo es la de la represión. La suspensión de la autonomía vasca como propugnaba el PP, sacar el ejército a la calle para defender la “unidad patria” como propuso Fraga o meter a la cárcel al Lehendakari o a la Mesa del Parlamento vasco por llevar a cabo una consulta, como reclaman los “populares” impulsaría el desarrollo de tendencias centrífugas en el Estado español, que se vería cada vez más sacudido por una inagotable fuente de conflictos. La política reaccionaria del Partido Popular, llevada hasta sus últimas consecuencias, provocaría la balcanización del Estado español. Sería la misma que la de Bush en Iraq, Sharon en Palestina y Putin en Chechenia, donde tras años y años de exterminio se está lejos de alcanzar una solución. Esta es la razón por la cual la dirección del PSOE está optando por marcar distancias del PP, procurando evitar una mayor polarización en líneas nacionales que beneficiaría al PP y al PNV.

Nos guste o no, miles de ciudadanos de las nacionalidades históricas, Euskal Herria, Galiza y Catalunya reclaman la independencia. Y la responsabilidad de que esto sea así descansa enteramente en el carácter particularmente reaccionario de la burguesía española, que aplicó su programa de mano dura contra la lengua y la cultura vasca durante 40 años de represión franquista y en décadas de recortes sociales, precariedad y privatizaciones. Lenin insistía en que en última instancia la cuestión nacional es una cuestión de pan.

En este sentido, mayores cotas de democracia, autonomía y progreso servirían para unir férreamente a todas las nacionalidades, pueblos y culturas que existen en el Estado español. Pero eso sólo sería posible con una Federación Socialista de Nacionalidades Ibéricas, unidas en pie de igualdad.

Por el contrario, bajo el capitalismo -con sucesivos recortes de los derechos democráticos, más represión e ilegalizaciones, junto a una destrucción del estado de bienestar y un crecimiento del número de pobres y de jóvenes que no pueden acceder a una vivienda y un trabajo digno y de calidad- se agudizan las tendencias centrífugas. Esta es la cuestión.

Depurar el aparato estatal y derogar la Ley de Partidos

El carácter profundamente reaccionario y retrógrado de la burguesía española y del principal partido que la sustenta, el PP, ha quedado perfectamente reflejado en el trato vejatorio por parte de un grupo afiliados “populares” al ministro de defensa Bono y a la dirigente del PSOE Rosa Díez, en una manifestación celebrada en Madrid en apoyo a las víctimas del terrorismo.

Bono, al igual que Rosa Díez, representan al ala más a la derecha del PSOE, como demuestra que desde su cargo apelase a la utilización del Artículo VIII de la Constitución española frente al Plan Ibarretxe, al igual que lo hace el PP. Pero su programa derechoso les ha servido de muy poco.

El PP ha reaccionado con absoluto descaro, defendiendo a sus rabiosos provocadores como “víctimas” de la represión policial. Es el mundo al revés. En realidad, con un lenguaje lindante al más puro fascismo, el PP legitima políticamente esas agresiones y otras mucho más graves, protagonizadas por grupos abiertamente fascistas. No es ninguna casualidad que se esté produciendo un incremento de las agresiones fascistas a inmigrantes y militantes y jóvenes de la izquierda, como la brutal paliza propinada en Donosti a un militante de Aralar por fascistas miembros de una unidad paracaidista del ejército español o el reciente apuñalamiento de un militante de las Juventudes Comunistas en Guadalajara.

Los derechos democráticos los consiguió la clase trabajadora arrancándoselos a la dictadura, pero ninguno de los Gobiernos del PSOE ha procedido a una depuración del aparato del Estado. Esa es una tarea pendiente que el Gobierno de Zapatero debería llevar a cabo si no desea que incidentes más graves se den en el futuro. Hay que depurar de arriba abajo todo el aparato estatal de fascistas y torturadores, permitir que la democracia entre en los cuarteles y comisarías reconociendo los derechos de sindicalización, manifestación y huelga y exigir el control democrático por parte de las organizaciones obreras de las academias de policía. Es una vergüenza que pretendan meter casi 700 años de cárcel a un grupo de jóvenes abertzales de Segi-Haika-Jarrai por quemar cajeros y que Rodríguez Galindo, que torturó hasta la muerte a Lasa y Zabala para luego enterrarlos en cal viva, siga tranquilamente en su casa.

