¿Por qué suben los precios de los alimentos?

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Los economistas burgueses afirman que la suba de precios obedece a mecanismos muy complicados imposibles de controlar, y que debemos aceptarlo con resignación. Los economistas burgueses afirman que la suba de precios obedece a mecanismos muy complicados imposibles de controlar, y que debemos aceptarlo con resignación.

Quienes fijan los precios son los empresarios, ellos son los responsables de las subas. Es falso que el aumento de los salarios implique aumento de los precios. La historia económica demuestra lo contrario: que los aumentos salariales siempre se producen después de que aumentan los precios.

El aumento del salario no implica aumento de los costos, sino una disminución de las ganancias empresariales, a igual tasa de explotación. Las ganancias empresariales son el trabajo no pagado al obrero. Los obreros no hacen sino recuperar una parte de lo que les roban. Son los empresarios quienes suben los precios para mantener sus ganancias o acrecentarlas, sacando a los trabajadores con la mano izquierda los aumentos salariales otorgados con la mano derecha.

Otro de las justificaciones esgrimidas por los economistas burgueses es que hay un exceso de consumo, y que por eso suben los precios. Pero este año se superó la producción de 1998 antes de la última crisis; es decir: hay más mercaderías que hace 7 años. Además, según un estudio del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA), el consumo per cápita todavía es un 6% inferior al de 1998 (Clarín, 19/11), y todavía el salario real de los trabajadores (descontando inflación) sigue estando un 28,5% por debajo del que existía en 1998 (INDEC) ¿Qué ocurre entonces? La carne, la harina, la leche o la miel suben porque los capitalistas y terratenientes prefieren exportar su producción al extranjero donde les pagan precios altos, a pesar de que acá son producidos a bajo costo. Como estas mercaderías son “su” propiedad, nos chantajean diciéndonos: “si quieren comer y vestirse páguennos como en el extranjero”.

El gobierno pretendió alcanzar durante el año decenas de acuerdos con estos sectores empresarios, que fracasaron miserablemente. También amenazó con represalias y subió los impuestos a las exportaciones de carne, leche y otras mercaderías. Pero como estos productos básicos son propiedad privada de un puñado de parásitos y grandes capitalistas, éstos responden subiendo nuevamente los precios, de manera que cualquier política que insinúe tibiamente un control de precios, por éste u otro gobierno, se estrella ante la presión combinada de los empresarios.

El último acuerdo-trampa es el firmado con los Hipermercados: un escaso 15% que no es 15%; 250 productos que no se saben cuáles son y fin del acuerdo el 31 de Enero de 2006.

No se puede controlar lo que no se posee. De ahí que la condición para una política efectiva de control y fijación de precios sería a través de la expropiación de latifundios, monopolios alimenticios y las grandes cadenas de comercialización como Coto, Disco, Carrefour, Jumbo, etc. sin indemnización y bajo el control de los trabajadores. Pero el gobierno de Kirchner no lo hará. No fue capaz de reestatizar las empresas privatizadas de la era menemista, menos aún desafiará la propiedad de estos pulpos y multinacionales. Sólo un gobierno de los trabajadores estará en condiciones de emprender estas medidas. Mientras tanto, debemos exigir a los sindicatos que profundicen y coordinen la lucha salarial por un salario equivalente a la canasta familiar ($1.800), e impulsar la formación de comités de vecinos en los barrios que denuncien y escrachen a los comercios y superficies comerciales que adopten subas abusivas.