Talleres textiles clandestinos

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La muerte en un incendio de 6 inmigrantes bolivianos en un taller textil clandestino, 4 de ellos chicos de corta edad, en la madrugada del 31 de marzo, refleja la expresión más sangrante de la esclavitud asalariada sobre la que se sustenta el sistema capitalista.

La expresión más extrema de la esclavitud asalariada

La muerte en un incendio de 6 inmigrantes bolivianos en un taller textil clandestino, 4 de ellos chicos de corta edad, en la madrugada del 31 de marzo, refleja la expresión más sangrante de la esclavitud asalariada sobre la que se sustenta el sistema capitalista.

Sólo en la Capital y el Gran Buenos Aires funcionan cerca de 1.600 talleres textiles clandestinos, que emplean aproximadamente a más de 15.000 trabajadores y mueven un negocio anual de US$ 700 millones. Se calcula que estos talleres clandestinos proveen el 50% de todas las prendas del sector.

La explotación que sufren miles de trabajadores esclavos en estos talleres son pavorosas, trabajando entre 15 y 18 horas diarias, comiendo y durmiendo en los mismos lugares de trabajo con toda su familia, chicos incluidos, como los que murieron en el trágico incendio del barrio de Caballito. Sus salarios suelen oscilar entre los $200 y los $400, frente a los $700-$900 del promedio del sector formal para una jornada semanal promedio de 45 horas.

Estas cifras indican una cosa clara. No es posible que un negocio clandestino que provee del 50% de todas las prendas que se confeccionan en el país pueda ser un sector marginal en la producción textil nacional. Está claro que estos talleres clandestinos forman parte necesaria de la cadena de la producción textil argentina, coordinada y regimentada, no por un puñado de pequeños empresarios corruptos y desaprensivos, sino por los grandes fabricantes y comerciantes de prendas y vestidos del país. Lo fundamental de su producción está destinada a los encargos de las grandes firmas textiles y grandes comercios de ropa..

Además, como en el caso de Cromañón, se probó la existencia de coimas a la Policía Federal para que hiciera la vista gorda. Es un verdadero escándalo que, habiendo 250.000 establecimientos productivos con trabajadores asalariados en la Ciudad, sólo haya 50 inspectores de Higiene y Seguridad del Trabajo. Tampoco la dirigencia gremial del sindicato movió un dedo en todos estos años para denunciar esta situación que ellos conocían perfectamente, ni para organizar sindicalmente a estos trabajadores para luchar por sus derechos.

Desde El Militante estamos incondicionalmente a favor de la regularización de todos los trabajadores inmigrantes. Pero rechazamos la solución de amnistiar a los dueños de los talleres, o que les saquen o reduzcan los impuestos patronales y las cargas de la Seguridad Social, para que sigan extrayendo sus superganancias.

Lo que exigimos es el cierre de estos talleres que no gocen de las condiciones mínimas de seguridad e higiene en el trabajo, que no haya ni un solo despido, y que todos los trabajadores ingresen sin excepción al Convenio Colectivo de Trabajo. En el caso de los talleres clausurados o que no quieran o no puedan sumarse a estas condiciones, el Estado debe expropiar sus máquinas sin indemnización, salvo en casos de necesidad comprobada, y conformar una empresa estatal textil, a la que ingresen todos los trabajadores afectados bajo convenio, y que sea administrada y gestionada por estos mismos trabajadores.