El Gobierno del PSOE debería derogar ya la legislación regresiva que el PP ha aplicado los últimos años, como la Ley antiterrorista y la Ley de Partidos, ya que la represión jamás logrará solucionar un problema político como es la cuestión nacional en el Estado español. La lucha por los derechos democráticos y la lucha por una sociedad socialista es una y la misma lucha.

El terrorismo individual, un callejón sin salida

Ni en Irlanda ni en Euskal Herria décadas de bombas y atentados han logrado otra cosa que fortalecer y servir a la reacción. Los éxitos que se arroga ETA a lo largo de su historia, como la caída de la dictadura tras el asesinato de Carrero Blanco, el cierre de la central nuclear de Lemóiz y la negociación sobre la autovía de Leizarán solo han servido para ocultar el gigantesco movimiento de masas por parte de la clase trabajadora, la juventud, los sectores más oprimidos de la sociedad que han sido, son y serán la clave para cambios decisivos.

Las movilizaciones de masas que sacudieron el país con motivo de los atentados del 11 de Marzo y que dieron al traste con el gobierno del PP tres días después han modificado sustancialmente el panorama político. Nada es igual tras aquella titánica explosión social.

Desde el 11-M la organización armada ha sido capaz de poner una serie de bombas en toda la geografía estatal, lo que significa que la acción policial ha podido mermar su capacidad operativa pero no liquidarla. Este es un hecho objetivo. Por la vía represiva y policial jamás se solucionará un problema político. El aspecto fundamental que ha llevado a que ETA no haya cometido en el último año atentados mortales de necesidad como en el pasado es porque la organización armada siente sobre sí misma la contundente movilización de masas que liquidó al Gobierno del PP.

El terrorismo individual solo ha logrado que Euskal Herria esté más dividido que en ningún otro momento y la propia ETA más débil y aislada que nunca como reconoció recientemente un sector del colectivo de presos vascos.

Los jóvenes, trabajadores y mujeres de Euskal Herria hemos podido comprobar como el terrorismo individual ha servido para que el PP creciese y para que la reacción campase a sus anchas, impulsando todo tipo de leyes regresivas y recortes de los derechos democráticos que han llevado a la ilegalización de la izquierda abertzale, una medida impensable hace dos décadas.

Los marxistas, contra el Plan Ibarretxe

El PNV lanzó el Plan Ibarretxe con la intención de tomar la iniciativa política y evitar que la ilegalización de Batasuna, que ellos se han encargado de llevar a cabo concienzudamente, fuese el epicentro de la política en Euskal Herria durante los últimos tres años.

El momento y la forma en que se presentó dicha propuesta dejaba de manifiesto que el objetivo del mismo no era lograr la autodeterminación para Euskadi. De lo que se trataba era de dotarse de un Plan para debilitar a la izquierda abertzale en el frente político mientras el PP, PSOE, Garzón y la Ertzaintza se afanaban por llevar a cabo su progresiva ilegalización con la perspectiva de convertirla en un movimiento marginal.

La mera presentación de este Plan permutó al PNV de verdugo -reprimiendo manifestaciones y cerrando sedes abertzales hundiendo sus puertas a golpe de maza- en abanderado del “derecho a decidir de los vascos” y víctima del centralismo, de los jueces y del Tribunal Constitucional.

