Los recientes y dramáticos acontecimientos que involucraron a manifestantes saharauis cerca de la ciudad de El Aayiún, donde ciudadanos pobres se enfrentaron a las fuerzas de seguridad armadas, y que provocó la muerte de alrededor de una docena de personas, heridas a varios cientos y la detención de más de un centenar, ponen de relieve la difícil situación del pueblo saharaui. Publicamos aquí un relato y un análisis de los marxistas marroquíes de estos acontecimientos.
Introducción de Jordi Martorell
El 8 de noviembre, fuerzas marroquíes atacaron el campamento de protesta de Gdim Izik, en las afueras de la ciudad de El Aaiún,en el Sáhara Occidental, y lo desmantelaron completamente. El campamento fue establecido alrededor de toda una serie de demandas sociales (casas, puestos de trabajo, etc.) y en general para exigir algo que decir sobre el uso de los recursos del Sáhara Occidental por su población. Hasta 20.000 personas vivían en el campamento cuando fue destruido por las fuerzas marroquíes.
Publicamos aquí una declaración por la Liga Comunista de Acción, la sección marroquí de la Corriente Marxista Internacional. Los compañeros adoptan una posición internacionalista correcta sobre este tema, expresan su solidaridad con las demandas de los manifestantes saharauis y defienden el derecho de autodeterminación para el pueblo saharaui. Esta posición va en contra de la posición chovinista de la izquierda marroquí, que durante décadas ha capitulado a la monarquía en éste y otros temas.
El campamento de protesta de Gdim Izik no fue organizado por la dirección del Frente Polisario y le tomó por sorpresa, fue también un reflejo del cansancio del pueblo saharaui con las interminables negociaciones y conversaciones patrocinadas por la ONU sobre el futuro del Sahara Occidental. Estas conversaciones han venido sucediéndose durante casi veinte años y no han llevado a ninguna parte. También es importante señalar que el hecho de que el campamento de protesta estuviera centrado en las cuestiones sociales creó las condiciones para que el movimiento conectara con los trabajadores y los jóvenes marroquíes que están también en lucha por cuestiones similares, y rompe el chovinismo nacional fomentado por el régimen marroquí.
Este es realmente el único camino posible para el pueblo saharaui. Las potencias imperialistas, principalmente los Estados Unidos y Francia, apoyan a Marruecos, que es un aliado clave entre los países árabes. La guerra de guerrillas que llevó a cabo el Frente Polisario durante 15 años terminó en tablas y llevó a las conversaciones de paz patrocinadas por las Naciones Unidas. Después de 20 años seguidos de conversaciones que no han conducido a ninguna parte, hay un comprensible sentimiento de frustración e ira creciente entre los saharauis y algunos están agitando por la reanudación de la guerra de guerrillas. Tenemos el deber de advertir que una táctica como esa tampoco llevaría a ningún lado.
La única vía que puede ofrecer una solución a la lucha del pueblo saharaui es un movimiento de masas que combine las demandas nacionales con las demandas sociales, y que mantenga una orientación consciente para relacionarse con la lucha de los trabajadores y la juventud marroquíes. A menos que los saharauis consigan romper la unidad nacional en Marruecos en las líneas de la clase, nunca conseguirán su liberación nacional. La situación en Marruecos está madura para que una estrategia de este tipo encuentre un eco. En los últimos años hemos visto repetidos levantamientos y movimientos de masas en diferentes partes de Marruecos (durante el ataque a Gaza, la intifada de Sidi Ifni, etc.). Se trata de la única perspectiva realista para la lucha del pueblo saharaui.
La brutal represión del campamento de protesta de Gdim Izik muestra cuánto miedo tiene el régimen marroquí a una protesta de este tipo, precisamente a causa de su potencial de propagación hacia el mismo Marruecos. Como los compañeros de la Liga Comunista de Acción dejan claro, esto no significa que tomemos un punto de vista de pacifista. Por el contrario, la brutal represión del régimen marroquí debe ser resistida, pero la resistencia debe basarse en la lucha de masas. Deben organizarse Comités de Autodefensa basados en las masas organizadas y bajo su control a través de comités democráticos de lucha.
