¿Quién gobierna realmente en Chile?

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Publicamos este volante ante el bloqueo que están sufriendo en su grupo de Facebook los compañeros del Grupo 1º de Mayo. Asi mismo nos solidarizamos con la juventud y los trabajadores de Chile y los camaradas de El Porteño.

El 7º Juzgado de Garantía de Santiago declaró inadmisible la querella presentada por el equipo de abogados de Piñera en contra del dirigente del PTR, Dauno Tótoro. La acción judicial está sustentada en la atribución a éste de un acto inducción a la subversión, penalizado por la Ley de Seguridad Interior del Estado. Debe decirse que Tótoro se limitó ha expresar, de la misma forma que lo ha hecho quien escribe estas líneas y millones de chilenos en todo el país, la imperiosa necesidad y clamor popular de tumbar al Gobierno patronal y asesino de Piñera. Coherente con este hecho, el juez de Garantía se limitó a constatar que la conducta descrita en la querella no era delictiva, sino que el simple ejercicio del derecho constitucional a exteriorizar la crítica política y en este caso, la necesidad de que Piñera abandone La Moneda, como condición necesaria para la satisfacción de los reclamos democráticos y nacionales que han sustentado el levantamiento popular.

El acto confirma dos tendencias: aquella en la que el Gobierno de Piñera, desesperadamente, trata de afirmar su autoridad reduciendo su función a liderar la represión en contra del movimiento popular y, la segunda, que las instituciones del régimen se han -de facto- conformado como un Gobierno de Unidad Nacional, de base parlamentaria. Esta nueva articulación del régimen explica que adicionalmente Carabineros haya decidido, hace algunas horas, seguir las determinación de varias Cortes de Apelaciones y comunicara que cesará en el uso de balines para reprimir las manifestaciones. Piñera ya no gobierna y está en La Moneda sólo para reprimir, el verdadero Gobierno se apoya en el entramado parlamentario que suscribió el Acuerdo por la Constitucional por la Paz.

No es accidental que los suscriptores del acuerdo hayan declinado la tarea de sacar a Piñera del Gobierno. En realidad tal medida es necesaria toda vez que las directivas de los partidos de lo que fue la Concertación, y parte sustancial del Frente Amplio (RD, Comunes, Liberales y Boric) no sólo han comprometido su voluntad política con el proceso constituyente, sino que necesariamente con la continuidad de Piñera hasta el final de su mandato. Esto explica, como primera cuestión, que el acuerdo constitucional comenzara -en su punto Nº1- invocando el explícito acuerdo de los firmantes por restablecer el orden público. Demás está decirlo, este explícito reconocimiento de la autoridad represiva del Gobierno no hace sino otorgar amparo a la brutal acción represiva del piñerismo que hasta este momento acumula 24 asesinatos, 221 mutilados con pérdida ocular y sobre 2500 personas heridas como resultado del intento de mantener el orden público.

La muerte de Abel Acuña, horas después de suscrito el acuerdo, fue ocasionada por la represión policial sobre el cuerpo médico que trataba, en medio de la manifestación en la Plaza de la Dignidad en Santiago, de rescatar la vida del manifestante. Debe decirse por lo mismo que tal hecho represivo es es una materialización directa del Acuerdo por la Paz. Las manos de los suscriptores del acuerdo cuyo único beneficiario es el moribundo Gobierno piñerista, están manchadas con la sangre de los caídos y así debe ser calificado este acuerdo, no sólo como una traición de quienes en algún momento se proclamaron del lado del «movimiento social», sino que como un explícito acto de incorporación a las tareas de Gobierno.

Pero, como lo ha demostrado la realidad, el Acuerdo por La Paz no ha logrado restablecer el orden público, la represión aún debilitada por la renuncia a la utilización de balines sigue azotando al pueblo de forma inclemente y las movilizaciones han entrado en una nueva fase, luego de la poderosa expresión de fuerza que significó la movilización de la Huelga General del 12 de noviembre.

