Tras la guerra de Irak: ¿Una trampa “vietnamita”?

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Cuando el 1 de mayo el presidente Bush dijo que habían terminado las operaciones de combate en Irak, para la mayoría de los estadounidenses parecía que la guerra había finalizado. Pero no es así. Desde principios de mayo han muerto asesinados en Irak unos setenta soldados estadounidenses y británicos, y muchos más han resultado heridos.
Cuando el 1 de mayo el presidente Bush dijo que habían terminado las operaciones de combate en Irak, para la mayoría de los estadounidenses parecía que la guerra había finalizado. Pero no es así. Desde principios de mayo han muerto asesinados en Irak unos setenta soldados estadounidenses y británicos, y muchos más han resultado heridos.
Los militares estadounidenses no quieren decir a cuántos ataques se enfrentan sus tropas diariamente, en los que muere o resulta herido algún soldado, pero la situación empieza a ser difícil para las fuerzas armadas estadounidenses. Lanzaron una operación masiva llamada "golpe a la península". Según el general de las fuerzas terrestres, David McKiernan, la operación tiene la intención de reforzar la lucha frente a "los leales al régimen y a otras actividades contra la coalición que intentan desbaratar nuestros progresos". Según este general, han arrestado a unas cuatrocientas personas, pero según la Cruz Roja Internacional la cifra supera los mil detenidos.
Esta operación no está dirigida exclusivamente contra los seguidores de Sadam Hussein, también va contra los activistas comunistas y de izquierda que intentan reorganizar sus fuerzas en las principales ciudades iraquíes. Esto demuestra las verdaderas intenciones de las fuerzas de ocupación estadounidenses. Han derrocado a la supuesta "amenaza" para la seguridad de EEUU, Sadam Hussein, pero no tienen intención de permitir que el pueblo iraquí se gobierne a sí mismo. La razón es obvia. Si permiten que la población iraquí decida su propio destino, lo primero que decidiría sería pedirle al ejército de EEUU que abandone su país. Y luego tomar el control de su vida y destino.

La brutalidad de las operaciones de EEUU

En este contexto de creciente disposición de los jóvenes y trabajadores iraquíes a ejercer sus derechos es donde tienen lugar los ataques al ejército estadounidense. Los oficiales ven que el control se les está escapando de las manos y la única respuesta que tienen es la represión.
En Balad murieron asesinados al menos 27 iraquíes, y a finales de junio murieron 82 guerrilleros en una operación del ejército estadounidense cerca de la ciudad Rawh, próxima a la frontera siria.
Esta represión brutal está teniendo el efecto contrario al que deseaba el ejército estadounidense. Está endureciendo la actitud de los iraquíes normales ante las tropas estadounidenses.
El comportamiento de las fuerzas estadounidenses cada vez es más similar a la de Vietnam. Asaltan pueblos y aldeas, donde todos son considerados enemigos y son un objetivo potencial para estas tropas sitiadas en un país extranjero y hostil. Lo más destacable es que EEUU no cuenta con el apoyo de ninguno de los sectores de la población. Han actuado de una forma tan arrogante que no podría ser de otra forma.
Sin embargo, la situación de Irak no sólo está afectado a la población, también está teniendo efectos serios en la moral de las tropas estadounidenses. Habían prometido a los soldados que la población Iraquí les daría la bienvenida con los brazos abiertos como "libertadores". La realidad es que el gobierno ha mentido a sus propios soldados. Sólo era un intento de prepararlos para la batalla y elevar su moral. Ahora, después de tres meses, la imagen es muy diferente.
Los soldados estadounidenses en Irak viven con el temor constante a ser atacados. No saben donde se encuentra el siguiente francotirador, donde se producirá el próximo ataque con granadas. Esto en parte explica su política de "primero disparar y después preguntar". Están aterrorizados.

Una situación intolerable para las masas

Esta verdad ya está lo suficientemente clara para la población iraquí. EEUU y Gran Bretaña prometieron democracia y libertad. Ahora dicen que pasarán años hasta que en Irak haya un gobierno democrático. Por ahora han pospuesto sine die la convocatoria de la Asamblea Nacional.
Prometieron "petróleo al pueblo iraquí". En su lugar planean la privatización de la empresa petrolera, además de otras empresas propiedades del estado, y venderlas al "mejor postor", es decir a empresas estadounidenses.
Prometieron "mejores condiciones de vida". En la mayoría de las ciudades y pueblos los iraquíes no disponen de agua ni electricidad. Los salarios, al menos en algunos sectores, se pagan, pero en realidad nadie va a trabajar, porque EEUU no quiere abrir las empresas públicas.
En medio de la confusión de la posguerra no hay estadísticas laborales, pero los expertos iraquíes y extranjeros calculan que al menos un tercio de la fuerza laboral está desempleada o subempleada.