Por último, debemos denunciar la hipocresía pestilente de la derecha española [el Sáhara Occidental fue colonia española hasta 1975], el Partido Popular, que ha salido “a favor de los saharauis” y contra el régimen marroquí. Este es el partido heredero del régimen de Franco en España que continúa su tradición de opresión más brutal de los derechos democráticos de las nacionalidades del Estado español. Se trata del partido que cuando estaba en el poder en 2002, organizó un conflicto imperialista ridículo con Marruecos sobre la deshabitada isla de Perejil (Laila), frente a la costa de Marruecos, con la única intención de hacer valer sus derechos como un antiguo poder imperial. Se trata del partido que tiene una actitud racista hacia los marroquíes y otros inmigrantes en España, a quienes quieren mantener en condiciones ilegales para mejor explotar como mano de obra barata y para utilizarlos como chivos expiatorios para la crisis del sistema capitalista. No son amigos del pueblo saharaui y no debe permitirse que aparezcan como tales por el movimiento de solidaridad.
Junto con el informe y la declaración de los compañeros de la Liga Comunista de Acción de Marruecos, véase también el documento de La lucha de los saharauis, historia y perspectivas, escrito originalmente en el año 2002, que proporciona un análisis marxista de la cuestión del Sáhara Occidental.
Cronología de los acontecientos
El movimiento de protesta fue lanzado el 10 de octubre, después de que un grupo de familias y de jóvenes saharauis anunciara la creación de un campamento en un área a, aproximadamente, 12 km fuera de la ciudad de El Aaiún, llamado “Gdim Izik”. En un principio, el número de tiendas de campaña no eran más de 30 y las autoridades no le prestaron mucha atención. Pero, pronto, miles de manifestantes se unieron el campamento, elevando en pocos días el número de tiendas de campaña a miles -más de 6000– que representaban alrededor de 7.000 hogares y casi 20.000 manifestantes. La mayoría de ellos eran antiguos residentes de la ciudad chabolista de al-Wahda.
Estos hombres y mujeres, que han padecido el rechazo durante muchos años, se levantaron a luchar por sus demandas legítimas. Se enfrentaron a la represión constante y al desprecio de cada movimiento de protesta por los cuarteles militares que rodean la ciudad y el bloqueo informativo de los medios de comunicación oficiales, e incluso de los medios de comunicación “independientes”.
Un activista de izquierda le dijo a la revista marroquí Tel Quel que había habido una “acumulación de ira durante meses”, y que “los manifestantes habían intentado inicialmente sensibilizar a los funcionarios de la ciudad, llamando a varias puertas, pero fue en vano. Nadie quería escucharles”. Uno de los manifestantes le dijo al periódico español El Pais: “Continuaremos nuestra lucha hasta conseguir nuestras demandas legítimas para vivir con dignidad en nuestra patria.”
Lo que es realmente impresionante es el alto grado de organización demostrada por los manifestantes. Formaron un Comité para supervisar el funcionamiento del campamento, compuesto por nueve personas: ocho hombres y una mujer, todos menores de cuarenta años de edad, la mayoría de las cuales está desempleada. Los manifestantes han sido capaces de organizar el campamento con una Comisión para recoger basura, otra para proteger el campamento, otro para regular la distribución de agua, alimentos; y para mantener la moral, así como una Comisión de salud, etc..
La reacción del Estado marroquí
Al principio el régimen marroquí, con la ayuda de los ancianos tribales, intentó alcanzar un compromiso para desmantelar el campamento haciendo algunas promesas –después de que se dieron cuenta de que el movimiento estaba propagándose como un reguero de pólvora y de que hubiera intentos de establecer campamentos similares al este de Smara y lo mismo por algunas personas en Tarfaya, Boujdour, etc. Intentaron abrir canales de diálogo porque la situación se había convertido muy embarazosa y la gente común empezaba a hacerse algunas preguntas, tanto en Marruecos como en el resto del Sáhara Occidental, muchos de los cuales enfrentan a problemas similares. El Ministro del Interior de Marruecos supervisó personalmente las conversaciones. El Estado marroquí hizo una serie de promesas a los manifestantes, tales como la distribución de 600 lotes de tierra a algunas de las viudas, así como el reparto de tarjetas para la Reconstrucción Nacional (un ente estatal de obras públicas) y se comprometió a resolver todos los problemas de los manifestantes, a condición de que el campamento se desmantelara, y al mismo tiempo lanzó una masiva campaña de propaganda alrededor de estas ofertas en los medios de comunicación burgueses.