Es cierto, el régimen burgués se ha rearticulado como unidad nacional y apuesta a ahogar el movimiento sumiéndolo en el camino institucional mediante la represión, sin embargo esto es sólo un aspecto del proceso. El Acuerdo ha puesto de manifiesto además el verdadero carácter de las organizaciones que han sostenido esta lucha: las asambleas, cabildos y coordinadoras que se han desplegado por todos los territorios. Tales organismos tendencialmente expresan el poder de las bases, un poder de clase, de los trabajadores y explotados. El reclamo popular por una Asamblea Constituyente, en esta dinámica, pone de manifiesto la voluntad del movimiento popular de tomar en sus manos tareas de Gobierno. El movimiento no acepta «soluciones por arriba» ni «cocinas» sean estas pequeñas o amplias. Está vivo aún el recuerdo de la transición democrática que dejó indemne el régimen pinochetista, sacando formalmente a Pinochet. Las bases saben que estos acuerdos son conspiraciones en su contra y que de ellos sólo cabe esperar engaños y la perpetuación del orden establecido.

Puesto de esta forma, el movimiento requiere hacer consciente y unificar aquello que ha venido haciendo desde el primer día: luchar de forma decidida y sin cuartel por echar abajo a Piñera. Hoy día el campo político se divide en claros espectros de clase, los que apoyan a Piñera y su Acuerdo de Paz y, del otro, el pueblo movilizado que reclama Fuera Piñera. La capacidad del movimiento de imponer sus reclamos dependerá, como se viene confirmando en lo corrido de esta semana de la unificación en contra del Gobierno patronal y de su capacidad de asestar nuevos y más profundos golpes de movilización popular.

Corresponde dar una mirada general a lo que ocurre en el campo de la movilización.

Este movimiento, como se ha dicho, ha creado organismos de diverso signo junto a las asambleas populares. Lo más llamativo: los comités de autodefensa que garantizan la lucha callejera con una completa y creativa estructura de líneas que van desde la primera de choque, hasta el apoyo de la salud de los luchadores. Tales organismos que agrupan principalmente a la juventud obrera precarizada y cesante, del tipo ACAB (All Cops Are Bastards), son una genuina innovación del movimiento y son los responsables de mantener ocupadas las calles por más de un mes, arriesgando su vida en primera línea.

También se han creado, más bien han pasado a ocupar un papel muy importante, las coordinadoras y frentes de trabajadores. En todo el país diversos frentes se han dado la tarea de unificar políticamente el movimiento. Unidad Social es la máxima expresión de este fenómeno, aún burocrática, pero son centenares los frentes que se han conformado y todos ellos han apostado a la organización general y al potenciamiento de los trabajadores organizados. La proyección de la lucha, su elevación política dependerá en buena forma de la capacidad de estos organismos de reconocerse políticamente y de levantar tareas de de Gobierno. En Valparaíso, el Grupo 1º de Mayo, como corriente, es la expresión más desarrollada de esta dimensión del movimiento.

El corazón del movimiento, volvemos sobre ello, lo constituyen las asambleas populares, los cabildos. La debilidad de la clase trabajadora en sus lugares de trabajo, ha reconducido su disposición a la lucha -al igual que durante la Dictadura- a los lugares en donde viven. Son los territorios, los cordones en Valparaíso, las manifestaciones más elocuentes y tendenciales de poder obrero. Es en estos lugares en donde se librará la batalla por la resolución política de este movimiento. No es accidental que Renovación Nacional y la Derecha hayan captado esta potencialidad e instruyeran a su militancia a incorporarse a estos espacios. Es allí donde debemos dar la pelea, necesariamente.

Comenzamos esta nota preguntándonos quién gobierna en Chile. Está claro que el campo burgués se ha reconfigurado y se dispone a cerrar la crisis ahogando el movimiento con una mezcla de la tradicional zanahoria y garrote. Los trabajadores, por el contrario, estamos en proceso de unificación, de buscar una fórmula propia de Gobierno, un Gobierno asentado en las organizaciones de base y en ese sentido, los trabajadores comienzan, también a gobernar y a disputar el poder.

Podrá pensarse que esto es desmesurado porque el polvo levantado por la batalla no deja ver el horizonte, pero la tendencia de poder se ha construido y dependerá de la capacidad de la clase, de su activismo y de su militancia, de que esta tendencia madure en términos revolucionarios. Un gran Frente que agrupe a las organizaciones en lucha, un Frente 18 de Octubre como ya se ha planteado, un un frente por la dignidad dicen otros, es aquello que debe concentrar nuestros esfuerzos. Es la senda de un Gobierno de los Trabajadores, porque esta es la cuestión central, qué clase gobierna.

Fuera Piñera, vivan los trabajadores!!!!!

(este texto corresponde a las conclusiones arribadas en discusión sostenida con el Grupo Oktubre del Cerro Barón, Valparaíso)