La política represiva hacia la izquierda abertzale parece haber sido meticulosamente diseñada. Les han quitado las siglas, el dinero, los medios de comunicación como Egin y Egunkaria, las sedes… No solo eso, todo lo que pudiese estar o parecer siquiera cercano a ellos como AEK, los Gaztetxes, las Herriko Tabernas, todo absolutamente todo, está siendo perseguido dejando en la indefensión a centenares de trabajadores implicados, pero por si todo esto no fuese suficiente, con el Plan Ibarretxe el PNV ha logrado quitarles el protagonismo y el aparecer como los principales sujetos de la represión. Ya no se habla de la ilegalizada batasuna, no se habla del recorte de los derechos democráticos de manifestación y de expresión, que no afectan solamente a la izquierda abertzale sino a todas las organizaciones. Se habla del Plan Ibarretxe y, tras su debate en el Congreso de los diputados, el PNV adelanta las elecciones vascas buscando hacerse con sus votos.

Pero tan importante como esto es que mientras el Plan Ibarretxe concentra la atención de los medios de comunicación, la burguesía vasca ha podido aplicar su política de recortes sociales y privatización del sector público como el decreto de 0 a 3 años en la educación pública.

El Plan Ibarretxe se ha presentado de forma grotesca como una puerta a la independencia del País Vasco y no hay nada más lejos de la realidad. Aunque una y otra vez afirma “el respeto al derecho del Pueblo Vasco para decidir su futuro”, la burguesía vasca es perfectamente consciente de que ni diplomática ni militarmente puede lograr la independencia del Estado español. En primer lugar, por el carácter de un Estado que en la guerra civil se hizo con Euskadi “por pura y simple conquista militar”. En segundo lugar porque la burguesía vasca quiere un trozo mayor pero no romper la tarta. En tercer lugar porque la burguesía española, que busca mercados por todo el mundo, jamás aceptará perder una de sus zonas más ricas y por último porque la burguesía europea no tiene ningún interés en apoyar tendencias segregacionistas dentro de la UE, como muestra su apoyo a los Estados actuales en defensa de la unidad territorial en la Constitución Europea, que se vota el día 20 y a la que el propio PNV dará un SI muy significativo por cierto, “para dar una imagen de normalidad”.

Los marxistas no estamos contra el Plan Ibarretxe por las mismas razones que el PP, que adopta una postura reaccionaria, o la del PSOE y Llamazares con una postura liberal. Estamos en contra del Plan Ibarretxe porque no defiende consecuentemente los derechos democráticos del pueblo vasco.

Carta abierta de Batasuna a Zapatero

La carta abierta que Batasuna remitió a Zapatero demuestra el callejón sin salida en el que está instalada la dirección de la izquierda abertzale, que tras los pactos de Lizarra dio apoyo parlamentario al Gobierno vasco a cambio de promesas siempre incumplidas y entregó gratuitamente al PNV la iniciativa política.

La dirección de Batasuna asombra a propios y extraños con esta carta, ya que gira tanto a la derecha que deja al PNV a su izquierda: “Si el señor Zapatero decide convertirse en el Tony Blair español, que resuelva definitivamente el conflicto político y armado que tiene el Estado español con Euskal Herria, debe saber que la actitud de Batasuna y de toda la izquierda abertzale le acompañará en todo momento para que ese escenario fructifique y se abra paso un escenario de paz justa, estable y duradera en nuestro país”. ¿Quién se podía imaginar a la dirección de Batasuna con Tony Blair? Parece de broma. ¿Le acompaña también a las Azores, a la sangrienta guerra imperialista en Iraq?

Es una exageración obviamente, pero hay que pensar en lo que se escribe y esta carta parece hecha con mucha precipitación.

Así que Tony Blair ha resuelto definitivamente el conflicto irlandés. Pues no lo sabíamos. Las últimas noticias que llegan de Irlanda, reflejadas en la prensa el 3 de febrero es que “el Ejército Republicano Irlandés (IRA) anunció ayer que abandona el programa establecido por los gobiernos británico e irlandés para completar su proceso de desarme. En plena crisis del proceso de paz en Ulster, la banda afirmó en un comunicado que sus obligaciones para entregar e inutilizar sus armas ‘completamente’ han acabado debido a que Londres y Dublín no han cumplido sus compromisos con el acuerdo del Viernes Santo (1998)” ¡Qué cruel paradoja!