Pero nada de esto había logrado el efecto deseado. Los manifestantes rechazaron el intento de las autoridades por dividirlos e insistieron en que se resolvieran todos los problemas antes de cualquier desmantelamiento del campamento. Frente a esta resistencia el régimen marroquí movilizó miles de tropas, las fuerzas auxiliares y la policía, y sitió el campamento. Todos ellos participaron en provocaciones constantes contra los manifestantes y los aterrorizaron constantemente en el campamento, erigieron barreras que rodearon el campamento y establecieron puestos de control en las afueras del mismo que sobrevolaban con helicópteros. Su objetivo era impedirles a los saharauis y a los activistas en solidaridad que alcanzaran el campamento, y cortar la vía de suministros. El periódico español El País informó cómo “este bloqueo llevó a la falta de alimentos, agua potable y a la propagación de enfermedades.”
Tras el fracaso de sus maniobras, la única opción que le dejó abierta al régimen marroquí fue la brutal represión. El campamento ya duraba diez días y estaba haciéndose más fuerte cada día. En este contexto, Mohammed VI pronunció un discurso el 6 de noviembre de 2010. Su mensaje fue claro: “no toleraré a los enemigos de la integridad territorial, sean de dentro o de fuera de la nación.” Se trataba de anunciar la luz verde de la autoridad suprema del país y del comandante de las fuerzas armadas, para utilizar cualquier método que fuera necesario para desmantelar el campamento.
Eso fue lo que ocurrió, después de que los medios de comunicación del Estado extendieran la “noticia” de que los saharauis habían desmantelado el campamento, y que sólo un pequeño grupo permanecía atrincherado trabajando a las órdenes del “Polisario” y de Argelia. Aproximadamente, a las seis de la mañana del 8 de noviembre, miles de integrantes de las fuerzas de represión, armados, atacaron a los manifestantes. Algunos testigos informaron a los medios de comunicación de que la intervención contra el campamento de “Gdim Izik” fue llevada a cabo por escuadrones mixtos de infantería, al amparo de cañones de agua y con el uso de granadas de humo pesadas y balas de goma. Frente a este ataque, los jóvenes del campamento se defendieron a sí mismos con todos los medios a su disposición, piedras y cuchillos.
Las calles de El Aaiún se levantaron para defender a los manifestantes, y la ciudad fue testigo de la desobediencia civil durante dos días, los días 7 y 8 de noviembre. A continuación, por primera vez desde el comienzo de la protesta, los saharauis alzaron las banderas de la República saharaui, y los manifestantes luchaban con cócteles Molotov y botellas de gas, mientras que las fuerzas represivas utilizaron balas de goma y gases lacrimógenos. Los jóvenes también organizaron barricadas en todas las carreteras y quemaron neumáticos para cortar el paso a las fuerzas de seguridad. Muchos bancos y tiendas y la sede de las instituciones del gobierno fueron atacadas, así como el canal regional de televisión de El Aaiún, que fue quemado. La bandera marroquí fue derribada y se izó la bandera saharaui. Las fuerzas de represión declararon un toque de queda nocturno en diversas partes de la ciudad. Los puntos más importantes de los enfrentamientos fueron la calle de Smara -una calle principal de la ciudad- además de otras calles, Kaskikima, Ras Al Khaimah, Matar, Tan Tan y Amal, etc..
Estos enfrentamientos dejaron varios muertos y heridos en ambos bandos, pero es difícil determinar el número de víctimas debido a las noticias contradictorias procedentes de distintas fuentes. Mientras que la nueva Agencia Árabe del Magreb anunció que el número de muertos fue 12, incluyendo 10 de las fuerzas de seguridad, los medios de comunicación del Frente Polisario confirman que el número fue de 11 ciudadanos saharauis muertos y 723 otros heridos en distintos grados de gravedad, además de la desaparición de 159.