Guerra de guerrillas

Dentro de Irak se está abriendo un escenario completamente nuevo. El periódico The Times dice que "las tropas británicas podrían tener que quedarse en Irak más de cuatro años si las milicias pro-Sadam continúan minando los esfuerzos de la coalición para imponer la seguridad en el país".
La administración estadounidense y los oficiales han tenido un exceso de confianza con relación al resultado de la guerra. Se sienten extremadamente poderosos. Y en términos militares ciertamente lo son. Pero están jugando con fuego. Durante las últimas tres décadas la clase dominante estadounidense parecía haber aprendido las lecciones de la guerra de Vietnam. Han sido muy cuidadosos a la hora de evitar la ocupación de países extranjeros. El cambio en la correlación internacional de fuerzas después del colapso de la Unión Soviética ha jugado un papel determinante en la nueva actitud de EEUU, además de la miopía de Bush y compañía. Pero la razón decisiva es que la burguesía estadounidense necesita una política agresiva para preservar su papel dominante en el mundo, tanto económica como políticamente.
En última instancia, los hombres que están al frente de la clase dominante estadounidense son los que necesitaban las grandes multinacionales. Simplemente la burguesía no tiene otra elección.
Las fuerzas de ocupación no tienen ninguna forma de evitar la guerra de guerrillas en Irak. Su política agresiva está provocando más furia y resentimiento entre la población.

Construir un movimiento de masas

Apoyamos el derecho a la autodefensa del pueblo iraquí contra los invasores. Es una lucha de liberación nacional contra una potencia imperialista ocupante. Al mismo tiempo, debemos decir al movimiento guerrillero que no deben aislarse de las masas. Un movimiento guerrillero aislado corre el riesgo de caer en los métodos del terrorismo individual. La resistencia armada sólo puede triunfar si es un auxiliar del propio movimiento de masas. Si la lucha continúa simplemente a nivel de conflictos armados esporádicos, entonces el ejército estadounidense tiene mayor capacidad de fuego y puede vengarse como está haciendo ahora, asesinando a cientos y posiblemente miles de iraquíes.
La tarea es construir un movimiento de masas donde participen los trabajadores, los estudiantes, los pobres de las ciudades y del campo, hasta que alcance un nivel en que no pueda ser detenido por la fuerza militar. Este movimiento de masas se está creando. En todas las ciudades hay manifestaciones de masas. Desde Kirkuk hasta Basora llegan informes de miles de personas tomando las calles, exigiendo sus derechos básicos. Son valientes actos de desafío, si consideramos que los ocupantes no dudan en disparar a las personas desarmadas.
La tarea de los verdaderos revolucionarios es vincular a las masas, plantear la necesidad de crear comités de trabajadores para tomar el control y gestionar los servicios esenciales y las fábricas. Si los estadounidenses no quieren abrir las estaciones de servicio ¡hagámoslo nosotros mismos! Si no hay agua ni comida, ¡abramos las puertas de las fábricas para que nuestros hijos no mueran de hambre o cólera! ¡Debemos defender nuestros hospitales y servicios públicos básicos!
Debido a la ausencia de un movimiento obrero organizado con una dirección socialista auténtica, sin duda, los fundamentalistas chiítas conseguirán ganar terreno en el país. Pero todavía están muy lejos de poder tomar el control de la resistencia a nivel nacional, ni siquiera en las principales ciudades.

El papel del movimiento comunista

Merece la pena mencionar un artículo publicado en The Economist (14/6/03) titulado: “Comunistas contra clérigos en Irak”. Este semanario burgués normalmente ridiculiza a los comunistas, pero en esta ocasión admiten que "unos cuantos comunistas de Irak se encuentran entre los valientes que enfrentan a los ayatollas".
El autor hace la siguiente pregunta: "¿Pueden los comunistas dar la nota de nuevo?" Lo que sigue a la pregunta es interesante: "Los jóvenes están hartos de que se les diga qué películas pueden ver y cuáles no. Las mujeres exigen iguales derechos de herencia y la abolición de las leyes que sancionan los crímenes de "honor" y les prohíbe abandonar el país sin el permiso de un tutor masculino. El artículo cita a un artista que dice: "No queremos sustituir un sistema totalitario con otro". Si incluso The Economist es capaz de percibir este ambiente, eso significa que las masas tienen ansia de democracia genuina y controlar sus propias vidas.
Por supuesto The Economist intenta minimizar el papel de los comunistas, presentándolos como un grupo pequeño con escasa influencia. ¿Pero para qué dedicar dos columnas a este tema si los comunistas no cuentan con ningún apoyo? La verdad es que los comunistas iraquíes tienen una larga tradición. Durante las últimas semanas hemos podido ver que esta tradición no se ha perdido. Para el movimiento comunista iraquí se ha abierto una oportunidad histórica.
El ascenso del fundamentalismo siempre es el resultado de una derrota de la clase obrera o de la política equivocada de su dirección.
Debemos apoyar todos los esfuerzos de los trabajadores iraquíes por crear sus propias organizaciones. Para hacerlo es absolutamente necesario aprender las lecciones del pasado. No existe un ala progresista de la burguesía occidental ni iraquí, no existe una etapa intermedia. El triunfo de la lucha por la liberación nacional sólo se puede conseguir como parte de la lucha por la transformación socialista de la sociedad, tanto en Irak como en el conjunto de Oriente Medio.