¿Cómo puede la dirección de Batasuna citar a Tony Blair como un modelo para Zapatero? Tony Blair, el amigo personal de Aznar y Bush, ha llevado a cabo una política desastrosa desde el punto de vista de la izquierda apoyándose en la legislación antisindical ha privatizado los ferrocarriles, la sanidad y es el perro faldero del imperialismo americano en la guerra de Afganistán y más reciente en Iraq. Su amistad y su relación tan estrecha con Aznar y Bush no es ninguna casualidad, por el contrario, responde al modelo del imperialismo decadente británico del que Tony Blair ha sido un fiel seguidor.

Pero si lo que quiere expresar la dirección de la izquierda abertzale es que Tony Blair dió luz verde al proceso de paz irlandés también da una visión absolutamente distorsionada de la realidad.

En primer lugar porque el llamado proceso de paz en Irlanda no lo es sino en la medida en que el IRA tiró la toalla después de que décadas de sectarismo, terrorismo individual y sufrimiento no provocasen otra cosa que un abismo del que era imposible salir a no ser por la vía de una revolución social que los dirigentes del Sinn Fein, como al parecer los de Batasuna, son incapaces siquiera de imaginar.

Los acuerdos de Stormont son un fiasco absoluto desde el punto de vista de la defensa de la unidad de Irlanda, de la retirada de las tropas británicas, y más aún de la paz.

Cuando se dice que dichos acuerdos garantizan el derecho a la autodeterminación se oculta que dicho derecho aplicado al norte de la isla fue una garantía exigida por el sector unionista, que es mayoritario, con el fin de garantizarse que sin su permiso jamás se separarían de Gran Bretaña.

Cuando se habla de la unidad territorial no se dice que lo logrado por los acuerdos de Viernes Santo es la formación de un simple Consejo, sin atribuciones, donde están representantes irlandeses, galeses, escoceses e ingleses.

Cuando se afirma que se ha logrado una autonomía no se menciona que, para empezar, lleva suspendida dos años, que conforma un Gobierno de coalición sobre bases sectarias donde están presentes católicos y protestantes de derechas y de izquierdas, que lógicamente es un corsé para avanzar socialmente y que el problema sigue sin solucionar.

El ejemplo de Irlanda

Si se puede hablar de un proceso de paz en Irlanda del norte es porque hay efectivamente un alto el fuego en cuanto a bombas y atentados, no en cuanto al sectarismo practicado tanto por los unionistas protestantes con el apoyo del ejército como por los católicos con palizas, robos y hasta asesinatos que durante décadas ha sumido a la sociedad en un profundo callejón sin salida de división, atrocidades y sectarismo. Este alto el fuego no responde a la visión de estadista de Tony Blair sino al agotamiento de una lucha estéril donde ni el Estado británico ha podido vencer mediante la represión ni el IRA puede lograr una victoria frente a los instrumentos mucho más poderosos del Estado.

La carta de Batasuna continúa: “Queremos mostrarle nuestra preocupación por la deriva que está tomando su actuación política cimentada en el Pacto Antiterrorista, la Ley de Partidos, la proliferación de medidas judiciales y represivas que agravan la situación del conflicto. Entendemos que no es ése el camino; es pues momento para los hombres y mujeres de Estado; es momento para elegir entre el pacto con los sectores más reaccionarios o elegir el camino de la democracia”.