El Presidente de la rama de El Aaiún de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos, Hammoudi Iekiled, destacó la dificultad de determinar si hubo más muertes, o “una campaña de arrestos arbitrarios masivos” en varios distritos en la ciudad de El Aaiún. También es difícil determinar el número de detenidos. Hasta ahora, el Ministro marroquí del Interior ha publicado una declaración diciendo que “llevaría en una primera etapa a 77 elementos a la justicia, que transferirá a seis de ellos al tribunal militar, otros 64 más están pendientes de investigación, y que decidió liberar a otros siete”. Señaló que “13 de los detenidos ya tenían condenas previas”. Añadió que “en una segunda etapa, transferiría otros 36 detenidos a la Corte”, elevando a 113 el número de detenidos que el régimen marroquí ha declarado.
Solidaridad
Este movimiento de protesta y la represión que le siguió creó una gran ola de solidaridad en casa y en el extranjero. El miércoles, algunos trabajadores de la mina de fosfato de Boukraa expresaron su solidaridad con los manifestantes y plantearon como uno de sus eslóganes en las reuniones el de “la riqueza del Sahara para los saharauis”. Según algunos medios de comunicación internacionales, el jueves 18 de noviembre, algunos jóvenes formaron un Comité de solidaridad con los manifestantes en Sidi Ifni.
Otras ciudades saharauis también fueron testigo de otras iniciativas, como en Smara, Dakhla, etc., pero estos intentos fracasaron debido a la intervención de las fuerzas de represión. También hubo manifestaciones de solidaridad en varias ciudades españolas.
La posición de los partidos marroquíes y de los medios de comunicación
A raíz de estos acontecimientos, el periódico de la USFP (Partido Socialista) ha publicado un artículo titulado: “Los medios de comunicación de Argelia: tergiversación absoluta y falsificación de los hechos”. Desde el titular puede adivinase el contenido. Por su parte, la oficina política del Partido del Progreso y el Socialismo (ex – Partido Comunista) ha declarado que “es necesario responder con firmeza a todas las acciones, internas y externas, que llegan en un momento sospechoso, encaminadas a socavar la unidad y la estabilidad del país, a través de la explotación, demandas sociales normales por parte de separatistas que causan el caos y amenazan el orden público”.
La Unión Nacional de la Prensa Marroquí también denunció lo que llama “los actos de destrucción del canal regional El Aaiún a manos de hombres armados con espadas y cuchillos”. De acuerdo con una declaración emitida por la Unión, ésta condena enérgicamente lo que sucedió y considera que es un delito que no puede ser tolerado. Sin embargo, la Unión prefirió permanecer en silencio, por supuesto, sobre las acciones de las autoridades de Marruecos.
Hipocresía del imperialismo y del régimen argelino
Frente a esta situación, la posición del imperialismo, incluyendo el imperialismo español, ha sido ver y no hacer nada. El lunes pasado, hablando desde la capital boliviana, la Ministra de Asuntos Exteriores de España, Trinidad Jiménez, quien declaró que: “Es prematuro adoptar ninguna posición oficial sobre los ‘eventos de Laayounne’, en vista de las noticias contradictorias procedentes de las partes en conflicto” y destacó la necesidad de “moderación y un retorno” a la calma para centrarse en las negociaciones informales que comenzaron en Nueva York, y que traerá la calma a la región
Mientras tanto, el Presidente del Gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero, durante la reunión del Comité Ejecutivo del PSOE, dijo que España necesita adoptar una posición de equilibrio entre las partes en el conflicto del Sáhara Occidental, a fin de mantener excelentes relaciones con Marruecos y estar en consonancia con el papel de mediador de la ONU en el Sáhara, subrayando que era imposible para España abandonar a Marruecos, que es un vínculo entre Oriente y Occidente.
A su vez, el Secretario General del PSOE, durante la reunión, hizo hincapié en que era prematuro adoptar una posición oficial definitiva sobre los acontecimientos de El Aaiún, antes de conocer la verdad completa y el resultado del proceso de desmantelamiento del campamento de Gdim Izik.
