Recuperemos los ferrocarriles para el pueblo

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El estado actual del sistema ferroviario argentino muestra el grado de podredumbre que ha alcanzado el capitalismo en nuestro país. En los últimos días la prensa se pobló de artículos que reflejan dicha situación, en particular la de los trenes suburbanos, mostrando las condiciones infrahumanas en que millones de trabajadores viajan, con riesgo de perder incluso la vida. La desastrosa gestión del sistema ferroviario por parte de las concesionarias privadas vuelven a poner de manifiesto la necesidad ddad de la reestatización del sistema ferroviario, algo que el gobierno de Kirchner ya dejó claro que no está dispuesto a hacer. El estado actual del sistema ferroviario argentino muestra el grado de podredumbre que ha alcanzado el capitalismo en nuestro país. En los últimos días la prensa se pobló de artículos que reflejan dicha situación, en particular la de los trenes suburbanos, mostrando las condiciones infrahumanas en que millones de trabajadores viajan, con riesgo de perder incluso la vida.

Un poco de historia

La destrucción del sistema ferroviario viene de larga data, aunque fue durante la administración menemista cuando se produjo el mayor daño en la historia, dejando a millones de personas sin tren y a miles de localidades sin servicio. Entre 1957 y 1998 la longitud de vías operables bajó de más de 43000 Km a poco más de 29.000 km. y el número de estaciones descendió de 3.744 a 1.292.
Desde inicios de la década de los 90 se ha implementado en la Argentina un conjunto de políticas tendientes a la privatización de la economía y de los activos del estado. Esto incluyó la concesión de los servicios ferroviarios.
Analicemos algunos datos de la privatización del servicio.
En el caso de los ferrocarriles Ferrovías (Belgrano Norte), TBA (Mitre y Sarmiento) y Metropolitano (Roca y Belgrano Sur) pudo comprobarse un aumento de tarifas, que han llegado en la distancia media al 95%. Además los especialistas en temas ferroviarios señalan la disminución de la cantidad de trenes anuales, el descenso de la calidad global de los servicios por eliminación de trenes rápidos y semi-rápidos y la degradación del mantenimiento preventivo y correctivo del material rodante de las vías, con graves consecuencias para el confort y la seguridad de los pasajeros.
Entre 1993 y 2000 por cada $0,75 pagados por cada pasajero el Estado aportó como subsidio $ 0,72.Con la privatización, además, el trabajo ferroviario se redujo enormente empeorando el problema de la desocupación De 90.000 trabajadores con que contaba Ferrocarriles Argentinos hoy quedan unos 17.000.
Con respecto al sistema de cargas, la red férrea interurbana se dividió en 6 bloques con accesibilidad a más de un puerto. Los concesionarios deben pagar un canon y un alquiler al estado, algo que incumplen con frecuencia. Además cada empresa pudo clausurar a su gusto tramos no rentables y cerrar estaciones de escaso movimiento. Cabe señalar que entre las empresas que obtuvieron la concesión figuran monopolios con fuerte interés en determinados segmentos. Tal el caso de Loma Negra con Ferro-Sur Roca o Aceitera Deheza con el Nuevo Central Argentino.

En la vía y de a pie

En vastas regiones del interior los trenes se han ido para no volver. Más de 5 millones de habitantes dejaron en los últimos años de contar con trenes de pasajeros y más de 6 millones dejaron de contar con servicio de cargas. Como vemos con sólo unos pocos datos apreciamos el lamentable estado de nuestros trenes. No hay más que aventurarse y viajar en uno de éstos para comprobarlo. Sin embargo, el gobierno K sigue gastando fortunas en subsidios para obtener a cambio un pésimo servicio. El Estado ha tenido en los últimos tiempos un trato generoso con los concesionarios ferroviarios: los subsidios subieron de 14 a 19 millones de pesos mensuales. Además se hará cargo de los arreglos de las estaciones de todas las líneas y se lanzó un plan de reparación de vías y extensión de ramales por unos 450 millones de pesos.
El servicio escandaloso prestado por compañías como Metropolitano en la Línea San Martín o Roca, llevó al gobierno a amenazar con quitarle la concesión. A los pocos días, misteriosamente, la central de comunicaciones de la Línea Roca quedó destruida por un incendio. Si se confirmara la tesis del "autoatentado", como sospecha el propio gobierno, demostraría que estas compañías estarían dispuestas a recurrir a métodos terroristas para defender sus intereses. Este es el verdadero rostro del empresariado nacional.
Finalmente, el Estado sólo se hará cargo del San Martín, el más caótico de todos, para entregarlo al resto de concesionarias privadas. De renacionalización, ni hablar.

Desde nuestra corriente socialista proponemos:

Reestatización inmediata de los servicios ferroviarios sin indemnización de ninguna clase.
Control obrero de la gestión empresarial.
Reparación de vías, estaciones y modernización del sistema ferroviario en general, para lo cual se dispondrá de los fondos provenientes del no pago de la deuda externa.
El ferrocarril será así un buen medio de integración nacional y un motor necesario para el desarrollo de una política económica planificada al servicio de las grandes mayorías.