El acto estaba programado en el salón de actos de la facultad de Derecho, pero era tal la masa de gente y la expectación que, al final, los organizadores decidieron que Fidel saliera a las escalinatas, donde miles de personas llevaban horas aguardando. Con 20.000 personas en las escalinatas, la TV y la radio fueron obligadas a transmitir en directo el acto, que era visto por decenas de miles desde sus casas. El acto estaba programado en el salón de actos de la facultad de Derecho, pero era tal la masa de gente y la expectación que, al final, los organizadores decidieron que Fidel saliera a las escalinatas, donde miles de personas llevaban horas aguardando.
Con 20.000 personas en las escalinatas, la TV y la radio fueron obligadas a transmitir en directo el acto, que era visto por decenas de miles desde sus casas.
El discurso
Fidel habló largo y tendido, en un clima de respeto y admiración pocas veces visto. Para explicar la expectativa generada por su visita y la solidaridad del pueblo argentino con la Revolución Cubana: "la fuerza que dan las ideas, que da la verdad y que da una causa justa es que los pueblos se vuelven invencibles". Luego comentó extensamente los logros sociales llevados a cabo por la Revolución, entre ellos la infancia de los niños, un gravísimo problema para la América Latina capitalista. Se refirió a los programas educacionales que se están desarrollando en la isla, y la enorme cantidad de universitarios y otros logros sociales. Criticó lúcidamente al imperialismo en sus arrebatos sangrientos por controlar los recursos económicos de países débiles y la espantosa deuda externa que expolia a nuestros pueblos "es el Fondo Monetario y qué es el Banco Mundial y qué significa una deuda de 800.000 millones de dólares en América Latina… hace 40 años la deuda de América Latina era de 5 000 millones de dólares; Hoy es ciento sesenta veces mayor". Con respecto al ALCA sintetizó brillantemente: "quieren garantizar de nosotros tres cosas: materia prima, fuerza de trabajo barata, y, además, clientes"
Remarcó una y otra vez que no quería inmiscuirse en asuntos internos, pero dijo: "Nosotros no recomendamos fórmulas dogmáticas, no nos ponemos a recomendar que tengan tal y más cual sistema social. Conozco países con tantos recursos, que con el uso adecuado de los recursos no tendrían ni necesidad, vean, de hacer un cambio revolucionario con relación a la economía, de tipo radical, como el que ha hecho nuestro país"
Nosotros no estamos de acuerdo en este punto. El problema central del capitalismo no es la desigual distribución de la riqueza ni cómo se emplean los recursos, sino que esa riqueza producida por el sudor y sacrificios de obreros y campesinos, esos recursos que se mueven gracias a la mente y las manos de los trabajadores, todo lo producido por la sociedad va a parar a los bolsillos de unos pocos, y no por ninguna razón extraña o incapacidad de los gobernantes de turno, sino por la propiedad privada de los medios de producción, el carácter privado de esos recursos. Es la apropiación individual de la riqueza social la causa de las crisis económicas que golpean la vida de los trabajadores. Si aceptamos el criterio de Castro, la revolución socialista no sería necesaria, con lo cual deducimos que al no ser necesaria, no estaría engendrada por las causas objetivas del sistema capitalista. Entonces bastaría un poco de cordura y mesura.
La paradoja nos muestra que Cuba necesitó una revolución y la expropiación de los capitalistas, terratenientes y multinacionales para salir de la barbarie capitalista y de las garras del imperialismo, y si hoy puede pararse ante el mundo y presentar sus logros sociales, sería impensado sin la socialización de las fabricas y las tierras, base de la revolución. Incluso, no estamos de acuerdo con la apreciación implícita que hizo sobre Kirchner. Fue tremendamente positivo la derrota de Menem para las masas argentinas. Pero Kirchner, aunque algunos consideren que tiene "buena voluntad", no puede cambiar las reglas del juego del capitalismo argentino, que sólo puede sobrevivir basándose en salarios de hambre y exportaciones, cuyo fruto no llega a las barriadas pobres y obreras.
Conclusiones. En defensa de Cuba
La defensa de la revolución es inseparable del examen critico de la realidad. Hay cierto grado de escasez entre las masas cubanas, crecen las diferencias sociales mientras el aparato del Estado cobra volumen. La gestión y el control de la sociedad la tienen los funcionarios del gobierno. El peligro de la contrarrevolución es mortal y las contradicciones propias de la sociedad cubana no hacen más que potenciarlo.
Si el imperialismo y sus secuaces no se deciden acabar con Cuba no es solamente por la determinación de las masas cubanas, sino por el apoyo masivo de los trabajadores latinoamericanos y del mundo. La debilidad de Cuba es su aislamiento y toda las deformaciones que éste engendra. Por eso es crucial para el destino de Cuba y de las masas trabajadoras de América Latina, extender la revolución en nuestro continente.
Hay que reconocer la ausencia en Cuba de una genuina democracia obrera y campesina. Pero reconocer un inconveniente es la mejor manera de empezar a transformarlo en su contrario. Tenemos confianza en que los marxistas cubanos, gracias a la experiencia y a la dura escuela de la vida, verán como nosotros que la situación requiere un cambio de estrategia. La hora de los pueblos se marca en la construcción del féretro del capitalismo, y esas manos que lo construyen tiene que ser internacionalistas. Los amigos de la Revolución Cubana están en las huelgas de Perú, Uruguay y Brasil, en las heroicas luchas de las masas de Venezuela, Bolivia y Argentina.
Las masas obreras y campesinas son la única garantía real que tiene el pueblo cubano para resistir al imperialismo. No existen principios abstractos sobre la humanidad o la libertad, el poderoso lazo que nos une con Cuba es el internacionalismo proletario y la solidaridad de clase, la única manera de defenderla es organizándonos internacionalmente para luchar contra la explotación y el capitalismo; porque como dice Alejo Carpentier "Quienes hablan de revoluciones se ven llevados a hacerlas."