El régimen argelino ha encontrado en los acontecimientos una oportunidad de expresar su “solidaridad” con la lucha del pueblo saharaui y “denunciar” la represión, etc.. Se trata de una maniobra hipócrita para tratar de obtener cierta legitimidad de las masas argelinas que simpatizan con el pueblo saharaui, y poner cierta presión sobre el régimen marroquí. Mientras tanto, continúa la represión dictatorial misma de las masas del pueblo argelino a las que impone hambre y opresión.
Las Naciones Unidas, por lo general, se han limitado a pedir a ambas partes, en las palabras del portavoz oficial del Secretario General, “moderación” y prudencia, y señaló que “la intervención de Marruecos en el campamento de protesta” podría estropear las conversaciones entre las partes.
Vale la pena mencionar la participación de un número de periódicos y de medios de comunicación españoles que han distorsionado los hechos y los datos, y han publicado fotos falsas acerca de los acontecimientos.
Nuestra posición
En primer lugar no podemos sino expresar nuestra total solidaridad con las demandas de los manifestantes saharauis, el derecho al trabajo, a una vivienda digna y adecuada, y nuestra defensa de principios del derecho del pueblo saharaui a su libre autodeterminación, y subrayamos una vez más que al hacerlo no estamos colaborando con el “enemigo externo” o deseamos la disolución de “nuestra patria” en entidades más pequeñas, ni las demás calumnias con que nos acusan nuestros enemigos. Lo hacemos por la defensa de un derecho fundamental de los pueblos; es decir, el derecho democrático a la libre autodeterminación, el derecho a elegir la separación o la unidad con otras naciones sin la fuerza ni la coerción de nadie.
Debemos dejar claro en este contexto que luchamos por una Federación Socialista Internacional, por la abolición de las fronteras entre los pueblos del mundo, y al mismo tiempo nos oponemos a la unidad forzada: la Unión forzada entre el amo y el esclavo, la unidad que reúne a la nación oprimida y a la nación opresora por la fuerza, el hierro y el fuego.
El estallido de las recientes protestas sobre la base de demandas como la vivienda, empleo, etc., muestran la corrección de la posición de los marxistas sobre la necesidad y la posibilidad de unificar las luchas del pueblo saharaui y del pueblo marroquí, y del resto de los pueblos de la región del Magreb, sobre bases de clase, lejos de un punto de vista nacionalista estrecho, por la abolición del capitalismo y la independencia del imperialismo. Es una llamativa demostración de la bancarrota de la táctica del terrorismo individual y de la lucha de guerrillas, y de la separación nacionalista, las bases sobre las cuales fue construido el Frente Polisario, lo que marca el comienzo de una nueva fase.
La brutal represión experimentada por el campamento demuestra que está en los intereses del pueblo saharaui el contribuir a la lucha de la clase trabajadora de Marruecos para el derrocamiento de la dictadura en Marruecos.
El grave deterioro observado en la batalla de los manifestantes, debido a la infiltración de elementos criminales involucrados en actos de vandalismo, que recurrieron incluso a actos de masacre y a orinar sobre los cadáveres con el ánimo de difamar a los muertos, etc, son una prueba evidente de la necesidad de organizar el movimiento sobre la base de los comités de lucha elegidos bajo el control de las masas.
Por supuesto, esto no significa que igualemos la violencia del agresor, el Estado marroquí y de la víctima, el pueblo saharaui. Nosotros no equiparamos la violencia del verdugo y la víctima, pero rechazamos los métodos y programas de terrorismo individual que intentan sustituir la lucha revolucionaria de las masas. No lo hacemos desde una perspectiva pacifista, sino porque consideramos que estos métodos son contraproducentes y no son válidos en la lucha por el socialismo, porque desacreditan la lucha revolucionaria y de liberación. Estos métodos sólo sirven a las fuerzas reaccionarias de ambos lados.
Fuente: marxy.com
Véase también: La lucha de los saharauis, historia y perspectivas (junio de 2002)