¿Hombres y mujeres de Estado? Vivimos en un Estado burgués con una constitución que propugna la unidad territorial en base al Ejército y en una democracia burguesa. ¿Por qué ni se menciona aquí la palabra socialismo? Es precisamente la derecha la que le pide a Zapatero que sea un hombre de Estado y, por cierto, la izquierda abertzale ha sido ilegalizada por razones “de Estado”. Podían haberle dicho a Zapatero que fuese un socialista consecuente y defendiese el programa del PSOE en el Congreso de Suresnes, celebrado en octubre de 1974. Ya que la dirección de Batasuna no lo hace lo haremos nosotros:

“Ante la configuración del Estado español, integrado por diversas nacionalidades y regiones marcadamente diferenciadas, el PSOE manifiesta que:

“1.- La definitiva solución del problema de las nacionalidades que integran el Estado español parte indefectiblemente del pleno reconocimiento del derecho de autodeterminación de las mismas que comporta la facultad de que cada nacionalidad pueda determinar libremente las relaciones que va a mantener con el resto de los pueblos que integran el Estado español.

“2.- Al analizar el problema de las diversas nacionalidades el PSOE no lo hace desde una perspectiva interclasista del conjunto de la población de cada nacionalidad sino desde una formulación de estrategia de clase, que implica que el ejercicio específico del derecho de autodeterminación para el PSOE se enmarca dentro del contexto de la lucha de clases y del proceso histórico de la clase trabajadora en la lucha por su completa emancipación.

“3.- El PSOE se pronuncia por la constitución de una República federal de las nacionalidades que integran el Estado español por considerar que esta estructura estatal permite el pleno reconocimiento de las peculiaridades de cada nacionalidad y su autogobierno a la vez que salvaguarda la unidad de la clase trabajadora de los diversos pueblos que integran el Estado español”.

A este programa le falta hablar claramente de socialismo. ¿Pero, de qué habla la dirección de la izquierda abertzale?

Seguimos con la carta: “Batasuna no está planteando un frente nacionalista vasco que imponga una solución unilateral del conflicto. Batasuna plantea un acuerdo entre nacionalistas y no nacionalistas, un acuerdo que debe contar con la adhesión y el respeto de las distintas sensibilidades existentes en el pueblo vasco”.

¿Qué acuerdo persigue la dirección de Batasuna? Entre los vascos hay clases sociales, burgueses y trabajadores y lo mismo a nivel estatal y cada clase tiene sus intereses específicos que en este conflicto, y como hemos explicado, son antagónicos. La burguesía española jamás aceptará la independencia. Sin la posibilidad de independencia no se puede hablar de derecho de autodeterminación. La clase trabajadora tiene la solución luchando por el socialismo.

La dirección de Batasuna parece referirse a que se lleve a cabo algún tipo de consulta “de común acuerdo” sin embargo bajo el capitalismo un referéndum por sí mismo no solucionaría nada como no lo han hecho los dos celebrados en Quebec.

La dirección de Batasuna está en un callejón sin salida porque el problema de fondo es que siente una profunda desconfianza en la capacidad de la clase trabajadora para transformar la sociedad y conquistar los derechos democráticos, incluido el derecho de autodeterminación para las nacionalidades históricas. Por esa razón buscan acuerdos con el PNV o negociar casi cualquier cosa con el Estado.

Las masas que están llevando una revolución en Venezuela son conscientes de que para triunfar hace falta extenderla al resto de América Latina y al resto del mundo. Los cambios sucedidos tras el 11 de Marzo colocan a la clase obrera y la juventud en el Estado español y muy particularmente en Euskal Herria en la línea de salida de un proceso similar en Europa en un futuro no muy lejano. Los ataques a la clase obrera con la excusa de la Constitución europea, destruyendo las conquistas logradas en el pasado, antes o después provocarán movilizaciones y luchas que acabarán adquiriendo un carácter revolucionario. Los marxistas de El Militante hacemos un llamamiento a cualquier joven, mujer y trabajador con conciencia de clase a prepararse para dichos acontecimientos organizándose con nosotros avanzando en las ideas y los métodos del marxismo revolucionario y del socialismo científico.