Rutas fuera de control: un negocio sobre ruedas

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El crecimiento económico tiene su correlato en el incremento del traslado, carga y descarga de mercaderías, y una mayor movilización de la población por aumento del empleo y mejores condiciones de vida. Esto supone, para una sociedad capitalista concierto desarrollo, contar con una importante red vial (numerosas rutas y autopistas) y sobre todo ferroviaria; estructuras que el país poseía y fueron destruidas.
Crecimiento económico vs desinversión crónica

El crecimiento económico del país está ligado a enormes ganancias empresariales que tributan una parte ínfima, aunque importante para las arcas del tesoro nacional a través de impuestos y retenciones extraordinarias, acompañado de altos precios internacionales y cosechas récord.
Sin embargo, esta catarata de dinero no llega ni por asomo a vislumbrar la posibilidad de reestructurar la lógica de acumulación de la burguesía argentina y las multinacionales. Esta lógica supone presionar o chantajear al Estado para mantener sus negocios, invertir preferentemente en obras focalizadas según el tipo de negocio, y no tanto en Obra Pública, y en subsidios estatales a actividades privadas. Cuando una economía como la argentina sale de la crisis descomunal a la que fue sometida, bien pronto se encuentra con graves problemas por el propio crecimiento, situación que surge del carácter absolutamente rapaz y parásito de la burguesía “nacional”.
Así, llegamos a los accidentes de tránsito que se cobran, morbosa y sórdidamente, miles de vidas cada año ¿Qué causas motivan esta fenomenal sangría?
El crecimiento económico tiene su correlato en el incremento del traslado, carga y descarga de mercaderías, y una mayor movilización de la población por aumento del empleo y mejores condiciones de vida. Esto supone, para una sociedad capitalista con cierto desarrollo, contar con una importante red vial (numerosas rutas y autopistas) y sobre todo ferroviaria; estructuras que el país poseía y fueron destruidas.
Por eso el tren bala a Rosario parece una burla a todos los trabajadores del país. Su costo (3000 millones de dólares) sería equivalente a poner en pie 8.000 Km de vías en el país, comunicando a cientos de pueblos aislados (800) y millones de personas; daría trabajo directo a, por lo menos 95.000 trabajadores ferroviarios (es lo que había en 1989, hoy hay 14.000). Además, descomprimiría las rutas y, como está probado, contaminaría mucho menos el ambiente.
Pero eso no conviene a los empresarios del transporte, por eso el Estado sólo pone la plata para su negocio.

Accidentes de tránsito ¿y de trabajo?

Superpobladas, entonces, las rutas por ausencia de trenes, hay más desidia todavía. Muchos de los accidentes de tránsito que vemos o escuchamos a diario, son en verdad ACCIDENTES DE TRABAJO. Hace algunas semanas, un micro de una empresa de Ómnibus no pudo salir en su turno, porque casualmente los pasajeros se enteraron de que los conductores no habían descansado lo indispensable, y se rehusaron a viajar a menos que les pusieran choferes descansados.
Con los camioneros ocurre lo mismo; deben hacer viajes solos, con tiempos muy breves para llegar y volver, pues eso les permite redondear un salario mayor.
Aun los colectiveros, si bien legalmente trabajan 8 hs, están sometidos a fuertes presiones por lograr un salario mejor y trabajan a veces 10 hs diarias o más, horas extras que además son pagadas en negro por las empresas.
Estos son los ritmos de producción que imponen las empresas de transporte a sus trabajadores, que más tarde o temprano terminan provocando verdaderas tragedias.
Además, el desastroso estado del transporte público de pasajeros, ha contribuido a la superpoblación automotriz de las calles de las ciudades más importantes del país.
Hay también un factor cultural en la incidencia de accidentes, qué duda cabe. Pero este factor no viene de la nada: lo impone la presión consumista del capitalismo que rodea su propaganda con cierto postmodernismo decadente.
A través de publicidades el mensaje es que no importa nada más si se puede llegar antes y más rápido.
Con velocidad, todo lo demás no importa.
No se entiende cómo existen autos que pueden viajar a 240 Km/hora cuando no existe una ruta que permita superar los 140 Km/hora, ni sistema de seguridad que le salve la vida a quién choca a esa velocidad o aún menos.

Planificar la economía para racionalizar el transporte

El caos del tránsito es inherente a la sociedad capitalista, como la sobreproducción anárquica de alimentos, de medicamentos, el desarrollo tecnológico incesante sobre la miseria y atraso de miles de millones de personas.
Es necesario abordar a fondo el problema de los accidentes de tránsito. Sin duda, desde lo cultural, para concientizar del peligro de la imprudencia y el desprecio por la vida al conducir de manera irresponsable. Pero aun con avances en ese sentido, el problema no decrecerá significativamente porque la sociedad capitalista hace y construye la cultura a su imagen.
Solo la planificación de la economía sobre bases socialistas podrá racionalizar el transporte de personas y mercaderías, con transporte público seguro, confortable, digno y barato para todos. Hay que sacar el transporte (rutas, autopistas y automotrices) de las manos lucrativas y sangrientas del capital privado, y ponerlo en manos de un Estado socialista y bajo control de sus trabajadores.
Las mayores frecuencias de una red ferroviaria nacional y de ómnibus y colectivos; la extensión, mejora y mantenimiento de rutas y autopistas, sería un empuje colosal para el desarrollo de las capacidades productivas y sociales de una Argentina socialista.